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6. La huella personal de Amancio Ortega en Zara

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La huella personal de Amancio Ortega en Zara

En medio del trasiego de los diseñadores en la sede central de Inditex, en el polígono industrial de Sabón, en A Coruña, cualquiera, por muy importante que sea, puede pasar desapercibido. Allí, en el corazón empresarial de la marca Zara, no hay despachos que separen a los empleados en función del grado de responsabilidad que asumen. Tampoco hay puertas ni máquinas para fichar, sino un enorme pasillo en una zona diáfana donde creativos, costureras, fotógrafos, escaparatistas, arquitectos de interiores y diseñadores de más de sesenta nacionalidades, y provenientes de ciudades tan lejanas como Tokio, Londres, París, Singapur, Nueva York o Milán, comparten espacio con camisas, zapatos, blusas, pantalones, muestras y bocetos de futuras prendas que vestirán a millones de personas en todo el mundo.

En ese ajetreo de idas y venidas de jóvenes veinteañeros, y algún que otro treintañero, con peinados a lo afro o con gomina muy marcada al mítico estilo rockabilly, vestidos de un verde o un rojo chillón, con gafas de pasta y tacones a la última moda… destaca un hombre de pelo blanco que repasa con sus manos unos retales de seda, algodón, lino y licra. Viste camisa blanca y pantalón tipo docker de color beis, no lleva corbata y calza zapatos muy cómodos, sin cordones. Es Amancio Ortega.

Debido a su ímpetu y sus ganas de trabajar prefiere seguir creando antes que estar reunido con altos directivos, y aunque ya no confecciona, como lo hizo en sus comienzos, ni da órdenes directas, quiere estar presente, dejarse ver, no con la intención de impresionar sino para aportar ideas, opinar, captar y seguir aprendiendo.

Sus padres le transmitieron los valores del esfuerzo y la responsabilidad en el trabajo, porque en su familia era la única forma de salir adelante y poder comer todos los días. Fue en ese contexto marcado por la pobreza en el que Amancio Ortega forjó su carácter fuerte pero dialogante. Y aunque posee una de las mayores fortunas del mundo, no ha olvidado que empezó desde abajo y sabe lo que cuesta superar las dificultades del día a día.

Una joven de 24 años que se encarga de diseñar las prendas para niños, comenta acerca de Amancio Ortega: «Es sencillo, normal, y lo puedes ver paseando por A Coruña; un trabajador más que te lo puedes cruzar en cualquier zona de la sede de Inditex, en Arteixo».

Cuando supe que Amancio Ortega pasaba tiempo implicándose en los nuevos diseños, comprobando la calidad y textura de las muestras de telas y revisando los patrones de los pantalones y camisas que se venderán en Zara, y me hablaron de su preocupación por conocer qué tendencias se venden más en tal o cual tienda en el mundo, pensé que algo especial debía de moverse en el interior de este empresario.

Algunos de sus empleados subrayan la gran capacidad que tiene para transmitir la necesidad de competir, imprescindible para mejorar y satisfacer al cliente con lo que demanda. De ahí que sea considerado, precisamente, como el empresario que ha logrado popularizar la moda, convertirla en un producto de masas.

Al igual que sucede en Ciudadano Kane, la película que inmortalizó Orson Welles y que narra la carrera de un magnate de la prensa que evoluciona desde el idealismo y el servicio social, podría decirse que Ciudadano Ortega ha logrado construir una ambiciosa propuesta de moda global. El servicio prestado a millones de personas sigue manteniendo intacto un principio básico que ya ha cumplido treinta años: darle al cliente lo que quiere. Y, para lograrlo, antes es necesario salir a la calle, sufrir, conocer lo que hacen los demás y trabajar duro, como explica un diseñador que aún no ha cumplido treinta años:

Es un constante no parar. Hay que seguir pensando para responder a lo que piden nuestros clientes, pero hay que hacerlo bien, identificando lo que quieren para dárselo en el menor tiempo posible y que esté disponible en nuestras tiendas. Y el señor Ortega está aquí todos los días y cuando lo ves te pregunta: «¿Qué tal se ha vendido en esta tienda? ¿Qué pantalón no gusta?». Nos deja trabajar, pero la tensión es permanente.

Los datos que se envían desde las tiendas a través del teléfono o de informes los reciben los diseñadores en sus ordenadores, y se procesan. Todo está organizado para conocer qué se compra, qué deja de venderse y qué sugerencias se hacen. Una vez analizada toda la información, debe compartirse para poder crear las prendas y complementos que marcarán tendencia en las tiendas Zara y en las otras siete marcas de Inditex.

