Stalin

Stalin


Prefacio

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Prefacio

Francesco Benvenuti, Adele Biagi, Geoffrey Hosking y Arfon Rees leyeron el borrador y, como muchas otras veces antes, me brindaron valiosas sugerencias. También leyeron varios capítulos Katia Andréiev (sobre la Segunda Guerra Mundial), Jórg Baberowski (sobre la «cuestión nacional»), Ioram Gorlizki (sobre los años posteriores a 1945), Mark Harrison (sobre la economía soviética), George Hewitt (sobre el idioma y la cultura georgianos), Stephen Jones (sobre el marxismo y la cultura georgianos), John Klier (sobre los judíos) y David Priestland (sobre la década de los treinta). Asimismo aprecio los consejos sobre temas específicos de Bob Alien, Rosamund Bartlett, Vladímir Buldákov, Bob Davies, Norman Davies, Simón Dixon, Richard Evans, Israel Getzler, Alí Granmayeh, Riitta Heino, Ronald Hingley, Vladímir Kakalia, Oleg Jlévniuk, Vladímir Kozlov, Slava Lakoba, Melvyn Leffler, Hugh Lunghi, Rosalind Marsh, Claire Mouradiane, Zakro Megreshvili, Simón Sebag Montefiore, Silvio Pons, Al Rieber, David Saunders, Harry Shukman, Peter Stickland, Martin Stugart, Ron Suny, Steve Wheatcroft, Jerry White, Faith Wigzell y Jackie Willcox. Doy las gracias a Matthew Hingley por haber grabado en un disco compacto mis discos de 78 r.p.m. de los discursos de Stalin y a Vladímir Kakalia por haberme regalado algunos de estos discos. Georgina Morley, Kate Harvey y Peter James, en lo concerniente a la edición, siempre me ayudaron con sus sugerencias para mejorar el trabajo.

El libro se ha beneficiado de las exposiciones en el Instituto de Historia Rusa de la Academia de Ciencias, el Instituto de Historia Universal y el Archivo Estatal Ruso de Historia Socio-política, y, más recientemente, ha sido de gran ayuda discutir este tema en la Universidad Internacional de Verano cerca de Gagra en Abjasia y en la Biblioteca Nacional de Tbilisi (cuando Stalin estudiaba en el seminario, cerca de allí, se le prohibió utilizar esa biblioteca).

El Centro de Estudios Rusos y Euroasiáticos del St. Antony’s College ha sido un entorno incomparable para esta investigación. Mis colegas Archie Brown, Alex Pravda y Jackie Willcox me han dado consejos y me han alentado constantemente. También me he beneficiado de los seminarios de los lunes desarrollados por nuestro Centro, donde se discutieron varios de mis ensayos relativos a este tema. Jackie Willcox y Angelina Gibson, bibliotecarios de Oxford, me advirtieron sobre el material que se publicaba en Rusia. Simón Sebag Montefiore compartió generosamente conmigo sus notas sobre las memorias inéditas de Kandide Charkviani. Heinz-Dietrich Lówe y Shaun Morcom me consiguieron otros materiales. Liana Jvarchelia y Manana Gurgulia, organizadoras de la Universidad de Verano de Abjasia, junto con Rachel Clogg y Jonathan Cohén, de Conciliation Resources, me consiguieron acceso a la dacha de Stalin en Jolódnaia Rechka; Rachel Polonski, al apartamento de Mólotov en el centro de Moscú; mi agradecimiento a todos ellos. Zakro Megreshvili me ayudó a conseguir y traducir memorias políticas georgianas; Elin Hellum tradujo al inglés un artículo de un diario sueco.

Las características fundamentales de la línea de interpretación más influyente de la figura de Stalin y su carrera son considerablemente homogéneas y hace tiempo que deberían haber sido cuestionadas. Este libro se propone demostrar que Stalin era una figura mucho más dinámica y polifacética de lo que convencionalmente se supone. Stalin fue un burócrata y un asesino; también fue un líder, un escritor y editor, un teórico (en varios aspectos), un poco poeta (en la juventud), apasionado del arte, hombre de familia e incluso seductor. La otra razón que me impulsó a escribir esta biografía es que hacia finales de la década de los ochenta las puertas de los archivos rusos empezaron a abrirse. Todavía sigue siendo difícil acceder a ellos, pero muchos rincones oscuros de la vida y la trayectoria de Stalin ahora pueden ser estudiados. También se han publicado recopilaciones de documentación que todavía no se han integrado en una biografía exhaustiva. Los historiadores y archiveros de la Federación Rusa han estado desarrollando una labor especialmente importante que todavía tiene que ser analizada a fondo.

