Tanya

Tanya


XIII- Nuevo Comienzo

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XIII- Nuevo Comienzo

Entender la cabeza de mi prima, de Yannick o de Eric o de cualquiera que trabajara en TNAT Comunications fue imposible la última semana. Las cosas estaban dando un cambio estrambótico y yo, simplemente, era una espectadora. Trataba de acompañar, pero, simplemente debía someterme a ese rol. Una noche mientras estábamos recostados en el sofá Eric lanzó una afirmación que me descolocó completamente, llenando mi cabeza de incertidumbre

—Voy a necesitar de tu ayuda

—¿Mi ayuda?

—Si. Mi asistente se va a fin de mes

—¿Y eso por qué? —mi novio rio y se arregló el cabello estirándolo hacia atrás

—Es una larga historia

—¿Larga historia?, vamos amor, ¿qué pasa?

—Lena se va porque sigue queriendo acostarse conmigo y ya no estoy disponible— una mezcla de sorpresa y alegría me hizo dar un pequeño salto y sentarme en su regazo

—¿No lo estás?

—¿Qué? ¿sorprendida?

—Si, la verdad es que sí, mucho, pero, sobre todo, feliz —dejé caer mi cabeza sobre su pecho, disfrutando todo aquello que nos decíamos, sin emitir una palabra

—¿Y? ¿puedo contar contigo?

—Está bien. Voy a ayudarte, pero no estoy dispuesta a dejar mi empleo. Estoy a gusto con él.

—Nunca te pediría eso.

—¡Diablos! Dejarás TNAT, estás loco al igual que tus amigos

—No, no lo estamos, esto se transformará en un caos cuando David asuma la presidencia, tenemos que salvar nuestros traseros. Soy consciente de que mi padre fue uno de los fundadores, pero, hay que ser inteligente y saber cuándo debes dar un paso al costado

—¿Nunca te dio miedo?

—¿Miedo? —Eric reflexionó acerca del concepto— tuve miedo cuando mi padre dijo que nos abandonaría, tuve miedo cuando Yannick tuvo el accidente que lo dejó atado a una vida de mierda. No temo arriesgar dinero amor, pero, bajo ningún concepto, arriesgaría algo que es prioritario para mí

—¿El dinero no lo es?

—Es un medio, nos ayuda a crear felicidad, vamos, ¿a quién no le gusta eso?, sin embargo, sé que me dolería muchísimo más perder a alguno de ustedes que quedar en la ruina

Era fascinante, una sensación estremecedora, que me adormecía por completo cuando estaba a su lado, ¿quién era este hombre y dónde había estado todo este tiempo?

—Hey —me sujetó del mentón e hizo que me enfocara en él— ¿estás divagando?

—Algo así...— esbocé riendo, para, rápidamente, besar sus labios y deleitarme con el perfume de su cuerpo, mientras sus brazos se envolvían posesivamente en torno a mí

—¿Cenamos?

—No, lo lamento, hoy voy a cenar con Lara

—¿En serio? ¿y ese milagro?

—Bueno, al parecer Tolman no va a secuestrarla esta noche. Seguramente ha sido un día pesado y tiene mucho que contarme.

—Bien. Nos veremos mañana, voy a salir a tomar una copa con James y un amigo, Cédric, seguramente lo has visto, rubio enorme, cara de pocos amigos, todo un tipo rudo

Contuve la risa, ni siquiera hubiera entendido el motivo, ¿cómo explicarle que el hombre rudo, masculino era más bien un hada?

—¿Cédric? —agregué con hipocresía— sí, me parece haberlo visto un par de veces, ¿lo conoces de hace mucho?

—Si. Fuimos compañeros en secundaria. Lo invité a unas vacaciones en Francia donde conoció a James y, de un día para otro, se hicieron inseparables, es más, creo que él ha visitado más veces la casa de James en Francia que yo. Él estuvo casado dos veces, pero, por algún motivo las relaciones no funcionan.

—¿Por qué crees que será eso?

—No lo sé, supongo que tiene mala suerte con las mujeres, termina eligiendo las equivocadas —me rasqué la mejilla y mordí mi labio

—Tal vez, le guste James y quiera casarse con él —traté de sonar irónica, pero Eric frunció el ceño, el comentario le había resultado molesto

—Si claro, como si eso fuera posible

Terminé de confirmar lo que ya sabía en ese instante, mi pobre novio estaba más ciego que un topo. El teléfono sonó en aquel instante

—¿Pasa algo? —se enfocó en la pantalla haciendo una mueca de extrañez

—Es Yannick, ¿qué querrá a esta hora?

