Voyeur

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Voyeur » Capítulo Dos

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Y entonces ella lanzó un grito agudo y él vio el éxtasis transformar su expresión — incluso con sus ojos cerrados sus músculos se relajaron y cualquier agonía en su rostro se suavizó por puro placer. Ella se elevó a sí misma en un ritmo más suave, más lento contra su mano mientras salía del clímax y él dijo— Ah, carajo — ya que sabía que iba a correrse, también, no había forma de detenerlo y él explotó en estallidos largos e intensos sobre los pañuelos desechables que él por suerte ya había colocado a su lado.

Los calientes pulsos obligaron a sus ojos a cerrarse y se entregó a la habitual y breve —pero feliz experiencia fuera del cuerpo antes de que todo esto se debilitara hasta la extenuación y lo dejara volver a centrarse en la pantalla.

Laura estaba sentaba en el sofá, todavía pero sus piernas se mantenían bellamente extendidas, como la imagen de una supermodelo en su computadora. Ella se lamió el labio superior y miró directamente hacia él con los ojos vidriosos. En las repercusiones del orgasmo, su piel parecía brillar en la pantalla de alta resolución y ella se veía completamente satisfecha... sin embargo, su expresión le hizo preguntarse qué más ella escondía en su interior.

—Ésta no soy yo — dijo ella en voz baja hacia la cámara. Luego le dio a su cabeza un movimiento suave que le hizo rebotar el pelo y ligeramente agitó sus senos. —Yo no sé lo que me haces.

El pecho de él sufrió un espasmo ante las palabras de ella. Él odiaba que ella no entendiera que ésta era en efecto muy claramente ella. Pero él amaba ser el hombre al que ella se lo mostrara. Y seguía estando aún más sorprendido al darse cuenta, una vez más, que esto había sucedió completamente por accidente y a través de una simple pantalla de ordenador.

Yo sé lo que te hago a ti, Laura. Te pongo caliente. Más caliente de lo que nadie te ha puesto.

Y yo voy ponerte incluso más caliente.

Agárrate fuerte, bebé, porque este viaje acaba de comenzar y antes de que termine, voy a obligarte a hacer cosas que nunca pensaste antes.

Ella se levantó y caminó fuera de la habitación deteniéndose sólo para recoger sus sexys bragas en el camino, se había sentido nada menos que surrealista. Laura se había pasado los siguientes diez minutos fluctuando entre la vergüenza, la incredulidad y la extraña sensación de euforia que había permanecido después de tocarse abiertamente a sí misma para su aviador-asaltante-corporativo-sin-nombre.

No podía creer que ella lo había hecho. Pero tampoco podía creer lo absolutamente increíble que se había sentido. Saber que sus ojos habían estado sobre ella —no sólo una fantasía — la había excitado más que cualquier cosa lo había hecho alguna vez. Al comenzar, por supuesto, ella no estaba segura de que realmente pudiera hacerlo —pero, ¡oh, había ella hecho alguna vez esto! Y una vez que había dejado de lado sus preocupaciones y temores, una vez que se había olvidado de todo lo demás, salvo de los ojos de él y el cuerpo de ella, esto había sido pecaminosamente fácil.

Para su sorpresa, ella no tenía ganas de cambiarse a la cómoda pijama, así que en cambio se había acostado desnuda. Ella despertó a la mañana siguiente sintiéndose más libre y con más energía sólo de recordar la noche anterior. Se puso sólo un conjunto de ropa interior blanco de algodón y una camisola corta de tiras color amarillo para bajar a la cocina, preguntándose por qué no había empezado a usar menos ropa aquí antes. A pesar de la nieve fuera, la casa se mantenía demasiado caliente —por lo que cuando el sol se fuera — ella probablemente estaría mucho más cómoda de esta manera, que como estuvo la primer noche y durante el día de ayer.

Después de consumir café y un tazón de cereales mientras que miraba a la pacifica blancura afuera —donde se dio cuenta de las huellas de un conejo o algún otro pequeño animal — ella se dirigió directamente hacia la computadora, tan ansiosa como Riley Wainscott probablemente estaba por averiguar quién exactamente era el oscuro desconocido y si tenía algo que ver con el invaluable antiguo broche que había desaparecido de la caja de joyas de la señora Dorchester durante su escritura de ayer por la tarde. Tía Mimsey ciertamente pensaba que él era sospechoso, pero Riley estaba por el momento absteniéndose de hacer su juicio —y planificando investigarlo mucho más a fondo — antes de tomar su decisión.