La vida de Stalin suscita preguntas acerca del enfoque histórico. Muchos estudios han caído en una de estas dos categorías: algunos se han centrado en su personalidad y motivaciones y en el efecto de éstas en la política y la sociedad; otros arrojan luz sobre la historia general de la URSS y otros lugares y dan por supuesto el conocimiento de Stalin en cuanto individuo. Ninguna de las dos es suficiente por sí misma y en los capítulos que siguen ofrezco una síntesis de ambas. Así pues, si es fundamental examinar la peculiar personalidad de Stalin, es igualmente necesario analizar el ambiente en el que creció y las presiones tanto políticas como de otro tipo bajo las que actuó. Los estudios también se dividen entre aquellos que subrayan la especificidad de un período dado y aquellos que destacan los factores más persistentes de su carrera y de la historia de su partido. Este libro tiene el propósito de tender un puente entre estos dos elementos de una dicotomía artificial. Así pues, mientras las investigaciones detalladas acerca del Gran Terror son esenciales, también lo es una consideración del conjunto de circunstancias producidas por la Revolución de octubre (y, por cierto, también por situaciones anteriores). El objetivo es vincular lo que habitualmente se denomina intencionalismo y estructuralismo tanto como combinar lo que podrían denominarse enfoques diacrónico y sincrónico.

Varias partes de este libro han exigido el examen de registros de archivos y de recopilaciones de documentos recientes: acerca de la niñez de Stalin en Gori; sobre su educación; sobre su «Credo» de 1904; sobre su campaña de robo a mano armada; sobre su estancia en Siberia; sobre su actividad en 1917, en la Guerra Civil y en la guerra ruso-polaca; sobre la política de 1922 a 1923; sobre sus matrimonios; sobre las motivaciones del Gran Terror; sobre su liderazgo en la Segunda Guerra Mundial; y sobre sus discursos y maniobras en 1952 y 1953. En el transcurso de este proceso han salido a la luz datos significativos en lo que respecta a los hechos. El libro también reinterpreta ciertos aspectos importantes de su vida: las raíces nacionales georgianas; su desarrollo cultural; la autoridad política de Stalin antes, durante y poco después de la Revolución de octubre; la ruptura con Lenin en 1922-1923; los orígenes y las consecuencias del Gran Terror; el extraño «culto» impersonal; el estilo de su gobierno y los límites de su poder despótico; y la multiplicidad de dimensiones de su carrera política. Un último aspecto a destacar es que el libro está concebido como una descripción y un análisis generales. Desde su nacimiento en 1878 hasta su muerte en 1953, Stalin fue un terremoto humano. Cada episodio importante de su vida requiere una cuidadosa atención. Pero también debe encontrarse sentido a la interrelación entre él y su época durante una existencia larga, muy larga.

Quisiera destacar una de las experiencias que tuve en el curso de la investigación, que me impresionó especialmente. En diciembre de 1998 entrevisté para un programa de radio que estaba realizando con Sheila Dillon, de la BBC, a Kira Allilúeva, la sobrina de Stalin, en su apartamento al norte de Moscú. Recuerdo de forma vivida cómo Kira Allilúeva negaba estar resentida por haber sido encarcelada por su tío, así como su deseo de vivir y gozar. En aquella ocasión me obsequió con un ejemplar de la poesía de su tío (los primeros capítulos demuestran por qué los versos de Stalin son importantes para una mejor comprensión de su figura). Era la primera vez que estaba con alguien que hubiese conocido a Stalin en la intimidad (el intento que hice en 1974 de entrevistar a Lázar Kaganóvich, a quien reconocí en la Biblioteca Lenin de Moscú, fue amablemente rechazado. Con todo, valió la pena intentarlo). La insistencia de Kira Allilúeva en que todas las numerosas facetas de Stalin deben ser entendidas antes de trazar una perspectiva de conjunto es un principio que inspira este libro.

Oxford, junio de 2004

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