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Voyeur » Capítulo Doce

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Capítulo Doce

—DESPIERTA, copo de nieve. Es un hermoso día y necesitas salir fuera.

Laura abrió los ojos legañosos, sorprendida al ver a su amante de pie junto a ella, vestido con jeans, una camisa de franela abierta sobre una camiseta de color verde oscuro y unas robustas botas para el aire libre. Se veía tan fuerte y guapo como siempre, un mechón de pelo oscuro inmerso imprudentemente sobre su frente, la barbilla espolvoreada con rastrojo.

—Sabes que necesito escribir—dijo ella. Al igual que ayer, pasar el día con él sería delicioso, pero tenía que protegerse. Esto estaba ahora oficialmente más acerca de su corazón que de su libro... estaba solo acercándose demasiado a él en el último par de días.

—No te preocupes. No estoy tratando de arrastrarte lejos de tu trabajo, pero se me ocurrió que literalmente no has puesto un pie fuera de esta casa desde que llegué aquí, y es un día soleado, por lo que podemos tomar el desayuno en el porche trasero.

Ella parpadeó su sorpresa.

—Um, ¿no está cubierto de nieve?

—No ya que acabo de apalearla. Ahora, vamos, levántate. Tengo los huevos listos para freír y panecillos ingleses listos para tostar. Sólo ponte un par de sudaderas, zapatos y tu abrigo mientras yo cocino y me encontrare contigo en la puerta de atrás en diez minutos.

Mientras Braden se daba la vuelta y se alejaba, Laura se limitó a mirar su espalda, parpadeando una vez más. Extrañamente, esto se sentía casi como si él estuviera... cortejándola o algo así. O, al menos, preocupándose un poco por ella, interesado en ver que salga al aire libre. No había pensado en eso... cómo de confinada había estado aquí. Mientras que lo había notado antes, disfrutaba de la extraña sensación de aislamiento, dado que esta venía con un amante sexy y dominante. Y no podía evitar pensar que estaría helado fuera. Pero si Braden había despejado la terraza y estaba preparando su desayuno, no estaba dispuesta a rechazarlo.

Después de localizar la ropa interior y un par de pantalones jogging negros, se lanzó el suéter de la noche anterior luego encontró un par de calcetines gruesos y entrelazó sus botas por encima de ellos. Sólo cuando entró en la cocina, diciendo —Hey —se le ocurrió que horrible conjunto se había puesto.

Él no pareció darse cuenta, simplemente tiró de la hornalla con una sonrisa en su rostro y una espátula en la mano.

—¿Agarras un par de platos de la alacena, copo de nieve? —luego él volcó con pericia un huevo en la sartén.

—Seguro —murmuró ella, cayendo un poco más enamorada. Él era su amante perfecto pensó de pie mirando su espalda vestida de franela. Él la empujaba y la convencía para atravesar sus límites normales para darle insondable placer y sin embargo, al mismo tiempo era tan fácil estar con él como ahora mismo. Su hombre perfecto. Y ella lo iba a dejar en unos pocos días.

—¿Platos?— le preguntó.

—Oh. Sí. Lo siento —se las arregló para conseguirlos, luego vio como él dejó caer los huevos impecablemente en cada uno así como cuatro mitades de pan extraídas de la tostadora.

Ella se apresuró a agarrar su chaqueta de invierno del armario del hall de entrada y un momento más tarde, estaban sentados en una mesa de picnic de madera construida en la terraza. Aunque el sol ya había secado la mayoría de la humedad dejada por el momento, se dio cuenta de que Braden había traído toallas gruesas para que puedan sentarse.

—Esto es lindo — dijo ella, sonriendo hacia él mientras cortaba un bocado de huevos. Para su sorpresa, el sol era tan brillante que hacia al frío manejable, más ligero y refrescante que amargo. La vista de las montañas cubiertas de nieve hasta donde el ojo podía ver era preciosa, tal vez incluso más de lo habitual porque podía sentir el aire de la montaña y ver hasta qué punto el extenso azul se expandía.

Fue como si él leyera su mente.

—Nada nada como una mañana clara de Colorado.