Estos principios básicos, que deben cumplirse, promueven un trato igualitario hacia todos los empleados, hasta el punto de que se delega en ellos la responsabilidad a la hora de tomar decisiones. Así viene siendo habitual desde hace tres décadas. Pero todo tiene un origen, un porqué cuya respuesta explica el crecimiento personal de quien logró construir algo tan extraordinario como Zara.

Es imposible ver a Amancio Ortega en la inauguración de la nueva tienda Zara, en Roma o Nueva York, junto a otros directivos o creativos de las más importantes empresas de la moda que asisten a todas las fiestas del sector, porque prefiere preservar su intimidad y huir de los focos de las cámaras y de las entrevistas en los medios de comunicación.

El trabajo diario es la prueba de que Zara funciona y crece a un ritmo imparable. Eso implica exigencia y compromiso, que se traducen en una determinada filosofía muy competitiva para superarse día a día. Según afirma uno de sus empleados: «Si no está de viaje o con reuniones, el jefe, el señor Ortega, inicia su jornada laboral en Arteixo».

¿A qué se debe esta dedicación en un hombre cuya fortuna personal se estima en miles de millones de euros? ¿Qué le mueve a seguir trabajando cuando hace mucho tiempo que podría haber dejado de hacerlo?

La respuesta hay que buscarla en su origen humilde, en su carácter perseverante y, sin duda, en cómo le ha marcado en su vida el hecho de haber crecido en una familia trabajadora que tuvo que salir de su tierra natal para emigrar a Galicia, en una España marcada por el hambre y el trabajo precario tras la guerra civil.

La peculiaridad del clima duro que azota el extremo norte de la Península, y en especial de A Coruña, golpeada por las tormentas y el frío húmedo del Atlántico, desempeñó un papel importante en los inicios de Ortega en el ámbito de la confección textil.

Él siempre intentó anticiparse a las necesidades y gustos de hombres y mujeres respecto a la ropa cómoda y fácil de llevar, como más adelante demostraría en la fundación de la primera tienda Zara. Pero, sobre todo, desde el principio fue consciente de lo que había sido, de lo que quería y dónde deseaba llegar en el futuro.

Detrás de una empresa existe siempre una propuesta que contribuye a su nacimiento, y que es fruto de una idea y no de la casualidad. No es sencillo lograrlo, pero cuando las ideas han madurado y se añade un poco de intuición y mucha determinación, los objetivos van apareciendo y dando sus frutos con el paso del tiempo.

Amancio Ortega quizá nunca pensó que llegaría a fundar un imperio textil que ingresa al año más de 13 000 millones de euros y emplea a más de 100 000 personas. La agencia Bloomberg, especializada en información económica, le atribuye una fortuna personal de 39 500 millones de dólares (31 400 millones de euros) en 2012, que es la mayor de España, la primera de Europa y la cuarta del mundo.

Ortega cobró 665 millones de euros en concepto de los beneficios obtenidos por Inditex en 2011, es decir, la parte que le correspondía en proporción al control mayoritario del capital total del grupo textil.

Los valores que ha transmitido Amancio Ortega desde la fundación de Zara, en 1975, están vivos en la actualidad. Tanto es así que el agradecimiento por parte de la cúpula directiva es constante. El actual presidente de Inditex, Pablo Isla, que tomó el testigo de Amancio Ortega en 2011, se refirió a la trayectoria de este en la junta de accionistas de julio de 2012, con las siguientes palabras:

Quiero comenzar esta carta con una referencia a la importancia que 2011 ha tenido en el ámbito institucional para todos los que formamos el Grupo Inditex. Personalmente, debo manifestar el honor que supone tomar el relevo en la Presidencia de nuestra compañía de manos de una persona como Amancio Ortega.

Inditex es el fruto de un trabajo de décadas, caracterizado por el esfuerzo y la dedicación día a día de un gran equipo humano, y la existencia de unos valores compartidos. Este equipo y estos valores son sin duda el bien más preciado de este grupo, la base sobre la que quiere seguir levantando firmemente su futuro, y una garantía de que la aspiración por el trabajo bien hecho y por la excelencia en los métodos se sigue transmitiendo a cada nuevo equipo que se incorpora a esta empresa común. Este año tengo la satisfacción de poder decir que se han unido a ella casi 10 000 personas más, y que somos ya 110 000 los que formamos parte del grupo.

En enero de 2011, Amancio Ortega anunció a sus trabajadores a través de una carta que dejaba la presidencia del grupo Inditex. Todo su patrimonio, basado en la inversión inmobiliaria, lo aglutina en la sociedad Pontegadea, y se concentra en Madrid y Barcelona, además de poseer inmuebles en otras cinco grandes capitales europeas (París, Berlín, Roma, Lisboa y Londres).

