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Capítulo Dieciocho

LAURA se sentó en su escritorio en su apartamento en Seattle dándole los toques finales al libro. Edna había sido acusada de asesinato e intento de incendio, y numerosos cargos de robo. Y Sloane se estaba preparando para partir de regreso a su negocio de investigación privada en Los Ángeles, pero no antes de que él fuera alabado por resolver por sí mismo un asesinato y al mismo tiempo apagar un incendio. Por supuesto, Riley no recibió ningún crédito por su trabajo en el caso, el jefe de policía local no le dio más que un poco de reconocimiento a medias por "detener a los culpables bajo las instrucciones de Sloane Bennett".

Pero por una vez, Riley no estaba molesta por la falta de respeto con sus habilidades de detective. No sólo estaba acostumbrada a ello, sino que su corazón ya estaba ocupado con otro dolor, tener que decir adiós a su amante, Sloane.

Riley levantó la vista cuando sonó el timbre. Tal vez era un periodista viniendo a entrevistarla acerca de su participación en la aprensión de Edna. Pero no, la Gazette ya había gastado toda su cobertura en Sloane, haciendo alarde de él como "el misterioso investigador privado de California, que resolvió un asesinato local completamente por su cuenta". O tal vez, ella pensó, manteniendo la esperanza de algo bueno, era su jefe, el Sr. Kelsey, viniendo a decirle que ella finalmente estaba lista para la promoción de secretaria a detective privado.

Sin embargo, una vez más, nada había sucedido para cambiar la pobre opinión sobre las habilidades de investigación de Kelsey.

Ah bien, ella había sido frustrada una vez más, pero habría otros misterios que resolver, y uno de estos días, Riley obtendría el reconocimiento, y el trabajo que se merecía.

Suspirando, se puso de pie y abrió la puerta, una sacudida eléctrica la golpeó al encontrar a Sloane de pie al otro lado viéndose tan oscuro y guapo como siempre. Él le tendió una rosa de color rojo.

Ella se mordió el labio, tocada porque él se había acordado del día en el jardín cuando ella mencionó que era su flor favorita. Estirándose para aceptar la rosa, ella la elevó a su nariz para respirar la dulce fragancia, luego sonrió hacia sus ojos.

—Es cortada del jardín secreto— él dijo.

—Es hermosa. Gracias.

Sloane tomó su mano libre en la suya, levantándola hacia su boca para un gentil y suave beso. —Sé que el jardín no resultó ser sólo nuestro, Riley, pero cuando estuvimos allí, se sintió como si hubiera sido creado sólo para nosotros.

Ella asintió con la cabeza, un poco aturdida y tratando de no llorar. Ella sabía lo que era eso, él se estaba yendo, lo sabía incluso antes de que él se inclinara para besarla en la frente, luego en sus labios, y dijera —Adiós, Riley Wainscott. No te olvidaré.

Riley se quedó en la puerta, mirando fijamente hacia el camino de piedra y al exuberante césped verde mucho tiempo después de que Sloane se hubiera alejado. Ella se ciñó a lo que la tía Mimsey le había enseñado: Todos tenemos deseos que no podemos alejar, pero la vida sigue.

Sloane había abierto a Riley a partes de sí misma que ella nunca había conocido. Y él la hizo un mejor detective, también. Su corazón estaba un poco roto justo ahora, pero la vida seguiría. Y ella sería una persona más feliz, más completa por haberlo conocido.

Laura suspiró, después de haber escrito las últimas palabras del libro, había decidido llamarlo Pequeños Secretos Sucios. El título la había golpeado en el avión, y le pareció perfecto. El libro estaba lleno de secretos de la tía Mimsey, de Edna, suyos con Sloane e incluso los Dorchester tenían su jardín secreto.

También parecía el título perfecto para resumir sus recuerdos de lo que había sucedido en la montaña. Ella le había dicho a Mónica que se había acostado con su primo, pero ella no le había dado nada a su amiga de los detalles traviesos, nada sobre la cámara web o acerca de Tommy, nada sobre todas las otras nuevas experiencias que Braden había abierto a ella y ella nunca lo haría. Esos secretos pertenecerían solo a Laura. Bueno y a Braden también por supuesto.