Al mediodía, Riley había tropezado con el hombre caminando a través del cobertizo de los Dorchester detrás del jardín de flores. Pero en lugar de inventar alguna excusa cuando ella abrió la puerta y sus ojos se encontraron a través del espacio con poca luz, en lugar de tratar de empujar más allá de ella y huir, en lugar de eso la miró como un hombre que quería poseerla. Su sangre había corrido caliente y Riley había estado aturdida, sin haber sufrido tal reacción visceral por un tío antes.

Entonces él la había besado.

Largo, duro y apasionado.

Riley sentía el beso en todas partes —desde la parte superior de su cabeza hasta la punta de sus dedos. Sabía que tenía que alejarlo —él era un sospechoso, por no hablar de un total desconocido —pero no podía encontrar la fuerza para terminar el beso más glorioso de su vida. Su boca capturó la de ella, dejándole ninguna opción más que someterse. El almizclado aroma de él impregnaba sus sentidos y él sabía vagamente a menta.

Cuando finalmente el hombre se retiró —todavía sosteniéndola en su fuerte abrazo, pero dándole la oportunidad de mirar hacia arriba a sus oscuros, dominantes ojos — ella pensó en todo lo que debería estar haciendo ahora mismo: liberarse de su control, preguntarle qué demonios estaba haciendo aquí, averiguar exactamente quién era. Sin embargo, su ardiente mirada hacía difícil pensar en el trabajo de detective por el momento y cuando ella abrió la boca para interrogarlo en su lugar se encontró a si misma pronunciando una única y eficaz palabra. "Más".

El estruendo de un gran vehículo cortó de repente la concentración de Laura, forzándola a abandonar Riley por el momento. ¿Estaba alguien viniendo hacia aquí? Debía estarlo ella presumía, dado que la casa estaba situada al final de un largo camino de varios cientos de pies del sinuoso camino de montaña. Este era el primer vehículo que ella había oído desde su llegada.

Saltó sobre sus pies corriendo hacia la puerta y miró por el panel de vidrio angosto al lado de ésta para ver un estándar camión blanco de entregas a domicilio. El logo en la puerta decía Trixie´s en una escritura muy elaborada. ¿Trixie´s?

Ella estaba esperando ver qué diablos estaba viniendo para "aviador" de un lugar llamado "Trixie´s", cuando se le ocurrió mirar hacia abajo y notar sus pezones marcándose prominentemente a través de su pequeño top. Y maldita sea —ella sólo tenía unas bragas abajo, lo cual había olvidado, tan atrapada como había estado con el sensual encuentro de Riley.

Ella se precipitó hacia las escaleras, corriendo hacia el dormitorio principal. Sin pensar abrió la espejada puerta del armario más cercana y —¡voilá! — divisó una bata blanca de felpa, como la que a veces encuentras en los hoteles. Tirando de ésta fuera de la percha, empujó sus brazos en el interior.

Cuando sonó el timbre, ella se dirigió hacia la puerta atando la bata por delante en el camino por las escaleras. Ella abrió la puerta para encontrar a un joven al otro lado que le sonreía como si compartieran una broma privada.

—¿Laura Watkins?

Ella se estremeció. Había estado segura de que esto sería algo para su voyeur. ¿Quién sabía que ella estaba aquí?

Espera. Mónica por supuesto. Lo cual hacia que las piezas encajaran. Trixie´s debía ser exactamente lo que a Laura le parecía por el nombre —alguna tienda de lencería picante. Y a Mónica al parecer la sorpresa de encaje rojo la había excitado como para enviarle a Laura algo más ceñido y sexy.

—Sí, esa soy yo — dijo ella finalmente.

Él le entregó una caja de color negro brillante luciendo incluso una cinta negra más brillante. Como era de esperar, ella se ruborizó, ya que ambos claramente sabían que algo diseñado para el sexo estaba dentro.

—Gracias — ella murmuró, la vergüenza predominó ante la idea de algo de propina, entonces prácticamente cerró la puerta en su cara, bloqueando la cerradura. Después de lo cual se dirigió al sofá donde ella tan descaradamente se había tocado para su extraño la noche anterior.

Wow, aparentemente Mónica estaba verdaderamente determinada a que Laura viera algo de acción en este viaje. Querido Dios, si su amiga sólo supiera de la inesperada —por no hablar de extraña — acción que había ocurrido.

No es que Mónica nunca lo descubriría. Ellas eran las mejores amigas, pero algo sobre este sentido era tan inconmensurablemente privado que ella sabía que nunca lo compartiría con otra alma.

