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Voyeur » Capítulo Trece

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Capítulo Trece

LAURA dejó escapar el aliento que había estado aguantando.

—Braden —no podía creer lo que él acababa de proponerle.— ¿Estás... estás hablando en serio?

Su mano subió por su costado hasta que la punta de su pulgar rozó su pezón, a través de su top. El placer golpeó a través de ella cuando él respondió —Muy en serio.

Ella aspiró otra respiración profunda, su mente girando. No podía negar que había sufrido indicios del mismo deseo inconcebible cuando Tommy había estado allí la última noche. Sin embargo... no podría hacer algo tan hedonista.

—Dios, Braden, yo... no lo sé.

—¿Debido a que no te gusta la idea? ¿O sólo por qué ésta suena prohibida?

Una imagen brilló en su cabeza... ella, entre los dos hombres, sus manos recorriendo su cuerpo, sus tensas pollas frotándose contra ella. Su coño tuvo un espasmo ante el mismo pensamiento, y en voz baja ella admitió —Lo segundo.

Los ojos de él se oscurecieron por su respuesta haciéndola ahogarse con la humedad entre sus piernas. Apoyando su antebrazo entre sus pechos él le levantó la barbilla hacia arriba.

—Todo está en tu cabeza, cariño.

La voz de él salió entrecortada.

—¿Qué?

—La idea de eso siendo prohibido. Sólo es algo que la sociedad te ha enseñado, pero no es real, no quiere decir nada. Y si lo deseas, deberías tenerlo. Yo quiero que lo tengas.

—¿Por qué?

Él deslizó su rodilla entre sus piernas, presionando contra su caliente coño a través de los pantalones de jogging. Su gran bulto presionado caliente y duro sobre su costado, dándole la urgencia de girarse hacia éste, para tomarlo entre sus piernas.

—Quiero darte el máximo placer, algo con lo que la mayoría de las mujeres sólo fantasean, pero nunca van a tener.

—Oh —su voz llegó demasiado ligera apenas existente. Como siempre, ella se preguntó cómo él se las arreglaba para hacer sonar a tales cosas como casi normales. ¿Y estaba ella realmente considerando eso... dos hombres a la vez? Ella tuvo que contener la respiración cuando el pensamiento... y las imágenes en su cabeza la golpearon de nuevo. Punzando con áspera tentación, ella tragó nerviosamente. — ¿Y quieres hacer eso... esta noche?

—Sí —dicho simple, llana y tranquilamente ordenando, clásico de Braden. Él evidentemente sabía que esto funcionaba sobre ella, lo hacía más fácil para ella aceptar y ceder a sus deseos más bajos.

Ella se mordió su labio, mirando hacia él aun dolorosamente consciente de la rígida erección en su cadera.

—Sé que esto no debería importar, porque en unos pocos días probablemente nunca volveré a verte, pero... ¿No pensarás diferente sobre mí después? Porque cuando esto termine, quiero que tú... me recuerdes con cariño.

Los ojos de él se suavizaron, mirando hacia abajo sobre ella.

—No hay otra manera en la que pudiera recordarte, copo de nieve. Dulce. Sexy. Excitante. Valiente. Nada malo. Lo prometo —él terminó con un beso profundo y tierno, su lengua emparejándose con la de ella y poniendo su coño más cremoso.

Se encontró a si misma elevando sus manos suavemente a su cara, sus dedos rozando el oscuro rastrojo allí. Su respiración volviéndose corta.

—¿Qué si... qué pasa si estamos por... por empezar esto... y de repente me doy cuenta de que simplemente no lo puedo hacer?

Sólo unos pocos centímetros separaban sus rostros.

—Entonces tomas mi mano, me miras a los ojos, y me dices que no puedes hacerlo. Y nos detenemos.

—¿En serio?

—Por supuesto— Él parecía un poco sorprendido. —Laura, tú puedes creer que yo te he hecho hacer cosas que nunca habrías hecho de otra manera. Pero en realidad yo nunca te he hecho hacer nada. Y nunca lo haría; no, si tú realmente no lo quisieras.

Ella asintió con la cabeza lentamente de forma instantánea. Era cierto. A ella tal vez le gustaría pensar que él casi la obligaba en algunas ocasiones a las cosas salvajes que ellos compartían, pero realmente nunca lo había hecho. Sino que él sabía exactamente cómo convencerla. Y ella temía que estuviera terriblemente cerca de persuadirla de nuevo justamente ahora.

