Sophie

Sophie


Capítulo 58

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58

 

Bruno

Un día despiertas y miras a un lado, miras al otro, y te das cuenta que no reconoces nada, ni en donde estás, ni con quien estás… nada.

Algo raro había en el aire, el ruido de la ciudad no penetraba las paredes, el volumen de las conversaciones normalmente vibrante y animado, ahora era apenas audible.

Entré a la cocina para encontrar a Diana, Gordon, y Fabio secreteándose mientras Frank mantenía la vista perdida en el jardín trasero.

―Todo va a estar bien ―aseguró Diana mientras me daba una taza de café.

― ¿Me están preparando una fiesta sorpresa? ¿Qué pasa?

― ¡Mira! Las flores ya están abriendo.

―Es primavera, madre. Es natural que las flores abran.

Mis hermanos, que siempre jodían por todo, se mantuvieron callados con la plática de las benditas florecitas. Algo pasaba, algo grave, de otra manera ya estarían jodiendo.

―No entiendo que me quieres decir madre. ¿Ya pasó el tiempo y todo tiene que volver a florecer? ¿No importa si la tierra está seca, si no ha caído lluvia en un año, si la maldita semilla sigue enterrada como hierba mala matando todo lo que yo quiero sembrar? ¿Crees que quiero estar así? Crees que…

―Sophie se comprometió.

―Sophie nunca se va a casar ―afirmé más seguro de lo que había estado en los últimos cinco meses.

― ¿Entonces por qué recibí una invitación de los Northman para su fiesta de compromiso?

―No puede ser. Debe ser una broma.

Le arrebaté la invitación de las manos. Mientras la leía, los cuatro guardaron silencio lo que me pareció una eternidad, por cada segundo que pasaba, un hoyo negro succionaba la poca existencia que me quedaba. No me daba miedo reconocer que Sophie se llevó mi corazón, pero si me daba miedo pensar que nunca me lo iba a regresar.

― ¿Es con Luca?

El sarcasmo en su risa hizo que me arrepintiera de mi pregunta. Diana por más liberal que fuera, no dejaba de ser nuestra madre, le dolía tener a dos hijos tan estúpidos como para enamorarse de la misma mujer, sobre todo, tan idiotas como para dejarla ir.

―No, Bruno, no es con Luca. Es con un pobre inocente que conoció en Portugal…

―Madre ―Le advertí. Sabía que le dolía, pero no tenía derecho a hablar con rencor sobre ella. Ella no había hecho nada malo, fuimos nosotros los que le fallamos.

La cocina quedó en silencio y la hostilidad crecía.

― ¿Luca, sabe?

La cena por el cumpleaños de Jasón estuvo incompleta. Luca perdió su vuelo y no llegó, no sabía si se iba a presentar. Seguí trabajando para él, pero no lo volví a ver, en cuanto regresamos de México, los tres tomamos caminos separados.

―Jasón está hablando con él.

En ese momento se escuchó un golpe seco. Sí, mi hermano ya sabía.

― ¿Dónde es la fiesta?

―En Dite. Pero no quiero que vayan, ¡les prohíbo que vayan!

Tenía cerca de quince años sin prohibirnos nada, seguro estaba disfrutando de las palabras, era una lástima que la fuera a desobedecer.

―Ya veremos, mamá. Ya veremos.

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