A pesar de que revoloteaba por su mente que otro atractivo conjunto en realidad podía ser útil, dadas las circunstancias.

Tal vez.

Dejó escapar un suspiro. ¿Realmente ella iba a hacer esto por él otra vez? ¿Iba a seguir haciéndolo? ¿Quitarse la ropa y frotarse hasta el orgasmo para un extraño detrás de una cámara? Poniéndolo en esos términos, esto sonaba absolutamente horrible.

Si sólo se hubiera sentido así, también, sería mucho más fácil resistir la extraña tentación.

Como estaba la situación, bien... ella no lo había contemplado aún hoy. Sin duda lo recordaba. Ciertamente se sentía viva y enérgica ¡y creativa! hoy. Pero ella no había pensado en el futuro, a lo que pasaría ahora. Tal vez ella solo no tenía que dejarse.

Y ahora que ella estaba dándole vueltas a esto, simplemente, no sabía la respuesta.

Demasiado acalorada por la bata, rápidamente desató el cinturón y dejó caer la toalla de sus hombros. Extrayendo sus brazos, ella tiró del lazo negro para desatar el más excitante paquete.

En el interior, sobre papel de seda negro había una tarjeta blanca.

Para esta noche. Diez en punto. No llegues tarde, cariño.

Oh Dios. Esto no era de Mónica. ¡Era de él!

Tragando su sorpresa, con cautela desdobló el papel de seda negro, abriendo la boca cuando vio en su interior. Un corsé negro de terciopelo. Medias altas de encaje negro. Y un vibrador de color púrpura con forma de pene, de la talla que ella sólo había visto en una ocasión cuando Mónica la había arrastrado a una tienda de sexo.

—Oh, Dios mío — murmuró ella.

Sin pensarlo dos veces, hizo la caja de un lado poniéndose de pie y dio unos pocos pasos cortos hacia el ordenador. Puesto que él le había dicho que cambiara su nombre de usuario, ella puso su habitual identidad de mensajería instantánea —la que utilizaba sobre todo con Mónica — Riley.

RILEY: ¿Estás ahí? Soy Laura, tu invitada.

Ella no estaba segura aún de que exactamente le iba a decir a él, pero se inclinaba hacia hacerle saber que había ido demasiado lejos y preguntarle cómo demonios había llegado el paquete a ella tan rápido y decirle que ella no iba a... a... ¡utilizar un dispositivo sexual mientras él miraba!

AVIADOR1: Buenos días, copo de nieve.

¿Qué?

RILEY: ¿Copo de nieve?

AVIADOR1: Sólo los noté en tú pijama de la otra noche, eso es todo. Antes de que lo abrieras, quiero decir. Luego dejé de notar cualquier cosa excepto a ti. ;) ¿Quién es Riley?

RILEY: El personaje principal de mis libros.

AVIADOR1: ¿Tú eres ella?

RILEY: No. En realidad no. Pero después de un suspiro, la honestidad le hizo añadir, Bueno, ok, sí, creo que tenemos mucho en común.

AVIADOR1: Entonces lo siento, nunca he leído tus libros. ¿De qué se tratan? Sé que escribes sobre misterio, pero eso es todo. ¿Cuál es la historia de Riley?

Caray, justo en este momento él está curioso sobre un tema que no es sexo. Había logrado distraerla totalmente de su objetivo.

RILEY: Riley es una secretaria a tiempo parcial en una empresa de investigaciones privadas durante el día, pero una detective aficionada por la noche. Ella quiere desesperadamente ver colgados sus sensibles zapatos de tacón y ser una detective de verdad, pero nadie en su pueblo la toma en serio o va a darle una oportunidad. Por lo que se pone a resolver misterios con el fin de demostrar su valía, pero cada vez que resuelve uno, alguien se lleva el crédito. Su tía Mimsey es la única otra persona que se da cuenta de lo inteligente que es, pero la tía Mimsey es una especie de chiflada, por lo que nadie le cree cuando ella canta las elogiosas detenciones de Riley. La única verdadera satisfacción de Riley viene de convencerse a sí misma que ella es una buena detective, a pesar de lo que todos piensan y buscará demostrar eso la próxima vez.

AVIADOR1: Wow. ¿Quiere decir que eres un detective?

RILEY: No, esa no es la parte que tenemos en común.

AVIADOR1: Entonces, ¿qué tienen en común?

Laura consideró su respuesta. Ella en realidad nunca había examinado esto antes de este momento.

RILEY: Bueno, Riley y yo somos inteligentes, sensibles, y por lo general muy conservadoras. Lo que me lleva de vuelta a eso por lo que te escribí un mensaje. Acabo de recibir una entrega aquí.