—Confías en mí, ¿no?— él susurró con sus oscuros ojos conectando profundamente con los de ella.

Ella asintió con la cabeza de forma automática.

—Entonces harás esto por mí.

Ella casi asintió con la cabeza de nuevo, pero esta vez se contuvo.

—Yo... yo todavía no estoy completamente segura. Parte de mí quiere, locamente, espantosamente, pero... parte de mí sólo...

—¿Sólo qué?

Ella sacó otro largo y profundo suspiro.

—Parte de mí se preocupa por cómo me sentiré después. Una parte de mí, no está segura de poder ser tan salvaje, incluso para ti, Braden.

Ahora fue él quien dejó escapar un pesado suspiro.

—Yo puedo decirte cómo te sentirás después, cariño. Muy complacida. Fenomenalmente bien complacida. Eso es todo.

—¿Estás tan seguro de que no te arrepentirás?

Él lanzó sólo la más leve de las sonrisas.

—Estas son tus Vegas, Laura.

Ella inclinó su cabeza contra el cojín, confundida.

—¿Huh?

—Lo que pasa en la montaña se queda en la montaña. Esto no cambia tu vida o cambia lo que eres. Se trata sólo de placer.

Ella nunca había creído lo que decían sobre Las Vegas. Todo lo que hacías afectaba a lo que eras. Y Laura sabía que si ella se daba a esta tentación, este deseo que ardía más profundo en su interior a cada momento, la cambiaría. No estaba segura de sí sería un cambio para mejor o para peor.

Y sin embargo, Braden le había enseñado tanto sobre el placer. Nunca le había pedido hacer algo que no resultara ser una experiencia para disfrutar. Le había mostrado más placer del que ella había sabido que era capaz de tener. Tal vez él tenía razón. Tal vez debería simplemente apagar todas sus preocupaciones habituales y hundirse aún más en el sensual mundo que él había construido para ella desde que llegó aquí.

Para su sorpresa, él se sentó en el sofá, la salida de su firme muslo dejó el lugar entre sus piernas tristemente vacío. Le palmeó su rodilla y dijo —Te diré lo que haremos, copo de nieve. Tommy tiene un par de juegos de computadora nuevos que él quiere probar, así que yo voy a dirigirme a su casa por un rato y te permitiré trabajar; y pensar. Pondré algunos filetes a descongelar antes de irme, y traeré a Tommy conmigo a cenar alrededor de las siete. Puedes hacerme saber tu decisión entonces.

Ella parpadeó, luego se sentó, un poco desconcertada. Él había dejado de presionarla, persuadirla, estaba realmente poniendo esto en sus manos, dejando que ella decida.

—Urn... ¿Cómo te lo haré saber?

Él echó la sexy sonrisa a la que ella se había acostumbrado.

—Oh, estoy seguro de que encontrarás una forma.

Braden revoloteó alrededor de la casa un poco antes de salir y Laura trató de escribir... ¿pero quién podría escribir ahora? Se sentó en el ordenador mirando hacia fuera al pacífico invierno estableciéndose, tratando de dejar que éste la calmara, pero sus emociones corrían salvajes.

La verdad era que ninguna respuesta parecía la correcta.

¿Quería ella esto? ¿Braden y Tommy, ambos tocándola y follándola?

Que Dios la ayude... sí, lo quería. Cada una de sus terminaciones nerviosas daban la vuelta sólo de pensar en ello. Y Dios sabía que cuanto más profundo se hundía en este asunto con Braden, más quería complacerlo, más quería seguir mostrándole que ella podía ser la mujer excitante que él quería que ella fuera.

Y, sin embargo... esta era una gran línea por cruzar, por lo menos en su mente. Incluso Mónica no había estado con dos chicos a la vez. ¿Y qué si en cinco años ella conocía al hombre perfecto y se sentía obligada a decirle que había hecho esto y eso lo hacía pensar mal de ella? No, Braden estaba equivocado... una vez que hacías algo, no podías deshacerlo.

