Trump

Trump


6. ¿Por qué? » ¿Era Hillary una buena candidata?

Página 145 de 157

¿ERA HILLARY UNA BUENA CANDIDATA?

Quizá, es posible, quién sabe, acaso, Hillary, no fueras tan buena candidata como la élite sugería. Como los analistas más distinguidos decían. Como el Partido Demócrata aseguraba. Como los medios de comunicación tradicionales de Nueva York y Washington daban por hecho. Como tú misma pensabas.

Y perdiste. ¡Qué duro, Hillary! Aquella noche del 8 al 9 de noviembre, todos esperábamos que, en la derrota, salieras a dar la cara en un arrebato de dignidad y orgullo democráticos, como siempre hicieron los perdedores: reconocer públicamente la victoria de tu contrincante y ponerte a su servicio, si el país lo requiere. Altura de miras, grandeza histórica. Pero no, Hillary. Los tuyos se quedaron huérfanos de ti. Vieron salir a aquel estrado preparado para la presidenta electa a su jefe de campaña, el enjuto John Podesta. Su sonrisa era la de quien acaba de recibir un puñetazo inesperado en la boca del estómago, y que más que sonreír solo es capaz de mostrar una mueca, mientras espera que transcurra cuanto antes un largo minuto para recuperar el resuello y llenar sus pulmones de oxígeno.

¿Dónde estabas, Hillary? Te imaginábamos llorando sin consuelo en tu habitación. Gritando a las paredes tu desgracia. Quizá estabas sola, o quizá te acompañaba Bill, que sabe mucho de momentos trágicos. Como tú. Quizá estaba también Chelsea, abrazándote con fuerza para detener tus pasiones autodestructivas en un momento como ese, de gran desaliento y profunda depresión. Quién no se ha querido golpear la cabeza contra la pared alguna vez en la vida… Quién no lo ha hecho alguna vez en la vida… Cuando las expectativas a las que uno mismo se obliga son demasiado altas, la caída se produce desde muy arriba y abajo no hay con qué amortiguar el golpe.

Algunos creen que no saliste a hablar aquella noche porque no querías llorar en público. Nunca has querido que te vean así. Bastante derrotada estabas ya como para, además, dejar una imagen patética en la memoria histórica del mundo. Ese regalo no se lo harías a tus enemigos. Y son tantos…

Lo tenías todo preparado en el Jacob K. Javits Convention Center de Manhattan, frente al río Hudson, y muy cerca del Lincoln Tunnel, el túnel que cientos de miles de personas utilizan cada día para ir de Nueva Jersey a Nueva York y viceversa. Allí se iba a producir tu ascensión a los cielos del poder mundial. Pero apareció Podesta, consumido, y animó a tu gente a irse a casa a dormir un poco, porque esa noche no habría nada que celebrar. Un chasco.

Ir a la siguiente página

Report Page