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Cómo ocurrieron las cosas » 46

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CÓMO SUCEDEN LAS COSAS. Compré la Dodge Ram el 23 de agosto. Me engañaron al entregar el vehículo viejo (sólo conseguí 1 300 dólares por la Ford) pero no estaba en situación de regatear. Acabado verde oscuro-marrón y chasis de aspecto sólido más alto, más macho que la Ford, y tracción a las cuatro ruedas por supuesto. Y más potencia que la Ford, y más espacio en la parte trasera. Practiqué conduciéndola utilizando las marchas, las luces, etcétera. Y el sistema de aire acondicionado que es complicado. Compré una docena de bolsas de basura de plástico de color verde oscuro para tapar las ventanillas traseras y esta vez no puse ninguna calcomanía de la bandera americana; quizá la añadiré más adelante. Y una nueva pegatina PREFERIRÍA ESTAR NAVEGANDO. La mayor parte del 24 de agosto estuve entrando suministros en el sótano y cisterna. Picahielo, pico dental, cuchillos de diversos tamaños todos ellos recién afilados. Yodo y gasa y vendas, etcétera. Comida para ARDILLA fácil de comer y de digerir y agua mineral y mantas y un orinal (un orinal de cerámica del desván, ¿podría ser una antigüedad?) y papel higiénico, etcétera. Y el espejo de cuerpo entero (también del desván). También preparé la furgoneta. Coloqué una división de madera contrachapada entre el segundo asiento y el trasero. En el asiento trasero otra camiseta, un par de tejanos, caja de Froto Loops para obtener energía rápida y más agua mineral y tres botellas de vino peleón en bolsas de papel. En la parte posterior de la furgoneta, guantes y mordaza de esponja y rollos de cinta adhesiva protectora y cuerda y la bolsa de arpillera y lona impermeable para el suelo, y más bolsas de basura. No quería ensuciar la parte trasera de mi furgoneta nueva. (No tenía ningún plan si se derramaba sangre en la furgoneta, y esperaba que no sucediera, pero un espécimen cae en el pánico incluso los más valientes a veces lo hacen y pierden el control de los intestinos.) Y mi cuchillo de destripar pescado. (Mi pistola de calibre 38 la llevaría en el bolsillo.) Y elegí mi cabello castaño rojizo rizado de TODD CUTTLER y bigote liso que hacía años que no tocaba. Comí en el Burger King un poco más arriba de la calle y me paré en una taberna y tomé unas cervezas y no hablé con nadie y me acosté pronto, con un solo tranquilizante y dormí como un niño. El 25 de agosto desperté a las 6.20 excitado y con la polla como un vibrador eléctrico y tuve que hacerme dos pajas y el semen estaba caliente como lava. Desayuno especial del Burger King de 3,99 dólares y rebañé el plato y tomé tanto café que cogí un colocón de cafeína y me sentía bien. Las tareas de casa como de costumbre. Dije hola, etcétera, a Grandullón Negro (que siempre está en la cocina friendo algo oscuro y grasiento en una sartén) y creo que le manejé bien. Para hacerles pensar, si odian a los blancos, tú no eres realmente blanco sino otra cosa. Me duché y me puse mi camiseta MOUNT VERNON U. de algodón blanco con letras verdes y tomahawk indio como logo. Pantalones cortos de trabajo color caqui sin cinturón, calcetines y zapatillas de correr. Telefoneé a la abuela como había planeado. Es jueves, se espera que corte parte del césped. Pero la abuela me pidió si por favor recogería a su querida amiga la señora Thatch y la llevaría a su casa, porque en el pasado lo había hecho y nunca me había importado. Y por eso balbuceé que de acuerdo y era demasiado tarde. Luego pensé Podría ser mejor: dos ancianas y no sólo una. Proseguí los preparativos. Encendí la tele en mi habitación y me marché, cerré la puerta con llave. Las 16.40 y la casa vacía a esta hora. Llevé las cajas de los pollitos del sótano a la parte trasera de la furgoneta y los puse cerca de la puerta de atrás. Conduje hasta Dale Springs por la ruta de costumbre y recogí a la señora Thatch, en el 13 de Lilac Lane a las cinco de la tarde. Trayecto de cuatro minutos hasta casa de la abuela en el 149 de Arden. La anciana