Por supuesto, si se tratara de un tipo como Braden, ella no tendría preocupaciones. Había sentido la necesidad de preguntar, pero le creyó completamente cuando le había prometido que no pensaría en ella de manera diferente. Ya lo conocía de alguna manera, sabía que a él sinceramente le gustaba ella, la respetaba por completo, no importa qué. Tal vez sólo un tío como ese debería calificarse como el hombre perfecto.

Dejó escapar un suspiro. Tenía la sensación de que los chicos como Braden... verdaderamente libres y con visión del futuro, realmente queriendo brindarle a ella los más profundos, más intensos tipos de placeres, eran pocos y distantes entre sí. La mayoría de los hombres, se niegan a pesar de que podrían, aunque vivieran una doble moral, ellos probablemente pensarían que estaba bien si se entregaban a un trío, pero no querrían casarse con una mujer que admitía lo mismo.

En ese momento su amante vino trotando por las escaleras.

—Me estoy yendo —le dijo él acercándose por detrás luego apretó su hombro mientras se inclinaba para bajar un beso en su cuello.

Ella lo miró.

—¿Alguna vez has hecho algo así antes?

—¿Un trío?

Ella asintió con la cabeza.

Ella pensó que él casi parecía un poco avergonzado cuando dijo —No —negando con la cabeza ligeramente. Y con toda honestidad ella estaba sorprendida, había estado casi segura que él había tenido una larga historia de parejas múltiples.

—Entonces ¿por qué pareces tan seguro sobre ello, tan seguro de que lo quieres?

—No me asusto de mis deseos Laura, nunca lo hice. Yo solo nunca lo quise antes. Pero ahora sí. Contigo.

Su estómago se revolvió. Él quería experimentar algo con ella que nunca había querido con otra mujer. Esto parecía... una oportunidad de ser especial para él, para darle algo de lo que él le había dado tanto... un recuerdo de algo nuevo hecho con él cuando esto se hubiera terminado.

Mientras él caminaba hacia la puerta, se detuvo a mirar por encima de su hombro.

—Sin embargo, Tommy lo hizo, solo para que lo sepas.

—¿Eh?

—Él ha estado con dos mujeres antes. Un par de veces.

Ella dio una ligera inclinación de cabeza. Ella sólo había comenzado a creer que eran todos vírgenes en esto sólo para descubrir que Tommy no lo era.

—¿Las conejitas de nieve se volvieron salvajes? —ella preguntó.

Él sonrió, sus ojos suavizándose.

—Algo así.

Otro asentimiento de su parte, luego ella habló en voz baja.

—Soy más que una conejita de nieve, ya sabes.

Él no lo dudó.

—Yo sé eso, copo de nieve. Lo sé muy bien.

Con eso, Braden se puso una abrigada chaqueta marrón y Laura escuchó cuando la puerta se cerró detrás de él dejando la casa en silencio.

Menos mal. Todavía estaba tratando de envolver su mente alrededor de su propuesta y del hecho de que ella casi había estado de acuerdo. Imágenes aún flotaban en su cabeza. Los dos hombres quitando su ropa, tocándola al mismo tiempo. Su cuerpo, entre los suyos, siendo golpeado por la masculinidad de ambos lados. Y luego por supuesto, la cosa específica que Braden había mencionado, dos hombres significaba dos pollas. A la vez. Todo su cuerpo se estremeció al tratar de imaginar cómo se sentiría o si ella siquiera podría manejarlo físicamente.

Aún no sabía si podría hacerlo. Y no tenía ni idea de cómo ayudaría a componer su mente. Una parte de ella simplemente sabía que no podía hacer nada tan subido de tono. Sin embargo otra parte de ella sabía que no podía defraudar a Braden y que no podía dejar pasar una invitación a lo que sonaba como abrumador placer.

Pero era temprano en el día, horas antes de que algo fuera a suceder. Y Dios sabía que no podía permitirse el lujo de perder la mitad de un día de escritura preocupándose por lo que podría o no suceder esta noche. Y además, el trabajo sería una buena distracción. Pensar en la ficticia aventura de Riley con Sloane Bennett era considerablemente más fácil que lidiar con su real relación con Braden. Y, posiblemente, ¡ups!, Tommy.

Eso fue cuando se dio cuenta de que algo grande tenía que suceder en el mundo de Riley... y ella sabía exactamente lo que era. Retirando su mirada desde la ventana se centró en la pantalla y comenzó a escribir.