El dolor inenarrable saliendo de su garganta. Mostrándonos que las cosas no podrían ponerse peor que eso. La mente de Eric tratando de procesar lo que estaba sucediendo mientras yo intentaba quitarle el celular

—Cálmate ¿sí? Iremos... Ya te dije que sí. Vamos para allá con Tanya. ¡No estoy perdiendo el tiempo, estoy hablando contigo, carajo!

Eric cortó la comunicación quedando sin palabras. Mis ojos llenándose de lágrimas mientras cubría mi rostro.

—¿Qué le sucedió?

—Es Lara...está en cuidados intensivos. La asaltaron hace unas horas, al parecer Marcia fue la primera en enterarse yo...

—¿Dónde? ¿cómo?

—Nadie sabe, fue a pocas cuadras de la empresa, fue David, estoy seguro. Vamos, rápido, nos necesitan...

Nunca pensé que hubiera mayor herida a la que sufrí cuando tenía diez años. Estaba tan equivocada. Cada parte de ti rompiéndose, exponiéndome, mostrándome que estaba viva y que debía continuar respirando contra mi voluntad. El rostro de Lara era una bolsa de sangre coagulada, no era mi prima, no podía serlo.

Rememoré su pequeña mano sobre mi frente dándome consuelo, esperanza de que todo mejoraría. Que el infierno era el lugar de los malos y que, a los buenos, le llegaría la justicia divina. Nada de eso sucedió aquella vez, nada de eso ocurriría esa vez tampoco.

—Yo estoy contigo y jamás te dejaré ir. ¿Me oíste?

Le susurré con todas mis fuerzas. Intentando que mi energía le llegara y la renovara, que le diera un nuevo comienzo junto a mí, junto al hombre que amaba quien tenía tantos temores que no podía dar un paso fuera de la seguridad de su departamento. Recuerdo aferrarme a Eric y no querer salir de sus brazos.

—Dime que va a estar bien. Dímelo, Eric. Necesito escucharlo. —besó mi frente y susurró sobre mi oído

—¿Bromeas? Esta perra es más fuerte que cualquiera de nosotros.

Trató de sonar firme, sin embargo, su voz se asemejaba a un cristal que poco a poco comenzaba a trizarse.

El médico había sido lapidario, el temor a los golpes internos era una amenaza latente, fisuras en varias costillas, un brazo a punto de quebrarse. Había sido afortunada en cierto modo. Las circunstancias más que sospechosas para nosotros, pero no para la policía.

Sin embargo, ver cómo Yannick corría por los pasillos me hizo recuperar toda la fe que llevaba tiempo dormida. El agorafóbico, que había llevado adelante inútilmente miles de tratamientos, llegó buscando al único ser que hacía agitaba sus entrañas.

La amaba tan profundamente. Y yo, simplemente, me detuve en esa imagen y lloré, como nunca lo había hecho, mientras Eric me albergaba entre sus brazos, develándome que el amor existe y puede tocar tu puerta en el momento en que menos lo esperas.

Sabía que no teníamos lugar ahí. El calor de Yannick sofocaba la pequeña habitación. Cuando Lara abrió sus ojos lo primero que vio fueron los orbes esmeralda, iluminando cada espacio, haciendo que los demás fuéramos invisibles.

Lara salió del hospital dos días después y tomó la decisión de mudarse junto a Yannick. Me sentí triste al principio porque, percibía que había vuelto a perderla. Sin embargo, el cariño de Eric me probó que no era de ese modo. Y que ella merecía ser feliz, al igual que nosotros. Empecé a alternar la vida en la cocina con la vida junto a Eric. Era mucho trabajo, pero vivía plena, era increíble, como si ya no quedara nada que conquistar. Tenía todo, me había reencontrado a mí misma.

Unos meses después Eric me hizo una pregunta que volvería a trastocar nuestras vidas.

—Quiero que vivas conmigo, ¿te gustaría? —mi mano fue hacia la suya, su gran palma, observé las líneas que albergaba, su calidez

—¿Estás seguro de ello?

—Jamás estuve tan seguro de algo— y después de eso, no había nada que alterará mi afirmación

—Entonces está hecho. Me mudaré contigo

Y es así como continuó nuestra vida juntos. No sé si fue como un cuento de hadas, pero para mí, fue mucho más que eso. Porque mi corazón le pertenecía a Eric Marcus, aunque jamás se lo dijera...

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