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El teléfono sonó cinco veces antes de que papá se molestara en contestar. Obviamente, no estaba esperando junto al teléfono con la respiración contenida a que su hija adolescente le llamara. Traté de ignorarlo, pero el dolor se quedó atascado en mi garganta. Como si tratara de tragar pan duro.

— ¿Hola?

— ¡Papá!—Grité, pero Dax me quitó el teléfono.

Cruzó la habitación al mismo tiempo que Alex lanzaba una silla contra la pared. Grité otra vez y Alex me gritó que cerrara la boca de una vez. Me estaba costando trabajo no reírme. Junto a mí, Kale tomó su propia silla e hizo lo mismo que Alex. La lanzó contra la pared y se volteó hacia mí, sonriendo.

—Eso fue divertido—dijo en susurros.

Después de que Erica se fuera, Kale ordenó otra cerveza. Yo estaba segura de que estábamos presenciando su primera borrachera. Luché contra mis ganas de sonreír y traté de enfocarme en mi inminente secuestro.

—Cállese y escuche lo que tengo que decir, Cross—siseó Dax en el teléfono mientras se paseaba por el otro lado de la habitación. Nos habíamos movido de la fiesta a una de las oficinas del segundo nivel. Todo estaba cubierto con gruesas capas de polvo—Obviamente, tenemos a su hija.

Dax se quedó callado por un momento, escuchando probablemente la colorida respuesta de mi papá.

—Esto no va a funcionar—susurró Kale—Él no se preocupa por nadie. Va a aceptar y luego nos traicionará.

Nunca nos habíamos llevado bien, pero hasta que descubrí lo que le había hecho a mi mamá, hubiera estado en desacuerdo con Kale. Era mi papá, a pesar de todo. Y me querría a salvo. ¿Pero ahora? Ahora me preocupaba que Kale tuviera razón, pero no sabía que más hacer. Si tenía que quedar bien con papá. Esta era la única cosa en la podía pensar.

—Él no será capaz de hacerlo—dijo Alex, recargándose contra la pared—Dax lo vería.

No se me había ocurrido preguntar acerca del “don” de Dax.

— ¿Puede ver el futuro?

Alex negó con la cabeza.

—Cuando escucha la voz de alguien, puede ver sus verdaderas intenciones proyectándose en su mente como fotografías.

Me sonrojé. Eso era algo bueno, pues no había estado presente cuando estuve bailando con Kale.

—Lo que le ofrezco es un intercambio—escuché a Dax decir—Intercambiaré a su hija por dos de los prisioneros que tiene bajo custodia, Mónica y Mona Fleet.

Levanté una ceja preguntándole a Alex. Se inclinó hacia mí y susurró.

—Son las sobrinas gemelas de Dax. Se las llevaron hace 3 años del patio de su escuela. Tenían solo 6 años en ese entonces.

—Jesús…

—Mónica era una niña muy valiente—dijo Kale, volteándose para mirar a Dax. Estaba segura de que Dax lo escucho porque sus hombros se pusieron tiesos y detuvo su caminar—Se resistió al entrenamiento de Denazen. Mona le rogaba que hiciera lo que ellos le pedían, pero ella no lo hacía.

Del otro lado del cuarto, Dax estaba tan quieto como un cadáver, probablemente estaba escuchando como mi padre decía que dos no era un trato justo por uno, pero miraba fijamente a Kale.

Kale se dio la vuelta.

—Las separaron después de eso. Vi a Mona varias veces, pero nunca vi a Mónica otra vez.

Esperamos que Dax terminara de hacer los arreglos y cortara la llamada. Obviamente, ellos habían llegado a algún acuerdo. Cuando colgaron, Dax se deslizó por la habitación con deliberada lentitud, sus ojos cafés fijos en mí. Me dije a mí misma que su expresión, una mezcla de dolor y rabia, no era para mí pero no podía evitar sentir que sí lo era.

—Aceptó intercambiar a Mona por ti—dijo Dax. Algo en el sonido de su voz me hizo temblar.

— ¿Y Mónica?—preguntó Alex.

—Ella tuvo…un accidente. —Los puños de Dax se apretaban a sus costados—Cross dijo que sentía mi pérdida.

Alex apretó su hombro.

—Lo siento.

Dax quitó la mano de su hombro, todavía mirándome.