Cuando Riley y Sloane dieron la vuelta a la última curva antes de llegar al jardín, él levantó la vieja colcha más alto en su brazo y le agarró de la mano. Pero al llegar a la glorieta de la entrada, una blanca reja adornada con barandales colibrí y enmarcado por muros altos con bien cuidados de verdes arbustos a ambos lados— Sloane se detuvo de golpe, tirando a Riley un paso atrás.

—¿Qué? —ella preguntó estupefacta.

Sloane no la miró, pero podía sentir el oscurecimiento de su comportamiento.

—Espera aquí —dijo él y comenzó a entrar.

—¿Por qué? —ella preguntó, a continuación.

Él se volvió hacia ella, su mirada seria y amenazante.

—Espera aquí, Riley; lo digo en serio.

Riley contuvo el aliento, indignada. ¿Cómo se atreve? Ella observó mientras él caminó a través de la glorieta hacia el jardín, preguntándose qué diablos estaba pasando. Ahí fue cuando lo vio ¡un pie! Ella jadeó, cubriéndose su boca con una mano. El solitario pie de un hombre se extendía en su línea de visión a través de las vides para colibrís... vio el ruedo de los simples pantalones de color azul oscuro y una acordonada bota de trabajo negra saliendo desde el fondo.

En ese momento, reapareció Sloane, frunciendo el ceño cuando vio que ella había estado espiando.

—¿Quién es?— ella preguntó, asombrada. — ¿Y él está...?

—Hawthorne está muerto— Sloane le dijo claramente.

—¡Oh, Dios mío!

—Puedes decir eso una vez más.

Riley nunca se preocupó demasiado por el jardinero de los Dorchester...de hecho, él era generalmente bastante hosco. Pero eso no quería decir que ella quisiera verlo muerto.

—Dime que parece un ataque al corazón o algo natural —ella exigió. Porque descubrir objetos robados en el jardín era una cosa... pero un cuerpo muerto era otra totalmente distinta. No quería descubrir que ellos tenían un asesino en sus manos.

—Bueno— dijo Sloane, —Me encantaría. Pero, dado que el hombre tiene un gran cuchillo en su pecho, no creo que sea lo más probable.

Riley quedó sin aliento de nuevo. — ¿Un cuchillo?—Se encontró acercándose a la glorieta, tratando de mirar a su alrededor. El movimiento reveló más de la pierna de Hawthorne, y la otra, se inclinaba en un ángulo extraño.

Sloane tiró de ella.

—Múltiples heridas de arma blanca, Riley, y una gran cantidad de sangre. Nada que necesites ver, cariño, ¿de acuerdo?

Ella contuvo su aliento y sabía que debía haberse visto en pánico cuando Sloane la tomó en sus brazos. ¡No podía creerlo! ¡En todos los casos en que había trabajado, nadie había sido asesinado!

—Él era una especie de mezquino— ella susurró en el hombro de Sloane, haciéndose eco de su pensamiento de antes, —pero yo nunca lo hubiera querido muerto.

Sloane se apartó un poco.

—¿Mezquino cómo?

Oh, se había olvidado, Sloane no estaba aquí a menudo, así que él no conocía bien a Hawthorne.

—Era del tipo gruñón. Recientemente, de hecho, tuvo varios encontronazos con la tía Mimsey, le gritó a ella por estacionar su auto sobre el borde de nuestro camino, consiguiendo una de las ruedas en el jardín delantero de tu tía y tu tío y creando surcos. Pero ella está envejeciendo; su conducción no es lo que solía ser. Y es sólo una de las ruedas, por el amor de Dios; confía en mí, si tú conocieras a la tía Mimsey bien, sabrías que podría ser mucho peor.

Los ojos de Sloane se estrecharon.

—¿Cuántas veces ha pasado esto?

Riley pensó en ello.

—¿Tres? ¿Cuatro? No estoy segura. Yo solo sé que él fue muy tempestuoso sobre ello, y ella se puso muy molesta. La tía Mimsey no se enoja a menudo, pero Hawthorne la tenía en un buen estado.

Ella dejó de decir tonterías cuando vio la preocupación en la mirada de Sloane. Y ella comprendió lo que él estaba pensando incluso antes de que lo dijera.

—Riley, cariño, lo siento, pero sabes dónde están todos los puntos, ¿no?

