Sophie

Sophie


Capítulo 19

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19

 

Entre sueños escuché un: “Princesa”, después un: “Sophie”, pero fue la enorme mano de Kurt en mi boca la que me despertó.

― ¿Qué haces?! ―Le reclamé cuando pasó la ráfaga de adrenalina, ¿cómo se le ocurría despertarme así?

―Vamos ―ordenó sin importarle el susto que me acababa de meter. Detrás de él, Viri vigilaba la puerta, el susto pasó cuando me di cuenta de sus intenciones, ahora solo sentía excitación por salir de ahí.

Mi súper reloj marcaba las cinco y veinticinco, treinta y cinco minutos de sueño no iba a ser una diferencia en mi rendimiento, sobre todo porque me fui a la cama a las nueve de la noche, algo que seguramente Kurt ya sabía. Sin cuestionar nada me levanté, pasé rápidamente al baño y en menos de siete minutos ya estaba lista para la pequeña fuga.

― ¿A dónde vamos?

Ya se visualizaba el estacionamiento cuando Kurt susurró―: A dar una vuelta.

Brinqué cuando vi las negras intenciones de mi hermano. El nuevo Bugatti Veyron Super Sport convertible de Alex nos esperaba con los brazos abiertos, o las puertas en este caso, según la placa NCJ008 daba cuenta que era el octavo auto de la familia. Mis padres no eran de invertir en autos, de hecho, Owen les tenía cierto recelo, probablemente por el accidente sin importancia que tuvimos Kurt y yo cuando niños. Fue una sorpresa cuando Alex nos presentó su nueva adquisición, a él si le gustaba la velocidad, también tenía una Ducati que en pocas ocasiones usaba, pero si estaba solo y Owen no nos veía, la usaba para darnos una vuelta. Aunque el Veyron era auto prohibido para nosotros.

―Es demasiado rápido y ustedes no saben lo que son los límites ―Nos sermoneó antes de salir de Chicago para que no lo pidiéramos.

O la advertencia no tenía validez para su hijo preferido, o Kurt lo tomó sin avisar, en realidad no importaba cuando veías las elegantes líneas, el poder de la carrocería, el olor de la potencia.

―Te toca ir atrás. ―Me avisó Viri.

 Era cierto que insistía en entrenar y exigía que me trataran como a cualquier atleta, pero no podía negar que mis apellidos me daban ciertas concesiones, como mi estancia en un dormitorio privado. El dormitorio tenía estacionamiento y salida separada de la villa, a esa hora la seguridad era mínima, aun así, si alguien me veía, podía crear muchos problemas. Los atletas teníamos prohibido salir de las instalaciones, sobre todo en un día de competencia. Sin embargo, el día anterior rompí un récord mundial, ¡eso había que festejarlo!

Me recosté sobre el minúsculo asiento trasero y cubrí mi cuerpo con la frazada que ya estaba preparada para nuestra fuga, no se podía decir que los NCJ fuéramos descuidados. El ronroneo del Veyron fue suave como poderoso. Escuché a Kurt intercambiar un par de palabras con él vigilante de la puerta y el vigoroso rugir de la maquinaria cuando Kurt le dio potencia.

Salí de mi escondite con una enorme sonrisa, Kurt bajo el capote, Viri prendió el audio y con Cher cantando ‘Believe’ a todo pulmón dejé que la cálida brisa terminara de despertar mis sentidos. Viri y yo reíamos como posesas mientras el Veyron tomaba más velocidad y Kurt cantaba junto con Cher, estaba prohibido que lo mencionamos, pero mi hermano estaba enamorado de Cher desde niño, era su primer amor. Tenía toda su colección y si querías calmar su histeria, solo tenías que poner a Cher a cantarle al oído.

El camino vacío se abrió a nuestro paso hasta que llegamos al mirador de Atlantic Beach. Mis hermanos me conocían bien, intercambiando sólo las palabras necesarias dejaron que disfrutara el despertar de un nuevo día. Ese color que me encantaba, el que se produce cuando el día lucha con la noche para que le ceda el paso surgió en lo más infinito del océano. Exactamente a las seis y doce respiré, sentí, me llené de la energía de la púrpura granate que me daba los buenos días y me deseaba buena suerte para la competencia de ese día.

En un impulso inconsciente abracé a mi hermano, él me abrazó a mí y como pocas veces, se abrió―: Eres la mejor, estoy muy orgulloso.

No necesitaba que dijera más palabras, yo sabía lo que él sentía, yo también lo quería. Y ahora que lo tenía a la mano, no me iba a separar de él.

Viri se enroscó en mi brazo y recargó su cabeza en mi hombro, le di un beso en la cabeza, y sin más palabras observamos como el sol le ganaba a la luna e iniciaba un nuevo día. El día que iba a cambiar mi vida.

Después de unos minutos Kurt rompió el hechizo.

―Es hora, vámonos.

Contesté estirando la mano pidiendo las llaves del auto. Ese día tenía que iniciarlo con un poderoso Veyron entre mis manos. Kurt soltó las llaves a regañadientes, pero vamos, ese era mi día.

Cuando las llaves tocaron la palma de mi mano brinqué, Viri subió a la parte trasera con una risilla y Kurt refunfuñaba mientras se acomodaba en el asiento del copiloto.

―Ten cuidado con el acelerador, es muy sensible ―me advirtió.

―Sí, papá.

Hizo un gesto de fastidio que calme con un poco de Cher.

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