AVIADOR1: Ah. Eso fue rápido.

Ella dejó escapar un denso suspiro. ¿Eso es todo lo que él tenía que decir? Bueno, ella sólo le seguiría la corriente, sobre todo desde que esa era una de sus preguntas.

RILEY: Lo mismo digo. ¿Cómo diablos lo hiciste?

AVIADOR1: Simple, de verdad. Un catálogo en línea de un lugar en Denver, y una llamada telefónica. Esto se llama entrega en el día, cariño.

RILEY: Eso suele costar un brazo y una pierna.

AVIADOR1: Tengo un montón de dinero. ¿Qué te pareció el regalo?

Ella dudó. Un minuto antes había sido superada con un sentido de urgencia, lista para gritarle por esto, pero ahora, ante la oportunidad, ella no estaba muy segura de lo que quería decirle.

RILEY: Yo estaba... sorprendida.

AVIADOR1: ¿Por qué?

RILEY: Yo nunca...

¿Yo nunca qué?, se preguntó ella. Ella no sabía cómo decir esto. Sin embargo, volvió a intentarlo de todos modos.

RILEY: Nunca he hecho ESO antes.

AVIADOR1: ¿En serio? ¿Nunca has usado un vibrador?

RILEY: No.

AVIADOR1: Maldita sea, cariño.

RILEY: ¿Qué significa eso?

AVIADOR1: Que ahora estoy EXTRA alegre de haberlo obtenido para ti.

Ella dejó escapar un suspiro. ¿Era tan rara? ¿Todas las demás mujeres del planeta poseían una amplia gama de tales herramientas?

RILEY: ¿Por qué consideras un vibrador tan vital para mi existencia?

AVIADOR1: Porque eres una persona muy sexual.

Ella parpadeó hacia el ordenador, sorprendida y molesta.

RILEY: ¿Cómo lo sabes?

AVIADOR1: <elevando las cejas> ¿Hablas en serio?

Otro suspiro.

RILEY: Vale, vale. Pero te lo dije anoche... normalmente no soy así. Yo no hago esas cosas.

AVIADOR1: Las haces ahora. Y eres hermosa tocándote a ti misma, lo sabes. Apenas pude esperar a que te corrieras antes de hacerlo yo. Y ese no es un problema que suelo tener.

Hora de bajarse del negocio. Y ella ya había tomado una decisión. Se la había dicho a sí misma. Ella era inteligente, sensible y conservadora. No una recatada santurrona que llevaba jerseys de cuello alto, e insistía en salir con un chico para siempre antes de dormir con él —nada algo exorbitante o extremo. Aunque ella no era simplemente una débil, indecisa mujer que no va al otro extremo, tampoco. Y la noche de ayer había sido inexplicable extrema para ella. Ya era hora de volver a la normalidad aquí.

RILEY: No puedo seguir haciendo esto.

AVIADOR1: ¿Por qué no?

RILEY: Es tan... sucio. Y yo ni siquiera te conozco.

AVIADOR1: Estás llegando a conocerme.

RILEY: Ni siquiera sé tu nombre.

AVIADOR1: Braden.

RILEY: ¿Es tu nombre o tu apellido?

AVIADOR1: Mi nombre. Braden Stone.

Laura dudó. Braden. A ella le gustaba. Sonaba fuerte. Resistente. Sexy. Pero eso no era una razón para retroceder en lo que ella le estaba diciendo.

RILEY: Bueno... todavía no te conozco.

AVIADOR1: Y sin embargo me deseas.

Eso era verdad. Su coño palpitaba de nuevo sólo por enviarse mensajes instantáneos con él así. Un tío que ni siquiera podía ver u oír, mucho menos tocar. Y maldita sea, ella acababa de pensar en esa parte de su cuerpo otra vez como su coño. Si ella realmente quería terminar esto, eso sería un buen punto para empezar. De hecho, tal vez ella sólo debería dejar de pensar en esa parte de sí misma por un tiempo.

Cuando ella todavía no le había respondido un minuto más tarde, él envió otro mensaje

AVIADOR1: Te deseo, también. Quiero ver cómo te corres de nuevo. Quiero verte utilizar el juguete que te envié.

Querido Dios. La idea misma de que era... insondable.

Sin embargo, ella no respondió. Simplemente porque no tenía idea de cómo responder a tal cruda e íntima solicitud.

AVIADOR1: Nos vemos esta noche, copo de nieve. A las diez en punto. Sé que no me defraudarás.

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