—No tengo nada en contra tuya, niña, pero te voy a ser honesto…—Dio varios pasos, hasta que su cara quedó a centímetros de la mía. Su aliento olía un poco a cerveza y cigarros viejos—Si no supiera que a ese bastardo no le puedes importar menos, y si no pudiera ver la verdad en su voz, y en la tuya, te mataría yo mismo y te enviaría a él en pedacitos.

Ouch.

—Retrocede—dijo Kale, en gruñido a mi lado. Hizo un movimiento de quitarse el guante de su mano derecha. Dax no se movió.

—Ahora. —Su guante se había ido, estaba apretado entre los dedos de su mano izquierda—Si vuelves a amenazarla otra vez, te mataré.

Dax retrocedió y bajó su cabeza. Cuando volvió a levantarla, la ira de sus ojos se había ido.

—Me disculpo, Kale.

¿Qué pasaba con mí disculpa? Yo fui la que fue amenazada con ser cortada en pedacitos y ser enviada a casa por Fed-Ex. Su mirada alternó entre Alex, y luego Kale, antes de voltearse hacia mí con una pequeña sonrisa.

—No te envidio.

 

 

Capítulo 11

Tres horas después, Dax y yo nos sentamos en un banco dentro del Memorial Park. Estaba programado que mi padre llegase con Mona en cualquier minuto. Kale había querido venir con nosotros, pero hice que esperara con Alex, quien se rehusó completamente a mostrarse. Ellos estaban esperando más allá del camino hacia el lago. No los podíamos ver, pero si las cosas salían mal, nos podrían escuchar gritar.

Tiré de la manga de mi franela roja, deseando que Brandt hubiera escogido algo viejo en vez de una de mis favoritas. Estaba bastante arruinada. Típico de los hombres. No tenían ni idea de lo que es ropa de calle.

— ¿Te puedo preguntar algo?

Dax y yo habíamos hecho una tregua. Más o menos. Yo no era del tipo rencoroso. Demonios, ¿quién puede culparlo? Parte de su familia había sido secuestrada y yo era lo más cercano a una venganza que tenía. Yo no era una fanática de la idea de cortar y rebanar, pero lo entendía. Teníamos un enemigo en común al que enfrentarnos y nos teníamos que enfocar en ello.

—Dispara—dijo Dax, recostándose.

En la oscuridad, la única parte de él que podía ver en verdad era su cabeza rapada, la cual emitía un ligero brillo a la luz de la luna. Él jugueteó con sus llaves, haciendo círculos alrededor de su dedo índice.

—Dijiste que papá no se preocupaba de que yo estuviera a salvo.

Una mirada de culpa cruzó su cara. Él abrió su boca para hablar, pero lo detuve.

—No, está bien—mentí—Nunca fui su favorita. Es que siempre pensé que era por mi madre, obviamente no es así. Pero si no le importa, ¿porque me quiere de vuelta? Él está haciendo el intercambio, pero dudo que sea para guardar las apariencias. No parece algo que necesite hacer…

Dax no respondió al instante. Miró hacia el camino, luego ladeó su cabeza hacia el cielo.

Al cabo de unos minutos, dijo.

—Estoy destrozado. Eres una buena persona, puedo verlo. Quiero decirte que no vuelvas con él, pero necesito a mis sobrinas de vuelta. —Él se dio cuenta de su error y entrecerró los ojos por un segundo—Sobrina—se corrigió, mientras daba un pisotón al suelo—Sé que tienes que hacer esto para conseguir información para Ginger, pero ten cuidado. Él pretende usarte. Estuviste dentro de las líneas enemigas. Eres una nueva fuente de información ahora. Tal vez puedas hacerlo funcionar a tu favor, ya veo lo que planeas hacer, pero te lo advierto. Puede que sea más difícil de lo que imaginas. Si llegara a enterarse de lo que en verdad eres…

Abrí mi boca, pero Dax me detuvo.

—No le diré nada a nadie. Tus secretos son solo tuyos. Solo quiero que sepas que hay posibilidades de que las cosas no vayan como planeas. Ya sabes, él podría haberlo averiguado todo a estas alturas. Y si no es así, bueno, tu padre no es fácil de engañar. Tal vez tengas que sacar ese as bajo la manga que guardas. No puedes esconderte por siempre…

Normalmente, si alguien me hubiera dicho eso, le habría dicho que tenía un doctorado en engañar a mi padre, pero ahora no estaba tan segura. Yo era la que había sido engañada todo este tiempo.

—Muévete. —Pellizqué su brazo y susurré—Hazlo parecer real.

