Tango

Tango


Sobre Mrożek y su Tango

Página 2 de 11

Sobre Mrożek y su Tango

Por Maria Dębicz

Traducción de Abel A. Murcia Soriano.

Corre el año 1965. Voy en un tren tranvía de Wroclaw a Varsovia. Un amigo me ha conseguido una entrada para el Teatro Contemporáneo. Ponen el Tango de Mrożek. Todo el mundo habla de la representación. La obra tiene unas reseñas entusiastas.

Doy una vuelta por la ciudad. Mi situación de estudiante no me permite mucho más, económicamente hablando. El día es triste y gris, así que llego al teatro con muchísima antelación. Se trata de uno de los escenarios más famosos del país. Éste es el lugar en el que el público polaco, alimentado durante años con el optimismo de la literatura del realismo socialista, tuvo contacto por primera vez con el pesimismo occidental. La política de "deshielo" que siguió al mes de Octubre de 1956 hizo posible el estreno de Esperando a Godot de Beckett en enero de 1957. Fue un gran acontecimiento artístico y ahora una fecha inscrita de forma permanente en la historia del teatro polaco de postguerra. Ese estreno fue el principio de toda una serie de representaciones teatrales de obras de Sartre, Ionesco, Osborne, Frisch, Durrenmatt…

En los años sesenta el Teatro Contemporáneo dirigido por Erwin Axer, vivía su edad dorada, y Sławomir Mrożek pertenecía al grupo de dramaturgos mejor conocidos. No podía, pues, faltar en aquel famoso teatro, ya que sus obras eran ya parte habitual del repertorio teatral del país.

Aquí habría que recordar el estreno de la primera obra de Mrożek, Policía. Tuvo lugar en 1958 en otro conocido teatro de Varsovia: el Teatro Dramático, teatro que debe parte de su fama al hecho de haber sido el lugar donde se representara el primer estreno después de la guerra de una obra de Gombrowicz en Polonia. En Policía, drama que se desarrolla en círculos policiales, la acción tiene lugar en un vago escenario y el punto de partida es una situación utópica. En un país todos los ciudadanos son leales al poder establecido, no hay conflictos entre gobernantes y gobernados, por lo que todas las cárceles están vacías. Sólo hay un preso, pero incluso éste, después de diez años de resistencia firma el acta de lealtad y es puesto en libertad. Esta situación hace que haya que justificar aparentemente la existencia de la policía. Y así, resulta que es la propia policía la que inicia un absurdo juego de provocación.

Si bien Mrożek había dicho sobre la obra que "esta obra no es más que lo que es, es decir, no es ninguna alusión a nada, no es ninguna metáfora y no es necesario descifrar nada", fue considerada una de las más venenosas sátiras vistas por el público polaco durante más de diez años y despertó de forma sorprendente un unánime y vivo interés tanto por parte de la crítica, como por parte de los espectadores.

Como resultaría poco después, ese interés acompañaría a la obra en todos los posteriores estrenos. Según se ha calculado, hasta el momento de la publicación de Tango en 1964, diez obras de Mrożek, sobre todo de un solo acto, fueron representadas por cincuenta seis teatros en Polonia. Entre esas piezas, cabe destacar, junto a Policía, El pavo, Czarowna noc y Zabawa.

Tango contribuyó más si cabe al éxito del dramaturgo. Sólo en 1965 tuvo ya seis estrenos en diferentes teatros. Sin embargo, la más importante de aquellas representaciones fue la de Edwin Axer en el Teatro Contemporáneo, fundamentalmente porque rompía con la forma en la que se había venido representando a Mrożek, dentro de la convención de lo grotesco, con unos protagonistas cuyos actos se rigen por "el más absoluto absurdo".

Axer llevó a escena Tango como drama casi realista, y los actos de los actores estaban cargados de motivaciones psicológicas. Gracias a ello fue posible conservar toda la complejidad de significados del drama, incluso aquellas cosas serias que hay en la obra.

Poco después del estreno en Varsovia, Edwin Axer representó Tango en Alemania Occidental, en Dusseldorf, y a pesar de que el estreno mundial de la obra había tenido lugar en 1965 en Belgrado, la recepción de la obra en el extranjero empieza después de su estreno alemán. En una entrevista concedida a su traductora húngara en 2002, Mrożek dijo: "Tango cambió mi vida. Cuando Erwin Axer dirigió en Dusseldorf Tango, fue un éxito tan grande que de una tacada abrió ante mí la conquista de la mayoría de los teatros extranjeros de una cierta importancia. Si me hubiera quedado en Polonia, nunca habría escrito esa obra. Un año después de mi llegada a Italia llegué a un estado anímico que me permitía mirar el mundo desde arriba, por encima del hombro. Si no hubiera cambiado nada en mi vida, todavía seguiría escribiendo piezas de un solo acto sobre cómo el poder aplasta al individuo."