Ella había manejado su adiós como una profesional, unos pocos besos tiernos en la puerta, y ella se había transformado en una nueva mujer valiente, lista para enfrentar el mundo ahora cambiado y envalentonado por su culpa. Y se había mantenido fuerte desde entonces, pero también un poco rota por dentro, si era sincera consigo misma.

Una sensual exaltación aún resonaba a través de ella cuando recordaba las cosas que había compartido con él, Braden le había dado su última emoción, y no la había juzgado por sus decisiones, sino que realmente había querido sólo darle placer. Ella sabía que iba a apreciar los recuerdos que ellos habían creado juntos en la casa de la montaña por el resto de su vida, incluso si estos estaban tan fuera de su mundo normal que casi parecían de ensueño e irreales ahora.

Pero al mismo tiempo, ella no podía negar la tristeza que todavía se escondía en su interior por perderlo. Perder la intimidad que habían compartido, e incluso sólo su compañía. Ella temía que nunca experimentaría esa intimidad con un hombre de nuevo. Ningún otro tío nunca podía abrirla de esa manera, llegando a esas partes de ella, haciéndola sentir tan cómoda con las cosas que habían comenzado a parecer tan prohibidas. ¿Cómo en el mundo hacía una chica para sólo decir adiós a ese tipo de confianza y ese tipo de intercambio?

Difícil de creer, ella pensó, sin dejar de mirar la pantalla de su ordenador, que todo había comenzado con una cámara secreta, y el hombre detrás de ésta. Un pequeño secreto sucio más, ella pensó con un suspiro melancólico.

Dos semanas después de presentar el libro, Laura se sentó en su computadora en su pijama de franela impreso con copos de nieve, y bajó la taza de café de montaña sobre su escritorio. Después de una breve mirada por la ventana hacia la tranquila mañana en su vecindario del Capitolio Hill, ella pulsó el botón para recuperar su correo. Hizo clic para abrir uno de su editora, Karen, viendo la línea del asunto: ¡PEQUEÑOS SECRETOS SUCIOS DE VERDAD!

¡Me encanta! ¡Amo a Sloane! ¡Ya era hora de que Riley tuviera una verdadera vida amorosa! Me siento como si hubieras destapado una nueva parte de la personalidad de Riley. ¿Veremos de nuevo a Sloane en el próximo libro? Karen

Laura se sentó delante de su ordenador, aturdida. Ella no podía haber estado más contenta con la respuesta de sus editores a un libro del que ella realmente se había enamorado mientras lo había escrito, ¿pero su editora quería a Sloane de nuevo en la vida de Riley? Ella ni siquiera había considerado tal medida. Y aunque ella comprendió de inmediato el atractivo de esta idea, estaba más que un poco renuente a darle a Sloane un papel recurrente en las historias de Riley. Había previsto al oscuro desconocido como alguien a quien Riley simplemente recordaría con cariño y nostalgia. Y la verdad era que, dado que Braden había sido la inspiración del personaje, Laura temía que solo sería doloroso seguir escribiendo sobre él.

Tomando una profunda respiración, ella golpeó para responder.

Karen, ¡agradezco que te guste el libro! Estoy realmente orgullosa de este y, como tú, siento que conozco a Riley incluso mejor de que lo hacía antes de escribirlo. Acerca de Sloane, no estoy segura. Yo había imaginado a Riley siendo cambiada por su relación, tal vez más salidora, más confiada sexualmente, y más decidida que nunca a probarse a sí misma, pero no había considerado traerlo de regreso en el futuro. Permíteme reflexionar sobre ello. Laura

Ella suspiró por haber sido obligada a pensar en Braden tan temprano en la mañana. Ni siquiera eran las 8 am, y allí estaba él, en su mente, donde probablemente estaría todo el día ahora. A veces ella creía que él ocupaba sus pensamientos tanto como lo había hecho cuando ella había estado en la casa de Vail. La única diferencia era que en vez de ser capaz de follarlo por la noche, ella sólo se acostaría en su cama y recordaría. Cada toque. Cada penetración. Cada electrizante, conmovedor beso.

El siguiente e—mail que ella abrió era de Mónica.

¿Y bien? ¿Vas a salir con el tío de Starbucks?

