Voyeur

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Voyeur » Capítulo Once

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Capítulo Once

—MIS vecinos, Stan y Candy —dijo entre sus piernas. Ella estudió a la pareja mientras se encontraban perfilados directamente dentro de la amplia ventana sin cortinas, Candy aferrándose con las dos manos a la parte de atrás de una silla de la cocina, desnuda, mientras que Stan golpeaba dentro de ella por detrás. Stan era el clásico guapo de pelo claro entre sus cuarenta y tantos años. Candy parecía más cerca de la edad de Laura... una morena con grandes pechos los cuales rebotaban con cada embestida.

Braden daba besos franceses en el clítoris de Laura mientras ella observaba lo que sucedía en la ventana y las sensaciones se propagaron a través de ella con mucha más intensidad que de costumbre.

—Stan fue a Las Vegas por negocios hace unos años —dijo Braden, soplando en su clítoris y forzando un escalofrío. —Regresó casado con Candy y ella ha estado aquí desde entonces —El arrastró otra caliente lamida a su coño, haciéndola gemir mientras continuaba observando a dos extraños teniendo sexo.

—¿Bailarina? —ella proporcionó con su voz filiforme.

—Stripper —dijo Braden humildemente. —Stan lo mencionó con unas cervezas con Tommy y conmigo el verano pasado.

Laura se había quedado sin aliento. Abajo a través de los árboles, el perfecto cuerpo de Candy se arqueaba contra su marido, su cara fuertemente torcida con ardiente deseo. Ella usaba medias de red a la altura del muslo con bordes negros fruncidos.

—¿Ellos hacen esto en la ventana a menudo?

—Sí, en realidad —la voz de Braden haciéndose cada vez más baja ahora y una mirada hacia abajo lo reveló estudiando su separado coño. Ella lo observó a él en lugar de a Stan y Candy mientras empujaba dos dedos dentro de ella y bajaba otro beso a su clítoris.

—Mmm —susurró ella en respuesta.

—No estoy seguro si eso es por accidente —Braden continuó —o si tal vez ellos quieren que yo los vea. Por supuesto, no estoy aquí todo el tiempo, pero supongo que pueden saber cuándo hay un SUV, o en este caso dos en el camino.

—¿Y tú los miras? —preguntó ella con su corazón latiendo con más fuerza y pulsando en su entrepierna, donde ahora él la bañaba. Ella miró de nuevo a la pareja a través de la ventana cuando las manos de Stan se levantaron desde las caderas de Candy hacia sus pechos regordetes, apretando y amasando.

Braden miró hacia ella, su mirada señalando cuando ella atrajo su mirada de regreso al interior.

—Tú estás mirándolos.

—Oh, Dios mío, tienes razón —Ella tomó un nervioso sorbo de su vino.

—No, nena, no lo entiendes —dijo Braden masajeando suavemente la cara interna de sus muslos con las manos mojadas. —Quiero que los veas, mientras yo te libero.

Laura contuvo el aliento. Braden tenía esa manera de hacer que las cosas que ella siempre había considerado extremas o incluso perversas parecieran completamente normales.

—Míralos, Laura —él dijo de nuevo porque ella todavía estaba mirándolo. —Míralos.

—Tal vez te quiero ver a ti —estaba aprendiendo cuan poderoso afrodisíaco podían ser los ojos y no podía negar que amaba la vista de él trabajando su boca entre sus muslos.

—Piensa en mí en cambio —dijo él. —Y esta vez, sólo esta vez, míralos. Por mí.

Ella dejó escapar un suspiro. Míralos por mí.

Por Braden, ella lo haría.

Así mientras él metía los dedos en su coño y entregaba rítmicas lamidas por encima de los pliegues de carne, ella se asomó por la ventana, a través de los árboles, y se convirtió en lo que brevemente había pensado de sí misma algunos momentos antes. Un voyeur.

Ella vio como Stan se retiró de Candy, su pene brillando con la humedad, incluso desde tan lejos. Candy se giró y se sentó en la mesa del comedor, abriendo las piernas más ampliamente para su marido como Laura se separaba para Braden ahora. Cada una de las lamidas de Braden hacía eco a través de ella lo suficientemente fuerte como para hacerla gemir, ella comenzó a presionar contra él levantándose contra su boca.

Cuando miró hacia abajo a la excitante vista de Braden lamiendo su carne rosada, él se detuvo el tiempo suficiente para decir:

—Míralos. De hecho, dime lo que están haciendo ya que yo no puedo ver.

Laura tomó otra respiración profunda entonces trató de describir lo que estaba presenciado en la casa de al lado.

