Satisfaction

Satisfaction


I. Los primeros padres » Andrew Loog Oldham. The Rolling Stones

Página 9 de 56

© Betina La Plante

 

 

Andrew Loog Oldham

The Rolling Stones

(Londres, Inglaterra, 1944)

 

It is the evening of the day

I sit and watch the children play

Smiling faces I can see

But not for me

I sit and watch

As tears go by.

“As Tears Go By” (The Rolling Stones, 1965)

 

Hustler, en el mundo del espectáculo, es aquella persona enérgica que con diligencia, fe y entrega saca adelante un proyecto. Andrew Loog Oldham fue el

hustler que creó el mito y leyenda de Los Rolling Stones. Le bastó usar una pregunta de un periodista para convertirlo en un titular de prensa que circuló por Gran Bretaña en 1965: “Would You Let Your Daughter Marry a Rolling Stone”? (“¿Dejaría que su hija saliera con un Rolling Stone?”). En aquel entonces, los Stones eran el prototipo de grupo al que todo padre conservador odiaba. Su imagen desaliñada, sucia y ruda contrastaba con la bonachona, gentil y amigable que proyectaban The Beatles. Parte de la idea de Oldham con los Stones era volverlos la antítesis de los cuatro de Liverpool. Prácticamente hacerlos ver, como comentó alguna vez al portal adweek.com, “como si no fueran parte del negocio de la música”. Con mucha astucia y moviendo cada pieza como un ajedrecista convencido del triunfo, Oldham produjo junto a los Stones grandes trabajos y canciones para la historia de la música.

El 29 de enero de 1944, Andrew Loog Oldham llegó al mundo en el Hospital General de Paddington, en Londres, mientras los alemanes intentaban borrar del mapa a la capital británica, en uno de los ataques más letales de los que se tenga registro durante la Segunda Guerra Mundial. Oldham creció junto a su madre, Celia, una hermosa mujer de origen judío y australiano, que trabajaba como enfermera. Celia fue padre y madre, sacó adelante a su hijo huérfano de padre en un país que intentaba recomponerse de los estragos de la guerra y donde los racionamientos eran el pan de cada día. “Perdí a mi padre antes de saber el significado de una pérdida. Lo perdí antes de nacer”, dice Oldham en el libro

Rolling Stoned (Mondadori, 2011).

Con apenas siete años, Oldham empezó a encontrar en hombres mayores elementos de inspiración que dieron forma a su personalidad. Uno de ellos fue el empresario judío Alec Morris, dueño de la empresa de muebles Made By Morris, quien sostuvo una relación con Celia Oldham. “Alec actuaba como un padre de verdad conmigo”, recuerda Oldham en sus memorias. El cine, buenos restaurantes, carros de lujo, viajes, fueron parte de la vida de Andrew con tan solo ocho años. Tuvo el privilegio de ser testigo del renacer de la gran ciudad de la mano de la cultura. La televisión, la radio, el cine, especialmente las películas de James Dean y el jazz, también fueron determinantes en dar forma a una personalidad arrolladora.

Para Oldham –como sucedió con muchos jóvenes de su generación, como Eric Clapton, Pete Townshend y Ronnie Wood–, la música también fue una forma de escapar de la realidad escolar que tanto lo agobiaba. “Con un tocadiscos en casa, la música comenzó a cumplir un rol cada vez más influyente en mi vida”, recuerda Oldham. Ya adolescente, Andrew escuchó a Miles Davis, Count Basie, Duke Ellington, Frank Sinatra, Pérez Prado, entre otros. Vivía fascinado por ellos y también por Nat King Cole, Bill Halley, Elvis Presley y Johnnie Ray, a quien admiraba por la legión de fanáticas que tenía a su alrededor. Cuando cumplió trece años, recibió una especie de revelación divina que lo marcó para siempre: su madre lo llevó a ver el musical

Expresso Bongo, sátira británica sobre el mundo del rock and roll, escrita y producida por Wolf Mankowitz y presentada en los teatros del West End. Allí, Oldham conoció a Terence Stamp, hermano de Chris Stamp, futuro mánager de The Who, quien trabajaba en la producción de la obra. Coincidencia o destino, Oldham entendió ese día a qué quería dedicarse en la vida y con qué tipo de personas debía relacionarse.