Llegados a este punto, sería bueno hacer un breve repaso a la vida de Sławomir Mrożek. Nació el 29 de junio de 1930 en Borzęcin, en el sur de Polonia, en la región de Cracovia. Su padre era funcionario de correos. Realizó sus estudios secundarios en Cracovia, y también estudió en la universidad de esa misma ciudad, si bien no acabó ninguna de las carreras que inició (arquitectura, artes plásticas, filología oriental). Inició su carrera literaria muy pronto. Debutó como dibujante —fue premiado en un concurso de una revista satírica— y como columnista en uno de los diarios de Cracovia. Publicó en distintos periódicos reportajes, relatos satíricos, reseñas, artículos y dibujos. En 1957 publicó tanto el que sería su primer libro y que recogía bajo el título de El elefante una serie de relatos cortos, como una colección de dibujos titulada Polonia en imágenes. Tras el estreno de Policía, se trasladó a Varsovia. Recibió una beca para ir a Francia. Empezó a viajar intensamente, entre otros lugares a Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y Yugoslavia. Esos viajes se unieron a las invitaciones de los editores y de los teatros extranjeros interesados por la obra de Mrożek. Fueron apareciendo sucesivas obras de relatos cortos. Mrożek empieza a recibir premios literarios tanto en Polonia como en el extranjero. Decide irse de Polonia por un período de tiempo más largo. En 1963 se traslada a Chiavari, en la Riviera italiana, donde vivirá hasta 1968. Más tarde se traslada a París. Tras la publicación en Le Monde de su protesta contra la intervención de los ejércitos del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia, en agosto de 1968, le es retirado el pasaporte polaco y se decide por el estatus de refugiado.

En Polonia la censura prohíbe que sus obras sean representadas y publicadas. Mrożek empieza a publicar en editoriales de la emigración polaca. Esa pausa en la recepción de sus obras en Polonia durará hasta 1973, año en el que verá la luz en Wydawnictwo Literackie —editorial de Cracovia— el libro Obras escénicas, y sus nuevas piezas Afortunados acontecimientos, El matadero, El jorobado y Los emigrantes serán representadas.

Esa última obra, cuyo estreno mundial tuvo lugar en 1974 en el Theatre d'Orsay en París, daba fe de los cambios en la obra dramática de Mrożek, cambios que, desde otra perspectiva, ya no desde el biombo del absurdo, permitieron valorar el drama desde la seriedad. Se trata de una pieza de dos personajes en la que el autor presenta los destinos de dos emigrantes, en uno de los países occidentales, que pasan la Nochevieja en un sórdido subterráneo, bajo unas escaleras, hasta donde llegan los ecos de una fiesta. Uno de ellos (AA) es un emigrante político, un intelectual, el otro (XX) es un obrero no cualificado que tiene una grosera y simplista forma de pensar y para el que el dinero juega un papel fundamental. Ambos comparten ese bache de los que han fracasado en la vida. Sin embargo, son muchas las cosas que los separan. Se trata de un intelectual y de un sinvergüenza. Ya no tenemos ante nosotros personajes simbólicos, sino seres de carne y hueso. El realismo de la situación, oculto tras las formas de la comedia, con una nota trágica, llevan a conclusiones pesimistas que nos hablan de las dificultades de los contactos interpersonales en el mundo contemporáneo. Los emigrantes fueron un acontecimiento a la altura, prácticamente, de Tango.

Este segundo éxito teatral coincidió con un período de gran actividad profesional en la vida de Mrożek. Entre 1974 y 1975 vive en Alemania Occidental, donde inicia su colaboración con el cine y la televisión. Trabaja como guionista y director.

En 1978 recibe la nacionalidad francesa y por primera vez desde 1963 visita Polonia. En 1981, año del nacimiento del sindicato "Solidaridad", vuelve a Polonia con ocasión del estreno mundial de sus nuevas obras —A pie, Vaztlav y El embajador— y de la aparición de una nueva edición de sus relatos.