Viendo a papá caminando por el sendero, Dax tomo mi brazo, sus dedos hundiéndose en mi piel, y me arrastró del banco. Nos paramos en el sendero y esperamos mientras papá y una pequeña y fantasmal niña se acercaban. Mientras acortaban la distancia, yo trataba de mantener mi expresión de miedo y dolor. No era fácil.

Mona caminaba al lado de papá como un zombi, ojos vacíos, expresión muerta. Sus medidos pasos en el suelo concordaban con los de papá a la perfección.

Clamp. Thump. Clamp. Thump. Se detuvieron a cinco pies de nosotros, Mona mirando hacia el frente, directamente a su tío. No había nada. Ni emociones. Ni reconocimiento. Solo unos ojos marrones vacíos, parcialmente obscurecidos por una mata de rizos castaños.

— ¿Qué le ocurre?—Gruño Dax. Probablemente no era su intención, pero sus dedos me apretaron más, y yo me mordí la parte de adentro de mi mejilla para evitar quejarme.

—Ella está bien—replicó papá.

— ¡Mentira! Solo mírala. Es un muerto viviente.

—Por el bien de mi seguridad, drogarla era necesario para su transporte. Se le pasará en algunas horas.

Tenía la sensación de que el efecto de las drogas si pasaría en algunas horas, pero el daño que Denazen le había hecho a esta pequeña niña nunca se borraría. La rabia me quemaba. ¿Había drogado a Kale también? Podía verlo a veces, ese pequeño e inconfundible destello de locura en sus ojos. Recordé sus palabras hacia Alex cuando estábamos en lo de Roudey. “Duele que te agarren así.”

¿Cómo podía ser yo la hija de semejante monstruo?

—Envíala hacia aquí—dijo Dax, torciendo mi brazo con tal fuerza que trajo lágrimas a mis ojos. Él me dio una buena sacudida solo por si acaso—Luego te enviare a esta.

—Envía a Deznee primero.

Dax rió.

—Claro. Porque nunca pensarías en traicionarme.

—Por supuesto que no. Es mi hija a la que tienes ahí. Nunca arriesgaría su seguridad.

MENTIROSO, quería gritar, pero contuve mi lengua.

—A la cuenta de cinco, enviamos a las dos. —Propuso Dax. Papá movió su cabeza en asentimiento, y Dax comenzó a contar. —1…

Sabía que todo estaba planeado pero aun así, sentía el ácido de mi estómago burbujeando.

—2…

La cara de papá permanecía impasible.

—Todo va a estar bien, Deznee.

—3…

El sonido de su voz quemaba mis oídos.

—4…

Traté de aclarar mi mente. Brandt me había dicho una vez que tenía una cara muy expresiva. Lo delataba todo. Toda mi ira, sorpresa, y, más que todo, mis preocupaciones acerca de Kale tenían que ser sacadas de mi mente.

—5.

Con un ligero movimiento, Dax soltó mi brazo mientras que al mismo tiempo papá se inclinó hacia delante y le susurró algo a Mona en el oído. Ella empezó a caminar.

La distancia a caminar era corta, pero sus pasos eran pequeños, así que baje la velocidad de los míos. Cuando nos cruzamos en el medio, vi que no mostraba ninguna señal de saber lo que estaba pasando o de mi presencia y pasó a mi lado sin una palabra.

Papá no estaba preocupado por las apariencias. No estaba parado del otro lado con sus brazos abiertos recibiéndome sana y salva. Él se paró rígido y sin expresión alguna, esperando en silencio, probablemente fastidiado de que esto tardara tanto. ¿Era mucho pedir por un poco de emoción falsa? Me volví para ver a Dax envolviendo sus brazos alrededor de la pequeña niña, quien no le devolvió ni el abrazo o las lágrimas de alegría.

Él alzó la mirada y nuestros ojos se encontraron. Aclaré mi mente, sabiendo que él podía ver la verdad a través de mis pensamientos, no de mis palabras.

—Te mataré por lo que me hiciste—dije tranquilamente.

Él se rió, sus brazos se aferraron con más fuerza a la niña.

—Tendrás que encontrarnos primero.

Le di una sonrisa mostrando todos los dientes.

—Créeme, lo haré.

 

 

Viajamos a casa en silencio. Papá no me había dicho nada desde que llegamos al coche y me indicó que la puerta estaba abierta. Ahora, mientras conducíamos por la autopista, tenía que combatir el impulso de agarrar el volante y tratar de estrellarnos contra un árbol. Papá nunca usaba su cinturón de seguridad.