parloteando sin cesar diciendo Qué suerte tiene tu abuela de tener un nieto tan servicial. Los pollitos PÍO PÍO PÍO pero detrás de la división y la anciana parlotea demasiado para oírlo o está sorda. En casa de la abuela bebí limonada, y al cabo de unos minutos las dejé a las dos charlando en la casa y volví para poner la furgoneta en una posición al lado del garaje no visible desde la casa. Y me puse la gorra de los Tigers y guantes de trabajo y saqué la segadora del garaje y empecé a cortar la parte de atrás del césped a las 17.25 moviéndome como de costumbre en franjas yendo de la casa hacia la parte de atrás. A las 17.35 situé la segadora detrás de un arbusto aproximadamente en mitad del césped y la aseguré bien y dejé el motor en marcha y crucé hasta el garaje sin que me vieran desde la casa. En la furgoneta me puse el pelo de TODD CUTTLER y el bigote y de nuevo la gorra de los Tigers. Gafas oscuras. A las 17.52 salí conduciendo despacio del sendero de casa de la abuela y giré al oeste en Arden hasta Locust y al norte hacia el callejón de una sola dirección debajo de Lakeview Boulevard y por el callejón hasta la ZONA CERO donde aparqué, dejando el motor encendido. El callejón desierto. En la parte trasera de la furgoneta, los preparativos finales. Abrí una de las puertas traseras y a las 18.02 dejé en el suelo las cajas de pollitos y a las 18.03 abrí las cajas para soltar a los pollitos. Enseguida PÍO PÍO PÍO y agitando sus alitas salieron de las cajas y picotearon el polvo ajenos a todo salvo al polvo. Y yo permanecía calmado y controlado. Porque todo lo que ha ocurrido, ha ocurrido. Desde el principio del Tiempo. Aproximadamente a las 18.08 vi la bicicleta que giraba en el callejón. Después dejé de tomar nota de la hora exacta pero seguí calmado, controlado, ARDILLA pedaleando en dirección a mí como en mis sueños. Porque cómo no iba a ser así. Qué otro destino tendría. Y ARDILLA me miró fijamente incrédulo al ver los pollitos de Pascua de vivo color amarillo tan esponjados y graciosos en el callejón en su camino y no tuvo más remedio que reducir velocidad y frenar la bicicleta. Y a horcajadas en su bicicleta se rió diciendo Eh, ¿qué pasa? ¿Pollitos? Y TODD CUTTLER ansioso y cabreado dice He tenido un accidente, se han escapado, ¿puedes ayudarme? ¡Por favor! Y ARDILLA que es un chico bondadoso, ingenuo y feliz de ser útil sonrió y aparcó su bicicleta diciendo ¡Claro! Se agachó para coger dos de los aleteantes pollitos en sus manos y se los llevó a TODD CUTTLER inclinado sobre una de las cajas de la parte trasera de la furgoneta. Pregunta ¿Cómo es que tiene tantos? ¡Caray! Como si se tratara de una broma, alguna fantasía de la MTV quizá. Y TODD CUTTLER sonrió y dijo ¡Gracias! Y ARDILLA se volvió para coger otros dos pollitos cerca del neumático trasero derecho de la furgoneta y en ese instante TODD CUTTLER rápido como una serpiente deslizó un aplastante antebrazo bajo la barbilla del muchacho y con el otro brazo inmovilizó los brazos que el muchacho agitaba y UNO DOS TRES sacudidas fuertes en la tráquea del chico casi partiéndole el cuello y se desvaneció sobre sus pies, las piernas fláccidas e inútiles. Y TODD CUTTLER en cuestión de segundos lo levantó y lo metió en la furgoneta, y cerró las puertas con llave. Y TODD CUTTLER estaba excitado y sus fieros ojos sobresalían en su cabeza. Y su polla era enorme. Y embutió la esponja en la boca de ARDILLA y la aseguró con cinta adhesiva con la que le envolvió la cabeza y la mandíbula. Y puso la bolsa de arpillera en la cabeza de ARDILLA y la aseguró también con cinta adhesiva. Y ahora la cara y la cabeza habían desaparecido, y el cuerpo del muchacho yacía estremeciéndose. Y una mancha oscurecía su entrepierna. Y el olor a orina. Y el excitado TODD CUTTLER hurgó y rompió los tejanos del muchacho y dejó al descubierto la suave y húmeda polla y se desgarró su propia ropa y uno dos tres fuertes sacudidas en el escroto del muchacho y gimiendo y con los ojos dando tumbos en su cabeza se corrió y se corrió. Y tuvo un desvanecimiento de unos segundos, o