—Ella está sentada sobre la mesa ahora. Tiene medias negras y sexys zapatos de tacón alto. Él está... está inclinado sobre ella besando sus pechos y ahora... ahora está deslizándose en ella, todo el camino.

Al principio, Laura había empezado a preocuparse de que brevemente los vecinos podrían mirar hacia arriba y verla a través de la ventana, sobre todo si ellos realmente tenían relaciones sexuales en ese lugar en concreto con la esperanza de que Braden los viera. Pero, más adelante, cuando Braden se aferró a su dilatado clítoris de alguna manera tanto lamiendo como chupando al mismo tiempo, ella dejó de preocuparse y sólo se dejó ir.

—Él está... está follándola ahora —continuó ella —y sus piernas se envuelven alrededor de la espalda de él y sus tacones están clavándose en su piel. Él está... haciéndolo duro, muy duro. Ella está tirándose hacia atrás en la mesa y luce... como si estuviera gritando. Y ahora ella está... —ella tragó saliva recuperándose del placer de la boca de Braden combinado con lo que estaba viendo y dijo. —Se está tocando, frotándose mientras él la folla —las propias manos de Laura rozaron sus pechos sin planearlo, los pezones sobresaliendo en sus manos. Ella continuó empujando su propio coño en la experta boca de Braden y sabía que estaba rápidamente acercándose al clímax. —Ella está... aun frotándose, de verdad frotándose frenéticamente ahora, y ella está... —oh, Dios, ahí estaba el orgasmo, rompiendo sobre ella duramente. —Oh, oh Dios, nene. Ah, ¡me corro! ¡Me corro!— dejó de mirar a Candy y Stan mientras sus ojos se cerraban, su cabeza cayendo hacia atrás. El clímax precipitándose a través de ella áspera e irregularmente, su coño sintiéndose como si fuera la mayor parte de ella.

Cuando finalmente se volvió a calmar para a sentir las baldosas por debajo de ella otra vez... junto con el último dulce beso de Braden en su clítoris, lo encontró usando la sonrisa más malvada que alguna vez agració su rostro.

—Maldita sea cariño, eso fue caliente.

Ella se mordió los labios con su cuerpo todavía palpitante con las réplicas.

—¿Qué fue caliente?

—Decirme lo que veías, a la vez que te tocabas tus bonitos pechos. Me has puesto tan condenadamente duro.

Ella lanzó una sonrisa juguetona.

—Tú ya estabas duro.

Los ojos de él brillaron vidriosos por la lujuria.

—Confía en mí nena, tú me pusiste más duro —su mano se cerró nuevamente sobre su muslo. —Ahora ven aquí abajo dentro del agua conmigo así yo puedo tener mi polla dentro de ti donde pertenece.

La promesa hizo a Laura gemir de alegría en su interior, pero ella lo mantuvo dentro. Sólo en este caso esa parte de "donde pertenece" la estaba llenando con tal gratificación. Ella se metió en el agua caliente y burbujeante lo besó, sin siquiera inmutarse de que podía degustar sus jugos en su boca. Envolvió sus brazos alrededor de su cuello mientras él curvaba las manos sobre sus pechos, recién cubiertos de espuma, para rastrillar sus pulgares sobre sus erectos pezones.

—Tan malditamente bonitos, nena —gruñó él en su oído cuando los besos terminaron. — Mmm, necesito follarte.

Ella simplemente asintió con la cabeza estando de acuerdo.

Y estaba sorprendida cuando la giró sobre sus rodillas de cara a la ventana... El ventanal se extendía cercano a las baldosas adjuntas a la bañera, lo que significaba que ellos podían ver a Stan y Candy en esta posición. Casi se había olvidado de Stan y Candy ya, pero ahora Candy había caído de rodillas, sólo visible a partir de sus pechos mientras chupaba la polla de Stan. Laura se enfocó en ellos mientras Braden empujaba lentamente dentro de ella desde atrás, y gritó con el profundo placer de esa intrusión inicial.

—Ah, nena, tan apretada a mí alrededor —gimió.

Ella suspiró. —Tú me llenas.

Braden se movió en ella... lentas, profundas, exhaustivas estocadas que parecían llegar a extremos increíbles en su interior. Ella sintió cada pulgada de él y dejó escapar un suave gemido en cada embiste, sin dejar de mirar a Candy entregar una vigorosa mamada entre los árboles.

Cuando Braden alcanzó en frente de ella presionando aquí y allá sobre la pared de la bañera, no estaba segura por qué, hasta que él usó su otra mano para mover un poco su cuerpo.

—Hazte a un lado, sólo un poco.

Cuando ella se deslizó hacia la derecha unos pocos centímetros, el chorro de Jacuzzi disparó duro contra su monte, y ella dejó escapar un gemido alto antes de mirar por encima de su hombro en estado de shock.