Tenía que decir algo. No había manera de que él creyera mi silencio, incluso si lograba convencerlo del trauma que estaba tratando de aparentar.

— ¿Te preocupaste por mí? ¿Aunque sea un poco?

Sus ojos nunca dejaron el camino.

—No seas tonta. Claro que me preocupé.

Silencio.

—Cuando…—me detuve a tiempo, casi decía Kale. Usar su primer nombre definitivamente no demostraría suficiente miedo—Cuando él toco la puerta la otra noche, pensé que eras tú. Que habías dejado la llave de la casa en el trabajo de nuevo. —Seguí mirando directamente al frente, hacia el tablero del coche—Cuando abrí, él me sorprendió y forzó la entrada.

Papá no parecía convencido.

— ¿Por qué huiste con él?

Sí. Eso necesitará una buena explicación. Respiré hondo.

— ¿En serio? Vivo para hacerte molestar. Le daría un beso con lengua a Satán en tu escritorio si eso logra molestarte. Obviamente no me querías con él, así que me fui con él.

— ¿Luego que pasó?

—Él dijo que conocía a uno de mis amigos. Fuimos a su casa, pero unas personas aparecieron y trataron de llevárselo. No sabía qué pensar, uno de ellos me atacó, así que me volví a escapar con él. Terminamos en un bar del centro de la ciudad. Él me entregó a ese tipo a cambio de un poco de efectivo y se largó.

— ¿Así que ya no está aquí?

—Lo encontraré. Lo ayudé, me engañó y me vendió a ese psicópata.

— ¿Te hizo daño?—Su pregunta carecía de emoción, como si estuviera preguntando para comprar un coche usado.

—Él…—aquí era donde en verdad tenía que destacarme—Él me amenazaba. —Me toqué el lado de mi cara donde el hombre de Denazen me había golpeado. El moretón se había aclarado, pero todavía estaba allí—Me maltrató un poco, nada grave, pero las amenazas…las cosas que decía que haría si tú no colaborabas con sus demandas…Él iba a cortarme en pedazos y enviarte por correo las partes una por una. —Por lo menos parte de eso era verdad.

Entrecerré los ojos contra un par de faros, entupidas luces altas, mientras llegábamos al camino de entrada. Papá apagó el motor y se volvió hacia mí. Era hora de poner mi habilidad de mentir a prueba.

—Tenía tanto miedo, papá. Pensé que iba a matarme.

Nunca he sido una llorona. Incluso de niña, raspones, ruidos fuertes, habitaciones obscuras, nada me hacía llorar. Así que cuando decidí prender los efectos acuáticos para mayor credibilidad, estaba preocupada de que no funcionara.

No había sido el recuerdo de la mirada fría y muerta en los ojos de Mona, o la expresión de Dax cuando escuchó hablar a Kale acerca de Mónica. Ni siquiera era la idea de estar en la misma habitación con Alex después de tanto tiempo, escuchando su voz o el recuerdo de encontrarlo con esa chica.

Era Kale. La mirada ligeramente atormentada de sus ojos. La manera en que su cabello rebotaba sobre su cara. La manera en la que había tratado de atacar a Alex y a Dax, por mí. Extraño y dañado, posiblemente sin reparación, pero todavía había algo en el que me hacía sentir viva. Más viva que cualquier fiesta rave o aventura barata que había experimentado antes.

Me dolían las cosas que mi padre le había hecho.

Lo extrañaba.

Las lágrimas vinieron con facilidad.

 

Capítulo 12

He debido de heredar el sueño ligero de mi madre, porque mi padre podría dormir en un concierto de Powerman 50007[7]. En el escenario. Con el comienzo de Spider One.

Era un hecho que lo aprovechaba incontables veces para entrar y salir de la casa en medio de la noche. Pero un alfiler podía caer en medio del camino y yo ya estaba despierta.

Manteniendo los ojos cerrados, me moví debajo de las sábanas. El viento silbaba a través de la ventana abierta, pero no había sido lo que había oído. Alguien estaba en mi cuarto. Mi primer pensamiento fue mi padre, pero deseché la idea de inmediato. Había puesto el pestillo, y ya que estaba cerrada por dentro no podría haber entrado desde el pasillo.

Alguien estaba respirando suavemente en la esquina, probablemente cerca de la ventana. Alex se había colado incontables veces mientras habíamos estado juntos. Pero ese no era él. No se parecía a él.

Y entonces lo supe. No había ninguna duda en mi mente de quién estaba ahí. Kale.

