Zombi

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Cómo ocurrieron las cosas » 37

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Se me estaba formando un plan como un sueño lento y yo no lo empujé ni le di prisa. Aunque sabía que el horario de verano de ARDILLA terminaría el primer lunes de septiembre, día del Trabajo. ¿Cuántas semanas quedaban para que Q_ P_ realizara su captura? Sólo unas cinco. Y ARDILLA sólo trabajaba en Humpty Dumpty tres días a la semana.

Ahora con el calor del verano de Michigan dejé por completo mi medicación y tenía menos miedo del CONTACTO VISUAL y veía cosas normalmente no vistas. Y penetraban profundamente en mí, y yo reflexionaba. Un hombre responsable se labra su propia suerte, había dicho papá. Citando a uno de los grandes filósofos.

A partir de aquel sábado en la casa de la abuela en que espié a mi presa por el seto supe que tendría mi ARDILLA. Nunca lo dudé. Podía divertirse y burlarse de mí zambulléndose en la piscina, y gritar y reír y correr y chorrear agua en su apretado bañador y en el Humpty Dumpty podía mirar a través de mí como si no hubiera nadie sentado en la cabina en la que me sentaba pero eso no hacía prever lo que ocurriría. El fragmento Q del gran cometa se deshizo en racimos de fuego por acercarse demasiado a Júpiter y aquel terrible campo gravitatorio y chocaría con su blanco y explotaría y estaba predestinado a ser así y así sería. Desde el principio del Tiempo.

Excepto que: la estrategia de Q_ P_ sería diferente al cien por cien de lo que fue en el pasado. Esto era Dale Springs y no el centro de la ciudad, tampoco era un tramo solitario de la interestatal. Éste era un chico caucásico de clase media alta, un chiquillo (como probablemente le consideraban sus padres) y no un negro o un híbrido y mucha gente se preocupaba por él, y le echarían de menos enseguida. Y lo notificarían a la policía presas del pánico. Seguro.

Y eso también me excitaba. Porque nunca en el pasado ni una sola vez que yo supiera la policía de ningún lugar había conocido la desaparición de mis especímenes, y mucho menos los había buscado. Y por eso éste sería diferente, y yo creía que estaría a la altura del reto. Una necesidad y hambre tan salvajes, el que ARDILLA penetrara en mi vida como un ángel radiante; ¡merecía morir por ello, claro que sí!

Porque no sería probable que a ARDILLA le gustara hacer autostop en Dale Springs y no sería probable que Q_ P_ fuera por allí en su furgoneta, una probabilidad en un millón ¡PERO YO NO PODÍA ESPERAR TANTO TIEMPO!; había que idear otra estrategia, ARDILLA no subiría a la furgoneta por voluntad propia, ARDILLA tendría que ser vencido y capturado y metido dentro, ¿y su bicicleta también?; tal vez. Y esta captura tendría que hacerse sin testigos, por supuesto. Por la noche sería lo mejor pero sería difícil hacer guardia ante su casa de la calle Cedar sin saber cuándo regresaría y sin saber si estaría solo. Porque la furgoneta de color arena llamaría la atención. Dale Springs tiene policía de seguridad, patrullas de barrio. Y entrar en la casa de ARDILLA y arriesgarme a que hubiera alarma contra ladrones, etcétera, a la mierda.

Trabajé en casa de la abuela y fui con mi furgoneta a la calle Cedar y comí en Humpty Dumpty muchas veces, incapaz de permanecer lejos, y pensaba en ARDILLA en su ausencia y en su presencia. Miraba fijamente a ARDILLA pensando Te quiero, te deseo, moriría por ti, eres estupendo, ¿por qué coño no me miras?, ¿no me sonríes? Habría podido descuidar mis tareas en el 118 de North Church pero era verano y sólo estaban ocupadas cinco habitaciones y si no sacaba la basura a la acera una semana tendría que hacerlo a la siguiente, claro. Y limpiar y hacer las tareas de mantenimiento cuando se precisaba. Y echar insecticida de forma regular para controlar las cucarachas.

Papá llamó y dejó un mensaje y pensé que se quejaría como de costumbre pero en cambio me dio las gracias por ¡SER TAN AMABLE CON TU ABUELA, QUEN-TIN!

Corría un riesgo comiendo tan a menudo en Humpty Dumpty pero no podía estar lejos. Aparcaba a veces mi furgoneta en el aparcamiento al aire libre y a veces al otro lado de la calle o cerca en el aparcamiento de una tienda de comestibles o incluso a la vuelta de la esquina para evitar sospechas. Pero el aparcamiento del restaurante siempre estaba lleno y el restaurante concurrido salvo a primera hora de la tarde pero yo prefería ir después de las cinco, cuando había muchos clientes incluso familias con niños pequeños y era menos probable que se fijaran en Q_ P_. Y si me quedaba hasta las seis, cuando los ayudantes de camarero cambiaban de turno podía ver a ARDILLA cuando se iba a casa montado en su bicicleta. Había memorizado la ruta que hacía.

Le seguía en la furgoneta a una distancia prudente. O daba la vuelta a la manzana para aparcar y esperarle para pasar inadvertido. ¡De qué manera montaba ARDILLA en bicicleta!; rápido, y encorvado, y sin movimientos inútiles. Muy astuto y hábil avanzando entre el tráfico de Lakeview Boulevard. Y tomó un atajo por una calle lateral y un callejón y la parte posterior de un solar de aparcamiento de una iglesia. Una gorra de béisbol de los Tigers con la visera hacia atrás y su largo pelo castaño-rubio atado en una cola de caballo en la nuca y qué juvenil era pero qué hombre también, casi un hombre, la boca que podía adoptar la forma de una sonrisa o de una mueca, los ojos que podían ser tan cálidos o tan cortantes y el modo en que se agarraba al manillar de su bicicleta y los músculos de las pantorrillas, los muslos y la curva de su espalda qué elástica parecía su espina dorsal; me quedé sin aliento ¡ese chico sería mi ZOMBI!