minutos, no lo sabía. Y se echó sobre el muchacho estremeciéndose y tratando de calmar su corazón. Te quiero, no me hagas hacerte daño. ¡Te quiero te quiero te quiero! Y una humedad le resbaló de la boca como la de un niño pequeño. Y parpadeó con lágrimas en los ojos. Y sin embargo la bolsa de arpillera le rascaba la piel caliente. Y el muchacho tan delgado debajo de él, el torso y el esternón. Y el muchacho se reanimó y débilmente empezó a gemir en la esponja y a agitar los brazos y las piernas. Y TODD CUTTLER apretó su peso sobre él para inmovilizarle. ¡Quédate quieto y no te haré daño! ¡Quédate quieto y no te haré daño! Soy tu amigo. Y el muchacho aterrorizado era más fuerte de lo esperado pero TODD CUTTLER era más fuerte aún. Gruñó e inmovilizó los brazos del muchacho a los lados y lo envolvió con una tira de arpillera y la aseguró con cuerda como una camisa de fuerza. Y ató las piernas, los tobillos y las pantorrillas y las rodillas del muchacho. Y el muchacho ahora no podía moverse salvo retorcerse como un gusano herido. Sin embargo siguió retorciéndose, y de lo profundo de su garganta brotó un sonido mitad gemido mitad gruñido como un niño pequeño llorando a lo lejos y esto cabreó a TODD CUTTLER que se puso a horcajadas sobre el chico y le rodeó el cuello con los dedos donde había pulso diciendo, entre jadeos ¡No te haré daño! ¡No te haré daño, te lo prometo! Pero no LUCHES CONTRA MÍ. Y TODD CUTTLER apretó los dedos y zarandeó y zarandeó la cabeza del muchacho golpeándola contra el suelo de la furgoneta hasta que al ver que se estaba quieto y no se resistía se apartó de él. Y se dio cuenta de dónde estaba y de su tarea y del peligro. Porque al parecer había olvidado el peligro. Como siempre en semejantes ocasiones. Y se quedó mirando fijamente su reloj de pulsera viendo la hora las 18.23 y al principio no comprendía qué significaba esto. Luego se recuperó y se quitó la peluca y el bigote (que se había soltado un poco y le colgaba sobre el labio) y se ajustó los pantalones cortos de color caqui que se había abierto. Y al examinar al muchacho vio que respiraba, su tórax subía y bajaba en espasmos. De modo que estaba bien. Y se apresuró a salir de la furgoneta por el lado del conductor y subió al asiento del conductor y miró por el espejo retrovisor y vio que el callejón seguía vacío. Y condujo la furgoneta (el salpicadero tan extrañamente nuevo y la dirección dura y el bulto del vehículo inesperado) al principio con lentas sacudidas y después con más suavidad recto y por el solar de aparcamiento de la iglesia (que estaba casi vacío, y nadie miraba en su dirección) y hasta la calle Pearl y al sur hacia Arden y al este por Arden hasta la casa de la abuela. Y no se oía nada atrás. Y aparqué la furgoneta como antes. Y cerré todas las puertas con el cierre automático. E intenté ver la parte de atrás pero los plásticos verde oscuro bloqueaban toda la visión. Y me apresuré entonces a ir a coger la segadora que aún rugía. Tanto rato y aún rugía. Y las ancianas la habrían oído, y habrían creído que yo estaba allí. Volví a cortar la hierba y eso me consoló como ocurre a veces: adelante y atrás, adelante y atrás a lo ancho del césped. Y vi por casualidad, al mirar alrededor —¿qué era?—, ¡un perro olisqueando la furgoneta!, ¡un perro!, y por un momento me quedé mirando fijamente y luego di unas palmadas y le grité que se alejara, y él se quedó mirándome fijamente un momento y yo grité ¡Vete! ¡Lárgate! Y el perro se volvió y se fue sendero abajo. Y se alejó. Y a las 18.54 dejé de segar y empujé la segadora hasta el garaje. Comprobé la furgoneta en el sendero y vi que parecía estar en orden y no se oía nada en la parte trasera. Entré en la casa y le dije a la abuela que había terminado por aquel día, el césped trasero estaba cortado. Eran las siete y tenía que irme. Y la abuela y la otra anciana me miraron. Y la abuela dijo: Quentin, tu cara, y pregunté: ¿Qué le pasa a mi cara? Y la abuela dijo: Estás muy sudado, cariño, por qué no te lavas. Y me lavé. Y vi en el espejo del cuarto de baño a Q_ P_ mirándome