Ese sueño de trabajar en el mundo del espectáculo empezó a tomar forma en el otoño del 62, cuando Oldham trabajó en la naciente industria de la música como agente de relaciones públicas de algunos artistas ingleses y norteamericanos, a quienes apoyó en difusión y prensa, entre ellos Bob Dylan. En enero de 1963, el camino al éxito se aceleró gracias al trabajo que realizó con The Beatles en tareas de promoción y medios. Fue un momento determinante en la vida de Oldham, ya que tuvo cerca la mejor influencia posible para terminar de moldear su personalidad y conocimientos. Sabía cómo controlar y coordinar una producción en vivo de una banda. Tenía contactos en medios y conocía los secretos de hacer visible una marca. Estar cerca de personajes como Brian Epstein, el hombre que arriesgó todo por The Beatles, le enseñó la importancia de tener fe, de apostarle todo a un proyecto. También le aprendió al músico y productor Phil Spector los secretos de producir, grabar y luego comercializar los derechos de los músicos a los que representaba.

Con este coctel de información y conocimiento, a Andrew solo le faltaba tener un producto al cual moldear y sacar adelante. El 21 de abril de 1963, tras un viaje de más de media hora en metro, Andrew atendió una cita con el destino. Ese día, en el club Crawdaddy, vio tocar en vivo a la primera formación de Los Rollin’ Stones, que además era un sexteto liderado por Brian Jones, Ian Stewart, Mick Jagger y Keith Richards. Años más tarde, Andrew confesó que todo lo vivido antes de ese momento lo preparó para el reto de convertirse, hasta 1967, en el primer mánager de la banda más grande de todos los tiempos. “Recuerdo cuando Andrew nos dijo: ‘Soy el agente de The Beatles’. Qué mejor presentación en aquellos días. Los de Liverpool convertían en oro todo lo que tocaban y Andrew sabía lo que hacía”, recuerda Mick Jagger en el libro

According to The Rolling Stones (Planeta, 2004). “Andrew era el mejor. Me caía bien… Sus ideas eran buenas, era muy bueno canalizando nuestras sensaciones y supo ver en nosotros un futuro prometedor. Si no hubiese sido por él, aún estaríamos dando tumbos en clubes de segunda”, recuerda el baterista Charlie Watts sobre Oldham.

A los pocos días de la presentación en el Crawdaddy, Andrew entró en contacto con el grupo, logró que lo contrataran y emprendió el camino que tanto soñó cuando veía

Expresso Bongo. En mayo del 63, Andrew convenció a Decca de que firmara a los Stones. El 10 de mayo grabaron el primer sencillo, “Come On”, con la batuta de Oldham, sencillo que se lanzó el 7 de junio de 1963. Ese día nació oficialmente la historia de una banda que con la visión creativa de Oldham emprendió proyectos arriesgados e interesantes que nutrieron de creatividad y visión el ya convulsionado y cambiante mundo del rock. La labor de un productor y mánager no era solo conseguir dinero para invertir en los estudios de grabación, buscar espacios para tocar en vivo o resolver líos jurídicos. También había un componente de liderazgo para capitalizar un potencial creativo. El primer álbum de los Stones incluyó el tema “Tell Me”, única canción compuesta por Jagger y Richards, el resto son

covers de Chuck Berry, Willie Dixon y Phil Spector, entre otros. Pero el proceso cambió en forma radical a partir del álbum

Out of Our Heads (1965), cuando la química entre Jagger y Richards al fin floreció, y el gran responsable fue Oldham, pues él los obligó, literalmente, a componer sus canciones.