—Inclínate más cerca —él dijo con una sonrisa diabólica.

—Ya me corrí una vez...

—Dije que te inclines más —le interrumpió, usando su cuerpo para empujarla hacia adelante, al nivel de la corriente del chorro.

—¡Oh! —el impacto sobre su clítoris, y de su polla embistiendo en ella, fueron lo suficientemente potentes como para que se agarrara al borde superior de la bañera con las dos manos.

Él continuó sus lentas y profundas sumergidas en su coño, cada una presionándola contra el estimulante chorro. Sus manos se elevaron para acariciar sus pechos, masajeándolos lento y profundo para que coincidiera con el ritmo del sexo.

—Unh... —el sonido la abandonó involuntariamente. Todo parecía demasiado bueno.

En la ventana de debajo de ellos, Candy lanzó el eje de Stan fuera de su boca, luego se levantó y se giró para ponerse boca abajo sobre la mesa, doblada por la cintura. Stan masajeó su culo por un minuto, aserrando su polla ida y vuelta por el centro. Laura vio la boca de Candy articular. Fóllame.

Cuando Stan entró en ella, tanto Laura como Braden lanzaron un gemido. Bajo el agua, el coño de Laura se sentía completamente aporreado y ella sabía que otro orgasmo se aproximaba rápidamente. La respiración de Braden se hizo lenta y dificultosa en su oído. Ella no apartaba los ojos de Stan, ahora golpeando dentro de Candy con desenfreno. Podía ver a Candy llorando apasionada, sus ojos cerrados, los dedos curvados alrededor del borde de la mesa. Los embistes de Braden se hicieron más intensos, y Laura se reunió con ellos, su clítoris trabajado por el chorro en el otro lado hasta que ella dijo:

—Oh Dios, aquí voy de nuevo.

Esta vez, entró en erupción con una serie de agudos gritos, las olas del orgasmo más brutales de lo normal con su cuerpo sacudiéndose. Ni siquiera se había calmado sin embargo cuando Braden dijo —Ah, Dios... yo también —y él empujó su polla en ella duro muy duro balanceando su cuerpo tan salvajemente que el agua salpicó sobre los lados de la bañera.

Debajo de ellos, Laura podía decir que Stan acababa de correrse también, mientras yacía descansando sobre la espalda de Candy ambos todavía sonrientes.

Ella se asomó por encima de su hombro hacia su amante. —Y dicen que es difícil tener un orgasmo al mismo tiempo.

Él dejó escapar una risa breve, sus brazos cerrándose alrededor de ella y Laura pensó que podría acostumbrarme a esto. La parte de Braden, no necesariamente la de Stan y Candy. Pero con la misma rapidez se recordó que ella no debería acostumbrarse a él, por lo que desterró la idea de su mente tan rápido como entró.

—¿No vas a decirme que te corriste dos veces? —él preguntó su voz manteniendo un toque de burla.

—Creo que me estoy acostumbrando a ello.

—Malditamente correcto— dijo con una inyección definitiva de orgullo masculino.

Orgasmos múltiples pensó ella con un suspiro. Una cosa más a la que era mejor que no se aferrara, porque probablemente nunca los tendría de nuevo una vez que dejara a Braden atrás.

Ellos se habían quedado en el baño por un rato... Braden se había ofrecido a lavarle el pelo por lo que ella le había devuelto el favor. Sin embargo, casi se había arrepentido al descubrir que había algo tan personal y tan íntimo sobre masajear el champú sobre el cabello de un hombre que cuando estuvo terminado, se sintió preocupantemente ceñida a él. Esto había sido por el silencio y el tacto.

Nunca había imaginado que el mero hecho de tocar podría hacer que se sienta tan cerca de un hombre, pero tal vez era el hombre, tal vez era la forma en que él tocaba, quizás era la forma en que ella lo animaba a tocar. Sus emociones estaban profundizándose por el momento, y ella estaba feliz de repente de que Tommy viniese a cenar... una distracción del sexo, una distracción del gran Braden, una presencia singular en su vida en este momento.

Había hecho la maleta buscando comodidad, por lo que se puso unos jeans y el suéter azul suave con el que había viajado, terminando con la sencilla vestimenta con un par de calcetines divertidos: el mismo tono de azul, salpicado de copos de nieve blanca. No se molestó en ponerse los únicos zapatos que había traído unas botas con cordones para caminar penosamente a través de la nieve... y Braden notó sus calcetines tan pronto como ella se le unió en la planta baja.

Alcanzando a donde ella había puesto los pies en alto sobre el sofá, él agarró sus pies, moviéndolos.

—Ves por qué te llamo copo de nieve, ¿copo de nieve?