Amancio Ortega es el prototipo de empresario hecho a sí mismo y que guarda con celo su vida privada e incluso profesional, hasta el punto de que, cuando se presentó en sociedad a través de la primera memoria de Inditex, el 15 de septiembre de 1999, su nombre aparecía en la séptima página. Hasta entonces muchos dudaban de su existencia y otros especulaban acerca de qué aspecto tendría la persona que hoy en día se estudia en las facultades de economía más prestigiosas del mundo.

Pero ¿qué es lo que transmite Amancio Ortega? ¿Cuál es la huella que ha ido dejando en el día a día de Zara, en la relación con sus empleados y colaboradores? Entre las huellas que ha dejado en Zara destacan: trabajar en equipo, compartir la información de forma horizontal, delegar la responsabilidad en la toma de decisiones en cada empleado, ser competitivos y aprovechar las ideas que son líderes en el mercado para convertirlas en tendencias de la moda.

Ortega jamás permite a sus diseñadores y comerciales que antepongan sus intereses personales a los de la empresa, de modo que los hallazgos realizados en los viajes a Londres, Tokio, Nueva York o India se comparten y se multiplican entre los profesionales que componen la compañía.

En torno a Amancio Ortega se ha creado un halo de misterio hasta el punto de que sobre su persona se oye todo tipo de rumores, como, por ejemplo, cuando se le ha acusado de estar implicado en el lavado de dinero.

Quienes lo conocen bien dicen que transmite la sensación de ser un hombre corriente, con costumbres muy básicas y tradicionales, y enemigo de las excentricidades y la ostentación. También se dice que no le gusta llevar guardaespaldas; de hecho se le puede ver paseando tranquilamente por las calles de A Coruña, donde reside en una preciosa casa típica ubicada frente al paseo marítimo, en el barrio de Zalaeta, cercano a la playa del Orzán.

Ortega también es un hombre tímido. Esto rompe en principio con la ideología del empresario, pero esa forma de ser ha contribuido, sin duda, a su éxito. En principio, para ser un empresario de éxito es importante tener un mentor, pero Ortega no lo ha tenido, y esto, en el fondo, le ha beneficiado. Quizá por ello hay en el grupo un alto porcentaje de hombres y mujeres que han empezado desde posiciones muy humildes y han acabado triunfando como empresarios. Por ejemplo, un antiguo transportista por carretera se ha convertido en la máxima autoridad en camisería masculina.

Hasta la gran expansión de los años noventa, Amancio Ortega conocía a la mayoría de los empleados de las fábricas y el almacén por sus nombres. Esa familiaridad ha dejado de existir en una empresa con rostro de multinacional y costumbres paternalistas, e, inevitablemente, hay algunos valores que se han perdido por el camino.

Los colaboradores de Amancio Ortega destacan la increíble intuición de su jefe, su creatividad, su capacidad de delegar y responsabilizar a cada uno de su trabajo, su entrega total a la empresa, sus ideas democráticas y su afición a escuchar. En cuanto a los defectos, le achacan una ambición desmedida que no se traduce en vanidad personal sino en el delirio de situar a su empresa, cueste lo que cueste, en el peldaño más alto del pódium, su testarudez y la mala costumbre de fomentar la competitividad entre el equipo y avivar así disputas y rencillas entre compañeros.

El profesor José Luis Nueno, que conoce bien a Amancio Ortega porque ha asistido a reuniones sobre diferentes ámbitos de la compañía, destaca su capacidad de análisis, su ambición y la motivación que ha logrado transmitir a los empleados en una estructura de trabajo horizontal. La información circula entre los diferentes departamentos porque Ortega considera que compartir los datos y las ideas ayuda a avanzar y a crear mejores propuestas para los clientes, lo que lleva a mejorar los productos que se lanzan en las tiendas Zara en todo el mundo.

En una conversación tranquila y pausada, con tiempo para la reflexión, el profesor Nueno explicaba cuáles han sido las aportaciones de Amancio Ortega a la hora de tejer la historia de la marca española más conocida en el mundo de la moda:

A mi juicio, Zara representa una historia de éxito que se basa en el compromiso. El compromiso entre modestia, disruptividad y pragmatismo. Con respecto a la primera cualidad, la marca conforma una empresa de la que hablamos más los de fuera, los que trabajamos en el exterior de ella, que los que contribuyen a materializar su éxito día a día con su trabajo. De hecho, esa modestia es tan evidente hoy en la cultura organizativa de Zara y del grupo Inditex como lo era en 1975. Modestia es también aprender de lo que hacen bien los demás, en lugar de creer que uno lo hace todo mejor que los demás. Tanto cuando se organiza la cadena de suministro, como cuando se compran maniquíes, iluminación, o se monta un surtido.