Tras dejar a los Stones en septiembre de 1967, Andrew se dedicó de tiempo completo a trabajar en su empresa Immediate Records, compañía discográfica que fundó a mediados de los sesenta y donde produjo a bandas y artistas como Rod Stewart, Small Faces y The Nice. En 1969 tuvo que exiliarse de su país por cuenta de los altos impuestos que deben pagar quienes viven del rock. Se trasladó a Estados Unidos y allí encontró el amor que lo llevó a Colombia. Desde mediados de los ochenta vive entre Vancouver y Bogotá y ha trabajado junto a artistas argentinos como los Ratones Paranoicos y Charly García, además de asesorar algunos proyectos colombianos. Hace ocho años conduce un programa de radio en Sirius XM, tal vez el empleo más estable que ha tenido y por el cual, como lo comentó alguna vez, su madre Celia hoy estaría muy orgullosa. Ha publicado tres libros biográficos, y en el más reciente,

Stone Free (Escargot Books, 2013), rinde homenaje a los empresarios y visionarios que han hecho importantes aportes al mundo del rock y del espectáculo. En 2014 lo incluyeron, junto a Brian Epstein, en el Salón de la Fama del Rock and Roll.

Coda: A Andrew Loog Oldham lo conocí hace diez años en la antigua tienda Tower Records del Centro Comercial Andino de Bogotá. Hablamos y logré una entrevista para una emisora en la que trabajé como productor. Lo busqué nuevamente a principios de 2012, con motivo de los 50 años de los Stones. Yo trabajaba como coordinador cultural del Centro Cultural Gabriel García Márquez. Quería invitarlo a dar una charla y que nos deleitara con historias del medio siglo de vida de los Stones. Por intermedio de Esther Farfán, su amable esposa, concretamos la fecha del 19 de abril de 2012 para presentar el libro

Rolling Stoned. Coincidió el evento con la visita de Paul McCartney a Bogotá. Como en los viejos tiempos, Los Rolling Stones y Los Beatles se cruzarían en los calendarios, tal como pasó con “Jumpin’ Jack Flash” y “Hey Jude” en 1968. Adelantamos el evento para el día 18, ante 250 personas. Tras el lanzamiento del libro

Rockestra, la amistad con Andrew se fortaleció, y gracias a esto tengo gratos recuerdos de varias tardes departiendo un té en su casa, hablando de música, de la situación del mundo, de Bogotá y, por supuesto, de los Stones. Conversaciones que quedarán en mi memoria, así como datos fascinantes del mundo del rock. Agradezco al escritor colombiano y director de teatro Sandro Romero Rey por sus aportes fundamentales para la entrevista que usted leerá a continuación.

Andrew Loog Oldham: Rolling sin los Stones

Entrevista hecha en enero de 2013

¿Cómo surgió la idea de rodar el documentalCharlie is my Darling?

A esa altura del año 1965, yo ya venía rezagado en lo que se refiere a películas. En Estados Unidos los Stones tenían éxito, pero no tanto ni el que esperábamos. Para dar un ejemplo, en febrero o marzo de 1964, si Los Beatles volteaban a ver quiénes venían siguiéndoles los pasos, no veían a Los Rolling Stones, al menos en Estados Unidos. Habrían visto a The Dave Clark Five y Herman’s Hermits. Finalmente, en el verano de 1965, logramos tener nuestros

hits, que empezaron con “It’s All Over Now”, “The Last Time”, y luego, en agosto o septiembre, “Satisfaction”. Pero aún nos quedaba por investigar el tema de las películas. Yo quería conseguir

La naranja mecánica (

A Clockwork Orange), pero no estaba disponible. A pesar de esto, le dije a la prensa que la teníamos. Pero la verdad era que a Anthony Burgess le habían diagnosticado cáncer, así que había empezado a tomar

speed y a beber mucho whisky, y la combinación de anfetaminas y alcohol modificó su estilo de escritura. En un par de años escribió varios libros:

A Clockwork Orange,

The WantingSeed,

Inside Mr. Enderby… no recuerdo los otros. Él ya había vendido los derechos, de manera que no pude conseguirlos. Pero de todos modos yo era reticente respecto a la idea de que Los Rolling Stones incursionaran en el cine, así que quise hacer una prueba. Y eso es lo que es, en definitiva,

Charlie is my Darling.

¿Por qué la rodaron en Irlanda?