Fue sólo unos minutos después cuando escucharon el estruendo de un camión por el camino cubierto de nieve y ambos se levantaron para saludar a Tommy. Braden le había dicho que Tommy se había ofrecido a bajar la montaña para ir por la pizza y él se presentó con dos grandes cajas planas y una sonrisa con hoyuelos.

Sin embargo, fueron sus ojos los que capturaron a Laura mientras Braden hacia las presentaciones. Él se había visto bastante lindo en la foto de pesca, pero su mirada en persona era azul brillante y deslumbrante y ella sólo podía imaginar a cuántas chicas había seducido con ese activo en particular. Su cabello rubio estaba un poco desordenado, acorde con su imagen de esquiador vago y su bronceado rostro para febrero el cual Laura pensaba era una prueba de exactamente cuan a menudo él golpeaba las pistas. Al igual que Braden, era delgado y musculoso, pero claramente no se afeitaba todos los días cuando un rastrojo espeso cubría su barbilla por debajo de un bigote rubio oscuro. No podía dejar de pensar en un joven Robert Redford en Sundance Kid una de las películas viejas favoritas de su madre.

—Espera un minuto —dijo Tommy mientras todos estaban en el vestíbulo — ¿Tú eres Laura Watkins? ¿Igual que la Laura Watkins? ¿La escritora de misterio?

Laura se sentía ruborizarse de deleite. A pesar de su éxito, era raro que alguien fuera de la comunidad de autores la reconociera por su nombre.

—Um, sí —dijo ella, sonriendo.

—Mi madre te ama —le informó él entregando las pizzas a Braden. —Ella me pide tu libro nuevo cada Navidad. Riley Wainscott, ¿verdad?

Vaya él incluso conocía su serie.

—Correcto —dijo ella debidamente halagada.

—Braden mencionó tu nombre y que eras una escritora, pero no tenía ni idea. Mi madre se emocionara cuando le diga que te conocí.

Ellos se sentaron en la mesa y repartieron las pizzas, Braden complementándolas con la cerveza que había recogido en su viaje a la tienda de comestibles.

—Braden me dijo que diseñas juegos de ordenador para ganarte la vida —le dijo Laura a Tommy. —Él ya me explicó cómo un hombre se convierte en un asaltante corporativo... así que dime ¿cómo un hombre se convierte en diseñador de juegos de ordenador?

—Siempre he sido del tipo aficionado a la tecnología— comenzó él sorprendiéndola. Hasta el momento Laura generalmente había igualado a los del tipo aficionado a la tecnología con los del tipo raro pero Tommy estaba tan lejos de este último como un hombre podía estarlo. —Alrededor de hace doce años, cuando Internet estaba empezando a despegar formé una compañía de juegos. Tuve suerte, era el momento correcto y en un par de años alcanzamos gran éxito. Tenía la línea más popular de sitios de juegos con millones de visitantes diarios jugando la demo gratuita y luego pagando para descargar los juegos. Después de un tiempo sin embargo, me cansé del viaje a Denver, incluso cuando yo había puesto bastante gente de confianza en el lugar para que sólo tuviera que hacer el viaje un par de veces a la semana. Supongo que sólo quería hacer un cambio; estaría allí de no haber hecho eso. Así que vendí la compañía con un buen beneficio y soy freelancer15 ahora.

—Estoy viendo una tendencia aquí —dijo ella con una sonrisa, mirando hacia atrás y adelante entre Tommy y Braden. — Creáis empresas, luego las vendéis. ¿Qué significa eso? ¿Qué os aburrís fácilmente?

Tommy tragó un bocado de pizza y luego dijo—Probablemente es más como que tenemos problemas con el compromiso.

Ambos chicos se echaron a reír y Laura tuvo una visión de algo más que amistad y de los hombres mismos. No era sorprendente escuchar que Braden tenía miedo al compromiso pero seguía siendo un poco triste. Dejar de estar conectada a él... ahora. Pocos días más y ella se dirigía a su casa y todo esto sería sólo un recuerdo, así que tenía que apagar sus emociones circundantes a él en este mismo instante.

—Entonces, ¿qué clase de juegos diseñas?

—Cualquiera que puedas pensar. Juegos de Puzzle, juegos de palabras, juegos tipo casino, juegos deportivos, juegos de carreras todo sobre el tablero.

—No te olvides de mis favoritos —dijo Braden alcanzando una rebanada de pizza de salchicha y bacón.

Laura cambió su mirada hacia él. — ¿Cuáles son esos?

Él sonrió. —Juegos sexuales.

—¿Juegos sexuales? —Ella arqueó las cejas sintiéndose un poco torpe desde que no sabía muy bien qué estaban hablando. — ¿Qué... tipo de juegos sexuales? —se obligó a mirar de nuevo hacia Tommy para no parecer avergonzada de hablar con él.