Los colaboradores que han compartido la toma de decisiones con Amancio Ortega coinciden en destacar que transmite modestia, pero al mismo tiempo exige tener determinación y ser exigentes con el trabajo bien hecho. Ortega no esconde que espera un elevado nivel de exigencia y de competitividad de los empleados, cualquiera que sea su cargo en la organización.

El profesor Nueno pone énfasis en la capacidad que ha tenido de absorber las tendencias y las preferencias en el vestir, que estaban en el mercado en las últimas tres décadas, para adaptarlas a los clientes de Zara y del grupo Inditex:

Todo el mundo repite en cierta forma las tendencias de la moda, lo que ocurre es que la marca de Amancio Ortega tiene la capacidad de convertirla en única, en asequible para el bolsillo de los clientes y en distribuirla en el menor tiempo posible en cualquier punto de venta del mundo.

Estar dispuesto a aceptar que otros hacen muchas cosas mejor que uno mismo es una cualidad y una virtud de modestia que ha aplicado Amancio Ortega en la forma de estructurar su día a día en la empresa. Es el resultado de una curiosidad insaciable. Así es Amancio Ortega. Tiene una disposición siempre abierta para aprender. Modestia es mantener los precios bajos en un producto que por su aspecto, por su permanente novedad y disponibilidad admitiría precios más primados a corto plazo (probablemente a cambio de perder ventas a largo plazo). La modestia como la entiende Amancio Ortega significa servir lo que otros fabricantes piensan que se sirve desde un único formato.

Otra de las virtudes del fundador de Zara es el pragmatismo, como ha demostrado evitando diseñar prendas complejas y procurando no introducir dificultades en lo que es sencillo. El profesor Nueno manifiesta al respecto:

Pragmatismo es construir una única plataforma logística para Zara en lugar de disponer de varias y deslocalizar en países en busca únicamente de mano de obra barata. No tener centros de producción en cada país en el que se trabaja. Si usted despieza Inditex o Zara hasta el nivel de sus componentes básicos, por debajo de los procesos, si los reduce solo a sus tareas organizativas y productivas, constatará que no ha inventado nada nuevo. Nada de lo que se produce en esta marca de moda, o muy poco, es una invención de Inditex. Amancio Ortega ha repetido y adaptado con éxito el diseño de los modaprontistas de la ronda Sant Pere de Barcelona en la década de los años ochenta del siglo pasado.

En aquella época, Marks & Spencer tenía ya desde los años setenta procesos de deslocalización de la producción que Zara tardaría, y también Inditex, una década en adoptar. Otros se internacionalizaron antes y otros se embarcaron en la venta de productos y prendas por internet mucho antes. Inditex es pragmático. No es pionero en nada, pero es el líder en el que se consolidan todas esas prácticas de forma ordenada. Digamos que no inventa casi nada, pero es la compañía que hace mejor casi todo lo que es útil de todas las invenciones, ya se trate de tecnología, como de procesos productivos o de tendencias. No ser inventor. Dejar que otros inventen. Adoptar aquello que sobrevive a la moda o al test de la eficiencia y la efectividad. Y saber combinarlo con lo que uno hace, pero sin que sea complicado. Ser pragmático es retener solo aquello que está probado, que es eficaz, y simplificar la manera de ejecutarlo y de ponerlo en contacto con el público. Esas son las virtudes que han llevado a Amancio Ortega a construir una marca de referencia mundial como Zara.

Amancio Ortega, en mi opinión, es una persona modesta, pragmática y un motor de disruptividad. Estoy tan convencido de lo que digo como de que él no se definiría así. Por eso hay personas que hablan y personas que hacen.

Disruptividad significa, en el caso concreto de Zara, no dejar que una organización se acomode a algo, sobre todo a su propio éxito. La mayoría de las empresas que facturan miles de millones viven momentos de la verdad en que tienen que dar estirones. Muchas no lo superan porque deben decidir seguir invirtiendo para crecer y seguir manteniendo su posición en el mercado frente a la competencia. En España existen muchas empresas por debajo de los 200 millones de facturación porque 200 millones es una talla determinada. Inditex logró unas ventas en 2011 por valor de 13 793 millones de euros. Unas cifras impresionantes que se justifican por el crecimiento internacional del grupo y de sus ocho marcas, con Zara a la cabeza.