Cuando recibe la noticia de que en Polonia se ha proclamado el estado de guerra, el 13 de diciembre de 1981, rechaza todo tipo de colaboración con las revistas polacas y con la televisión, si bien no impide que se sigan representando sus obras. En la prensa polaca en el exilio publica su "Carta a los extranjeros", texto de protesta que envía también al New York Herald Tribune. La censura polaca prohíbe que sus obras sean representadas. Mrożek escribe una obra teatral sobre Lech Wałęsa —titulada Alfa— que aparece publicada en la así llamada prensa clandestina y que también es censurada.

Recibe un premio de la Asociación de Escritores Polacos en el Exilio por toda su obra y también premios de diferentes fundaciones extranjeras, entre los que destacan el Jurzykowski y el premio Franz Kafka (1987). En Munich dirige su obra El embajador. Participa en simposios, como por ejemplo en la Fundación del Premio Nobel, en Estocolmo, donde dicta la conferencia "El teatro y la realidad".

En la vida privada de Mrożek tienen lugar ciertos cambios. En 1987 se casa con Susana Osorio Rosas —su primera mujer había muerto en 1969—, y en 1989 se traslada a México.

En junio de 1990, con ocasión de su sesenta cumpleaños, Cracovia organiza un festival internacional dedicado a su obra. Durante dos semanas, en torno a Mrożek, se realizan representaciones teatrales, exposiciones, seminarios, conciertos, conferencias de prensa, veladas de autor… Se publica un diario que entronca con los inicios como periodista en Cracovia del escritor.

En 1996 Mrożek deja México y se traslada definitivamente a Cracovia. Su vida ha completado un ciclo.

En la entrevista mencionada más arriba con Krisztina Baba, su traductora al húngaro, cuando ésta le pregunta si en ese regreso a Polonia buscaba la tranquilidad y si la había encontrado, Mrożek contesta: "No, no la he encontrado. Y evidentemente ya no la encontraré. […] Quiero morir en Cracovia."

Mientras tanto, el escritor, gracias a sus nuevas piezas teatrales —El retrato, Las viudas, El amor en Crimea, El regreso, Una vista maravillosa, El reverendo—, está intensamente presente en la "vida teatral" europea. Sus obras aparecen reunidas en la editorial Noir sur Blanc. Uno de los más destacados diarios de Varsovia, Rzeczpospolita (La República), publica todas las semanas sus sumamente esperados dibujos. Recibe diversos premios y condecoraciones.

En junio de 2003, el embajador de Francia le impone en Cracovia la Orden de Caballero de la Legión de Honor.

A finales de los años 80, Mrożek escribió por encargo de Contemporary Authors Autobiography Series (Publisher by Gale Research) My Autobiography, de varias decenas de páginas. Merece la pena familiarizarse con ese texto aunque sólo sea porque como escribe Mrożek "espero que en la narración [de mi vida] aparezca alguna forma, algún sentido de lo ocurrido". Por otra parte, My Autobiography, facilita, sin lugar a dudas, la comprensión de la obra del escritor.

Volvamos ahora a Tango. Ninguna otra obra de Mrożek ha merecido tantas interpretaciones. Aunque dentro de poco se cumplirán cuarenta años de su estreno mundial, los teatros no dejan de acudir a la obra y cada día aparecen nuevos análisis de la misma, análisis que permiten ver cómo va cambiando el lenguaje del teatro y cómo se va desarrollando la metodología de los estudios sobre el teatro e incluso cómo evoluciona la lengua de esta disciplina del conocimiento.

Tras el estreno, los críticos polacos escribieron que había visto la luz la obra que el teatro necesitaba y que el público esperaba. Una partitura precisa y limpia que cualquier director puede realizar en cualquier escenario, por pequeño que éste sea. Para el público, la viva acción de la obra y sus abiertas metáforas permiten a todo espectador, dependiendo de su experiencia vital, de su preparación cultural y de su conocimiento literario, ver la obra como suya y al mismo tiempo confrontarla con la recepción del conjunto de espectadores.

Ese mundo de Mrożek, existente por sí mismo, individual, a medida que se va desarrollando la acción va cargándose de significado, de un significado que tiene un valor general que marca el rango de la obra. Los personajes son personas y símbolos al mismo tiempo.