Él se encogió de hombros.

—Yo no iba a hablar de ellos, pero desde que el viejo Braden aquí lo hizo... son básicamente juegos para entretener a chicos cachondos. Si alcanzas ciertos niveles la recompensa puede ser fotos de chicas desnudas o tal vez una chica que arroja un pedazo de ropa cada vez que alcanzas una cierta puntación.

—Sin embargo algunos juegos —dijo Braden claramente olvidando su pizza por el momento —son en realidad más sobre sexo. Hay uno donde el jugador tiene algunas herramientas que utiliza para tratar de dar a una chica de dibujos animados un orgasmo. Hay otro que es más como un juego de acción, algo así como el viejo Super Mario, pero el entorno es el distrito nocturno y el objetivo es seducir a tantas chicas como puedas. Obtienes puntos por coger los condones en el aire y las jarras de cerveza te dan una vida extra. Tienes que evitar a los grandes porteros y los novios con bates de béisbol y cuando finalmente llegas a una chica hay algunos buenos gráficos —Él se rió entre dientes. —En realidad es mi juego favorito de todos los que alguna vez ha hecho Tommy.

Laura pensó que en realidad sonaba divertido y por eso se olvidó de avergonzarse.

—Estoy intrigada. ¿Cómo se llama?

—Babe Quest —dijo Tommy.

—Suena muy divertido —dijo orgullosa de sí misma. Probablemente la vieja Laura habría fruncido la nariz o puesto los ojos en blanco o ruborizado ahora, solo por un juego... pero ella no estaba haciendo ninguna de esas cosas.

A medida que continuaron comiendo y bebiendo, Laura mencionó la fotografía de los dos chicos en la estantería con el pescado. Ellos le dijeron que hacían un viaje de pesca o senderismo al menos una vez al verano.

—Más si Braden puede conseguir traer su culo hasta aquí —añadió Tommy. —Pero en invierno, solo nos volvemos unos totales vagos de esquí. Lo cual es bueno, porque puedo ser eso con o sin él.

En algún lugar del camino, una capa invisible de sensualidad había comenzado a instalarse en la habitación. Laura no estaba segura de sí se había iniciado con la charla de los juegos sexuales de Tommy o si tal vez simplemente le gustaba compartir la cena con dos robustos, sexys hombres, pero no podía dejar de ser consciente de ello. Por lo que sabía, esto había comenzado con la cerveza... como es habitual desde que llegó a la montaña, un poco de alcohol la hacía sentirse más mareada de lo que lo hubiera hecho en su casa. Mientras los tres hablaban y su mirada se movía adelante y atrás de Braden a Tommy, ella bebió de sus buenas apariencias y bien musculados físicos, absorbió sus fáciles risas masculinas, y se dio cuenta que le agradaba la extraña sensación de estar aislada con dos chicos ardientes. Stan y Candy podía estar a un tiro de piedra, pero el escenario se hacía fácil de olvidar tan pronto como ella lo había aprendido, dándole la sexy impresión de estar sola en medio de la nada con Braden, y ahora también con su amigo.

Antes de que se diera cuenta, los dos chicos estaban debatiendo quien se ejercitaba más. Al parecer, Braden iba al gimnasio cuatro veces por semana, pero Tommy consideraba que la vida de montaña, en general... el esquí, cortar leña para el fuego, el mantenimiento general de su casa, añadía igual o más ejercicio. Braden se había levantado su suéter para revelar el paquete de seis en su torso. Y, mmm, después de no verlo desnudo incluso por un par de horas ese torso se veía muy bien.

—Me temo que no tienes nada que yo no tenga, amigo— protestó Tommy, levantando su suéter de algodón manga larga para revelar similares duros abdominales que Laura no podía dejar de admirar, también.

—¿Y tú, Laura? —Tommy le preguntó. — ¿Haces ejercicio? ¿Quieres entrar en el concurso de abdominales?

—Oh, hago abdominales en frente del televisor y trato de salir a caminar cuando el tiempo es agradable pero me temo que yo no soy una loca del ejercicio duro.

—Los abdominales cuentan— dijo Braden. —Y si todo lo que necesitas para tener ese cuerpo son algunas abdominales y caminar sigue haciendo lo que estás haciendo cariño.

—Bueno, no tengo nada cincelado como ustedes chicos; ningún paquete de seis o algo.

Braden inclinó su cabeza con escepticismo.

—Vamos, tienes un abdomen magnifico.

Ella sacudió su cabeza, no siendo autocrítica, sino porque realmente pensaba que estaba en la media.

—Bueno, me alegro que te guste, pero es apenas un estómago ejercitado.

