Stalin

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IV. El señor de la guerra » 36. La cena del demonio

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En consecuencia, la prioridad de Stalin en mayo y junio de 1941 era evitar que Hitler tuviera algún motivo para comenzar una guerra. El Mando Supremo todavía tenía que completar un plan de defensa global definitivo[21]. La contemporización en lo diplomático y lo económico seguía siendo primordial en la mente de Stalin. Los análisis de los expertos militares de Berlín y Moscú habían destacado la importancia de comenzar las hostilidades a comienzos del verano a fin de pulverizar las defensas de la URSS antes de la llegada del invierno, y Stalin esperaba que todas estas conjeturas fueran verdaderas. Hitler no había podido invadir la Unión Soviética en el momento apropiado debido a los problemas en Yugoslavia a partir de la primavera. Pero la decisión secreta ya se había tomado en Berlín: Hitler iba a atacar tan pronto como reuniese fuerzas suficientes en la Polonia ocupada por los alemanes. Su confianza en el triunfo descansaba en su ignorancia de la capacidad militar soviética. La cautela de Stalin hizo que los alemanes no pudieran saber con certeza la verdadera capacidad militar de la URSS. Cuando tal información comenzó a llegar a Berlín, era demasiado tarde para persuadir a Hitler de que aplazara la invasión[22].

Stalin esperaba contra toda esperanza que sus maniobras diplomáticas dieran resultado mientras el verano se acercaba. No prestaba atención a la creciente cantidad de información acerca de que Hitler no estaba en las fronteras para nada bueno. Zhúkov estaba desesperado. A mediados de junio hizo uno de sus recurrentes intentos de que se apartara de su política conciliadora. Stalin saltó con furia: «¿Qué es lo que busca? ¿Ha venido aquí para asustarnos con la idea de la guerra o es que verdaderamente quiere la guerra? ¿No tiene ya suficientes medallas y títulos?»[23]. Este era un golpe bajo que hizo que Zhúkov perdiera la compostura aun con Stalin. Pero el momento pasó y se mantuvo la política conciliadora. Así pues, el confiado Líder del Kremlin preparaba sin saberlo las condiciones para que se produjera el mayor desastre militar del siglo XX.

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