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EL PAPEL DE HUMA

«La secretaria de Estado utilizó un servidor privado solo para proteger sus correos personales». Para cuando Huma Abedin hizo esa declaración, el tal Guccifer, el hacker rumano había sido extraditado a Estados Unidos, y estaba en prisión a la espera de juicio.

Huma Abedin fue interrogada durante cinco horas. Negó cualquier cosa que pudiera poner en riesgo la difícil posición de su jefa. Fue fiel con ella, como siempre. Asesora, confidente y número dos de la campaña de Hillary Clinton. La persona de la que más se fía la candidata. Quizá la única. Se entienden bien, aunque son de generaciones distintas. Hillary es casi treinta años mayor que Huma. Se conocieron en la Casa Blanca en 1996. Abedin apenas tenía diecinueve años cuando consiguió una beca en la residencia del presidente Bill Clinton.

Becaria, Casa Blanca, Bill Clinton, 1996… En efecto, Huma Abedin entró como becaria al servicio del presidente casi a la vez que lo hizo la becaria más famosa del mundo, Monica Lewinsky. Como resulta evidente, siguieron caminos muy distintos.

Huma Abedin nació en el estado de Michigan en 1976. Su familia es de origen indio y pakistaní. Es musulmana. Habla árabe de forma fluida. Cuando obtuvo la beca fue asignada a la Oficina de la Primera Dama. Desde entonces nunca han dejado de trabajar juntas.

En 2010, el ya expresidente Bill Clinton participó en la ceremonia de su boda, en lo que suponía una premonición para los problemas matrimoniales que luego tendría. Huma Abedin se casó con Anthony Weiner, un joven, atractivo y prometedor congresista por el noveno distrito de Nueva York. Ya entonces formaba parte de una lista no muy larga de candidatos a ocupar altas magistraturas políticas por el Partido Demócrata al pasar de los años. Pero Weiner (he aquí la premonición) decidió cometer un suicidio político.

No había pasado todavía un año desde que Bill Clinton asistiera a su boda, cuando Weiner se vio envuelto en un escándalo sexual. Envió una fotografía explícita de sí mismo a la cuenta de Twitter de una mujer. Su esposa Huma ya trabajaba a las órdenes de Hillary Clinton en el Departamento de Estado. Anthony, como Bill unos años antes, empezó por negarlo todo, pero pasados unos días tuvo que admitir que llevaba varios años intercambiando mensajes con hasta seis mujeres. Dimitió de su cargo en el Congreso. Pero no aprendió lo suficiente.

Dos años después, en el verano de 2013, Anthony Weiner trataba de volver a la política lanzándose a la carrera por la alcaldía de Nueva York. Pero envió fotos explícitas a una joven llamada Sydney Leathers. Ambos habían establecido contacto, curiosamente, cuando ella le reprochó a través de Twitter sus aventuras extramatrimoniales.

La pareja Abedin-Weiner sobrevivió, al menos formalmente, a estos episodios. Son padres de un hijo que nació entre medias de esos dos escándalos. Cuando la campaña presidencial cogía velocidad, la prensa más conservadora trató de encontrar buenos argumentos contra el matrimonio, para que Trump tuviera gasolina que quemar.

El tabloide The New York Post publicó que Huma Abedin escribió artículos para una revista saudí dirigida por su madre. Y se entrecomillaban algunos pasajes claramente contrarios al feminismo occidental. Se aseguraba también que esa revista culpó a Estados Unidos de los atentados del 11-S. En aquel momento, Huma era becaria en la Casa Blanca. A finales de agosto de 2016, el Post también publicó que Weiner volvía a utilizar las redes sociales para establecer contactos sexuales con mujeres distintas de la suya, mientras Huma estaba en medio de las acusaciones contra Hillary por las donaciones a la Fundación Clinton.

Trump aprovechó para mezclarlo todo. «Huma Abedin está casada con Anthony Weiner. Ella sabe todo lo que hace Hillary Clinton y está casada con un tipo incapaz de controlarse, un pervertido». Trump no utilizaba esta frase solo para decir lo que textualmente se puede leer. Donde dice que Huma Abedin está casada con un pervertido, cambien el nombre de Huma por el de Hillary. Ese era el mensaje subliminal que en otras ocasiones ya había lanzado sin perder el tiempo en ocultarlo. Los efectos políticos de las pasiones corporales de Bill Clinton nunca han abandonado a la pareja. El recuerdo de Monica nunca desaparece.

El 29 de agosto de 2016, a dos meses y diez días de las elecciones, Huma Abedin, número dos de la campaña de Hillary Clinton, anunció públicamente que «después de una larga y dolorosa reflexión y trabajo en nuestro matrimonio, he tomado la decisión de separarme de mi esposo. Anthony y yo seguiremos dedicados a hacer lo que es mejor para nuestro hijo, que es la luz de nuestra vida. Durante este tiempo difícil pido respecto a nuestra privacidad». Más madera, esto es la guerra.

Pero si los responsables de la campaña llegaron a pensar entonces que aquella crisis había terminado con la separación de Huma y Anthony, no tardarían mucho tiempo en arrepentirse de tanto optimismo infundado. De forma abrupta, a menos de dos semanas de las elecciones, la carga explosiva que seguía latente en los emails de Hillary Clinton volvió a estallar.

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