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16 Al Kataeb

El papá del hombre más rico de mundo, Julián Slim Haddad, además de ser un empresario próspero y bien relacionado con el gobierno de su época, era seguidor de Al Kataeb, la organización libanesa que en esos años recibió en secreto apoyo económico del gobierno de Israel a fin de que consiguiera el poder político de Líbano. Los israelíes, que habían comenzado las hostilidades contra los palestinos, apostaron a la figura de Pierre Gemayel, tío político de Slim, como un aliado en el vecino Líbano. De acuerdo con documentos desclasificados que dio a conocer el periodista Berry Morris en The Jerusalem Post a principios de la década de 1980, el intermediario entre la familia Gemayel y el gobierno de Israel era Elías Rababi. Bajo esta alianza, a largo plazo, se enmarcaría la masacre de Sabra y Shatila ocurrida el 14 de septiembre de 1982.

El periodista inglés Robert Fisk, quien cubrió los acontecimientos para The Independent, escribe con cierta regularidad acerca de este acontecimiento, declarado por la Asamblea General de la ONU como un acto de genocidio:

Yo guardo en la mente la imagen de un hombre tirado en la calle principal, vestido con piyama y con su inocente bastón a su lado; la de dos mujeres y un niño baleados al lado de un caballo de muerto; la de una casa particular en la que me protegí de los asesinos con mi colega Loren Jenkins, del Washington Post, y donde encontramos una mujer que yacía en el patio a nuestro lado. Algunas mujeres fueron violadas antes de que las mataran. Los ejércitos de moscas, el hedor de la descomposición… uno se acuerda de esas cosas.

El pacto de Israel con los falangistas libaneses se estableció desde 1948, según la documentación que reveló primero The Jerusalem Post y posteriormente The New York Times. El operador de ese acuerdo, Rababi, estuvo ese mismo año en México, luego de sus reuniones en Nueva York. En el Distrito Federal, la delegación de Rababi fue recibida por el padre de Carlos Slim, quien se retrató con ellos en la sala de su casa. «Grandioso y popular agasajo de los kataebistas en la residencia Slim», se titula la nota de Emir sobre el acontecimiento social.

La hermosa residencia del prestigioso hombre de negocios don Julián Slim, tan apreciado en la colonia por su fervor patriótico, por su espíritu emprendedor, por su cordialidad, y por el entusiasmo con que a todo instante sabe hallarse presente y brindar su inapreciable colaboración y ayuda cuando se trata de cubrir nobles objetivos. No quiso que fuese una fiesta privada… Un acto alejado de formulismos y protocolos oficiales [para que] la delegación de Al Kataeb percibiese de cerca la adhesión, la simpatía y el cariño con que espontáneamente la colonia acudía en su torno para expresar libremente la fe que pone en los destinos del Líbano y en la patriótica cruzada emprendida por las legiones juveniles de Al Kataeb.

También se menciona que la madre de Slim, Linda Helú, así como sus hermanas Nour y Alma, «educadas en las más selectas disciplinas sociales», se habían encargado de atender a los invitados con «vinos y licores de las mejores marcas, riquísimos platillos condimentados con arreglo al arte de la cocina oriental, francesa y mexicana». Julián Slim dedicó el brindis a la delegación «ilustre» de Al Kataeb y exhortó a la juventud libanesa radicada en México a cumplir hasta el final el destino que habían iniciado los que ahora eran viejos.

Debían fijarse en que Al Kataeb sabe trabajar cívicamente para mantener las glorias y la independencia de la patria de nuestros mayores. Los jóvenes nacidos en México pueden y deben conservar, junto al amor a la tierra que los vio nacer, la devoción y el fervor por la patria de sus padres, de la que han heredado un espíritu y unas virtudes que dieron días de luz a la civilización.

Elías Rababi fue el último en hablar de la delegación, de la que también formaban parte Jean Skaf, Abdo Saab y Alfredo Yazbek. Inicialmente se dirigió a Julián Slim, agradeciéndole las palabras pronunciadas, pues se veía que le brotaban del corazón.

Recogió para glosarios los temas enunciados por los oradores y poetas que le habían precedido, tanto en español como en árabe, y para todos encontró en su verbo fácil y en su maravilloso dominio del idioma la frase precisa, el comentario justo, la consecuencia y la deducción adecuadas, revelándose una vez más como el más brillante improvisador que hayamos escuchado en lengua árabe durante los últimos tiempos.

Después de esa velada, la delegación falangista volvió a Líbano.