No la quise hacer en Londres porque allí está la prensa, y Los Rolling Stones ya eran famosos; además, están las novias, los amigos… distracciones. Así que en septiembre teníamos unas dos o tres fechas en Irlanda, y un amigo me preguntó si había visto la película

Wholly Communion, sobre los poetas

beat y Allen Ginsberg, que había hecho Peter Whitehead. Yo le dije que no, que no quería verla, que no me interesaba. Pero las sugerencias de mi amigo siempre eran buenas, así que acepté su recomendación y me reuní con Peter Whitehead, creo que un martes. El precio estaba bien, así que viajó a Irlanda con Glyn Johns, que hizo el sonido, ese mismo fin de semana.

¿Qué buscaba con este documental?

Básicamente, era una prueba para ver a los Stones fuera del escenario, en cámara. También los filmé en concierto, porque seguía dándome vueltas la idea de que tal vez recuperaría algo de mi dinero, y de que tal vez lograría venderles la película a los alemanes o a la BBC más tarde. La BBC no quería a Los Rolling Stones en esa época. Todavía eran los rebeldes, todavía eran los

anti-establishment, y el único futuro televisivo posible para la música pop eran Los Beatles. E incluso eso estaba en tela de juicio.

¿Le gustó a Peter Whitehead?

Peter Whitehead quedó bastante inconforme porque no la estrenamos y él siempre imaginó que habría de ser su gran éxito. Pensó que iba a ser su momento, y no lo fue. Lo que sí hizo fue llevarse una copia que proyectó en un festival alemán, y creo que algún maestro del cine alemán, como Erich von Stroheim o Joseph von Sternberg, estaba en el jurado, y supuestamente dijo que de todas las películas que se presentaron en el Festival de Berlín ese año, esta sería la única película que seguiría existiendo al cabo de 50 años. Irónicamente, es verdad.

¿Y qué pasó con la película en todo este tiempo? ¿Por qué tardó tanto en lanzarla?

Es algo muy interesante. Yo tenía la película. En los años setenta vivía en Connecticut, y en 1974 decidí que era hora de volver a viajar. Tenía una casa en ese lugar y no quería dejar la película allí. Así que tomé

Charlie is my Darling y otras cosas y se las llevé a ABKCO, les dije que me iba de viaje, que no tenía idea de cuándo habría de regresar, y les pedí que me las cuidaran. Un año después, cuando ABKCO estaba protegiendo a Apple, y a Los Beatles, alguien entró a robar a las oficinas y una de las cosas que se llevaron fue la película

Charlie is my Darling. Por suerte teníamos una copia en video, que fue todo lo que quedó. Obviamente, el director, Peter Whitehead, tenía una copia de la película, de la que se vendieron copias piratas en Japón y otros sitios durante años. La calidad del sonido se fue haciendo cada vez peor con el paso de los años.

Qué mejor momento para lanzarla que los 50 años de los Stones...

Yo mantuve conversaciones con ABKCO durante muchos años. Ellos querían lanzar la película, y la verdad es que a mí también me interesaba hacerlo. Pero la celebración de este aniversario de 49 o 50 años de la banda me pareció un buen momento para hacerlo, porque ellos iban a salir de gira, y

Charlie is my Darling tiene mucho material en vivo de la primera etapa del grupo. El periodo que aparece en la película es, prácticamente, el último periodo de inocencia: los jóvenes amables. Los

shows en vivo a partir de 1967, que es lo que la mayoría de las personas conocen de los Stones, corresponden a la época de controversia, el segundo periodo:

Exile on Main Street. No hay muchos testigos de la primera etapa, así que me pareció que era el momento indicado para sacar la película; la tecnología también ayudó bastante, porque finalmente permitió hacer una versión impecable.

Después de verCharlie is my Darlingnos parece que no existe, ni siquiera de Los Beatles, un documental tan claro, tan puro, que muestre la esencia del concepto rock como estilo de vida.