Ella no respondió, no podía responder. La sola noción era demasiado horrible.

—Sabes que tu tía está empezando a parecer culpable.

Riley contuvo su aliento. La tía Mimsey era una parte muy importante de su vida, y había sido como una madre para ella desde que la suya había muerto. Sin embargo, su tía se había vuelto poco a poco más confusa en los últimos años. Y ella había codiciado el broche de la señora Dorchester, así como ese autógrafo de Hemingway. De hecho, Riley temía que si ella pensaba largo y duro, podía encontrar una conexión entre la tía Mimsey y cada elemento que había sido robado de la casa de los Dorchester. ¿Y si ella había estado escondiéndolos, pensando en devolverlos más tarde, después de que su desaparición hubiera sido olvidada? ¿Y si ella había pensado que era demasiado peligroso tenerlas todas en su poder hasta que los Dorchester se dieron a la búsqueda de ellos y todo esto se calmó?

Todas tontas especulaciones, ella misma se aseguró. Y encontró imposible de creer que la tía Mimsey fuera capaz de matar... excepto por una cosa terrible de la que incluso Sloane no sabía nada, ya que Riley se había callado antes escupirlo. La tía Mimsey había estado tan molesta por su último escándalo con Hawthorne que ella le había dicho a Riley, "Si ese hombre me grita una vez más, voy a hacer que lo lamente".

¿Qué pasa si ese momento había llegado? ¿Qué si Hawthorne había empujado a la tía Mimsey demasiado lejos?

—Sloane, haz el amor conmigo —declaró Riley, su voz áspera con desesperación.

Él aun la sostenía, pero con suavidad tiró hacia atrás.

—Riley, tenemos que llamar a la policía. Tenemos que decirles a mi tía y a mi tío lo que sucedió. Y tú y yo tenemos que unir nuestras mentes para averiguar quién es el responsable —El miró hacia el árbol. —Además, el jardín está un poco... ocupado por el momento.

—No me importa; nada de eso. No en este momento. Sólo hazme el amor, Sloane. ¡No quiero esperar! Hazme olvidar todo lo malo por un rato. Aléjalo. Hazlo de modo que no haya nada sino tú... tú dentro de mí.

Ella vio cuando los ojos de Sloane se oscurecieron, entonces comenzó examinar el espacio que los rodeaba. Tomando la muñeca de Riley, él la llevó a toda prisa por la entrada del jardín y a la sombra de un gran y extenso arce, todo verde y ondulante con el verano. Él tiró las mantas en el suelo, luego la empujó sobre sus rodillas, juntándose a ella en un duro y urgente beso.

Este sexo sería diferente a todo lo que ellos habían compartido en el jardín, Riley lo sabía. Él la había llevado a límites insospechados en ese ambiente prístino, pero esto... fuera del jardín, en la crecida hierba, las grandes ramas de los árboles goteando sobre ellos, balanceándose locamente ahora en una súbita y cálida brisa, sería algo mucho más salvaje todavía.

Braden descansaba cómodamente en un sofá en la oficina de Tommy, un ordenador portátil equilibrado sobre él, mientras Tommy se sentaba detrás de su escritorio manejando un ordenador más grande. Se turnaban en un juego de búsqueda para dos jugadores que involucraba castillos medievales y doncellas en las mazmorras. Braden estaba utilizando la última de sus cinco espadas y a menos que matara al dragón guardián del foso en este intento perdería el juego. Pero ni siquiera estaba seguro de si ellos terminarían el juego teniendo en cuenta el tema que acababa de abordar sin previo aviso. Él sólo le había preguntado a Tommy si quería hacer un trío con él y Laura.

Tommy lo miró alrededor de su pantalla.

—Amigo, ¿estás seguro de que quieres esto?

Braden dio un corto y definido asentimiento.

—¿Alguna vez hice algo de lo que no estaba seguro?

Tommy se encogió de hombros en concesión. —Nop; yo diría que eres el hombre más seguro que he conocido. Pero esto es un poco diferente a cual pista de sky derribar o que deseas en tu pizza. Infiernos, es incluso un poco diferente a qué empresa comprar, por el amor de Dios.

Braden ladeó su cabeza.

—Esto viene de la persona que es el experto oficial en tríos. Pensé que esto no sería nada para ti.

Los ojos de Tommy se estrecharon.

