Split

Split


53

Página 59 de 76




53

Connor Morgan aparcó en la entrada, al lado del coche de su madre, un BMW azul oscuro, y cerró la puerta de un portazo. El vehículo de su madre no era para nada el último modelo de la marca, pero le daba mil vueltas a su viejo trasto, eso estaba claro. Su Corolla era cutre, feo y de color naranja vómito, no como el Alfa Romeo Spider que tenía en el póster que colgaba en la puerta del desván.

Connor estaba decidido a comprarse su deseado Spider cuando los Dirty Pistol consiguieran el disco de platino con su primer álbum. El padre de Connor se rió mucho cuando se lo confesó. Tony Morgan le dijo que, antes de que eso ocurriera, él ya se habría comprado el último BMW del mercado. Connor pensó que probablemente querría aquel coche para poner en evidencia a su madre.

A pesar de ello, no había señal de que pudiera haber ningún vehículo nuevo en la familia. El seguro le costaba más que el Corolla naranja. Estaba convencido de que contaría esta historia cuando fuera una megaestrella y, así, la gente se reiría al escucharla, Dirty Pistol tenía potencial para ser grande. Solo tenía que conseguir que Jake no escribiera las letras. Su mejor amigo era muy buen cantante, pero escribiendo era bastante pésimo.

Connor subió saltando de dos en dos los peldaños de la escalera frontal y abrió la puerta, pensando únicamente en el hambre que tenía y en el Alfa Romeo Spider. A menudo, la puerta estaba abierta y esta ocasión no era una excepción.

- Mamá… estoy… -empezó a decir mientras entraba-. ¿Mamá? Oh, Dios mío, ¡mamá!

Su madre yacía en el suelo del comedor sobre un gran charco de sangre viscoso mezclado con pedazos de cristal; sujetaba el auricular del teléfono con una mano y tenía el cable enrollado en el antebrazo.

Por un momento, pensó que se había caído de una silla y se había golpeado en la cabeza. De alguna forma, se le habría caído encima el cuadro y por eso estaban esparcidos los cristales por el suelo.

Pero aquella explicación no tenía ningún sentido. Aterrorizado, miró a su alrededor. El comedor estaba completamente destrozado. Se dio cuenta de que la silla de la que había pensado que su madre podría haber caído estaba en realidad atada a su espalda. Pero ¿qué narices…? Vio las marcas de haber arrastrado a alguien por todo el suelo. ¡Habían entrado y habían saqueado el lugar! ¡Alguien había inmovilizado a su madre! ¿Estaba muerta? ¿Habían asesinado a su madre?

- ¡Mamá! Oh, Dios mío, mamá, ¿estás bien? -chilló.

La voz de Connor había adoptado un tono agudo y tembloroso. Comprobó su respiración, pero no estaba seguro de si había podido detectarla. Le temblaban demasiado las manos como para tomarle bien el pulso. No sabía lo que debía hacer. La técnica del boca a boca, la maniobra Heimlich y qué hacer en caso de terremoto cruzaron como un relámpago por su mente, pero nada de aquello le servía.

Entonces pensó en el 911. En momentos como ese se suponía que había que llamar al 911.

- Mamá -volvió a decir-. Mamá, ¿puedes oírme? ¿Qué ha pasado?

Entonces pudo oír una voz débil de mujer. Pero no era la de su madre.

La voz provenía del teléfono.

Connor retiró el auricular de la mano sangrienta de su madre. Cuando intentó levantarlo, el cable se había quedado enganchado en su brazo y ella se movió, desfallecida, en el suelo.

«Está viva… Gracias a Dios…»

Connor sabía que podía empezar a hiperventilar si no tenía cuidado. Necesitaba mantener la calma. Estaba tumbado de lado junto a su madre, a la que cogía de la mano. Con la que le quedaba libre se acercaba el auricular a la oreja. La mano de Ann estaba congelada.

- ¿Hola? -dijo por el micrófono.

- Está hablando con emergencias, el 911. Dígame, ¿con quién hablo?

- Connor Morgan. Me llamo Connor Morgan y mi madre se está muriendo a mi lado. -No sabía qué más decir. No sabía qué más hacer, y entonces le vino a la cabeza-. Mi madre se está desangrando -dijo, mirando la sangre de sus manos-. Creo que la han apuñalado o disparado o algo parecido. ¡Necesitamos una ambulancia inmediatamente! -Facilitó la dirección a la operadora de emergencias y ella le aseguró que pocos minutos antes se había enviado una ambulancia hacia allí.

La puerta principal estaba abierta de par en par y Connor se giró para ver como los paramédicos de emergencias entraban corriendo. Solo había visto aquello en la televisión. Se incorporó con la boca abierta mientras los sanitarios asistían a su madre.

- ¡Tenemos pulso! ¡Tenemos pulso! -dijo uno de ellos.

Era lo mejor que Connor Morgan había oído en su vida.

Ir a la siguiente página

Report Page