A pesar de este crecimiento, la empresa que fundó Amancio Ortega no se acomoda en el éxito, sino que intenta evitar «morir de éxito». Y lograrlo no es fácil. Requiere un elevado grado de exigencia y que el engranaje organizativo funcione a la perfección y corrija los aspectos que puedan entorpecer la maquinaria que supone Zara. Así es como analiza este proceso el profesor Nueno:

Imagínese usted que el pequeño taller, o la tienda en que empezó usted su negocio sin otro capital que su tenacidad y 2 500 pesetas —el crédito que necesitó Ortega para crear su primer negocio de confección textil en A Coruña—, se ha convertido diez años después en una empresa que factura 200 millones. ¿No sentiría usted la tentación de la complacencia? Si a esa actitud suma usted lo difícil que es romper ese techo de 200 millones, lo doloroso que es, pasar a ser una empresa que facture 500 millones de euros, ese estiramiento de pasar de 200 millones a 500. Se entiende que no es fácil mantener esa disruptividad y mantenerse fiel a unos valores de empresa.

Acerca del futuro de la empresa dice el profesor Nueno:

Inditex es en estos momentos una máquina en movimiento imparable que en cinco años podrá facturar 30 000 millones de euros y el precio de la acción pasará de los 80 euros actuales a cotizar por encima de los 175 dólares.

Veo asequible que la empresa que fundó Ortega alcance este hito porque cuando se mira la participación de mercado de Inditex en el mundo esto es factible: en España, la participación llega al 10 por ciento escaso, pero en el segundo país no alcanza el 5 por ciento y en el resto de países no debe llegar ni al 1 por ciento. Y está en 85.

Aun así, Amancio Ortega ha huido siempre de la autocomplacencia, mantiene la ambición intacta y ha sabido encontrar la gran idea que permite movilizar a sus trabajadores y a sus equipos. Es decir, ha sido capaz de liderar su proyecto y de rodearse de quienes lideren cada uno de sus frentes. Por tanto, a las cualidades de Amancio Ortega se suman las de sus trabajadores y colaboradores, su gente de confianza, los directivos que forman parte de la compañía.

El trabajo de los profesionales de Zara

En los casi cuarenta años de la marca Zara, Amancio Ortega ha sabido rodearse de profesionales que se han convertido en decisivos a la hora de impulsar la marca y la compañía. Algunos han permanecido a su lado durante más de 35 años, otros se incorporaron hace diez o quince años, pero una cosa está clara: los profesionales válidos se quedan en la empresa. Este es otro de los signos distintivos de Zara.

Así, es común ver a empleados tanto españoles como de otras muchas nacionalidades en el ámbito de la creación y el diseño de prendas, en los talleres de confección o en la administración, que llevan más de veinte años trabajando con un contrato indefinido en la empresa.

Paula, una mujer de 45 años que cada día recorre 10 km en coche para ir a trabajar en los talleres que Zara tiene en el municipio gallego de Arteixo, reconoce el importante papel que desempeña la empresa en la zona respecto a la ocupación: «No sabemos qué haríamos sin el empleo que nos ofrece Inditex y el señor Ortega. Ha revitalizado una zona dedicada desde siempre a la pesca y al sector conservero, y en Arteixo somos centenares las familias que vivimos gracias a que trabajamos en el grupo textil».

Inditex también se ha esforzado por mantener el talento en la empresa. En una época complicada para la economía española en la que alrededor de 40 000 personas dejaron nuestro país para buscar nuevas oportunidades de empleo en otros países, Inditex ha adoptado el compromiso de promocionar a sus empleados para, así, mantenerlos en la empresa.

Un elevado número de los directivos actuales de Inditex iniciaron su trayectoria profesional en la compañía como empleados de tienda o en puestos de base o técnicos dentro de la organización. Inditex cree en el talento de sus profesionales y en sus capacidades para crecer profesional y personalmente dentro de la compañía, consciente de que este crecimiento personal deja su impronta positiva en la evolución del negocio. Por eso, la formación y la promoción interna son apuestas clave para la actividad de Inditex, basada en un modelo de negocio que requiere innovación constante y trabajo en equipo.

Los planes de formación interna son de naturaleza diversa y se ajustan a las necesidades de cada uno de los profesionales del grupo según su actividad. Por ejemplo, existe una formación de acogida para las nuevas incorporaciones, que son «a la carta», pues se adaptan en función del trabajo que vayan a realizar los nuevos profesionales. Estos planes tienen un denominador común, y es que, independientemente del cargo que el recién incorporado vaya a ocupar, deberá tener un período determinado de formación en tienda.

También se apoya la dirección y gestión de equipos, el aprendizaje de idiomas, la aplicación de sistemas de información y nuevas tecnologías, se ponen en marcha distintos planes de gestión de tienda y se da periódicamente formación sobre el producto, las materias primas y las presentaciones de colecciones con distintos diseñadores.

