Sorry

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Cuarta parte » Después

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Después

Me despierto a causa de un golpe sordo y por un momento me siento absolutamente desorientado. Todo a mi alrededor es gris, los faros cortan la oscuridad a intervalos irregulares y deshilachan la niebla. El recuerdo brama dentro de mí, de modo que tengo que cerrar los ojos y respirar hondo. Mis desmayos se prolongan cada vez más. Debería dormir doce horas, y esas breves pausas no bastan.

Un hombre surge de la niebla. Lleva una gorra ancha con visera de color amarillo, una chaqueta verde del ejército y unos pantalones de chándal de color rojo y amarillo. Sus pies están metidos en unas chanclas de baño de color azul y blanco. Se detiene delante de uno de los contenedores de basura y echa dentro la bolsa. Luego orina en la rala hierba que está al lado, como si ni yo ni mi coche existiéramos. Tal vez piense que duermo, o tal vez, sencillamente, le dé igual. Cuando termina, se rasca el trasero y vuelve a desaparecer en la niebla.

Aparto mi mano acalambrada de la llave del encendido, estaba preparado para todo. Dos faros traseros brillan con una luz roja en medio de la oscuridad, un Combi se aleja del área de descanso y de nuevo vuelve a escucharse el golpe en el maletero, que se mantiene, exactamente, durante veinticuatro segundos. Cuando vuelve a reinar el silencio, me bajo del coche y voy a mirar.

Tiene la frente ensangrentada. De algún modo, ha conseguido liberar su cabeza. Dejo abierto el maletero durante unos minutos para que el mal olor se vaya, luego utilizo una gran cantidad de cinta adhesiva para fijar su cabeza en el sitio. Es el tercer día. No voy a darle agua, no se la ha ganado.

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