«¿Qué es Al Kataeb?», se pregunta un documento de propaganda repartido a partir de la visita a la residencia de la familia Slim:

No es una de tantas sociedades como existen, y mucho menos un partido político. Constituye, lisa y llanamente, una organización nacional que agrupa lo más granado y selecto de la juventud del país, tanto en el orden físico como en el espiritual, y representa un movimiento de tal empuje, vigor y proyección, que continuamente acuden a la organización nuevas legiones para engrosar sus filas. En la actualidad, Al Kataeb cuenta con más de 60 000 asociados. De su lema «Dios, Patria, Familia» se coligen sus fundamentos y objetivos. Dios, que es fe y conciencia de destino; Patria, que es compromiso de lucha y de sacrificio; Familia, que es amor y lealtad.

Sin embargo, en su autobiografía oficial de internet Carlos Slim omite cualquier relación con este tipo de grupos y resalta las enseñanzas empresariales de su padre:

Don Julián les daba a cada uno de sus hijos una libreta de ahorros junto con su habitual «domingo» y semana a semana, a fin de que administraran sus ingresos y egresos, la revisaban con él, veían sus gastos, compras y movimientos; así es como siguiendo esta regla los hijos de don Julián llevaban sus propios balances personales e iban viendo cómo se desarrollaba su propio patrimonio. A partir de entonces para el pequeño Carlos la inversión y el ahorro se volvieron parte de su vida, siendo esto para él su primer aprendizaje empresarial, mismo que pronto pondría en marcha al abrir su primera chequera y comprar acciones del Banco Nacional de México con tan sólo 12 años de edad.

Durante una larga entrevista realizada en un auditorio de Los Ángeles ante decenas de empresarios, Slim le contó al veterano periodista Larry King que su padre le enseñó lo que sabe sobre negocios: «De hecho él me mandaba a ver los precios de la competencia y me sentía espía porque eso fue después de la Segunda Guerra Mundial. Así que veía los precios de la competencia y entonces regresaba a la tienda de mi papá y hacía un registro de los precios».

Al Kataeb ha sido borrada por el empresario de su narrativa oficial. Le pregunto al respecto y me da esta definición de la organización falangista:

—Al Kataeb fue muy importante en la independencia de Líbano y lo que he visto en papeles es que hay una gran liga de Francia con Líbano, la cual todavía sigue.

—Pero justo existen estas denuncias y documentos del Jerusalem Post donde se establece que a Al Kataeb lo financiaba Israel para tener el control de la zona.

—No sé. Tengo duda y puede ser que les haya dado armas, pero yo creo que tenía aparte de financiamientos propios, yo creo que de los países árabes. Los países árabes eran muy… Líbano era antes lo que ahora es Dubái.

—Sus tíos políticos Bachir y Amin Gemayel fueron señalados como culpables de la masacre de Sabra y Shatila…

—Eran primos de mi suegra. Mira, yo creo que sí fue una guerra-guerra y hubo matazones por todos lados y que inclusive… En Líbano hubo una guerra civil muy triste. Hubo muchos muertos de todos lados. Lo que me impresionó es que se acabó. Yo creo que en el ‘82 es cuando le pusieron una bomba al edificio donde vivía Bachir y murió todo mundo. Yo creo que fue una guerra muy violenta, en la que hubo muchos muertos, y yo no sé si hubo muertes y masacres de un lado y de otro. Yo creo que son guerras-guerras.

—¿Usted sigue actualmente la política en Líbano?

—No la sigo mucho. Sigo los problemas, pero sí estamos tratando de hacer algunas cosas allá. Tenemos una fundación para buscar hacer actividades sociales y educativas. No hacemos diferencias entre los diversos grupos que existen. Lo hacemos en varios lugares, no importa que sean católicos o musulmanes.

—Su papá y algunos otros miembros de su familia eran seguidores de Al Kataeb.

—Mi papá no mucho, no creo.

—Sí, tengo una foto de una bienvenida que les ofreció.

—Lo que hemos visto (y tenemos mil cartas y papeles y documentos) es que mi papá no era un radical, para nada. A lo mejor lo que pasa es que hay muchos países, algunos del siglo XVIII y otros del XIX, como México, que separaron la Iglesia del Estado y eso fue un gran logro. Ahorita estamos viendo los problemas religiosos de Oriente Medio, de Irán. Irán, desde que se fue el sha, y ahorita estamos viendo los fanatismos religiosos. Yo creo que en Líbano hay partidos católicos y partidos no católicos, y musulmanes, pero al final siempre han vivido ahí católicos, musulmanes, judíos, y chiitas y siitas, y drusos.

—Por los documentos consultados puede entenderse que su papá era un activista…

—Yo creo que mi papá no era un activista ni mucho menos. A lo mejor vino alguna organización maronita y la recibió, porque, eso sí, mi papá era muy maronita, pero no era gente de ir a misa diaria. Sí le gustaba entrar eventualmente, pero a templos chiquitos y ya.

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