Zombi

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Cómo ocurrieron las cosas » 39

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¡MATERIAL CUANTIFICABLE Y NO CUANTIFICABLE!

Durante mucho tiempo, muchos jodidos años de la vida de Q_ P_ había parecido quizá, como un experimento científico, como si fuera un principio de girar a la izquierda o a la derecha, unos centímetros y no más. O de hacerse más alto. Y todo el universo se reorganizaría. Y otros nacieron con radar para estas cosas pero Q_ P_ no. El principio (aunque no expresado en la época, era demasiado joven) de empujar apretándose a los chicos en la cola de la cafetería, Bruce y sus amigos. O entrar en las duchas del instituto en el instante oportuno, con el paso y el ángulo de la cabeza y los hombros adecuados. Y ayer compré tres docenas de pollitos en el mercado de granjeros de Ludington porque eso era algo que Q_ P_ nunca había hecho en su vida y hacerlo una sola vez era ser alguien nuevo. O, aquellos meses en la U. de Eastern Michigan donde Q_ P_ hacía esfuerzos por REINVENTARME comprando ropa y zapatos que no eran de su gusto sino del de otros observados con atención, y duchándose dos veces al día (durante un tiempo, hasta que la piel empezó a formar escamas y a caerse) e incluso forzándome a escribir con otra letra y a hacer una nueva firma que requirió muchas semanas aprender. ¡Pero lo consiguió!

Un cambio hacia la izquierda, o hacia la derecha, o hacia arriba, o hacia abajo, o en el grosor, o en la finura. Alguna alteración en el tono de piel, o pecas. O una voz más de barítono no aflautada ni nasal como hasta ahora. ¡Y Q_ P_ homenajearía a DEKE, por ejemplo! Pero lo que parecía tan fácil en realidad era muy difícil.

Si tuvieras corazón, así es como se rompería.

Y el otro día llevé a mamá y a la abuela a esa residencia de ancianos de Holland, Michigan. Auspicios presbiterianos. Donde visitaron a alguna vieja parienta marchita y le llevaron una maceta de flores teñidas de azul y yo paseé un rato por el vestíbulo luego fuera en el aparcamiento y alguien en silla de ruedas y su familia me miraba y por fin uno de ellos dice, un tipo más bien joven pero con voz temblorosa: Disculpe, ¿quiere hacer el favor de no mirar fijamente a mi madre? en el campus aquel día que veía a ARDILLA-ARDILLA-ARDILLA en todos los chicos de cierta altura y figura tan cargado que tenía la polla dura como un palo y el vello erizado como plumas y tuve que buscar un lavabo para hacerme una paja antes de EXPLOTAR. Y empujo algunas puertas y hay un escenario iluminado y algunos tíos y mujeres en mallas o lo que sea ensayando una danza al son de tambores y cuernos y están tan absortos en su danza que no ven los ojos de Q_ P_ que les miran desde la sombra. Y por fin alguien se me acerca, alguna zorra del profesorado, hembra con gafas gruesas y me pregunta por favor quién soy. Y yo me vuelvo a ella sin sorpresa y digo, como si fuera la respuesta más natural a una pregunta idiota: Soy la presencia que está en esta coyuntura del Tiempo y el Espacio, ¿quién iba a ser?

Y aquella noche en mi furgoneta Ford de 1987 de color arena con la calcomanía de la bandera americana que cubre la ventanilla trasera circulando por la calle Cedar, Dale Springs y aparqué en la sombra y con mis prismáticos enfocados en las ventanas más oscuras pensé: Si aquí es donde estoy esto es quién soy yo. Y así era.

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