Una sacudida de agitación recorrió mi cuerpo. Alex solía decirme que se colaba para verme dormir. Siempre supe que estaba allí, sin embargo, fingía dormir, adorando la idea de sus ojos puestos en mí.

Me daban escalofríos al saber que me estaba mirando. Ocasionalmente dejaba mi pierna desnuda deslizarse por debajo de la manta, toda descubierta hasta justo mi zona de peligro.

Esto…esto era diferente. Podía sentir los ojos de Kale en mí, su respiración un poco más rápida de lo normal. Me imaginaba sus manos rozando mi pierna desnuda desde mi cadera hasta mi tobillo, recordando cómo sabían sus labios, como si volviéramos al hotel. Las imágenes me hacían luchar por mantener mi propia respiración, incluso mi pulso se había disparado.

Mis ojos todavía estaban cerrados, me giro boca arriba, logrando que se deslice el edredón hasta que se enreda en mis pies. Junto a la ventana, Kale ha cambiado de posición, se acerca. No hace ruido pero lo noto igualmente.

Arqueando mi espalda, me puse de lado, hacia la ventana. Fingí una picazón enganchando la parte superior del borde de mi pijama con mis dedos y enrollándolo, haciendo que se subiera. Saber que sus ojos estaban fijos en mí, saber que estaba moviéndose despacio hacia mí, me hizo osada. Estiré la mano derecha por encima de mi cabeza, sobre la almohada, y con la mano izquierda me retiré el cabello de la cara. Kale dio otro paso. Ahora estaba de pie junto a mí.

Tomó toda mi fuerza de voluntad estar en silencio y mantener los ojos cerrados. No sabía que iba a hacer y si sabía que estaba despierta. No quería que se espantara. No quería que mirara a otro lado.

El aire frío de la noche me envió una sacudida helada a mi piel expuesta. Para mi sorpresa e increíble felicidad, el final de la cama se hundió cuando Kale se sentó. Un momento después, un roce, ligero como el algodón, trazó un camino desde mis dedos de los pies, por mi pierna, y se detuvo justo debajo del dobladillo de mis pantalones cortos.

No podía evitarlo. Aspiré con fuerza y algo tembló en mi espalda, de alguna manera logré mantener los ojos cerrados. Sus dedos se quedaron allí descansando en mi piel desnuda por un momento antes de seguir subiendo, sobre la tela. Palpando, el subió la mano a mi torso y paró en el borde de mi camiseta blanca, justo debajo de mi corazón. Por un minuto, pensé que sus dedos iban a ir por abajo, calientes, envolviéndome. Abrí mis ojos para poner a prueba mis límites.

Pero no lo hice.

Su mano se detuvo por un momento antes de retirarse.

— ¿Dez?

Un poco decepcionada, me llevé las manos a la cara y me la froté.

— ¿Hmm?—Cuando mi visión se aclaró, estaba de pie otra vez, a centímetros de mí— ¿Kale?—Me senté, ajustándome la parte superior— ¿Estás bien?

Retrocedió un poco y movió la cabeza.

—He estado pensando en lo que me dijiste sobre no dejar que me afecte la gente malvada.

—Bien…

Estaba cansado. Sus parpados caídos.

—Sabían que yo hacía cosas malas, ¿por eso me mantenían allí?

— ¿Eh?

En un principio no sabía lo que quería decir. Cuando me di cuenta, me sentí como si alguien me hubiera tirado un ladrillo en la cabeza.

—Oh por Dios, no, Kale. —Me deslicé hacia atrás y me apoyé en el cabecero, haciéndole señas para que se siente a mi lado. Dudó durante unos instantes antes de sentarse al otro lado de la cama.

—Después de irte, hablé con gente, leí… ¿un periódico? Soy una persona horrible, merezco ser castigado, como he castigado a todas esas personas, las he asesinado. Es por eso que Denazen me mantenía preso…porque me lo merecía.

Se da la vuelta, mirando a la ventana.

—Eso no es verdad.

—Al principio, cuando empezaron mi entrenamiento, había días en los que no me daban comida si no hacía lo que ellos me decían. Solo me daban un vaso de agua al día. Lo tiraban y me decían que los chicos malos lo tenían que lamer del suelo. Con el tiempo me volvían a dar comida, apenas podía estar en pie. —Sacudió la cabeza, los labios fruncidos de ira—La sobrina de Dax nunca será normal, yo nunca seré normal. Nos aislaban, nos quebraban el espíritu. Cavan en nuestros cerebros hasta que encuentran lo que nos marca, entonces lo arrancan. La mayoría se rompe. Simplemente dejan de existir. Se convierten en armas de Denazen. A cambio de su humanidad, consiguen algo parecido a la libertad.

