Shirley
CAPÍTULO XXIII
Página 30 de 49
—Pregúntaselo a ella, cuando tengas ocasión —fue la serena respuesta que recibió de su hermano. Si éste había palidecido, o se había ruborizado, Caroline no se paró a comprobarlo: descubrió que era tarde y que debía irse a casa. Y a casa se fue: ni siquiera Robert pudo detenerla esta vez.