Desde el punto de vista de la fábula, Tango habla de la familia de los Stomil. Las relaciones en esta familia, de la que se presentan tres generaciones, son a primera vista comprensibles. La extravagante Abuela, el Tío Eugeniusz, aparentemente inofensivo calzonazos, son los representantes de la generación más vieja. El padre, de nombre Stomil, y la madre, Eleanora, están bastante aburridos de la vida. El hijo, Artur, de veinte años, estudiante de filosofía, y Ala, su novia. La Abuela va consumiendo lo que le queda de vida en sus partidas de bridge. El tío, liberal en su juventud, está al servicio del revolucionario Artur. Eleanora, artista, flirtea con un criado —Edek—, un tipo sospechoso y primitivo, amigo de la casa. Stomil, su marido y padre de Artur, es artista, representante de una vanguardia desaparecida, que se manifiesta a favor de la libertad del individuo y que en nombre de esa libertad se comporta de forma descuidadamente "informal". El hijo se prepara para casarse con Ala, "con toda pompa" y crear así una nueva familia. Sin embargo, primero tiene que ordenar el caos que reina en su casa. Incluso exige una revolución familiar. Le da a su padre un revólver para que mate al amante de su madre. No asistimos únicamente a lo que podríamos denominar ambiciones filiales, sino que nos encontramos también ante una lucha generacional entre Stomil y Artur, y más aún, ante una lucha de dos generaciones de la vanguardia. Artur considera que los experimentos teatrales de su padre son aburridos y carecen de valor. Las viejas formas no crean la realidad, hay que buscar nuevas formas.

Esta familia es una metáfora de la sociedad. Artur quiere arreglar el mundo. Busca ideas de forma compulsiva, ya que "la creación de un sistema de valores es imprescindible para que funcione adecuadamente tanto el individuo como la sociedad." Sin embargo, primero tiene que convertirse él mismo en un importante miembro de la sociedad. No encuentra apoyo en su familia, que intenta defenderse de la desaparición y sorprendentemente se sirve de la ayuda de Edek. Su tío, una persona de las de antes, pero que posee la capacidad de adaptarse a nuevas situaciones, resulta ser demasiado débil y en el momento crucial es el primero en caer víctima de la violencia de Edek. Ha vivido lo suficiente como para saber que la razón siempre está del lado del más fuerte. Y Edek, el más fuerte, se rige por principios muy simples que tiene anotados en una libreta, como por ejemplo: "depende". A la pregunta de cómo es el progreso responde: "Progresista. Hacia delante."

A principios de los años 70, con la aparición del libro del crítico teatral Martin Esslin The Theatre of the Absurd (Londres, 1961), que describía la poética del absurdo como un estilo del drama contemporáneo, se puso de moda ver a Mrożek como representante de una variante polaca del teatro del absurdo. Se llegó a escribir que Mrożek llevaba hasta el absurdo los estereotipos sociales y que los personajes de sus obras entraban en una absurda relación con la sociedad. Los más agudos observadores recordaban, tal y como había hecho Richard Gilman, que el absurdo tiene un sentido metafísico y que no se refería simplemente al comportamiento de los personajes.

El propio autor, en la entrevista ya varias veces citada, dijo: "Al comentar mis obras se ha hablado hasta la saciedad de mis vínculos con el teatro del absurdo, pero pocos han sido los que han visto la gran importancia que para mí tiene la obra de Chejov…" y mencionaba a Stomil en Tango: "Stomil es como el envejecido hijo de Arkadina (el Trieplev de La gaviota), que con una energía inagotable lleva a cabo experimentos teatrales."

Quizá incluso más que la obra de Esslin, lo que se ha apoderado de la imaginación de los directores ha sido la opinión de Jan Kott, que en su obra Shakespeare contemporáne, traducida a más de 30 idiomas, proponía una nueva lectura de la dramaturgia de Shakespeare. Muchos años más tarde, se dio cuenta de que en los años 60 el teatro del absurdo se había convertido en un inesperado aliado del "contemporáneo" Shakespeare. Los críticos, al analizar Tango, han hecho referencia en más de una ocasión a Hamlet, destacando múltiples analogías o mejor dicho fuentes de inspiración. Artur es un Hamlet contemporáneo al que le da por "poner orden en el mundo". Al igual que el príncipe danés lleva consigo al escenario una serie de libros que simbolizan las principales cuestiones existenciales. Eleanora, como Gertrudis, traiciona a su marido. El amor de Ala, como el de Ofelia, no es correspondido. El tío Eugeniusz, como Polonio, es un secuaz y subordinado del poder. Y Edek, como Fortynbras, acude al final al lugar que le ha preparado Artur, el lugar de Hamlet.