Si miras las primeras películas de Los Beatles, todo está estructurado. Tienes al guionista (Alun Owen), al director (Richard Lester). Todo calculado. Es bastante fiel, pero en términos de Roland Barthes, está estructurado. Esta película es única, y lanzarla en este momento también porque para mucha gente es toda una sorpresa, pues como dije antes, solo conocen la segunda etapa de Los Rolling Stones. Además, si se hubiera estrenado en su momento yo no habría incluido la parte de la composición de las canciones porque no quería que la gente supiera cómo las escribíamos, quería que hubiera misterio, que fuera mágico. Las canciones surgen del cielo. No quería que supieran que era cuestión de beber unas copas y allá vamos.

Otra revelación fue ver la pureza e inocencia de Brian Jones, quien era muy nostálgico pese a ser tan joven...

Es puro, pero así y todo tenía alma de viejo. Y uno lo puede notar. Ninguno de los otros miembros de la banda decía “Ay, no sé qué va a ser de nuestro futuro”. Los demás decían: “Esto no está nada mal, aún no hemos tenido que buscarnos un trabajo normal”. Así que sí, tenía alma de viejo.

¿Tiene planes de reeditar el primer disco de la Andrew Oldham Orchestra?

No sé. Me pasé tanto tiempo tratando de que Universal me pagara por lo que ya había hecho que la verdad es que no quiero tener que lidiar con algo así de nuevo. Lo que sucede en general con estas compañías discográficas es que si ellas dicen que te deben 500 dólares, o 2000 dólares, entonces sacan a la venta tus discos viejos, así no tienen que pagarte. Las principales compañías discográficas son un cáncer. Es como el caso de Angela Merkel, la canciller alemana. ¿Has leído que descubrieron que la alfombra de su despacho era robada? Antes de la guerra había pertenecido a una familia judía. Era de la Göring Collection. Lo mismo pasa con las discográficas: mantienen sus negocios funcionando con el dinero que no les pagan a los artistas. Gracias a que tengo una posición razonablemente privilegiada puedo darme el lujo de reclamarles, y no siempre con éxito, porque son muy buenos en el arte de no pagar. Sin embargo, hay cientos y miles de artistas que tuvieron pequeñas dosis de éxito en los años sesenta y setenta a los que no les pagan, o a los que les pagan una milésima parte de lo que les corresponde. Y ese dinero que no les pagan es lo que permite que las discográficas sigan funcionando. Son un cáncer, repito.

¿Para el último compilado de los Stones le pidieron su opinión?

La última vez que editaron

The Rolling Stones Songbook, de la Andrew Oldham Orchestra, en 2004, no me consultaron, y la masterización que hicieron fue malísima. Con los discos de los Stones la cosa es distinta, porque hay dos partes involucradas: ABKCO y Universal. Así que hay algún tipo de control en ese caso. Yo no tengo nada que ver con las grabaciones de Los Rolling Stones, solo con las canciones. Y ahora las compañías están desesperadas por artistas jóvenes, quieren firmar 365 contratos por año.

Creo que fue Brian Eno el que dijo: “Las compañías discográficas son como los magnates del caucho: una vez que se agota el caucho, desaparecen”. A propósito, ayer leí en

The Economist que el Reino Unido representa, a escala mundial, el 3 % de los ingresos, 6 % de los servicios y 13 % de la música. Estoy seguro de que gran parte de eso corresponde a Adele, a Amy Winehouse o a Mumford & Sons. De todas maneras, sigue siendo llamativo que Gran Bretaña o Inglaterra todavía ocupe ese lugar.

¿Y el nuevo disco de su orquesta?

Con respecto al disco, voy a masterizarlo y editarlo a través de Universal en Canadá a finales de marzo de 2013.

¿Hay artistas invitados?