Laura en verdad se estremeció. Un lindo tío que se colgó en el Starbucks a pocas cuadras le había pedido salir la semana pasada, y ella no le había dado una respuesta, incluso cuando Mónica la había estado codeando y diciéndole al hombre cuánto le gustaba a Laura la comida mexicana.

Un par de meses atrás, ella habría sin duda aceptado la invitación. Él era guapo, tenía una gran sonrisa, y lo que sea que él hiciera para ganarse la vida, requería usar un traje de buen corte y corbata. Pero por alguna razón ella no había sido capaz de contestar que sí, ella dudó, diciéndole que le respondería.

Ahora, después de haber pensado en ello, podía poner su dedo sobre cuál era el problema, ella no se sentía especialmente cómoda con la idea de que alguien la tocara, excepto Braden. Y desde que citarse habitualmente llevaba a tocar, esto parecía una mala idea.

Ella respondió el e—mail de Mónica.

No lo creo.

Lo siguiente que supo, una ventana de mensajería instantánea de su amiga apareció.

SEXYPSIQUIATRA: ¿Estás fuera de tu jodida mente? Él es un bombón total.

RILEY: Sólo estoy... no saliendo con nadie ahora mismo.

SEXYPSIQUIATRA: Oh Dios. Por favor no me digas que estás colgada de mi primo.

Laura suspiró. Luego mintió.

RILEY: No es eso. Es sólo que necesito un descanso de los chicos. Primero fue David. Entonces Braden. No estoy lista para otra gran cosa todavía.

SEXYPSIQUIATRA: Hmm, veamos. Habías roto con David por lo menos un mes antes de que Braden llegara. Y han pasado un par de semanas desde que llegaste de la casa de Vail. Y no estoy segura de que una cita califica como una "gran cosa".

Mientras que Laura normalmente sólo seguiría argumentando, en su lugar ella se detuvo a considerar las palabras de Mónica. Ella había esperado que su relación con Braden la hubiera hecho más audaz, más salidora, no menos. Y, sin embargo, ella estaba descartando al Sr. Starbucks sin una buena razón. Y Mónica tenía razón, era un bombón. No tan caliente como Braden, sin duda, pero aún así era un hombre muy guapo. Y a diferencia de Braden, ella quería casarse algún día, y por todo lo que sabía, el Sr. Starbucks podía llegar a ser su alma gemela.

RILEY: Muy bien, me convenciste.

La pantalla quedó en blanco durante más tiempo de lo habitual antes de que una respuesta de Mónica apareciera.

SEXYPSIQUIATRA: Bien, ahora tengo miedo. ¿Desde cuándo entras en razón?

RILEY: A partir de ahora. La próxima vez que vea al bombón del café, le diré que sí.

SEXYPSIQUIATRA: ¡Wow! Esa es mi chica.

Todavía no tenía ganas de decirle que sí, en el fondo. Pero dudaba que Braden estuviera sentado alrededor suspirando por ella, así que tal vez era el momento de ser realmente Riley. Riley no iba a permitir que la partida de Sloane la mantuviera atrás, ella dejaría que su aventura la cambiara para mejor. Laura sintió una nueva determinación por hacer lo mismo, su corazón sería condenado.

Braden abrió sus ojos frescos por un buen y travieso sueño y se dio la vuelta en la cama esperando encontrar a Laura a su lado.

Pero el espacio a su lado estaba vacío. Mierda, él no estaba ya en Colorado. No lo había estado por semanas de hecho. Más allá de la ventana de su dormitorio alcanzó a ver la terraza que daba al Pacífico luego escuchó el llamado de una gaviota.

No podía creer que todavía la echara de menos. Había estado seguro de que se desvanecería después de que él llegara a casa en Los Ángeles. Y luego había estado seguro de que desaparecería una vez que él se viese envuelto de nuevo en su trabajo. Concentrarse se había vuelto difícil desde sus calientes vacaciones con Laura en la montaña.

No te alteres por ello hombre. Cuando él miró esto lógicamente, había razones. Laura era la única mujer con la que él alguna vez había hecho cosas tan extremas. Y la única mujer con la que alguna vez había pasado más tiempo que un fin de semana. Así que tenía sentido que se hubiera acostumbrado a ver su cara a su lado en la cama. Tenía sentido que echara de menos su cuerpo. Tenía sentido que echara de menos su sonrisa.