Tommy dirigió una mirada reprendiéndola.

—¿Por qué no me dejas ser el juez?

Audaz por la cerveza Laura lo hizo sin dudar elevando el dobladillo de su suéter por encima de su estómago. Tommy se inclinó sobre la mesa para mirar, levantando su mano para acariciar suavemente su vientre.

—Ah, ahora te vendes a ti misma escasamente. Yo veo por lo menos el indicio de un paquete de cuatro allí.

Ella arqueó las cejas riendo incluso mientras su coño se estremeció ligeramente... el resultado de su toque.

—¿Un paquete de cuatro?

—Seguro —respondió él con facilidad. —Lo más parecido a seis. Confía en mí que es muy sexy —añadió él un guiño. —La mayoría de las mujeres darían su brazo derecho por un estómago bastante parecido a ese.

No podía dejar de sentir halagada... y completamente femenina.

—También tiene unos pechos magnificos —dijo Braden.

Ella abrió la boca dejando que sus ojos se ampliaran hacia él mientras el rubor cubría sus mejillas.

—¡Braden!

Pero su amante se limitó a sonreír.

—Lo siento, cariño eso se me escapó. Tommy aquí pasa a ser un gran conocedor de buenos senos así que imaginé que estaría interesado.

—¿Es así?— Laura cambió su mirada hacia su otro compañero de mesa, bastante borracha como para haber olvidado la vergüenza con tanta rapidez.

Tommy lanzó una sonrisa traviesa.

—Sólo tengo la costumbre de... notar esa parte de las mujeres. Más que otros chicos me han dicho. Pero infiernos, ¿qué puedo decir? me gusta las tetas —su sonrisa fue tan entrañable que Laura no se sentía en lo más mínimo incómoda con la conversación y no podía evitar pensar que ambos Tommy y Braden estaban un poco borrachos... cada uno bebió varias cervezas con la pizza.

—Déjame adivinar —dijo Laura. —Cuanto más grandes sean mejor.

Tommy abrió las manos y se encogió de hombros admitiéndolo.

—Pero —añadió él —Estoy cansado de las falsas que son demasiado grandes. Si una chica quiere una pequeña mejora genial; pero a veces se pasan de largo —no se molestó con la sutileza cuando él bajó la mirada hacia el pecho de Laura. —Puedo decir que las tuyas son verdaderas y malditamente perfectas también. ¿Estoy en lo cierto?

Braden contestó antes de que ella pudiera inventar una respuesta.

—Malditamente cierto son perfectas.

Ella le lanzó una sonrisa sexy, sus pechos sintiéndose pesados, con dolor ahora y su coño latiendo con la sensación. No sólo le gustaba estar con los dos... le gustaba ser el centro de su atención y le gustaba saber que ambos encontraban su cuerpo atractivo. Con Braden, eso no era nada nuevo pero la presencia añadida de Tommy parecía amplificar de alguna manera su sensualidad.

Después de la cena, se trasladaron a la sala de estar, todos colocándose en el sofá, cuando la silla de al lado estaba cubierta con las toallas que Braden había sacado de la lavadora antes, pero no había doblado todavía. Ella no podía evitar recordar que era el mismo sofá donde se había tocado para Braden.

Él se sentó en un extremo y Laura inclinó su cabeza hacia atrás contra su pecho. Sus brazos vinieron a su alrededor en un acogedor, sencillo abrazo, y su pulgar se enganchó en la parte superior de sus pantalones, sus dedos acariciando justo por debajo, sobre la parte superior de la mezclilla. Un par de pulgadas más abajo y sus caricias habrían sido un toqueteo. Tommy se sentaba frente a ellos y ella sintió la tentación de recordarle a Braden que tenían compañía... sin embargo no lo hizo por razones que no podía explicarse a sí misma.

—Laura obtuvo la vista de Stan y Candy haciéndolo más temprano —lanzó Braden.

Ella supuso que esto debería haberla avergonzado pero nada parecía hacerlo en este momento.

—Ah. ¿Qué piensas de su pequeño show? —Tommy le preguntó en una profunda risa.

La intoxicación la hizo resueltamente honesta.

—Él está bastante caliente para ser un hombre mayor. Y ella tenía magníficos pechos.

—Definitivamente falsos— señaló Tommy un dedo en el aire —pero siendo falsos, sí, son muy agradables.

Laura dejó su mirada ampliarse hacia él.

—¿Los has visto, también? — ¿había alguien que no hubiera visto a Stan y Candy teniendo relaciones sexuales?

