Yo

Yo


Capítulo 1

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Digo que «supongo» porque, con franqueza, no recuerdo su reacción. Sé que escribió a mi madre ordenándole que me lo impidiera, pero es fácil imaginar cómo lo recibió ella; se quedó totalmente encantada. Daba la impresión de que todos los demás se alegraran por mí: mi madre y Derf, y hasta el director del instituto, lo que parecía casi un milagro. El señor Westgate-Smith era un hombre muy severo y firme. Yo estaba aterrado cuando fui a su despacho para hablarle de mi trabajo, pero él estuvo realmente estupendo. Dijo que sabía lo mucho que me gustaba la música, que estaba enterado de lo de la Royal Academy y que me dejaba ir si le prometía que trabajaría duro y daría todo lo que tenía que dar a ese proyecto. Me quedé boquiabierto, pero él hablaba en serio. Podría haberse opuesto con facilidad; no me habría detenido, pero me habría marchado del instituto desacreditado. En cambio, me apoyó sinceramente. Años después, cuando yo ya era famoso, solía escribirme para decirme lo orgulloso que se sentía de mis logros.

Y, de un modo perverso, la actitud de mi padre también ayudó. Él nunca cambió de parecer con respecto a la carrera que yo había escogido. Nunca me felicitó. No hace mucho, su segunda mujer, Edna, me escribió para decirme que, a su manera, se sentía orgulloso de mí, pero que su carácter no le permitía expresarlo. Sin embargo, el hecho de que nunca lo hiciera me infundió el deseo de demostrarle que había tomado la decisión correcta. Me motivó. Pensaba que cuanto más éxito alcanzara, más evidente sería que mi padre se había equivocado, lo admitiera él o no. A veces, incluso hoy en día, me parece que intento demostrarle a mi padre de qué pasta estoy hecho, aunque lleva muerto desde 1991.

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