Así que había pasado un mes y él se encontraba en la misma rutina en la que Tommy había estado antes en Vail. Había hablado con Tommy ayer y su amigo sonaba bien ahora él estaba saliendo de nuevo. "Una linda chica de una ciudad más arriba de Avon que trabaja para Christie Lodge, y maldita sea amigo, ella luce caliente en sus pequeños pantalones de esquí rosa", él había dicho y se había apresurado en explicar que no era nada serio, pero creía que había terminado con lo de una sola noche. "Estoy poniéndome demasiado viejo para ello, supongo".

Braden no se había preguntado qué significaba eso, pero ahora se preguntaba si esta era la primera señal de un hombre a punto de establecerse, una idea que hacía que su estómago pinchara. No es que él envidiara la felicidad de su amigo, pero si Tommy se casaba en algún momento, podría cambiar las cosas, francamente, sería un poco menos probable que Braden tratara de alejarse a Vail varias veces al año. Nunca había pensado en la casa de Vail tan sola, pero después de la partida de Laura le había parecido de esa manera. Si él ni siquiera tenía a Tommy para pasar el rato cuando quisiera sin duda se sentiría solitario.

De cualquier manera sin embargo, él había estado contento de escuchar a su compañero sonar feliz.

Solo deseaba sonar así también.

El hecho era que él no se había acostado con nadie desde Laura.

Él lo había intentado. Incluso una vez había llegado tan lejos como para traer a una chica a casa con él. Pero por alguna razón, al final no lo había hecho.

Tal vez Laura le había hecho comprender que lo que Tommy había dicho cuando habían estado discutiendo sobre Marianne era cierto, tal vez Braden, también quería una chica con alguna sustancia. Aunque fuera sólo para perder el tiempo de repente él no se sentía satisfecho por las mismas chicas superficiales de siempre.

Sólo que él tenía la extraña sensación que aunque encontrara una chica menos que brillante paseando por la playa en este momento él probablemente no querría perder el tiempo con ella, tampoco. Sólo seguía pensando en Laura.

Seis meses más tarde, el otoño había llegado Pequeños Secretos Sucios acababa de ser listado en el USA Today y la vida de Laura se había convertido en una rutina aburrida.

Ella había intentado citarse con el Sr. Starbucks en la primavera y ellos habían tenido una comida bastante agradable en El Camino su restaurante mexicano favorito en la moderna y artística Fremont. Pero cuando él le había dicho ir a su casa ella dijo que estaba cansada y cuando él había tratado de darle un beso en su puerta, ella en realidad se había alejado. Ella había lamentado ambas cosas, actuando como una especie de monstruo y la despedida había sido absolutamente torpe.

Desde entonces ella ni siquiera había pensado en tratar de salir con alguien.

Mónica había pasado la mayor parte de su tiempo juntas estudiándola, por lo que incluso su "tiempo de chicas" había sido menos que atractivo últimamente. Ella había tenido muchos días de pantalones de jogging y alquiler de películas tristes. Ni siquiera podía recordar la última vez que en realidad se había puesto un par de verdaderos pantalones.

Y si eso no fuera suficientemente malo, cuando ella se había sentado para empezar su siguiente novela de misterio de Riley Wainscott esta mañana, se había encontrado con su viejo Némesis, el bloqueo de escritor. En realidad, ella lo había estado encontrando todas las mañanas durante los últimos meses, pero por el momento, se sentía peor que de costumbre, eclipsando el éxito de su libro actual.

—Dios, Riley— ella murmuró con frustración hacia la pantalla del ordenador, —Se supone eres una mujer nueva en esta ocasión, lista para nuevas aventuras, nuevas relaciones y nuevos comienzos de todo tipo. Entonces, ¿cuáles son?

Todo lo que ella podía hacer era imaginar a Riley y a la tía Mimsey tomando el té, o visitando los Dorchester. O tal vez Riley vagando nostálgica y solitaria a través del jardín secreto. Wow, qué gancho pegadizo para una historia: una aspirante a detective tomando caminatas.

Hace un tiempo, Mónica había estado segura de que el bloqueo de escritor de Laura había sido causado por la falta de sexo. Y los resultados de su visita a Colorado parecían apoyar la teoría. Dios, esperaba que no fuera cierto, dado que ella no parecía querer tener relaciones sexuales con nadie más que con Braden Stone.