aturdido y con aspecto de haberse quemado con el sol. Y una vena reventada en el ojo izquierdo. Y las profundas entradas en el pelo. ¿Qué hay de tu futuro, hijo? Tienes más de treinta años. Y la barriga cervecera, y el cinturón tenso si hubiera llevado cinturón que no era así, con estos pantalones cortos de color caqui. Y volví a la cocina donde la abuela y la otra anciana estaban hablando de Q_ P_, lo sé. Y se me pasó por la cabeza que podía matarlas a las dos entonces, y el otro fuera en la furgoneta, y deshacerme de los tres cuerpos al mismo tiempo y me ahorraría tiempo, y no tendría que pensar más en ello. La abuela preguntó: Oh, Quentin, ¿no puedes quedarte a cenar? y yo se lo dije. Y la abuela dijo: ¡Ah pero me gustaría que te quedaras! No creo que comas bien, viviendo solo. La vida de un soltero es dura. Y yo pregunté si acompañaba a la señora Thatch a casa entonces. Y la señora Thatch se quedaba a cenar al parecer y dijo oh no tomaría un taxi para volver a casa. Y me dirigí hacia la puerta y la abuela exclamó ¡Ah, Quentin, espera! y me dio un sobre que contenía dinero y yo lo cogí y le di las gracias y me marché. Y en la furgoneta, que era la reluciente Dodge Ram verde-marrón nueva y no la otra, ESTABA EL PERRO OTRA VEZ, una raza flaca con el pelo tieso y una cola curvada como la de un mono, y ojos alerta y le grité ¡Vete! ¡Lárgate! Y di unas palmadas y le di patadas y se marchó corriendo. ¿Era el perro de ARDILLA? Mi pistola de calibre 38 en el bolsillo, ¿debía matar al perro? Ningún ruido dentro de la furgoneta. Subí, y salí del sendero en marcha atrás torcido y pisé el césped pero en la calle conduje bien, el volante era un poco duro en la furgoneta nueva y el bulto de la furgoneta me estorbaba. Pero me sentía bien. Eran las 19.12. Al oeste con tráfico lento por Lakeview hasta el lago. Me di cuenta de que estas horas del plan de Q_ P_ antes de regresar al 118 de North Church en la oscuridad nunca habían estado claras, eran un poco confusas. Como en una película en que la imagen desaparece en un FUNDIDO y en otro fundido aparece otra en un tiempo posterior. Pero yo no podía hacer eso. No tenía ese poder. Yo estaba en el Tiempo. Y el reloj no tenía manecillas, y estaba atascado. Y la Dodge Ram iba con gasolina y era más rápida que la Ford. Puede sorprenderte, has de estar preparado para el precio de un depósito lleno de gasolina, me dijo el vendedor. Pero ahora no podía pensar en eso. Aparqué en Summit Park de cara al lago y comí Froto Loops porque tenía hambre, y bebí de una de las botellas de vino con cuidado de mantenerla oculta en la bolsa. Porque qué pasaría si me veía un policía y venía a interrogarme. Y la pistola del 38 en mi bolsillo no podía utilizarla sin peligro porque se oiría el ruido del disparo. Porque éste es el punto débil de un arma de fuego, y el porqué un cuchillo es superior. Pero matar una cosa viva con un cuchillo no es fácil. Querrías evitarlo si pudieras. El sol aún estaba alto en el cielo sobre el lago y pensé Jamás se hará de noche. Una cresta de nubes oscuras como dientes rotos en el borde del lago, y cielo más brillante arriba. Y mi ZOMBI una carga para mí, y sin la alegría que yo había esperado. Y terminé mi primera botella, y debí de quedarme adormilado tras el volante, y desperté oyendo un ronquido que salía de mi garganta. ¡Y aún había luz de día! Y el sol relucía sobre la misma cresta de nubes. Como un ojo ciego, sin embargo relucía. Y las olas del lago Michigan lamiendo y tibias por el calor. Olas de toxinas decía Junie. ¡Qué hemos hecho a la naturaleza! Decía Junie. Ella te mirará a los ojos y sabrá: ¿y qué has de hacer? Y me volví para mirar la división de madera de detrás de los asientos y estaba… allí. Y no se oía nada detrás. Y por un momento no pude recordar quién estaba allí, cuál de mis especímenes. Porque todo lo que ocurre, ha ocurrido. Y volverá a ocurrir. Y recordé entonces al chico que salía de la piscina, tan reluciente de vida. Y empecé a sentirme reanimado de nuevo, y excitado. Porque ahora era mío, y siempre lo sería. En la enfermedad