Zombi

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Libertad condicional » 27

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Aquella última vez en mi apartamento en Reardon St. me arriesgué y me llevé a casa a SIN NOMBRE. Le recogí en la Interestatal 96, en la rampa de salida de Grand Rapids pero dijo que era de Toledo y viajaba hacia el oeste. Luchando contra los ojos de drogado que le iban de un lado a otro en la cabeza como canicas. Eh, amigo, supongo que no quiero hacer esto, ¿de acuerdo?; déjame ir, amigo y le dije que quería que se quedara conmigo como si fuéramos amigos, hermanos, le dije que le pagaría bien y que no le defraudaría y él sudaba diciendo Amigo, soy legal, no se lo diré a nadie, lo juro, pero déjame salir de aquí, amigo, por favor. Y yo tensé la cuerda y sus ojos sobresalían y su piel era cenicienta y sus labios no podía apartar mis ojos de ellos estaban cenicientos y aquello me traspasaba como si fuera electricidad ¡LO SABE! ¡AHORA LO SABE! ¡NO HAY VUELTA ATRÁS! lo cual es el punto que hay que alcanzar. El umbral del agujero negro que te succiona. Una fracción de segundo antes y aún estás libre pero una fracción de segundo más tarde eres absorbido por el agujero negro y estás perdido. Y mi polla dura como una tranca. Y grande como una tranca. Y las chispas de mis ojos. Y no balbuceo como cuando primero entró en la furgoneta este tío legal mirando al blanco y su sonrisa fácil como diciendo Aquí estoy, amigo, ¿qué vas a hacer al respecto? En la parte de atrás el viejo y estropeado libro de texto Elementos de geofísica para dar una pista falsa, y mi gran bigote postizo y cabello con pulcra raya en el lado izquierdo de la cabeza y en la taberna de Grand Rapids donde tomamos unas cervezas él habló y yo me limité a quedarme callado escuchando y si alguien nos vio vieron a SIN NOMBRE y a un tipo blanco que nunca estuvo allí.

Luego en casa conmigo y la promesa de un baño caliente, comida casera, vodka y sábanas limpias, etcétera, SIN NOMBRE sonreía pensando que se la chuparía un blanco y cobraría por las molestias y quizá le quitaría las posesiones al blanco pero no salió así y el pánico en sus ojos lo indicaba. Dije: No soy un sádico, no soy un torturador, creo que eres estupendo, te pido que cooperes y no te haré daño. Yo estaba excitado, tuve que bajarme la cremallera. Él lo vio y lo supo. Lo sabes incluso cuando no lo sabes. Le di dos barbitúricos machacados con vodka. Pero tardaban en hacer efecto y él luchaba y yo dije no sé cuántas veces No te haré daño y dije si te estás quieto. Pero sus forcejeos empeoraban las cosas para él y no cooperaba. Lloraba. Vi que no era más que un niño. Tenía unos diecinueve años y había actuado como si fuera mucho mayor, ¡tan legal! Le embutí la esponja de la cocina en la boca y vi el destello de una muela de oro. Estuvo a punto de ahogarse por lo que tuve que ir con cuidado, no quería perderle. Estaba bien atado para su propia seguridad, y drogado y debería haberle anestesiado ya pero estaba tardando demasiado. El modo en que los médicos hacían lobotomías era primero dejar inconscientes a sus pacientes con electrochoques pero yo no tenía nervio para ello y tenía miedo de electrocutar a SIN NOMBRE y a mí. Ahora estaba en la bañera desnudo y el agua corría y esto le extrañó ¡LO SABE! ¡LO SABE! Aunque no podía ver aún el picahielo. Un muchacho ágil como una serpiente con aquella muela de oro; un auténtico TÍO BUENO. Pelo ondulado rojizo y la piel de un profundo brillo rojizo. Como betún de zapatos de color rojo oscuro, el betún de papá que recuerdo de hace años en casa. Guapo en realidad FABULOSAMENTE GUAPO y ellos lo saben pero es demasiado tarde una vez que Q_ P_ ha tomado el control. Le até la cabeza a la abrazadera y entonces apliqué el picahielo (que había esterilizado en el hornillo) en el ojo derecho como indicaba el diagrama del doctor Freeman pero cuando lo inserté a través de la «órbita ósea» SIN NOMBRE se puso a forcejear y a gritar a través de la esponja y salió un chorro de sangre y me corrí, perdí el control y me corrí, tan duro estaba que no paré de CORRERME Y CORRERME COMO UNA CONVULSIÓN que no podía detener ni siquiera respirar gruñía y jadeaba para coger aire y cuando terminó recuperé el control y vi el daño que había hecho; el jodido picahielo clavado hasta el mango en el ojo de SIN NOMBRE hasta su cerebro y el chico negro se estaba muriendo, estaba muerto, la sangre le brotaba como una gigantesca hemorragia de la nariz, otro fracaso y NINGÚN ZOMBI.

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