—A mí no me preocupa. Solo tengo que asegurarme que realmente quieres compartirla.

—Lo que quiero es darle más placer del que cualquier hombre le dio... o alguna vez le dará. Y esta es la forma.

Tommy se echó hacia atrás.

—Whoa, esto suena en serio.

Ahora fue Braden quien se encogió de hombros.

—Ella se abrió a mí de una manera en la que nunca lo hizo para nadie más. Yo sólo quiero llevar eso más lejos, mantener ese impulso. Quiero ver su máxima experiencia de placer; quiero verla tomar dos pollas.

Él observó a Tommy contener su aliento.

—Maldita sea— dijo ahora sonando más excitado que preocupado.

—¿Eso es un sí?

—Uh, sí. No creo ser lo suficientemente fuerte como para dejar pasar esta oportunidad, incluso si quisiera.

—Bien. Y además, pensé que esto pondría fin a tu sequía de sexo.

Tommy asintió con la cabeza.

—Un infierno de manera de ponerle fin, eso es seguro.

—Solo recuerda lo que te dije; nosotros debemos hacerla desearlo a lo largo de la cena.

Sé que ella está en esto, solo que aún no se ha convencido a sí misma en el pensamiento de que esto es correcto.

—Lo tengo. Jugaremos esto por oído, llevándolo a donde ella quiera que vaya.

—Exactamente— Ahora que esto estaba resuelto, Braden miró de nuevo a su pantalla y reanudó preguntándose cómo iba a matar a ese maldito dragón testarudo y llegar a la doncella a la espera de rescate en el interior del castillo. Pero el pensamiento de esa damisela le hizo retroceder.

—Una cosa más.

Tommy miró alrededor de su pantalla de nuevo. — ¿Qué es?

—Puedes hacer cualquier cosa con ella, todo lo que ella quiera. Pero no la beses. En la boca, quiero decir.

Tommy parpadeó claramente sorprendido.

—¿Por qué? ¿Qué importa?

El pecho de Braden se apretó ligeramente. No tenía una respuesta, sólo sabía que se sentía convencido de ello.

—Simplemente no lo hagas.

Una hora antes del horario que Braden estableció para volver con Tommy, Laura terminó su trabajo y se dirigió hacia las escaleras para una ducha. Mientras corría el jabón sobre su cuerpo, no podía dejar de pensar en el baño ultra sensual que había compartido con Braden. Ella había estado en un estado de semi excitación toda la tarde desde que él la había besado en el sofá y conseguido calentarla, entonces se fue sin tomar aún más. Ahora, sus pezones se mantenían erguidos y sensibles, y su coño se estremecía miserablemente.

Mordiéndose los labios pensando en la tarde, alcanzó la crema de afeitar todavía en el asiento de la ducha y, sentándose allí, se afeitó las piernas y el sensible montículo entre ellas. Al igual que antes, cada suave trazo de la maquinilla de afeitar abría un camino de fuego sobre la doliente carne, poniéndola aún más caliente.

¿Se estaba preparando para un ménage a trois? Ella mantuvo su aliento, todavía insegura. Sólo sabía que quería hacer de ella lo que Braden había hecho de ella antes de esto: un ser totalmente sexual. Ella quería ser despertada. Y ella quería que su cuerpo estuviera liso, suave y limpio y su coño valientemente exhibido para lo que sea que sucediera después, ya sea con un hombre... o dos.

Después, ella acarició su mano entre sus piernas abiertas para asegurarse que se sentía suave al tacto. Suave, húmeda y resbaladiza.

Saber cómo se sentía ella para Braden, o cualquier otra persona, amplificó aún más su excitación.

Sólo cuando ella salió de la ducha, dejando caer su toalla al suelo para caminar desnuda por la habitación, se percató de la pequeña bolsa de compras sobre la cama, rosada y brillante. Cuando se acercó, ella también espió una tarjeta con su nombre.

A toda prisa, la abrió y leyó la pequeña, precisa escritura dentro.

Copo de nieve—

Compré esto para ti antes de venir aquí y simplemente no había encontrado el momento adecuado para dártelo. He estado más ocupado, en tenerte fuera de tus ropas . Considero esta noche apropiada... es decir, si decides que quieres el máximo placer que prometí. Sin presión sin embargo. Yo quiero darte más que lo que quiero dejar escapar, pero tienes que quererlo, también, tanto como yo lo hago. Espero que estés usando esto cuando regrese a casa, pero si no, lo entenderé.