Desde sus comienzos, el grupo ha fomentado la creación de ámbitos de trabajo propicios para que los empleados puedan desarrollar sus cualidades profesionales y crecer dentro de la compañía. De hecho, la gran mayoría de los responsables de tienda comenzaron su trabajo en la compañía como dependientes. Este hecho es una muestra de la gestión de equipos del grupo, a través de la que se evalúa el nivel de desempeño de cada una de las responsabilidades de todos los puestos, así como las actitudes adecuadas para obtener los mejores resultados.

En 2010, más del 90 por ciento de la plantilla recibió evaluación de desempeño. Como ejemplo de esta política, durante el ejercicio 2010, 543 dependientes fueron promocionados a diferentes puestos de responsabilidad dentro de las tiendas o dentro de la estructura de Zara España o Inditex.

En líneas generales, anualmente, alrededor de un 10 por ciento de la plantilla de Inditex, principalmente de tienda, participa en un proceso de promoción interna.

Cada unidad de negocio en Inditex establece sus propias líneas de actuación en términos de motivación del personal y en función de las características de su actividad o ubicación geográfica. Por ello, es muy habitual encontrar políticas y proyectos cuyo ámbito de actuación es local y es desarrollado íntegramente por los equipos de dicha unidad de negocio. Si el resultado de dicha política es satisfactorio, se traslada al ámbito global de la compañía. En la práctica, estas líneas de actuación constituyen un auténtico valor dentro del grupo, que concede a sus diversos equipos gran autonomía y libertad de acción.

En el ejercicio 2010, Inditex inició un programa de reclutamiento de talento joven en colaboración con catorce universidades europeas. El proyecto Cantera es un programa para recién licenciados interesados en el ámbito comercial y del diseño, y consiste en un plan de formación específico de cuatro a seis meses en la compañía. Durante este período, los jóvenes universitarios pasan por todas las áreas relacionadas de actividad comercial y diseño, siempre guiados por un tutor interno. Tras el período de formación, pueden iniciar su carrera profesional en el grupo. Durante el ejercicio 2012 han participado en el proyecto Cantera treinta recién licenciados.

El equipo directivo: pasado y presente

Ortega ha tenido una serie de intuiciones y de resultados que ha sabido orientar con el fin de que los directivos del grupo pudieran desarrollar el actual modelo de negocio de éxito que representa Inditex. ¿Es el resultado de una estrategia brillante?

Según el profesor José Luis Nueno, precisamente uno de los secretos del éxito de Inditex y de Zara es haber sabido incorporar a sus equipos directivos personas que han resultado decisivas en su crecimiento: «Ya en la década de los ochenta, en otro hito visionario de Ortega y que ha logrado formar lo que hoy conocemos como Zara, el fundador de la marca tuvo la idea de rodearse de José María Castellano, que fue junto con Ortega la persona más decisiva y su colaborador más importante a la hora de convertir a Zara en un grupo empresarial de éxito que acabaría llamándose Inditex».

Amancio Ortega, para consolidar el proceso de crecimiento de sus marcas, necesitaba la protección de un grupo empresarial, de una estructura mercantil mayor que ofreciese la posibilidad de incorporar nuevas marcas, a la vez que se iban «conquistando» nuevos países.

El buque insignia debía ser Zara, pero la necesidad de competir en mercados internacionales, de buscar con el tiempo una financiación en el mercado de capitales, y de erigirse como el mayor grupo textil español y uno de los más relevantes del mundo, provocó el nacimiento de Inditex. Hay que decir, además, que Zara probablemente no sería lo que es en la actualidad si su fundador no hubiera tenido la ambición de crecer fuera de España.

En 1985, cuando se cumplían diez años del nacimiento de Zara, Amancio Ortega decidió crear la corporación empresarial Inditex y fichó a un joven directivo gallego, José María Castellano, que se encargó de planificar la salida a bolsa de la compañía en 2001 y estuvo junto a él hasta 2005 (en 2012, Castellano fue nombrado presidente de Novacaixa Galicia para reestructurar esta caja de ahorros, después de ser intervenida por el Estado). Pero, antes, había contribuido a que Inditex alcanzara otros logros.

Después de que, en 1988, se abriera la primera tienda Zara fuera de España, en Oporto (Portugal), el grupo inició su actividad en los mercados de Estados Unidos y Francia. A principios de los años noventa nació la cadena Pull&Bear, fue comprado el Grupo Máximo Dutti, e Inditex empezó a llegar a nuevos mercados, como México, Grecia, Bélgica y Suecia. A mediados de esa misma década, Inditex llegó a Malta y Chipre. A finales de los años noventa eran muchos los países que se habían añadido a la gran lista del despliegue de Inditex: Argentina, Japón, Reino Unido, Venezuela, Líbano, Emiratos Árabes, Kuwait, Turquía, Holanda, Alemania, Polonia, Arabia Saudita, Bahréin, Canadá, Brasil, Chile y Uruguay. Mientras tanto, nació la cadena Bershka y Stradivarius, dirigida a un público femenino más joven.

