Terror

Terror


Capitulo 18

Página 20 de 31

18

La toma de rehenes se ha convertido en una de las acciones estándar de los grupos terroristas en todo el mundo, desde los Musulmanes Hannafi en Washington D.C. y los Tupamaros en Uruguay, pasando por el personal de la embajada americana en Teherán y la Penitenciaría de Texas en Huntsville, Texas, hasta los secuestradores de las líneas aéreas croatas y Entebbe. Lo sorprendente en muchas de estas situaciones es la respuesta incongruente de algunos de los rehenes. Son los terroristas quienes han puesto en riesgo sus vidas, los han hecho cautivos, a menudo los han sometido a privaciones y a veces incluso a daños físicos. Sin embargo, en un número sorprendente de casos, el rehén toma partido por los terroristas, incluso contra la policía o los soldados que han acudido a rescatarlos.

Esta respuesta es llamada el «síndrome de Estocolmo», a raíz de los acontecimientos de la última semana de agosto de 1973 en Estocolmo, Suecia. Un solitario ladrón con una metralleta intentó atracar el Sveriges Kreditbank. El atraco fracasó, y así, durante cinco días y siete horas, cuatro empleados del banco fueron retenidos como rehenes, mientras el ladrón intentaba negociar su libertad. En el proceso del robo, Jan Erik Olsson exigió y consiguió la liberación de otro convicto, Clark Olofsson, que se reunió con él en el banco para compartir la custodia de los rehenes; y durante el largo período de cautividad los rehenes empezaron a identificarse con la causa de sus captores. Como dijo uno de ellos en una conversación telefónica con el Primer Ministro de Suecia, Olof Palme, «Los ladrones nos están protegiendo de la policía». Cuando finalmente fueron liberados, los cuatro rehenes intentaron ayudar a sus captores, y uno de ellos, una mujer, se comprometió en matrimonio con Clark Olofsson.

El síndrome de Estocolmo no se limita a este incidente, o a Suecia. En muchos lugares, ex-rehenes han visitado a sus captores en prisión, o incluso han contribuido monetariamente a su defensa. Algunos ex-rehenes, interrogados tras su liberación acerca de su situación como tales, han dicho que, en caso de un asalto armado por parte de la policía, ellos hubieran obedecido las órdenes de los terroristas antes que las de la policía. Esto ocurre incluso cuando el crimen oficial no tenía tras de sí motivos políticos o idealistas, sino que era simplemente un simple atraco a un banco, como en el propio caso de Estocolmo; y ocurre más cuando los terroristas pueden hacer de sus acciones un caso de principio. Porque los rehenes llegan a sentir que ellos y los terroristas se hallan realmente en la misma posición, como víctimas antes que como perpetradores. Después de que unos sudmoluqueses secuestraron un tren en los Países Bajos en diciembre de 1975, uno de los rehenes liberados, Gerard Vaders, dijo: «Y tenías que luchar contra un cierto sentimiento de compasión hacia los moluqueses. Nos dieron cigarrillos. Nos proporcionaron mantas. Pero también nos dimos cuenta de que eran asesinos. Pero intentas suprimir eso de tu conciencia. Yo me di cuenta de que lo estaba suprimiendo. También sabía que ellos eran igualmente víctimas. A largo plazo se convertirían en tan víctimas como nosotros. Más aún».

Patty Hearst no estaba sola.

Ir a la siguiente página

Report Page