Terror

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Capitulo 2

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Las islas hawaianas son volcanes, algunos extintos hace mucho tiempo, algunos aún activos. Cuando los geólogos empezaron a comprender la compleja historia de los movimientos y fallas de la corteza terrestre, resultó bastante fácil deducir cómo se habían formado las islas. Más difícil fue comprender por qué se habían formado de la forma en que lo habían hecho.

El océano Pacífico está rodeado por un anillo de fuego. En torno a todo su perímetro hay lugares donde la sopa caliente que constituye el interior de la Tierra fuerza su camino hacia la superficie, e incluso llega al otro lado. Este empuje hacia arriba se muestra como cadenas de volcanes, regiones de fuentes de agua caliente y géiseres y zonas de fuerte actividad sísmica. El anillo es inmenso. Se extiende a lo largo de las costas de las dos Américas, con volcanes como Parícutin y el Monte Santa Helena y los grandes picos de Alaska, a través del estrecho de Bering hasta los conos siberianos en torno a Kamchatka, hacia abajo a través del Fujiyama y las demás montañas del archipiélago japonés, a través del sureste de Asia. El Krakatoa forma parte del anillo de fuego. También los campos de géiseres de Nueva Zelanda. Y lo que rodea el anillo es un grupo de placas tectónicas —masas de corteza que flotan en el viscoso interior de la Tierra como trozos de merengue sobre un pudín—, la mayor de las cuales es la inmensa placa del Pacífico en sí.

La placa del Pacífico se halla en movimiento. Todo el fondo marino, arrastrado consigo, con su mar asociado, montañas e islas, avanza lentamente hacia el noroeste, a una velocidad constante de unos pocos centímetros al año. Es allá donde se separa de las demás placas, o donde golpea contra ellas, que se producen los sismos y los volcanes.

Pero Hawai no es un lugar de encuentro entre placas; en realidad, se halla en el mismo centro de la más grande de ellas.

La respuesta al rompecabezas de por qué los volcanes se formaron allá donde lo han hecho reside en la comprensión de los «puntos calientes»…, lugares muy por debajo de la superficie de la Tierra donde, por razones desconocidas, la temperatura del magma es superior que en las masas que los rodean. Los puntos calientes son duraderos (muchos millones de años); puesto que los líquidos, calentados, ascienden, produciendo lentas fuentes de roca fundida que se infiltran poco a poco hasta la superficie. Los puntos calientes hawaianos (parece haber dos de ellos, muy cerca el uno del otro) han permanecido en la misma posición durante mucho tiempo, mientras la corteza de la placa del Pacífico flota pasando por encima.

Donde la hinchazón de un punto caliente penetra en la corteza del fondo del mar, nace un bebé volcán en las profundidades. Crece. A lo largo de muchos milenios, asciende hasta alcanzar la superficie del océano, y sigue creciendo más allá de ella; se convierte entonces en una isla volcánica. Todas las islas de la cadena hawaiana nacieron de esta forma, a medida que la corteza pasaba por encima de un punto caliente. Cuando la placa rebasó ese punto caliente, los volcanes se vieron cortados de las lentas fuentes a altísima temperatura y murieron. Luego, el mar y los vientos y las lluvias empezaron a erosionarlos, de tal modo que los más antiguos ya no existen excepto montes sumergidos en el mar y bajíos.

El proceso no se ha detenido.

Aunque el Kilauea y el Mauna Loa, en la Gran Isla de Hawai, siguen activos y creciendo, están envejeciendo. La costra, en su movimiento, ya casi los ha rebasado.

Al sur y al este de ellos, se ha abierto un nuevo respiradero en el fondo del mar. A lo largo del tiempo él también ha crecido, mientras sucesivas capas de lava se acumulaban sobre su cráter. Empezó en el fondo del mar a cuatro kilómetros bajo la superficie del océano. Ahora tiene más de tres mil metros de altura, y su pico se halla a sólo un kilómetro bajo las olas.

Y sigue creciendo.

Un día, dentro de miles de años, alcanzará la superficie, y las islas hawaianas tendrán un nuevo miembro recién nacido en la cadena. La isla aún nonata ha recibido ya su nombre: se la llama Loihi.

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