Desde el primer momento, José María Castellano se convirtió en la imagen visible del grupo, puesto que Amancio Ortega, hasta la salida a bolsa de Inditex, prefería no aparecer ante los medios de comunicación. Además, todas las reuniones con analistas y los contactos con posibles inversores los protagonizaba José María Castellano.

Amancio Ortega supo escuchar la propuesta de Castellano, que resultó ser clave para el desarrollo organizativo de Zara y permitió reducir los tiempos y los escalafones en el proceso productivo de las prendas. El profesor Nueno explica esta propuesta y cómo fue aceptada por Amancio Ortega:

La desintermediación. Castellano se incorpora a Inditex para ordenar una empresa que ya empieza a tener dolores de estirón. Por un lado, mirando desde España hacia fuera se constata que el canal de textil moda en Europa no es tan largo, con tantos niveles como tenían otras empresas de distribución de moda, ni tan complejo como el sistema de distribución en España, lleno de intermediarios como fabricantes, distribuidores, mayoristas, almacenistas y así hasta llegar a la tienda final. Castellano y Ortega logran reducir este sistema que era ineficaz y caro… y además suponía problemas crónicos y de morosidad, y logran así facilitar el servicio al cliente en el menor tiempo posible.

A esa intuición sobre las ventajas de eliminar niveles para simplificar los procesos de fabricación y comercialización, se suma la quiebra de algunos de los mayores clientes intermediarios en la España de los años ochenta. Ortega aprovecha, en beneficio del desarrollo de Zara, la eliminación de los intermediarios, la quiebra de algunos de los mayores clientes de Inditex. Castellano ya había advertido que el balance de Inditex no podía soportar el fondo de maniobra resultante de financiar, a la vez, el crecimiento y el retraso en el plazo de pago de los intermediarios (mayoristas y tiendas). En el resto de Europa, esta situación se había resuelto, y solo había uno o dos niveles desde la creación y confección de la prenda hasta el consumidor final.

En 2003, Inditex inauguró en Zaragoza el segundo centro de distribución de Zara, Plataforma Europa, que empezó a distribuir a las tiendas Zara del continente europeo, complementando así la actividad del centro de distribución de Arteixo. Entonces se produjeron las primeras aperturas de tiendas del grupo Inditex en Rusia, Malasia y Eslovenia.

También ha sido determinante para el éxito del grupo Inditex y la marca Zara otro de los colaboradores a quien Amancio Ortega ha otorgado toda la confianza para la gestión, el cual, si bien era un desconocido para el gran público, ya se había convertido en un profesional muy apreciado en los círculos financieros españoles: Pablo Isla Álvarez de Tejera.

En 2005, Pablo Isla, flamante consejero delegado de Inditex, daba a conocer el nuevo organigrama de la compañía. La estructura directiva dejaba todo el poder ejecutivo en manos del antiguo presidente de Altadis, Isla. De ese modo, José María Castellano mantuvo su puesto de vicepresidente, pero dejó de ser ejecutivo. Así fue como se fraguó la separación entre Amancio Ortega y quien había sido su mano derecha en el grupo. El rumbo del grupo iba a ser el mismo, aunque el capitán del barco hubiera cambiado.

El desacuerdo entre Ortega y Castellano se produjo, según informaciones periodísticas, debido a las diferencias que surgieron entre ambos en el proceso de venta de la empresa gallega Unión Fenosa. La dirección del grupo textil habló de «diferencias irreconciliables» con la línea de gestión. Pero la salida de Castellano de la empresa se venía fraguando desde finales de 2004. La renuncia de Castellano, que llevaba veinte años en puestos de responsabilidad en la firma textil gallega, se justificó con dos párrafos donde se le agradecía «su larga trayectoria y brillante contribución al desarrollo de Inditex». El artífice del salto al exterior de la compañía se había ido retirando poco a poco de la primera línea de fuego de Inditex. A sus sesenta años, una operación de limpieza de arterias coronarias y un sucesor ya nombrado aceleraron su salida de la compañía, que se produjo apenas veinte días después de que se remodelara el consejo.

El nombramiento de Pablo Isla como nuevo consejero delegado de Inditex se entendía como un reforzamiento decisivo del plan de ataque internacional diseñado por Ortega y Castellano.