Respiró profundamente. Por un minuto no pensé que continuaría.

—Pensé que era diferente, pensé…que tenía a Sue. Ella me decía que lo lograría si todo ese tiempo me aferraba a mi humanidad. Siempre y cuando me acordara que ella me amaba, ellos no podrían destruir eso. Pero estaba equivocada. —Levantó la cabeza mirándome, sus ojos brillaban, y sacudió la cabeza—Cuando tenía diez años me hicieron matar por primera vez. Eran muy gráficos…muy detallados. Dijeron que sacarían las entrañas de Sue si no hacía lo que me decían. Por ese entonces tenía doce, acepté mi vida. Pertenecía a Denazen.

Mi boca estaba seca.

—No perteneces a nadie—susurré.

—Sé que estaba mal. Todo sobre Denazen…estaba mal. Pero cuando, cuando te fuiste antes, me enteré de que estaba equivocado. Soy más culpable por las cosas malas que hecho de lo que ellos lo son. Podía haber escogido la opción que Mónica tomó. Podía haberme negado a que me utilizaran. Dijiste que era fuerte, pero no lo soy, soy débil.

Se agachó y pasó el dedo índice por mi muslo, justo debajo del dobladillo de mis pantalones cortos, hasta mi rodilla. Dejó un rastro de fuego a su paso.

—No me merezco esto.

Por segunda vez en veinticuatro horas, las lágrimas afloraron fácilmente.

—Para eso—susurré.

No sabía qué era eso, pero el nudo en mi garganta y el ardor en la boca del estómago me dijeron que tenía que averiguarlo.

Con sus ojos fijos en mí, tan triste, no podía soportarlo. Me senté y me subí en su regazo, apoyando mi frente contra la suya. Aspirando, guardando su esencia en mi memoria. Terroso. Como los bosques después de una larga lluvia. Mis manos se deslizaron a través de sus hombros, y mis labios le encontraron. El beso era tanteando al principio…breve. Me aparté hasta que pude ver su cara. Había estado con un montón de chicos que me miraban como si fuera unas divertidas vacaciones en la playa; pero, por el contrario, los ojos azul hielo de Kale devoraban cada centímetro de mí, llenos de calor y de esperanza, me sentí como en la mañana de navidad. Atemporal y perfecto.

Eso me incitó. Me incliné de nuevo, pero esta vez Kale me encontró a medio camino. Sus fuertes brazos rodearon mi cintura arrastrándome más cerca. Su boca se movía con la mía y los dientes nos chocaron dos veces, pero no importaba. Cuando Alex me besó por primera vez, nuestros dientes chocaron. Eso hizo que se me pusiera la piel de gallina. Las manos de Kale estaban por todas partes, mi cuello, mi cara, bajo la parte de atrás de mi camisa de dormir, cualquier sitio donde pudiera hacer contacto piel con piel.

Saqué su labio inferior y lo mordisqueé. Dios, sabía bien. Como la raíz de cerveza y el chicle y el calor una mezcla de algo único. Algo como Kale. Sus dedos se aferraron a los lados de mi cara, resbalando hasta enredarse en mi cabello. Rompí el contacto, una vez más, a pesar de sus protestas y me quité la parte superior del pijama. No perdió el tiempo mirando. Me acercó con urgencia, nos estrellamos el uno contra el otro, colapsando en un enredo.

Cuando por fin se alejó de nuevo, estábamos tumbados a lo largo de la cama, con las piernas entrelazadas.

—No me merezco sentirme así—su voz se quebró. El peso de su mirada me hizo añicos—No después de todo lo que he hecho.

—Ven aquí—le susurré.

Cuando se puso en una posición sentada, le saqué la camiseta por encima de su cabeza y recorrí con mis manos la parte baja de su cuello y alrededor de sus hombros. Recordé lo que había dicho sobre su programa de entrenamiento diario. Las pesas y las horas de artes marciales. Tenía una forma física increíble. Arrastré mi dedo índice por el medio de su pecho y me aguanté un escalofrió.

Con cada roce, su respiración se aceleraba. Podía sentir el latido de su corazón dentro de su pecho que se aferraba a mí, casi como si estuviera aterrorizado de dejarme ir.

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