—¿Cómo llegaste a comprar una casa aquí?

—Solía hacer excursiones a pie a la zona con amigos en la universidad. Con el tiempo me enamoré del lugar y del fuerte contraste con Los Ángeles, así que cuando tuve suficiente dinero para una segunda casa, Vail parecía ser la elección natural.

—Estoy... contenta de que hicieras esa elección —aventuró ella un poco tímidamente. —Si no yo nunca te hubiera conocido, nunca habría tenido este tiempo contigo.

—Buen punto —dijo él mentón apoyado en su puño, su codo equilibrado sobre la mesa. —Me alegro de haber hecho esa elección, también, copo de nieve.

Por alguna razón este era un momento de reflexión para Laura. Porque tan dulce como él estaba siendo, sabía que esto significaba más para ella que para él. Él no dijo eso... no con su voz o sus ojos, esto era algo que ella sabía internamente. Él era un hombre de mundo, un hombre que tomaba amantes, tenía aventuras. Esto tenía que significar más para ella que para él, era indudablemente más que un evento sin precedentes en su vida, algo alterando su vida, de hecho, tenía que admitir.

No así para él.

Solo toma esto por lo que es. Absórbelo. Disfruta del sexo. Disfruta de él.

Y trata de no preocuparte de que este lapso de tiempo con él será el período que defina tu vida entera. Trata de no preocuparte de que nunca será así de bueno, así de completamente magnifico de nuevo.

—Tenías razón —dijo ella lista para volver a un tema normal sencillo. —Es bueno salir al sol por un rato.

Él asintió con la cabeza, una sexy y aún superior mirada adornando su rostro.

—La poco astuta copo de nieve debería tomar descanso más grande, dejarme llevarla a esquiar. O podemos conducir hacia Breckenridge. Un lindo pueblo de esquiadores con un montón de cafeterías y tiendas que probablemente te agradarían.

Tentador, oh tan tentador. Pero...

—No, la poco astuta copo de nieve tiene un libro que terminar. Así que tan bonito como es este desayuno, tengo que volver a entrar y empezar a trabajar pronto.

Él dejó escapar un gemido de frustración.

—Sabes, cariño, soy casi uno de los tan adictos al trabajo que existen, pero hasta yo sé que es aconsejable tomar un descanso y recargar de vez en cuando.

Ella le dio una inclinación de cabeza conocedora.

—Y estoy dispuesta a apostar que si tuvieras algún gran trato sobre la mesa en este momento que fuera sensible al tiempo, estarías trabajando en ello día y noche hasta que lo terminaras en lugar de querer jugar en la nieve.

Él bajó su mentón, entrecerrando sus ojos en ella, y dejó escapar un suspiro.

—Buen punto—luego, haciendo estallar el último bocado de un panecillo inglés con mantequilla en su boca, se limpió las manos en una servilleta y se puso de pie. —Sin embargo, antes de que te vayas...

—¿Qué?

—Ponte de pie.

Ella lanzó una mirada especulativa en su dirección, pensando que su expresión había cambiado sólo a una más oscura y oh-tan-familiar, incluso bajo el brillante sol de la mañana.

—¿Por qué?

Sin responder, él rodeó la mesa y la tomó de la mano, conduciéndola a través de la gran terraza hasta que ella estuvo de frente a la sorprendente vista de Vail y más allá. Él se puso de pie detrás de ella, empujando hacia arriba sus manos por debajo de su abrigo para cerrarse calurosas en sus caderas. Él se inclinó hacia ella por la espalda, e incluso a través de la chaqueta, podía sentir su erección.

—Se me ocurrió darte un poco de deleite mañanero antes de que entres a la casa— susurró cerca de su oído.

Ella miró por encima de su hombro dentro de seductores ojos marrones, ofreciendo su sonrisa más sexy.

—Un problema, esto no es poco.

Él le devolvió la sonrisa.

—Es culpa tuya.

—Supongo que me lo harás pagar luego.

Él se acercó, tirando hacia atrás su desordenado cabello para bajar un beso en su cuello.

—Tengo la intención.