Tommy asintió con la cabeza riendo entre dientes mientras se desplazó hacia un costado para subir una de sus rodillas a su lado en el sofá, y Laura se dio cuenta de que su pie cubierto con el calcetín, estirado a lo largo de los cojines, ahora le tocaba su muslo vestido de jean. Normalmente, ella habría sacado su pie de regreso, pero ninguno de ellos hizo el esfuerzo por moverse. Su pierna se sentía gruesa y caliente.

—Mantengo un ojo en el lugar de Braden entre sus visitas —explicó él. —Bajé un día el invierno pasado para pasar unas horas tan sólo haciendo correr el agua a través de las tuberías, encender la chimenea de gas por un tiempo; ese tipo de cosas y, por supuesto, tan pronto como mi camión apareció, miré por la ventana para ver a Stan y Candy rebotando alrededor de su ventana.

Las puntas de los grandes dedos de Braden rozaban de ida y vuelta en la parte delantera de los jeans de Laura, su sexy toque ahora oficialmente poniendo su coño en llamas. Nunca había estado en una situación como esta... teniendo un hombre excitándola mientras que ella miraba a los ojos de otro.

Pero parecía que ella lo hacía, ya que Tommy siguió hablando.

—¿Cuánto tiempo te vas a quedar aquí con Braden?

—Sólo unos días más —no le gustaba pensar en eso, su "retiro" llegando a su fin, y hasta ahora, había optado por no pensar en ello. Por el momento, se quedaba mucho más en el presente, con los dedos de Braden acariciando justo por encima de su monte mientras su pie tocaba el musculoso muslo de Tommy y mirándolo a los ojos muy azules.

El silencio se difundió entonces... Tommy no dijo nada más, y ella tampoco. No estaba segura de sí podría haber mantenido una conversación de todos modos, su garganta comenzó a sentirse atascada, como si esa capa de sensualidad que ella había notado antes estuviera presionando ahora, casi asfixiándola. Sus pechos se sentían apretados dentro de las copas de su sujetador, su coño dilatado contra el algodón que lo cubría.

—Bueno —dijo Tommy, su voz más baja de lo habitual y sonando un poco áspera —creo que es hora de que me vaya.

Laura no respondió, tampoco Braden. Ella quería desnudarse con Braden, rápido... pero realmente no quería que Tommy los dejara por el momento ya que ella estaba disfrutando de su compañía. Y disfrutando de tener un pie en su muslo. Indignante como era darse cuenta, no podía negarlo. Un largo y tranquilo momento pasó, esa sensualidad casi tangible, con un peso en el aire. Hasta que finalmente, Braden dijo —Uh, sí, supongo que sí.

Laura dejó escapar el aliento que no se había dado cuenta que estaba conteniendo.

Cuando todos se pusieron de pie, Tommy les dio las gracias por la invitación, y Braden dijo —Tú compraste la pizza, hombre, yo debería estar dándote las gracias —y Laura trató de examinar lo que había sucedido. ¿Por qué todos habían dudado cuando Tommy anunció su partida? ¿Estaban Braden y Tommy sintiendo lo que ella sentía; alguna confusa sensual química entre todos ellos que desafiaba la definición? ¿O era sólo a ella, medio ebria y completamente errando la lectura, viendo algo que no estaba allí, excepto tal vez en su propia mente?

A medida que se acercaron a la puerta y Tommy se puso una chaqueta de cuero marrón, él le estrechó la mano a Braden, luego levantó una palma a la mejilla de Laura, inclinándose para besar la otra. Al igual que todas las sensaciones que la habían golpeado en la última hora o así, ella sentía el beso bajar, flexionando sus músculos vaginales cuando él se apartó.

—Buenas noches— dijo, y salió a la oscuridad.

Tanto ella como Braden se giraron para mirarse el uno al otro.

—Gran hombre, ¿eh? —preguntó él, pero sus ojos estaban vidriosos, con las mismas emociones que en la actualidad la golpeaban.

Ella asintió con la cabeza.

—Sí. Muy... agradable. Fácil tenerlo cerca —Y él tiene lindos muslos. —Tenía miedo de que frotaras mi coño justo delante de él —levantó la mirada hacia él, midiendo su reacción.

—Tuve la tentación— respondió. —Te sentías demasiado bien, nena —Ella deslizó los brazos alrededor de su cuello, apoyándose para presionar su cuerpo contra el suyo. —Bueno, ahora estamos solos para que puedas darte el gusto.

Ellos estaban en la gran cama de Braden, la capa de nieve afuera combinada con la luz de la luna iluminaba la habitación. Su cabeza descansaba entre sus piernas y la de ella entre las de él, y por primera vez en su vida, comprendía la verdadera emoción de la posición del sesenta y nueve. Mientras Braden rítmicamente bañaba su piel más sensible, ella chupaba su polla profundamente, a veces lanzándola fuera para dejarla caer entre sus pechos.