Braden

Su corazón bombeó rápido, buscó en la bolsa. Ubicado en papel de color rosa ella encontró un conjunto de encaje color champán: un sujetador, una linda camisola con triangulares y redondeadas copas, y una sexy tanga. Recordó la vez en que le había preguntado su talla de sujetador, y suponía que ésta era la razón. Sólo que entonces, ella se había imaginado a él teniendo más artículos entregados... no podía haber concebido a él viniendo aquí y dando la vuelta a su mundo sexual.

Sin dudarlo, ella se puso la ropa interior de encaje, la cual lucía un lacito en la parte trasera, donde las tiras pequeñas de tela se reunían, luego se puso el sujetador y se dirigió hacia las puertas de espejo del armario. Se adaptaban perfectamente y se sentían caras. Tuvo que dejar escapar un pesado suspiro solo viéndose a sí misma, la elevación de sus pechos desde el sostén que apenas ocultaba sus pezones, la pendiente de las bragas abrazando su coño.

Volviendo a la cama, se deslizó la camisola sobre el sujetador. Ambos eran necesarios si realmente tenía la intención de ponerse la camisola como "prenda", las copas no ofrecían ningún soporte, y ella quería que su pecho luciera atrevido y firme, quería las hinchadas curvas sexualmente elevadas.

Lo cual planteaba la cuestión... ¿pensaba realmente usar esto? ¿Esta noche? ¿Para cenar?

Se mordió los labios mientras ella misma se estudiaba en el espejo, luego agarró los jeans vaqueros que había usado la noche anterior. Le hubieran gustado unos zapatos de tiras para completar el equipo, pero en general, los jeans y la camisola solos daban un look sexy y confiado.

Un look que, si fuera verano, ella en realidad usaría en una cita o una salida con amigos. Pero si Braden y Tommy se presentaban para encontrarla en esto, con la nieve afuera, cuando la noche anterior se había puesto un suéter y calcetines con copos de nieve para cenar, esto haría una declaración. Para Laura, diría Fóllame con tanta claridad como las medias de red y los tacones de aguja lo decían para Candy en la casa de al lado. Ellos entrarían, la verían a ella, y sabrían lo que ella quería.

La pregunta era: ¿Lo quería? ¿Podría? La respuesta no parecía mucho más clara de lo que había sido hoy temprano.

A menos que consideraras que ella estaba aquí vestida para tener relaciones sexuales después de la cena, cuando sabía que su amante y su amigo iban a llegar en una hora.

A menos que consideraras la forma en que su coño quemaba en estos momentos, y el sentido de que sus pechos se sentían más grandes de lo normal, doliendo a punto de estallar libres del encaje champagne que los sostenía.

A menos que consideraras que la parte más oscura de ella se preguntaba cómo se sentiría esto, quería saber, quería experimentarlo, quería vomitar al viento toda la cautela por primera vez en su vida.

Fue entonces cuando ella escuchó la puerta abajo. Maldita sea, ellos llegaron temprano.

—Laura, cariño, estamos en casa. ¿Estás arriba?

Corrió hacia la puerta y salió a un pequeño descanso que daba hacia el vestíbulo.

—Justo bajando en este momento.

Y la siguiente cosa que supo, ella estaba frente a ambos hombres, oliendo el frío que ellos habían traído y viéndolos pisar la nieve de sus zapatos, entonces viéndolos mirar hacia ella... y sonriendo.

La mirada de Braden era particularmente conocedora, y particularmente caliente, mientras su mirada capturaba su top antes de rozar sus ojos.

—Te ves bien esta noche, nena— él dijo levantando una mano hacia su mejilla mientras se inclinaba para ofrecer un beso corto, un poco frío.

Pero Laura no sentía el frío, sólo el calor, el suave fuego que recién se había encendido en el ambiente entre los tres.

—Gracias —ella dijo tratando de ocultar un último trago un poco nervioso.

Luego se giró hacia Tommy, lista para ser audaz, dispuesta a mostrarle a Braden que ella podía ser tan aventurera como él quería que ella fuera.

—Me alegro de que pudieras unirte a nosotros esta noche.

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