Cuando las manos de Braden suavemente comenzaron a empujar hacia abajo sus pantalones, justo sobre su culo, el aire fresco la golpeó y su coño se estremeció con una mezcla de sensaciones. Reflexionó sobre el hecho de que estaba en una montaña nevada, con sus partes íntimas expuestas. Pensó en Stan y Candy, y en Tommy, y en todos esos ojos que ella había imaginado sobre ellos en la oscuridad de la otra noche. Contuvo la respiración cuando el cálido dedo medio de Braden acarició dentro de ella, el placer haciéndose eco a través de ella por el toque.

—Te das cuenta —ella respiró, la voz haciéndose filiforme así de rápido, —que alguien en algún lugar nos puede estar viendo en este momento —no podía ver la casa de Tommy por encima ni la de Stan y Candy por debajo de este punto de vista, pero la repentina "aparición" de la casa de Stan, a través de los árboles ayer, había demostrado que el lugar de Braden no estaba realmente tan aislado como se sentía.

La voz de él calentó su oreja.

—Poco probable pero posible.

—¿Es por eso que estamos haciendo esto?— ella preguntó — ¿Porque alguien podría vernos? —detrás suyo, ella fue consciente de él desabrochando sus jeans justo antes de sentir su dura polla presionando caliente en el centro de su culo, cuerpo a cuerpo, sus brazos cerrándose a su alrededor. Se estremeció, y no del frío, sino del calor.

—Te gustaba la idea de que alguien pudiera vernos la otra noche —él le recordó.

—Creo que estaba borracha —ella admitió en voz baja.

Él se rió suavemente.

—Eso no tiene nada que ver con esto—bajando su agarre de vuelta a su cadera, deslizó lentamente toda su longitud en ella, haciéndola jadear por la repentina plenitud. —Porque te gusta la idea ahora, también.

Y cuando él comenzó a moverse en ella, y cuando ella empezó a cumplir con sus lentos y firmes empujes, sus manos sujetándose a la barandilla por apoyo mientras arqueaba su culo hacia él, ella no podía negarlo. El saber que en algún lugar, escondido entre los árboles, alguien podía estar observándolos, viéndola tomar su polla, viendo la pasión de cada uno grabada en sus rostros, se agregaba a su excitación. El aire del invierno pasaba ligero a su alrededor, recordándole que estaban al aire libre, haciéndolo en la ladera de una nevada montaña como dos animales, sólo una parte de su naturaleza, la estimulaba.

Él no dijo nada más mientras empujaba profundamente dentro de ella... sólo sus calientes gemidos llenaban el silencio, y ella sabía que ambos entendieron que sus últimas palabras habían sido ciertas. A ella le gustaba la idea de ser observada. Él se la había enseñado. Él la sentía con ella. Y esta mejoraba cada embiste de su longitud en su suavidad, hasta que él finalmente dijo—Dios, nena, me voy a correr —entonces la llenó de una manera completamente diferente.

Un momento después, todavía dentro de ella con sus brazos envueltos calientes alrededor de su cintura, él dijo algo que ella nunca había imaginado que Braden Stone diría.

—La cagué.

Ella giró su cabeza para mirarlo. — ¿Qué?

Inusual culpa cubría su rostro. —Yo no te he dado un orgasmo.

Ella parpadeó y luego sonrió. —Lo creas o no, no estoy en ello sólo por los orgasmos.

Él la miró como si ella acabara de anunciar que era de Marte.

—En serio— dijo ella. —No me malinterpretes, me encantan, pero no tengo que tenerlos o tenerlos todo el tiempo. Se siente lo suficientemente bien solo con tener tu perfecta polla en mí, sólo tenerte follándome tan a fondo.

Retirándose, él le dio vuelta en sus brazos, sus ojos iluminándose con lo que parecía asombro.

—¿He mencionado que eres increíble? —El la besó en la frente y ella temía que podría derrumbarse bajo el peso de la emoción que la llenaba.

Detente. No sientas esto. No te lo permitas. Así sólo encontrarás la locura.