Sus gemidos mientras ella acunaba su longitud entre los dos montículos de carne le recordaba que él había mencionado que quería deslizarse entre ellos en uno de los primeros intercambios de mensajes instantáneos que parecían tan lejanos ahora. Esta posición hacia que fuera fácil, casi natural, y la sensación de su duro eje entre sus suaves pechos la llenaba con más placer del que ella podía haber imaginado. Pero luego todo era diferente con Braden... cada beso, cada mirada, cada encuentro sexual era más intenso y, a su vez, más satisfactorio que cualquier cosa que ella hubiera conocido hasta ahora.

Cuando levantó su húmedo eje de entre sus pechos para envolver sus labios de nuevo alrededor de la cabeza, él le entregó una presión repentina e increíble a su coño. Oh Dios, ¿qué era eso? Ella gritó... entonces se dio cuenta de que él había empujado a su viejo amigo el vibrador en su interior cuando ella menos lo esperaba.

La respuesta natural de su cuerpo fue reunirse con los lentos, firmes empujes que actualmente él distribuía, sin embargo ella dejó caer la polla de su boca para respirar, — ¿De dónde salió eso? —ni siquiera recordaba la última vez que lo había visto. No es que ella se quejara. Era muy bienvenida la intrusión. Su húmeda lengua sobre su clítoris y el juguete en su interior, al mismo tiempo trajeron en conjunto un nuevo suntuoso placer.

—Lo encontré debajo de la cama —él jadeó.

—Oh Dios —suspiró ella, reuniéndose con otro empuje, tomando el juguete sexual más profundo.

—¿Se siente bien, cariño?

—Mmm —fue todo lo que ella pudo decir.

Y todo lo que le había gustado decir, porque ella tenía cosas mejores que hacer con su boca. De repente, la quería de vuelta alrededor de su pene...mucho, y no dudó en envolver su puño en torno a su longitud y tirar de regreso su potente erección entre sus ansiosos labios.

Ella lo chupó con fuerza, incluso más que antes, mientras él conducía el vibrador más abajo. Oh Dios, las olas de placer la sacudieron, consumiéndola... ningún orgasmo, sino una maravillosa sensación de tal plenitud que no podría haber concebido antes de experimentarla. Su eje en la boca y otro en su coño. Ser llenada en los dos orificios de alguna manera entregaba algo más que el doble de placer, al igual que la atención de los dos hombres antes.

Por supuesto, esto era más intenso. Esto era caliente, sexo crudo, devorador. Dejó que hiciera eso, que la devorara. Dejó de pensar y sólo respondió. Su boca se movía justo por encima del juguete... no podía verlo pero pensaba que estaba chupando su clítoris. Sollozó su placer alrededor de la erección entre sus labios, aturdida y asombrada y tan profundamente complacida como jamás había estado.

Siempre había disfrutado yendo abajo sobre Braden, más que con otros hombres, pero ahora incluso eso era diferente. Ella lo quería follando su boca, activamente llenándola mientras él la llenaba abajo. Tenía un deseo por la dureza, por la masculinidad, que no había tenido antes de este momento, una ansia casi cegadora de ser superada en todos los sentidos, tener todo su cuerpo lleno de él.

Ella lo atrajo a su boca, en silencio urgiéndole a empujar. Sí, sí. Él se condujo en firmes y cortas estocadas. Y abajo, el maravilloso vibrador la folló y su dulce lengua la bañaba. Frenéticos gritos surgieron de su garganta, en torno a su longitud. Su cuerpo se sentía gratamente aporreado por duros ejes de hombres y ella se movía contra ambos, enloquecida por las gloriosas sensaciones extendiéndose a través de ella.

El orgasmo golpeó sin previo aviso, obligándola a liberar su polla mientras ella gritaba su alegría.

—Oh Dios, nene, ¡Oh Dios! —los pulsos de calor atormentándola de pies a cabeza, una y otra vez, casi violentamente por su intensidad, para dejarla exhaustivamente agotada cuando se fueron.

Abriendo sus ojos para ver su majestuosa erección todavía solo a unos pocos centímetros de distancia, brillando por su servicio, ella besó suavemente la punta, un pequeño gracias por tal abrumador placer.

Abajo, él lentamente extrajo el vibrador, entonces dio un salto en la cama para encontrarse cara a cara con ella en la habitación en penumbras. Sus ojos brillaban perversamente.

—¿Eso fue tan bueno como sonaba?

Ella contuvo el aliento.

—Completamente alucinante.

Una vez habría dicho: Esta no soy yo, esta no soy yo. Pero hacía mucho tiempo desde que detuvo eso. Porque, ahora, esta era ella.

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