Luego en Humpty Dumpty observé a ARDILLA llevándose al hombro una bandeja con platos sucios, etcétera. Y sus jóvenes músculos visibles tensándose, y la coleta en la nuca…

y estoy tan excitado que tengo que dejar mi Humpty Dumpty Burger especial y tambaleándome voy al lavabo de hombres y me hago una paja en uno de los retretes gimiendo. Un verdadero ZOMBI sería mío para siempre. Se arrodillaría ante mí diciendo TE QUIERO MI AMO. DAME POR EL CULO MI AMO HASTA QUE SANGRE TRIPAS AZULES. Y me seco el pegajoso semen con trozos de papel higiénico y vuelvo a la cabina donde lo dejaré escondido dentro de mi servilleta para que ARDILLA se lo lleve sin saberlo.

¡MI ZOMBI!

No tenía demasiada hambre (había comido en casa de la abuela) pero devoré dos Tex-Mex especiales, hamburguesas con queso fundido, cebolla y salsa picante y doble ración de patatas fritas especiales Humpty Dumpty grasosas y cubiertas de sal. Dos Coca-Colas gigantes y tazas de café sólo para colocarme con cafeína. Y los estimulantes que había tomado aquella mañana. Aturdido y tembloroso por haberme hecho una paja tan fuerte y mi visión iba y venía desenfocada y la camarera que masticaba chicle me preguntó algo: ¿Señor? Yo no parecía oír y me encogí de hombros y me marché sin prisa. Pero ¿dónde estaba ARDILLA? ¡No veía a ARDILLA! Un zumbido en mis oídos y música de rock emitida en lo alto y voces de chicos y risas resonando como si estuvieran dentro de mi cráneo. Entonces apareció ARDILLA y estaba ayudando a otro ayudante de camarero a limpiar una cabina donde parecía que hubieran estado comiendo cerdos, secaban con esponjas y tiraban servilletas, vasos de papel, etcétera, a una cesta de plástico. El otro ayudante de camarero tenía la edad de ARDILLA y los dos eran compinches, se sonreían. (Si miraran a Q_ P_ y vieran que les estaba observando, ¿cómo reaccionarían?) ARDILLA es hábil y sexy y lo sabe, seguro. Complexión más musculosa que su amigo. La piel un poco estropeada en la mandíbula y tiene la costumbre de hacer muecas y de hacer rodar los ojos, esa expresión de burla que hacen los chicos de esa edad. Algunos amigos suyos vienen al restaurante y se intercambian bromas e insultos. ¿Por qué Q_ P_ no tenía amigos así, tipos a los que les gustara, tipos como hermanos?, ¿gemelos? Y ahora cuando me ven sus ojos pasan por mí sin fijarse. Pequeños mamones no me ven en absoluto.

¡Me temblaba la mano!; se me cayó el tenedor al suelo con estruendo y ARDILLA pasaba cerca. Rápido y educado ARDILLA me trajo un tenedor limpio. Ni siquiera tuve que pedirlo. ¡Tenga, señor! con una sonrisa. Y yo dije ¡Gracias! Y aunque alcé los ojos hacia los suyos no hubo contacto visual, ARDILLA ya se iba. Un limpio vistazo de sus fríos ojos verdosos. No había visto jamás unos ojos iguales. MI ZOMBI.

No se había fijado en mí en absoluto, supongo. Y esto estaba bien. Ellos no ven a la gente de mi edad, eso es bueno. Claro que me dolió, me cabreó y ese pequeño hijo de puta pagará por ello algún día pero estaba bien. Q_ P_ el hombre invisible.

Yo vestía: pantalones cortos caqui y una sucia camiseta (amplia para esconder mi pequeño vientre hinchado), y mis gafas de aviador, y unas sandalias gastadas. Cuando trabajaba en casa de la abuela llevaba una cinta roja en la cabeza como un negro marchoso, la dejaba empapada de sudor. Supongo que desprendía un fuerte olor, no había tenido tiempo de ducharme como me había invitado a hacer la abuela.

Mi desviador aquel día fue una marca de nacimiento en mi mejilla izquierda. Pintada con zumo de arándano y rotulador rojo. Una especie de forma de estrella, del tamaño de una moneda de diez centavos. Para atraer y centrar la atención no deseada.

La camarera me trajo la cuenta, ascendía a 16,95 dólares y dejé cinco dólares de propina.

—Procura que el ayudante de camarero reciba algo de esto —dije a la camarera.

—¿Cómo dice?

—El ayudante de camarero. Aquel chico, el de la coleta. Dejo cinco dólares de propina y quiero que él tenga su parte.

La camarera se puso a masticar más despacio su chicle y me miró fijamente y parpadeó y se sonrojó un poco, porque claro, la había pillado robando. La muy zorra tenía intención de quedarse los cinco dólares. Dijo:

—Aquí todos compartimos las propinas, señor. Es la norma.

—De acuerdo. Sólo preguntaba.

—Es la norma de Humpty Dumpty, señor. Todos las compartimos.

—De acuerdo —dije, deslizándome por el asiento para salir de la cabina, poniéndome de pie con piernas inestables y las gafas de sol que me resbalaban en la nariz—, eso está bien. Está bien.

Si ARDILLA estaba mirando, y miró a Q_ P_ cuando salía con la cabeza alta, sólo pude adivinarlo.

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