Pero en lugar de responderle y de salir con alguna observación poco seria que aliviaría la tensión en su corazón, ella simplemente respondió besándolo, otro de esos besos ardientes que ellos habían compartido desde el principio, esos besos que eran casi tan buenos como el sexo mismo.

—Mmm —él suspiró cuando este terminó, sus frentes juntas. — ¿Cómo haces eso?

—¿Hacer qué?

—Volverme loco con sólo un beso. Todas las cosas que hemos hecho, y aún tus besos me hacen sentir como si tuviera dieciséis años.

Fue como un destello en su interior saber que él también lo sentía... toda la magia, todo ese poder, sólo por un beso. Ella levantó la boca de nuevo hacia él deseando poder decirle todo lo que ella sentía, lo mucho que había amado sus besos desde el primer momento en que se había subido a la cama con ella, cuán cambiada y nueva la hacía sentir. Pero ella se contuvo, otra vez y sólo se burló de él.

—Supongo que soy así de buena.

Él se rió en voz baja.

—Así eres, copo de nieve.

Entonces él comenzó a buscar a su alrededor por el manto blanco sobre el patio trasero y por debajo de la ladera.

Laura se asomó por encima de su hombro, en caso de que hubiera algo que ella se había perdido, pero sólo vio el brillo del sol sobre la nieve virgen, sin tocar.

—Ya que estamos aquí— él dijo — ¿Por qué no jugamos en la nieve por un rato?

Ella se echó a reír, pensando que él estaba volviéndose implacable por mantenerla alejada de su trabajo.

—Define jugar.

Él inclinó su cabeza, mirando muy en serio.

—Construir un muñeco de nieve asesino.

Laura sonrió. No había hecho un muñeco de nieve desde que era una niña. Tan simple como sonaba, la idea era inmensamente atractiva. Sólo...

—No tenemos pantalones para la nieve.

Braden giró dramáticamente los ojos, tirando su cabeza hacia atrás.

—Tienes razón, sería una tragedia de proporciones épicas si realmente construimos un muñeco de nieve sin pantalones para la nieve.

Ella le sonrió a su sarcasmo concediendo.

—Sin embargo nos vamos a mojar. Y coger frío.

—Soy dueño de toallas, copo de nieve. Y mantas. Y una chimenea. Te prometo que todo irá bien —añadió él con un complaciente guiño.

Para el momento en que lo tuvieron hecho, ambos estaban empapados y fríos, pero gracias a sus esfuerzos tenían un perfecto completo muñeco de nieve de tres niveles con bufanda, gorro de lana, y nariz de zanahoria, todo traído del interior, y los ojos de oscuras piedras grises excavadas por debajo de la nieve en el paisaje del porche delantero. El único consuelo que Braden le había hecho a las preocupaciones de ella sobre sus atuendos eran los guantes de esquí, los cuales él había recuperado del armario del vestíbulo, y también había agarrado una de sus gorras de esquí para Laura.

Al entrar a la casa, ambos se desnudaron, se secaron y se pusieron acogedoras sudaderas secas. Braden hizo tazas de chocolate caliente, las cuales bebieron delante del fuego, hablando de los atributos de construir un buen muñeco de nieve. Él había tenido más diversión con ella en la nieve de lo que podía comprender fácilmente.

Ahora, por fin había subido para dejarla trabajar, decidiendo que podía soportar hacer un poco de trabajo él mismo. Por lo menos, tenía que revisar su correo electrónico. No podía recordar un momento desde la llegada del Internet que hubiera estado todo este tiempo sin comprobarlo. Sólo Dios sabía los incendios que necesitaría apagar por ahora.

Sin embargo, después de conectar al portátil a la conexión de Internet en la habitación principal, quedó gratamente sorprendido al ver que nada demasiado urgente había surgido. Así que se tomó su tiempo respondiendo mensajes, luego cerró el ordenador y se retiró al asiento tapizado de la ventana donde el sol todavía atacaba con toda su fuerza. Apuntalando los mullidos almohadones en un extremo, se reclinó y pensó que podría dejar que el sol lo adormeciera en una siesta. Espiar el muñeco de nieve que él y Laura habían construido trajo una sonrisa a su cara mientras que sus ojos caían cerrados.