Mrożek muestra en Tango de forma tragicocómica y grotesca el mundo que ha encontrado. Ese mundo forma ya parte del pasado y no puede dar a la generación que sigue ninguna idea constructiva sobre la que esa generación pudiera poner sus cimientos. La generación que inicia su andadura después de la II Guerra Mundial vio la crisis y empezó, cada vez con mayor violencia, a hacerse preguntas sobre la esencia del mundo y del ser humano, y sobre las relaciones entre la naturaleza y la sociedad. Es precisamente esa generación de Arturos la que promovería la rebelión estudiantil de 1968.

Mrożek, cuando escribió en 1964 su Tango, captó los ánimos y adelantó el tema de la rebelión generacional.

El tango del título es un baile-reto. Libera del marco de las convenciones. Expresa la necesidad de una nueva expresión, de una nueva comprensión de la libertad.

Pasan los años y Tango se sigue representando, lo cual significa que sigue estando cargado de contenido y que a través de la experiencia de las generaciones actuales vuelve a entrar en diálogo con el público.

Cuando el sindicato "Solidaridad" inició la nueva "Primavera de los Pueblos", lo primero que sucedió fue que desapareció la censura. Al planificar el repertorio teatral no nos planteamos ya qué era "ideológicamente razonable", sino qué era artísticamente y conceptualmente innovador. Nos habituamos rápidamente a lo nuevo, a la libertad.

Corría el año 1998. Estábamos organizando en Wroclaw el siguiente Festival de las Artes Contemporáneas, la edición número 31. Desde siempre se habían representado las obras de Mrożek. Y una vez más elegimos las representaciones más destacadas de la temporada. Entre ellas se encontraban dos estrenos: Historia de la República Popular de Polonia según Mrożek, una sui generis historia de la República Popular de Polonia compuesta por Jerzy Jarocki a partir de distintas escenas de varias piezas teatrales de Mrożek, y… Tango, versión del Teatro Contemporáneo de Varsovia. La había llevado al escenario uno de los sucesores de Erwin Axer, el actual director del Teatro Maciej Englert.

Ya no se trataba de una representación sobre el intelectual hamletiano. Ahora Artur penetraba en un mundo en el que el pensamiento de destrucción del sistema hallado tenía que ser sustituido por el cálculo del mercado libre. Había caído el antiguo orden, era la hora de la crisis de las ideas, de las costumbres, de los conceptos heterogéneos, de los erróneos índices de los valores. Todo ese desequilibrado mundo había sido inscrito en el día a día de los Stomil.

Tengo ante mí dos programas teatrales de Tango, el de Varsovia del año 1965, sacado de un cajón con antiguas fotografías y anotaciones, y el nuevo, de 1998, que yo misma redacté.

Vuelven a mí las imágenes de aquella primera representación, tan presentes en mi memoria. La caótica casa de los Stomil, en cuyas paredes se había inscrito todo aquel mundo. Y los dos personajes principales, tan perfectamente contrastados, que todavía hoy los veo frente a mí: el categórico, histérico y blando Artur, y Edek, criado bonachón que servía la mesa, y posteriormente descarado asesino.

De aquellos actores de 1965 ya sólo viven dos: Artur y Ala. El Artur de aquel entonces, actúa en la representación de 1998 como el Tío Eugeniusz. Y el nuevo Artur vuelve a tener sus dudas y vuelve a abstenerse de actuar. Nos acercamos al trágico final, a lo verdaderamente serio: la muerte de Artur. "Ahora me toca a mí —dice Edek—. Os toca escucharme. […] Yo soy un tío legal." "Cedo ante la violencia —constata Eugeniusz— pero en el fondo la aborrezco"… y abrazado por el primitivo Edek, que ha cambiado el chaleco por la estrecha chaqueta del asesinado Artur, el tío Eugeniusz inicia obediente el tango… El ridículo calzonazos es ahora peligroso. Entre los saltos y meneos del tango, se convierte en una diestra y elástica pareja del nuevo poder: Fortynbras convertido en Caníbal.

El drama empieza siempre que a un cierto Hamlet le da por ordenar el mundo.

En 1965 salí del teatro casi enferma. En mi cabeza sonaba sin cesar el tango La Cumparsita que conforme a la convención teatral, se seguía oyendo "a través de los altavoces incluso cuando la luz ya se había encendido en la sala". Seguí oyendo aquella música en el tren a lo largo de toda la insomne noche de regreso a Wroclaw.

Cuando acabó la representación del Teatro Contemporáneo en el festival, preparada 33 años después por los sucesores de Axer, los acordes de La Cumparsita trajeron hasta mí imágenes de mi juventud. Y no me sentí nada bien.

Wroclaw, 2003

Ir a la siguiente página

Report Page