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3. Ruta hacia la Casa Blanca » Y Sanders se rindió… por fin

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Y SANDERS SE RINDIÓ… POR FIN

En caso de duda, color corporativo. Al contrario que en Europa, en Estados Unidos el rojo es el color de los más conservadores, los republicanos, mientras que el azul simboliza a los demócratas, más progresistas (o menos conservadores que los republicanos; aplicando los baremos políticos europeos, un demócrata americano es, como mucho, un centrista). Hillary optó por el azul para asistir a la tardía rendición del único rival que le hizo sombra en las primarias de su partido. Traje de chaqueta en tonos celestes y blusa blanca. Nada espectacular, siguiendo su estilo tradicional. La moda nunca ha enardecido los ánimos de Hillary.

Bernie Sanders, tan monótono en la vestimenta como ella, es lo más parecido a un socialdemócrata que haya tenido Estados Unidos en mucho tiempo. Por definición (supuesta) un socialdemócrata es para los americanos del norte el equivalente a un comunista. Hasta Obama ha sido considerado un comunista por determinado sector social filonazi, y ha sido acusado hasta de filoislamista por Donald Trump.

Sanders nunca había pensado llegar tan lejos. Solo pretendía llamar la atención de su partido, y empujarlo hacia la izquierda con un mensaje casi trasplantado desde movimientos como el 15-M español. Pero las primarias avanzaron, y este senador nacido en Brooklyn (Nueva York), que había sido miembro de la Liga Socialista, descubrió cómo cientos de miles de jóvenes alentaban su discurso en los mítines y le votaban en su recorrido estado por estado. A sus setenta y cuatro años, cuando quizá ya no lo esperaba, Sanders se había convertido en un personaje de ámbito mundial. En Estados Unidos se había hecho famoso en 2010, cuando protagonizó una sesión parlamentaria en la que aplicó la llamada «táctica del filibusterismo». Consiste en abusar del reglamento de la Cámara que permite hablar sin límite de tiempo, para retrasar o incluso paralizar la aprobación de una norma que no sea del gusto de algún congresista. Sanders tomó la palabra y no la soltó durante las siguientes ocho horas y media. Aquella intervención se hubiera podido resumir en dejar claro que estaba en contra de los recortes de impuestos a los ricos establecidos en la era Bush y que Obama pretendía mantener. Pero se tomó su tiempo para explicar el calado de su protesta.

Empezó con una frase de contenido solidario, en términos generacionales: «No quiero ver a nuestros hijos y nietos con un peor estándar de vida que nosotros». Y no terminó de forma muy distinta, después de consumir algo más de lo que dura una jornada de trabajo completa: «Voy a terminar», advirtió Sanders, para solaz de sus compañeros de escaño. «Podemos aprobar una propuesta mejor para el pueblo americano y, lo que es más importante, para nuestros hijos». (Si usted desea ver aquel discurso de Bernie Sanders en toda su extensión, puede hacerlo aquí: http://www.c-span.org/video/?297021-5/senator-sanders-filibuster).

Sanders ha batallado desde The Hill (como se conoce al Capitolio de Washington, la sede del Congreso, por estar en lo alto de una colina) contra todo lo que no fuera suficientemente parecido a lo que quizá aprobarían con normalidad los socialdemócratas escandinavos, esos con los que también luchan por ser identificados en España desde el PSOE a Podemos. Y eso permitió a Sanders representar a los americanos del progresista estado de Vermont como miembro de la Cámara de Representantes desde 1991 hasta 2006 y, desde entonces, como senador.

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