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3. Ruta hacia la Casa Blanca » Los masones y las convenciones

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LOS MASONES Y LAS CONVENCIONES

Los meses de julio de cada año electoral, los americanos ponen en marcha el gran espectáculo político de las convenciones. Cada partido nombra con formalidad a su candidato a la presidencia y lanza globos de colores al aire. Pero no siempre existieron las convenciones.

Las inventaron quienes odiaban a los masones.

A principios del siglo XIX se extendió por Estados Unidos la impresión de que los masones (la llamada Freemasonry) se habían constituido en una sociedad clandestina elitista, convencida de que podía y debía gobernar el país desde la sombra. El sistema democrático cincelado por los Padres Fundadores estaba en riesgo si caía en manos de una organización secreta, constituida por individuos vestidos con extraños atuendos y decididos a realizar ceremonias que parecían satánicas.

En 1828, un grupo de inflamados antagonistas de los masones se escindió del Partido Nacional Republicano y constituyó el Partido Antimasonería. Aquel fue el primer tercer partido de los Estados Unidos, pero no el último. La historia ha ofrecido organizaciones políticas que supieron fracasar con mucho pundonor, tratando de quebrar el bipartidismo de demócratas y republicanos.

En 1832 conformaron la primera convención nacional para elegir a su candidato a la presidencia. Nombraron a William Wirt, antiguo fiscal general. Para no cumplir en absoluto con su objetivo prioritario, el Partido Antimasonería había elegido a un masón. Wirt lo era y se pavoneó de ello en su inacabable discurso de cuatro horas ante la propia convención antimasónica que le acababa de nombrar. Wirt no ganó las elecciones. Fue una nota a pie de página, al igual que lo fue William Pitkin, el primer americano elegido en una convención de la sociedad secreta Hijos de la Libertad, aunque para el cargo de gobernador de la colonia de Connecticut en 1754.

Los dos grandes partidos copiaron pronto la idea de la convención y, con el paso de los años, han llegado a situarla en el más alto nivel inoperativo: un monumental espectáculo político, y solo eso. El periodista William Safire lo ha explicado así: «La convención ha devenido en coronación». Hubo un tiempo en que en las convenciones sí pasaban cosas: había luchas políticas con debates intensos y la elección no era evidente, al contrario de lo que ocurre ahora. La cobertura televisiva las ha transformado en un show que a veces provoca vergüenza ajena; una coreografía televisiva a la que se llega después de las elecciones primarias y, por tanto, sin dudas que resolver.

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