Ella estaba a punto de preguntarse, por primera vez, si tal vez todas las historias de Riley habían sido dichas, si todas sus aventuras ya habían sido vividas, cuando un mensaje instantáneo apareció en su pantalla. Ella se estremeció cuando vio de quién era.

AVIADOR1: ¿Estás ahí, copo de nieve?

Su corazón amenazó con estallar a través de su pecho. De pronto él se sintió tan cerca, aunque también muy lejos.

RILEY: Sí, estoy aquí. Hola.

AVIADOR1: ¿Cómo estás?

Qué pregunta capciosa. Ella mintió, por supuesto.

RILEY: Muy bien, gracias. ¿Y tú? ¿Ocupado comprando empresas desprevenidas?

AVIADOR1: Ya te dije, yo no soy despiadado e intrigante en el negocio. Sólo despiadado.

RILEY: Eres muy cruel en la cama, también, si mal no recuerdo.

AVIADOR1: Digamos que sé cómo conseguir lo que quiero. ¿Tuviste alguna queja?

RILEY: Ninguna.

AVIADOR1: Acabo de terminar de leer Pequeños Secretos Sucios ayer por la noche.

Maldita sea, ella ni siquiera había pensado en él buscando su libro. Su pobre, acelerado corazón latía incluso más rápido por las noticias.

RILEY: ¿Y?

AVIADOR1: Quiero saber dónde están parados Riley y Bennett Sloane.

El mismo discurrir que su editora tenía ¿porque era una atractiva línea para una historia? ¿O era que había más en su pregunta? ¿Cuán obvio era que ella había formado libremente a Sloane en base a él? casi no podía respirar.

RILEY: Bueno, como leíste, Sloane tuvo que regresar a su negocio. Así que ellos... terminaron, supongo.

AVIADOR1: Creo que es una mala idea.

RILEY: ¿Eh?

AVIADOR1: Creo que te estás perdiendo una oportunidad. Estaban bien juntos. De hecho, creo que Riley debería conectar con el oscuro desconocido otra vez.

Laura consideró su respuesta, todavía insegura sobre qué estaban hablando en realidad. Por lo menos durante medio segundo, ella consideró seriamente escribir Te amo en el cuadro. Pero luego volvió en sí y se acordó de cuán herida estaría cuando él no supiera qué decir a eso, y cuando se hiciera evidente acabaría humillada. Respiró hondo y trató de redactar una respuesta.

RILEY: No estoy segura de cómo sucedería eso. Ellos viven a tres mil kilómetros de distancia. Parece poco probable que fueran a coincidir entre sí una vez más accidentalmente.

Tomó un poco de tiempo su respuesta.

AVIADOR1: ¿Te sorprendería saber que todavía te echo de menos, copo de nieve?

La garganta de Laura se obstruyó por la emoción, consideró las cosas que podría decir.

Te echo de menos cada día. Todas las noches.

Entonces pensó en el Braden que había llegado a conocer y amar en la casa de la montaña, y en cambio le dijo algo que sabía que él estaría encantado de escuchar.

RILEY: A veces uso el vibrador que me diste, y pienso en ti.

AVIADOR1: Dios, cariño, eso es bueno. Acabas de endurecerme.

Deseo caliente revoloteó a través de ella.

RILEY: Se siente como en los viejos tiempos.

AVIADOR1: Me gusta pensar en ti jodiéndote a ti misma, moviéndolo dentro y fuera de tu pequeño y perfecto coño. ¿Lo mantienes afeitado?

Laura contuvo su respiración. La verdad era que no, no tenía razón para hacerlo. Pero ella no quería estropear la fantasía, no quería que él pensara que no había seguido siendo la más audaz, más sensual mujer que él había hecho de ella.

RILEY: A veces.

AVIADOR1: ¿Alguna vez piensas en instalar una webcam en tu terminal?

El simple hecho de comunicarse con Braden, incluso solo por el ordenador, estaba haciendo a Laura sentirse viva de una forma en que no se había sentido en meses. Mantener las bromas, los jugueteos traviesos, ella misma comandándose. Además de ser excitante y divertido, y una manera de mantenerlo en su vida, tal vez algo de cibersexo sería suficiente para revivir su creatividad de nuevo.