Pablo Isla nació en Madrid en 1964, es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y abogado del Estado. Hasta su incorporación a Inditex era presidente del consejo de administración de Altadis y copresidente de este grupo desde julio de 2000. Entre 1992 y 1996 fue director de los Servicios Jurídicos del Banco Popular. Posteriormente, fue nombrado director general de Patrimonio del Estado en el Ministerio de Economía y Hacienda. En 1998 se reincorporó al Banco Popular como secretario general, hasta su nombramiento en el grupo Altadis, dedicado a la comercialización y a la producción de tabaco.

El grupo necesitaba un experto en el sector de distribución capaz de orquestar un plan de crecimiento global marcado por la constante apertura de nuevas tiendas y por ello recurrió a Pablo Isla. Y es que al crecimiento es una constante que ha caracterizado a Inditex. Prueba de ello es que Inditex ha invertido alrededor de 1 000 millones de euros durante su ejercicio fiscal 2012 para seguir impulsando su expansión, que constituye la «prioridad clara» de una compañía con oportunidades de «crecimiento global», según destacó el presidente del gigante textil, Pablo Isla, durante la junta general de accionistas celebrada en julio de 2012. En su intervención, Isla destacó la «apuesta inversora» del grupo en España: 100 millones de euros en la ampliación de su sede central en Arteixo y 190 millones en la nueva plataforma logística de Massimo Dutti en Tordera (Barcelona).

Además, una partida adicional de 60 millones iba destinada a la ampliación de otras capacidades logísticas, necesarias para acompañar el crecimiento de la compañía, que en 2012 tenía previsto abrir entre 480 y 520 tiendas.

Al cierre de su discurso ante los accionistas, Isla destacó que «hay que invertir hoy para ese crecimiento futuro», y subrayó la importancia de España para el gigante textil, no solo como mercado, al concentrar una cuarta parte de sus ventas, sino también por la estructura de 5 500 proveedores que tiene en el país.

La junta de accionistas de Inditex aprobó las cuentas anuales de 2011, cuando el propietario de Zara ganó 1 932 millones de euros, un 12 por ciento más que en el ejercicio anterior, y registró unas ventas de 13 793 millones, un 10 por ciento más. Asimismo, ratificó el reparto de un dividendo de 1,80 euros por acción, equivalente a unos 1 122 millones de euros. De esta cantidad, se abonaron 0,90 euros el 2 de mayo de 2012, mientras que el resto se pagaría el 2 de noviembre. En el informe anual de remuneraciones se decía que los consejeros de Inditex percibirían en 2012 la misma retribución que el año anterior, en función de los cargos que desempeñaran en el consejo de administración y en diferentes comisiones.

Todos esos logros justifican, sin duda, el hecho de que, en 2011, Amancio Ortega, a sus 75 años, cediera la batuta de Inditex a Pablo Isla, de 48 años, que anteriormente ostentaba el cargo de vicepresidente y consejero delegado. La noticia supuso un bombazo informativo, totalmente inesperado, para la prensa salmón.

El relevo de Amancio Ortega

El futuro de Inditex y qué pasará cuando Amancio Ortega no esté presente en la compañía es una incógnita que en la sede central de la compañía en Arteixo prefieren no comentar.

Amancio Ortega tiene tres hijos, Sandra y Marcos de su primer matrimonio con Rosalía Mera Goyenechea —este último con una discapacidad—, y Marta, que es hija de su segundo y actual matrimonio con Flora Pérez Marcote, antigua trabajadora de una de las fábricas de Arteixo. A finales de 2006, Marta Ortega fue nombrada vicepresidenta de las sociedades patrimoniales que gestionan el 60 por ciento del imperio Inditex, con lo que se dieron los primeros movimientos administrativos de cara a la sucesión de Amancio Ortega. La pequeña de los Ortega se perfila así como la futura heredera y, quizá, la futura presidenta.

Con el nombramiento de Isla se cerraron las incógnitas en cuanto al futuro de Inditex. El capital queda controlado por la familia, y la gestión corre a cargo de un directivo que recibe todo el apoyo de Amancio Ortega.

Una vez más, el fundador de Zara e Inditex ha sabido manejar los hilos de una compleja compañía que se enfrentaba a la sucesión en una época convulsa. Marta Ortega cuenta con formación académica en A Coruña y en Londres, formación de la casa en las oficinas de Inditex en Shangai, Francia, Italia e Inglaterra, además de haber trabajado como dependienta en la tienda de Oxford Street, en Londres.

Da la impresión de que Marta, que ha realizado estudios para dirigir empresas, es la heredera natural de un grupo empresarial enorme cuyo principal accionista es su padre, con el 59 por ciento del capital. Así pues, Marta sigue mirando de reojo los valores que ha marcado el propio Amancio Ortega para seguir creciendo, aunque el futuro todavía está por escribir.

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