Sin embargo, él todavía estaba caliente. Maldita sea, no importaba la cantidad de sexo que tuviera con esa mujer, ella aún lo mantenía en un constante estado de excitación.

Su mente se fue a la deriva con lo que ella había dicho en la terraza sobre la forma en que le bastaba con ser follada por él. Comprendiendo a la mujer que yacía en el núcleo de Laura, hacía tales palabras más emocionantes de lo que serían a partir de cualquier otra chica. Como todo con ella, él nunca se acostumbraba a ello... lo excitaba tanto cada vez como si fuera nuevo.

En poco tiempo, se encontró pensando en la visita de Tommy ayer por la noche, la cual había resultado muy diferente de lo que había imaginado. Él había emitido la invitación con toda inocencia... disfrutaba de la compañía de los chicos, valoraba su amistad, por lo que parecía natural tenerlo para una comida, incluso aunque tuviera la presencia de una amante. Lo que Braden no esperaba era la sensación de que algo más pesado se estuvo desarrollando a lo largo de la noche. Había habido, sin duda, vibraciones muy sexuales en el aire, y no se trataba sólo de hablar de los juegos sexuales de Tommy. Braden sabía que él había proliferado eso, había estado intoxicado sólo lo suficiente como para seguir con la corriente. Así que no se había retenido en decir que Laura tenía unas tetas geniales, y no dudó en traer el tema de Stan y Candy, ni en dejar que su toque derivara peligrosamente cerca de la entrepierna de Laura, mientras que Tommy miraba.

La verdad era extraña... había sentido una desconocida atracción, se encontró imaginando a Laura estando con los dos, él y Tommy. Él se había encontrado a sí mismo imaginándola dejarse ir mucho más... abriéndose ella misma mucho más profundo. Y se encontró él mismo esperándolo. Queriendo verla de esa manera, con otro hombre, con dos hombres.

Tampoco podía dejar de recordar lo mucho que a ella, obviamente, le había gustado tener dos pollas anoche en la cama, incluso si una sólo hubiera sido un juguete. Ella lo había querido también... les quería a él y a Tommy, juntos. Dudaba que supiera que ella lo había querido, pero así era.

El sol finalmente le provocó el suficiente sueño para irse a la deriva. Sin embargo, cuando la somnolencia engranó con su excitación, una pregunta bordeó su mente. ¿Haría ella eso por él, si él se lo pedía? ¿Dejaría ella misma complacer sus verdaderos deseos en un ménage a trois?

Había hecho todo lo que él había querido... todo. Tan perfectamente, tan apasionadamente. Esto sería un gran paso más allá, para todos ellos. Él nunca había compartido una mujer con otro hombre antes tampoco, por no hablar de un buen amigo. Pero, maldita sea, quería que ella conociera el máximo placer, y él quería conocer la satisfacción de dárselo, de saber que ella lo hacía porque él se lo pedía.

Riley y Sloane continuaron desenterrando aún más elementos ocultos en los suelos... algunos estaban escondidos en el patio y las dependencias, pero la mayoría aparecieron en el jardín secreto. Por supuesto, Riley y Sloane aún estaban obteniendo intimidad a cada oportunidad que tenían... hasta el punto que Riley sabía que ella estaba demasiado inmersa en su pasión y no en concentrarse en resolver el misterio tanto como debería. Un hecho totalmente nuevo para ella, ya que su cabeza siempre estaba en el caso. Excepto ahora. Sloane Bennett y el mejor sexo de su vida estaban oscureciendo su enfoque.

Cuando la tía Mimsey invitó a Riley y a Sloane a tomar el té en el porche trasero, Riley sabía que había problemas. Y ella demostró estar acertada incluso antes de que su tía levantara la delicada taza floreada de té a sus labios.