Sin embargo, para su sorpresa, algo dentro de ella poco a poco comenzó a hundirse. Ella quería despertarlo, quería volver a encender todo ese placer prohibido que primeramente los había unido, pero no podía.

Saber lo que habían hecho juntos, cara a cara, cuerpo a cuerpo, y saber cuán cercana a él se había sentido, cuán confiada, cuán apegada...sabía que el cyberchat sucio no iba a reemplazar lo que le faltaba.

Esto ya se sentía vacío. Como retroceder. No podía hacerlo, escribió su respuesta entristecida.

RILEY: No.

AVIADOR1: ¿Lo harías?

RILEY: No otra vez.

AVIADOR1: ¿Acabo de hacer algo accidentalmente para que te enojes conmigo?

RILEY: No.

AVIADOR1: Entonces, ¿algo está mal?

RILEY: Si.

AVIADOR1: ¿Qué?

RILEY: Te amo.

Lo envió sin darse a sí misma la oportunidad para siquiera considerarlo. Estaba hecho, y no podía ser borrado. Se sentía enferma, su estómago se revolvió, cada terminación nerviosa de su cuerpo cosquilleaba tan intensamente que era doloroso.

Cuando él no respondió, ella temía que vomitaría.

Y entonces apareció un mensaje.

AVIADOR1: Yo no sabía eso, cariño.

Muy lejos de Te amo, también. Oh Dios, ella había cometido un terrible error.

RILEY: No debería haber dicho eso. No puedo creer que lo hiciera. Olvídate de eso, ¿de acuerdo?

AVIADOR1: No sé cómo olvidar algo por el estilo.

Laura tomó una estresante decisión, borrar lejos el corazón de la cuestión. Ella tenía que hacerlo, nada más tendría algún sentido.

RILEY: Bueno, ya que estoy bastante segura que tú no te sientes de la misma manera, quiero que por lo menos INTENTES olvidarlo, ¿de acuerdo? Quiero que me recuerdes con cariño, no como la idiota que sólo escupió algo sin pensar en ello.

AVIADOR1: Yo nunca dije que no me sentía de la misma manera.

Le dolía el pecho por los golpes intensos de su corazón.

RILEY: Pero no dijiste que lo hacías tampoco.

Una larga, dolorosa vacilación de su parte que formó lágrimas en sus ojos.

AVIADOR1: Yo ni siquiera sé realmente qué es el amor, Laura. Esa clase de amor. Nunca he estado en ello. Tú me conoces soltero para siempre y todo eso. Lo siento.

Bueno, eso era todo lo que ella necesitaba saber, todavía tenía la capacidad para excitarlo, pero él no la amaba. Y él era un tipo bastante agradable que estaba tratando de botarla fácilmente. La persona al otro lado de la situación, sin embargo, nunca pareció entender que no podía haber nada fácil al respecto.

Tomando una respiración profunda, tratando de contener las lágrimas lo suficiente para escribir, construyó una respuesta.

RILEY: Entiendo. Gracias por leer mi libro y hacérmelo saber. Me tengo que ir ahora.

Y cerró su programa de mensajería instantánea y la conexión a Internet tan rápido como pudo, antes de que él pudiera responder, incluso apagó completamente el ordenador.

Metódicamente, cambió su pantalón de jogging por un par de jeans, dejó el apartamento, y empezó a caminar hacia Starbucks, aun a riesgo de ver al tipo que se había negado a besar, porque simplemente tenía que salir de la casa por un tiempo.

No podía creer que le había dicho a Braden que lo amaba.

Podías haber tenido un montón de diversión enviándole mensajes instantáneos. Podías haber tenido una pequeña aventura cibernética secreta durante semanas, meses, años. Pero pensar en "años" trajo de vuelta el problema original que había descubierto durante el intercambio: eso no era suficiente, y no podría sobrevivir con eso. Al principio cuando había llegado a la casa de Vail, se había cuestionado si siquiera sabía lo que era estar enamorada, pero ahora definitivamente lo sabía. Ella se había enamorado de Braden, y nada menos que él amándola iba a hacerla feliz.

Lo que probablemente significaba que estaba destinada a una larga vida de ropas sucias, películas tristes, y bloqueo de escritor.

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