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3. Ruta hacia la Casa Blanca » El acierto de Trump

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Quizá porque Donald Trump es algo más, mucho más, que un tipo histriónico, desafiante, cargante y despreciable. Trump supo encontrar lo que muchos americanos estaban buscando: alguien que pusiera boca abajo el sistema político del país, carcomido por décadas de amaneramiento y episodios de abuso.

La América profunda dista mucho de ser Manhattan. La América profunda no es

cool ni cosmopolita. No es progre ni visita museos de arte moderno. La América profunda apenas sale de viaje más allá de su estado. Tiene problemas para situar a Europa en un mapa. Y no se avergüenza de nada de esto. Siente orgullo de lo que es, y odia Washington y lo que representa. Odia a quienes ocupan los cargos públicos, a los funcionarios que cobran su sueldo de los impuestos de la gente, odia a los representantes políticos que les obligan a cooperar en el gasto común, odian que les digan lo que pueden o no pueden hacer. Y Trump les prometió una revolución contra el sistema. Les prometió golpes encima de la mesa. Les prometió acabar con todo lo que les da miedo y promocionar lo que desean. Les daba a través de la televisión el mismo lenguaje que ellos, la gente corriente, utiliza en la intimidad de su hogar. La duda en aquel momento era si satisfacer los bajos instintos de las bases republicanas para ganar la nominación serviría también para la Casa Blanca.

En 2008, cuando el triunfo de Barack Obama ponía fin a ocho años de presidencia de George Bush, ya se vislumbraba el problema que los republicanos podían tener a medio y largo plazo. Parece difícil ganar el voto de aquellos a los que insultas: hispanos, negros, mujeres, homosexuales… El GOP, el Grand Old Party (el viejo gran partido, como se conoce a los republicanos desde los tiempos de Lincoln) llevaba para entonces un largo tiempo de desenfreno antiinmigrantes, antiintegración racial, antiderechos de las mujeres, antiderechos de quienes tienen identidades sexuales distintas de la mayoritaria. Y esa tendencia no había mejorado con el paso del tiempo.

Pero conforme esos sectores sociales se apartaban del GOP, otro sector se aproximaba al tradicional sentimiento conservador. Y no eran los ricos, ni los religiosos, ni los llamados libertarios (que pretenden eliminar los impuestos y las regulaciones económicas). Eran los trabajadores de raza blanca. Así lo han teorizado Ross Douthat y Reihan Salam, dos defensores del renacimiento del Partido Republicano, en su libro

Grand New Party. Cómo los republicanos pueden ganar el apoyo de la clase trabajadora y salvar el sueño americano, escrito en 2008. Ambos reconocen haber sido incapaces de adelantarse al fenómeno Trump. No creían que un demagogo populista iba a ser capaz de reunir ese granero de votos que ellos habían descrito tanto tiempo atrás. Su modelo de candidato republicano era otro, pero la filosofía no era tan distinta.

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