—Winifred me dijo que ustedes dos están negando sus sentimientos el uno por el otro —dijo la tía Mimsey con una vertiginosa, conocedora sonrisa que hizo que Riley quisiera caerse dentro de los tablones de madera del porche. Ya era bastante malo que la tía Mimsey y los Dorchester se hubieran dado cuenta de que algo estaba pasando entre ellos, pero era cientos de veces peor si ellos pensaban que había sentimientos involucrados. Porque si Riley llegaba a insinuar tener sentimientos por Sloane, ella estaría humillada. Lo que ella y Sloane compartían era, al menos en la mente de Sloane, ya lo sabía, estrictamente acerca de cómo ponerse en posición horizontal. O, bien, en algunos casos perpendiculares, y una vez incluso vertical contra uno de los perales... pero no albergaba ilusiones de que Sloane Bennett se preocupara por ella de una manera perdurable.

Así que rápidamente cambió de tema

—Winifred tiene una imaginación salvaje. Nadie aquí tiene sentimientos por nadie más; Sloane y yo simplemente estamos tratando de resolver este caso. Lo que me recuerda, que hemos llegado con un montón de nuevas pistas. La mayoría en el jardín; un jardín secreto —ella añadió, dejando que sus ojos se ampliaran. Ella sospechaba que algún tipo de secreto capturaría el interés de la tía Mimsey y distraería la atención de ella y Sloane.

—Oh sí, el jardín secreto —dijo la tía Mimsey, como si fuera un aburrido trozo de prensa de ayer.

Riley parpadeó. — ¿Tú sabías sobre el jardín?

Tía Mimsey tomó un sorbo de su té, un poco melancólica. —Bueno, yo nunca se lo mencioné a nadie, pero tu tío Walter y yo solíamos besarnos ahí cuando nos casamos.

Sheesh, ¡el jardín secreto era una vía regular para los amantes! Aunque era difícil imaginar a la tía Mimsey y al tío Walter besándose. Riley sospechaba que se veía horrorizada.

Tía Mimsey continuó. —Nunca supe por qué existía el jardín; asumo que Winifred sólo quería un lugar bonito para pasear, pero cuando Walter y yo íbamos allí... bueno, digamos que pasaba mucho más tiempo sobre mi espalda que en mis pies —entonces ella le hizo un guiño.

Y Riley se vio aún más horrorizada. Ugh.

—¿No estás diciendo que tú y el tío Walter... cometieron el hecho allí?

La tía Mimsey redujo su frente, su expresión un poco perpleja. —Porqué, querida, no estoy segura de que hecho estás hablando, pero nosotros tuvimos relaciones sexuales muchas, muchas veces, justo sobre la hierba bajo los perales.

Riley y Sloane intercambiaron miradas de completo disgusto.

—Qué... romántico —dijo Riley con sequedad.

—Oh sí, lo fue —la tía Mimsey revoloteó lejos, y antes de que Riley pudiera detenerla, ella les obsequió la historia de una tarde de agosto especialmente calurosa, cuando ella casi se había desmayado por el calor en el jardín, pero Walter la había atrapado; y le hizo "olvidar todo sobre el clima", concluyó con una risita de niña.

Entre las continuas historias de la tía Mimsey de sexo en el jardín y más acusaciones de una relación entre Riley y Sloane, la siguiente media hora fue insoportable. Cuando, finalmente, la tetera fue drenada y Riley consiguió sus excusas, ella y Sloane prácticamente corrieron hacía la puerta del jardín que daría su escape desde el patio.

—A partir de ahora— dijo Sloane una vez libres, —cuando vayamos al jardín, nosotros estaremos llevando una manta.

—Tal vez dos— acordó Riley.

Sin embargo, aún consternada al descubrir que aparentemente todos los que conocía se habían entregado a sus apetitos sexuales en el jardín antes que ellos, Riley ni una vez pensó en no volver allí con Sloane. De hecho, toda esta charla sobre ello la tenía pensando que ella podría utilizar un poco de liberación en este mismo instante.

—¿Quieres ir ahora? —ella preguntó, inclinando su cabeza, esperanzada.

Él ni siquiera parpadeó. —Espera aquí. Voy a encontrar las mantas.

Y fue sólo cuando Sloane la dejó de pie en la verde y exuberante hierba detrás de la casa de los Dorchester que su mente se aclaró lo suficiente como para darse cuenta de una aterradora potencial verdad: si la tía Mimsey sabía sobre el jardín, eso significaba que, técnicamente, ¡ella era una sospechosa, también!

