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EL PENE DE LYNDON JOHNSON

Cuando las balas de Lee Harvey Oswald acabaron con la vida de Kennedy en noviembre de 1963 en Dallas, el vicepresidente Lyndon B. Johnson se instaló en el Despacho Oval junto con su inseparable Jumbo. Así es como Johnson llamaba a su pene: Jumbo. Robert Caro, el escritor y periodista ganador de dos premios Pulitzer, escribió una biografía de LBJ en la que recreó una escena que se repitió varias veces cuando Johnson era congresista. Si coincidía en el urinario con algún colega, LBJ solía mostrarle su órgano sexual mientras le preguntaba «¿has visto alguna vez algo tan grande?». Johnson llegó a pedir a su sastre que no le hiciera tan estrechos los pantalones a la altura de Jumbo, porque no le dejaba espacio suficiente y le apretaba mucho. Incluso existe una grabación de esa charla telefónica entre el presidente y su sastre, disponible en Internet para los interesados. No puede haber mayor ejercicio de transparencia.

En el libro La residencia, de Kate Anderson, se cuenta que LBJ exigió un cambio en su ducha de la Casa Blanca: quería que se instalara un grifo dirigido exclusivamente hacia su pene. Cuando el encargado de ejecutar la orden puso reparos, el presidente echó mano de la guerra de Vietnam, que estaba en pleno desarrollo: «Si puedo movilizar a 10 000 soldados en un solo día, usted seguro que puede arreglar la ducha tal y como le he dicho». Se desconoce si el progresivo incremento de tropas americanas en Vietnam se debió a la ausencia del grifo solicitado por Johnson.

Otro de sus biógrafos, Robert Dallek, documenta que en cierta ocasión Johnson recibió a un periodista empeñado en interrogar al presidente sobre ese creciente número de soldados americanos en Vietnam. ¿Por qué tantos?, le preguntó. Johnson se abrió la chaqueta, maniobró en su cinturón, soltó el botón de su pantalón, bajó la cremallera, se alivió de la presión de su ropa interior haciéndola descender unos centímetros, y expuso a la vista aquel «órgano tan sustancial», según definición de quien lo estaba viendo. «Es por esto», respondió LBJ. El periodista, impresionado, le dijo que «si yo tuviera un pene como ese lanzaría una guerra espacial».

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