Sophie

Sophie


Capítulo 13

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13

 

Luca

― ¡¿Estás loco?! ―Fue su bienvenida. No me importaba los gritos, podía patearme si eso quería, pero que hablara conmigo.

―Sí, estoy loco. ¡Tú me tienes loco! ―En la comisura de su boca se asomó una sonrisa, aun cuando me amenazaba con el arma cargada de sus ojos.

―Mis padres ya están en casa ―susurró casi riendo. Mentirosa y adorable, ¡por Dios, cuanto la amaba! Cuando salió de mi casa casi me vuelvo loco, fue algo bueno que Fabio despertara y metiera la nariz donde no debía, fue la oportunidad perfecta para quemar un poco de testosterona. Todavía me dolía el puño y el mentón, pero valió la pena por completo, me hubiera sido imposible manejar en el estado en el que me dejó.

― ¿Podemos hablar, por favor? ―incliné la cabeza con una cálida sonrisa tratando de tentar a su extraño corazón. No alcanzaba a entender cómo se enojaba por no besarla, y no porque dormí con Jane.

Sophie era una Princesa, una Princesa retorcida con corazón de oro, puso los ojos en blanco y me dejó entrar a la fortaleza que era su casa.

―Sé que no merecías lo que hice, pero…

―Cállate, aquí no. ―Me fue guiando por el palacio hasta que llegamos al área hecha exclusivamente para ella, cuando se trataba de consentir, Owen y Alex no tenían límites. Abrió las puertas francesas y apareció el sueño de cualquier nadador profesional; Una piscina olímpica de cuatro carriles, una piscina sin fin de la más alta tecnología para entrenar la resistencia, el área de masaje, sauna y, por último, la fantástica tina de hidromasaje, eso era lo mejor. Varias veces hice uso de ella y relajaba los músculos como ninguna.

Era un sueño que en este momento carecía de cualquier importancia, ahora solo importaba la Princesa que refunfuñaba y murmuraba cosas sin sentido. Giró una perilla y todas las superficies con agua se iluminaron de un ligero tono morado, era hermoso, aunque nada comparado con la mujer que tenía enfrente.

―Perdón, Sophie.

― ¿Por qué, Luca? ¿Por qué perdón? ¿Tienes idea de porque estoy que pataleo?

No pude decir nada, era adorable cuando hacia pucheros, porque era un berrinche, no estaba realmente enojada. ¡No la entendía! Levanté los hombros y volví a inclinar la cabeza con una sonrisa, conocía a Sophie, nada la tentaba como un poquito de condescendencia.

―Eres un animal ―argumentó sonriendo. Mi sonrisa se amplió con el manotazo en mi pecho.

― ¿Tu animal? ―su carcajada fue la mejor de las respuestas, ¡adoraba cuando reía! ―No sé qué paso, Princesa. Me ganó la lujuria.

Era una excusa baja… era simplemente una jodida excusa. Si realmente hubiera querido, no me acuesto con Jane.

―No me molesta que duermas con Jane, Luca. De hecho, creo que me excita ― ¿En serio? ― No me preguntes cómo o por qué. Ni siquiera yo lo sé ―contestó con honestidad mi pregunta muda―. Lo que no soporto, es que me rechaces. Si ya no quieres estar conmigo, así, como los hombres, me lo dices de frente y se acabó. Nada de ir metiendo la verga aquí y allá para ver si me doy cuenta de la indirecta y te deshaces de mí.

― ¡No, no es eso!

― ¿Entonces qué es?

―No sé ―Le devolví la cortesía, y dije la verdad. No sabía. Jane no me interesaba, no sentía por ella ni una mínima parte de lo que sentía por Sophie. Simplemente me excitó, respondí al instinto y lo hice.

― ¿Te gusto? ―De ninguna manera iba a contestar eso.

―Lo único que te puedo decir, es que sé que tú te mereces todo, ¡más que todo! Mi adoración, mi devoción, mi fidelidad, todo. Te quiero, Sophie. Te quiero tanto que duele, me confunde, y aquí, en mi corazón, sé que tú y yo siempre vamos a estar juntos, no importa lo que pase o lo que deje de pasar. Tu eres mi pareja, tu eres la que me hace completo. Y te juro, que realmente quiero esto, contigo ―El nudo en mi pecho era doloroso. El cariño en su profunda mirada me decía que ella me amaba igual, incluso podía sentir su corazón golpeando tan fuerte como el mío―. Escucha, Princesa, vamos a escaparnos, tengo dos becas aseguradas, con eso podemos estar juntos desde ya, no tenemos que esperar. ―Abrió la boca, la cerró, las palabras no salían, aunque casi las podía ver arremolinándose en su boca.

No estaba muy seguro de donde diablos salió la idea, ¡pero era una fantástica idea!

La abracé determinado a cerrar el trato, me ganó con un beso muy gentil en los labios.

― ¿Esto es un sí? ―Sonrió, negó, y con dedos firmes en mi cabello me acercó a ella. El intenso gemido de los dos sonorizo la enorme habitación, mi lengua se hizo espacio por sus gloriosos labios, saboreando, ansiando estar dentro de ella. Mi verga creció dolorosamente rígida contra su vientre bajo, hasta en eso encajábamos, su altura era perfecta. Frotando su vientre contra el mío nos fue guiando hasta la tina de hidromasaje, a tientas prendió los jets, su sonrisa era irreverente, diabólica, y totalmente adorable.

Su bata se abrió con la fricción y dejó al descubierto el cuerpo del deseo, de todos los pecados, de mi maldita bendición.

―Tu ropa.

¡Joder con la ropa! Mientras yo me la quitaba a tirones, ella bajaba el único triangulito de tela que la cubría. Fue bajando las escaleras con total certeza de que me tenía bajo su dominio. Si, si me tenía.

A través de la transparente agua, de la tenue luz purpura, vi sus piernas separarse, entré al agua hipnotizado, perdido, profundamente aliviado. Sophie era mía, siempre y para siempre mía. Mis dedos separaron, acariciaron, entraron al mismo tiempo que un beso sin fin unía nuestros labios. Entré en ella con un sólido empuje, disfruté el plácido sonido de su jadeo mientras separaba aún más sus piernas, apretando los músculos del perfecto infierno alrededor de mí, sofocando, palpitando, exigiendo mientras yo gemía en voz alta.

―Te amo, Luca ―gimió viendo directo a mis ojos. Me movía a dentro de ella con profundos envistes, soñando, implorando un futuro con ella.

Sus pestañas y cabello se humedecían cada vez más, la levanté para sentarla entre mis piernas afuera del agua, quería contemplarla, grabar en mi memoria sus labios hinchados por mis besos, sus cálidas mejillas, el rosado y tentador centro de su cuerpo, tan lleno de promesas de placer. Con cada movimiento llegaba más dentro, hasta su alma.

―Dilo otra vez ―susurré.

―Te amo, Luca. ―Su beso era tan profundo, tan intenso, sus paredes empezaban a temblar con rayos de electricidad prendiendo cada una de mis células―.  ¡Luca!

―Yo más, princesa.

Levantaba su cuerpo con golpes fuertes y certeros, tan cerca…

― ¡Luca! ¡Dioses, Luca!

― ¡¡¡¿Sophie?!!!  ―Interrumpió con un gritó el orgasmo de mi Princesa un desquiciado Alex.

¡Joder!

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