Braden vagabundeó por la escalera, escuchando el sonido de los dedos de Laura bailando sobre el teclado. No podía creer que alguien pudiera escribir tan rápido y se sentía mal sabiendo que estaba a punto de interrumpir su trabajo cuando era claro que este estaba fluyendo bien.

Egoísta hijo de puta, pensó. ¿Ni siquiera puedes esperar un par de horas, hasta que el sol se ponga, para hablar con ella?

Pero no, él no podía. Y en cuanto a ser egoísta...

Desde el principio, desde el jodido momento en que vio a Laura a través de la webcam, cada movimiento que había hecho había sido para los dos. Provocar su placer le producía placer. Y esto no era diferente. La única parte egoísta era la interrupción, pero tenía la sensación de que ella iba a olvidar todo eso muy pronto.

—Hey copo de nieve, ¿haces una pausa de unos minutos?

El tipeo cesó cuando ella miró por encima de su hombro. Llevaba otro de esos diminutos tops que tanto le gustaban a él y había metido su cabello detrás de sus orejas.

—Estás empujando tu suerte hoy —ella dijo, pero diversión llenaba su voz. Se puso de pie, cuando él se dejó caer en el sofá, acariciando el lugar junto a él.

Tan pronto como ella se sentó, él aflojó sus brazos alrededor de sus deliciosas curvas y bajó un beso en lo alto de su pecho. A partir de ahí, él levantó su boca a la suya, y maldita sea, no importa cuán calientes fueran las cosas, él aún se excitaba apenas besándola.

—Bueno— ella dijo, un poco sin aliento, —este es el tipo de pausa que me gusta.

Él sonrió, pero se hizo más serio mientras la recostaba boca arriba en el sofá, aun sosteniéndola en un flojo abrazo, estirando su cuerpo junto al suyo.

—¿Sabes en lo que he estado pensando durante todo el día?

Ella sacudió su cabeza.

—Ayer por la noche —él le informó su voz profundizándose ante el recuerdo y el conocimiento de hacia donde él se estaba dirigiendo.

—¿Lo de anoche? ¿Pizza con Tommy?

Él bajó su barbilla, mirando hacia ella mientras corría una mano sobre su vientre, arriba bajo su top.

—Sí y no.

Ella lo miró expectante, claramente esperando que él continuara.

—También estaba pensando en lo mucho que te gustó tener dos pollas anoche en la cama.

Un bonito y bastante predecible rosa manchó sus mejillas. Casi siempre había superado su timidez al hablar de su sexo, pero él había sabido que tal declaración la haría retroceder.

—No te pongas muy nerviosa por mí, cariño. Los dos sabemos que te excitó; un montón.

Ella tragó saliva visiblemente.

—¿Puedes decirlo?

¿Ella pensó que lo había escondido de alguna manera? No podía evitar su sonrisa.

—Sí, me di cuenta, y eso realmente me calentó —había visto a Laura en un alto estado de excitación muchas veces, pero algo sobre la noche anterior había sido diferente. ¿Tal vez una rendición más profunda? ¿Algo que él había sentido más que visto? No estaba seguro de qué, pero lo había sabido inmediatamente.

—Bien... está bien. Sí, me sentí... —ella tragó, una vez más una prueba de su nerviosismo sobre el tema.

—Cuéntame.

—Me sentí como... que estaba siendo consumida, tomada, desde todas las direcciones. Sólo... una plenitud increíble que no puedo poner en palabras. Casi abrumada. Yo... no podía controlar mi respuesta.

Él sonrió gustándole su respuesta sobre todo la última parte. A continuación, procedió con lo que él había venido aquí a decir, levantando una mano a su mejilla.

—Quiero darte la cosa de verdad.

—¿Huh?— ella preguntó mirándolo con sus hermosos ojos muy abiertos. Él dejó caer su voz una octava para decirle —Quiero darte dos pollas, bebé. Dos hombres al mismo tiempo. Quiero que estés conmigo y Tommy. Esta noche.

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