y en la salud y hasta que la muerte nos separe. Así que puse el motor en marcha y conduje por la zona de picnic, ¡cuánta gente!, ¡familias!, ¡cuántos niños!, el olor a carne asada con carbón, y lentamente crucé el parque y se me ocurrió este extraño pensamiento Sí pero podrías soltarle ahora, arrojarle al bosque y alguien le encontraría. Porque a quien vio fue a TODD CUTTLER y no a Q_ P_. Pero yo estaba cabreado con él. Siempre te cabreas con ellos, y quiero castigar. Burlándose de mí y siguiéndome en mi cabeza todas estas semanas. Mirando a través de mí en el Humpty Dumpty como si no hubiera nadie donde yo estaba sentado. Y provocándome, aquella sonrisa torcida con los hoyuelos y los ojos verdes. Y estaba conduciendo al sur hacia Mount Vernon junto al lago y empecé a sentir un aviso. Y encendí la radio para escuchar las noticias, porque eran las 20.08 y para entonces ya habrían echado de menos a ARDILLA. Y quizá lo habrían notificado a la policía, y habrían empezado a buscar, y a poner controles de carretera. En las noticias no dijeron nada. Pero podía ser un truco. Sin embargo no podía volver a casa hasta que fuera de noche, y oscuro. Y luego lo estropeas, Quen-tin, pese a todos tus planes. Oí la voz burlona de papá pero no se lo reprochaba. Y por eso decidí de pronto que daría la vuelta, y después de todo iría al norte de la ciudad, por la Ruta 31 que conocía como mi propia cara. Y pasé por Holland, y pasé por Muskegon y a las 21.20 ya era oscuro y estaba más lejos de Ludington y en el Manistee Forest y me sentía bien porque sabía que había tomado la decisión correcta. Porque no había sido esto, lo que había dicho al abogado de papá. Que la policía de Mount Vernon paseaba por North Church y me acosaba. Sin embargo ahora parecía tan evidente que era esto. Y yo no lo sabía. La desaparición de ARDILLA en Dale Springs alertaría a la policía y querrían conocer a los delincuentes sexuales de aquella zona. Y cuántos habría: docenas, un centenar. Y Q_ P_ en el ordenador con ellos. Y por eso fue astuto huir de Mount Vernon, y aparqué a un lado de un sendero forestal y fui a la parte posterior de la furgoneta y se encendió la luz y el olor a orina me escoció en la nariz y me excitó y vi el cuerpo, el chico, boca arriba en el suelo, la cabeza escondida en la bolsa de arpillera, semidesnudo y su huesudo torso moviéndose ¡aún respiraba!, ¡aún estaba vivo! Le había aplastado algo en la garganta, creo; ¿la tráquea?, ¿la laringe? y le até con cinta y cuerda como si un niño atara a alguien, le envolviera y envolviera. Hola, dije. Hola. Me senté en cuclillas encima de él y le toqué y acaricié y le pasé la mano por encima pero el pequeño pene estaba fláccido y frío como una cosa muerta. Lo estrujé para despertar un poco de vida en él y sus músculos dieron una sacudida y él pareció gritar debajo de la esponja. Le arranqué la bolsa de arpillera… y allí estaba su cara. Su cara, pero cambiada. Y ya no era tan guapo. La parte inferior de su cara estaba tapada con cinta adhesiva pero los ojos se abrieron y parpadearon. Ahora ves mi verdadero rostro, ahora conoces a tu Amo. Le eché un poco de agua mineral a la cara y enfocó los ojos y vi terror en ellos. No te haré daño, soy tu amigo. Si no peleas conmigo. Mi voz tierna y zalamera. Sin embargo él no parecía oír. Había terror en sus ojos y tensión en su cuerpo tieso como una tabla. Un chico poco atractivo con sangre seca en la nariz, me estaba cabreando con él. Su polla se encogió, pequeña como la de un niño de diez años, y aquella mirada en sus ojos. Y movía la cabeza de un lado a otro, y trataba de nuevo de pelear conmigo —¡pelear conmigo!— débil como un gusano partido. Y entonces perdí el control y le di la vuelta y le puse sobre su vientre y me senté a horcajadas sobre él y cogiéndole la coleta le golpeé la cara contra el suelo y le di por el culo con mi polla tan enorme que se le desgarró la piel y sangró, UNO DOS TRES golpes penetrando hasta sus entrañas como una espada ¿Quién es tu Amo? ¿QUIÉN ES TU AMO?

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