Sí. Por ejemplo, Al Kooper; Elliot Easton, de The Cars… Todo empezó aquí, en Bogotá, con un guitarrista de jazz fusión amigo mío, Lucas, que tocó con Captain Beefheart y que compuso unos temas junto con Jeff Buckley. Él vino aquí antes de irse de gira a Nueva York y Brasil, hablamos de hacer cosas juntos y dijimos que por qué no probábamos hacer algunos temas de los Stones. Entonces vino un amigo mío de Argentina, Pablo Memi, el bajista de los Ratones Paranoicos, y junto con un músico de aquí, Juan Galeano, fuimos al estudio, grabamos un par de temas y nos pareció que estaban bien. Entonces dije “¿Por qué no llamamos a un par de músicos más?”. Así, llamé a mis amigos de Super Furry Animals, algunos artistas canadienses ––The High Dials, Johnny Marr, una chica que cantó en

Saturday Night Live, Christine Ohlman–, y una muchacha a la que había grabado en 1965, Vashti Bunyan, que hizo una versión folk electrónica de “Bitter Sweet Symphony”.

¿Y tendrá nuevas versiones de temas como “Play with Fire”?

Sí, hicimos nuevas versiones.

¿Sabe si saldrá algún material inédito parecido a lo que hicieron The Beatles conAnthologycon motivo de los 50 años de la banda?

No, no existe ningún material inédito. Al menos no de mi época.

He oído material de Rusia, unos compilados triples que incluían “Andrew’s Blues” y que supuestamente eran material inédito de la BBC, grabado en 1964.

No es de la BBC. Yo lo hice en febrero de 1964, mientras estábamos grabando “Not Fade Away” en Regent Sound Studio. Estábamos tan entusiasmados con “Not Fade Away” que Mick Jagger y Phil Spector salieron del estudio y compusieron juntos el lado B, que es “Little by Little”. Después, todos los que estábamos ahí, Phil Spector, Gene Pitney, dos de los Hollies, nos tomamos unas copas, y ellos empezaron a cantar “Andrew’s Blues”. Así que no fue en la BBC. Y déjame decirte que esas grabaciones piratas rusas son muy buenas, incluso algunas son mejores que las versiones de Universal. Yo tengo varias. Hay un par de cositas más, pero no lo suficiente como para entusiasmarse. Una grabación llamada “Hold It”, que es un instrumental de Keith Richards, y una versión instrumental de “Paint It Black”.

¿Suele estar pendiente de las reediciones conmemorativas que salen de los álbumes de los Stones?

A mí no me interesa en absoluto. No me gustan los aniversarios. Hace poco un amigo me dijo que en la radio de Canadá estaban pasando una versión 5.1 de “Gimme Shelter”. Habían logrado aislar las pistas de las voces e hicieron una nueva versión. No entiendo el sentido: solo las voces de Mick Jagger y Merry Clayton, la mujer de color que canta en la versión original. Y luego, la semana pasada, otra persona me mandó también una versión vocal de “Be my Baby”, de Phil Spector. ¿Qué es eso? Otra vez la versión 5.1 que las discográficas están utilizando para extraer hasta el último centavo. Ahora están comprando colecciones de discos, porque parece que pueden desmenuzar las pistas y aislar las voces.

Hace un tiempo Greg Lake, de Emerson, Lake & Palmer, dijo que no le gustaban las reediciones recientes de los primeros trabajos de King Crimson, ya que el espíritu y el alma del disco se habían perdido por completo. ¿Qué opina de esta afirmación?

Estoy de acuerdo con Greg Lake. Hay una gran anécdota de Miles Davis al respecto. Un periodista lo estaba entrevistando a finales de 1965. Era británico y blanco, algo muy peligroso tratándose de Miles, porque él era muy agresivo, especialmente con la gente blanca. Y este periodista le dijo a Miles Davis sobre uno de sus discos, no recuerdo cuál: “Qué buen disco”. Y Miles Davis le respondió: “¿Te parece bueno? Deberías haberlo escuchado en 1949”. Yo no creo que ninguna de estas cosas tenga algo que ver con las grabaciones, o con estar o no de acuerdo con el uso de las nuevas tecnologías. Tiene que ver más con dónde esté uno como persona. Eso determina tus gustos. Si uno es Los Rolling Stones o cualquier otro artista que todavía aspira a ser reconocido, siempre adoptará la nueva tecnología y aceptará el aplauso del público, el dinero, y luego, diez años más tarde, surgirá algo nuevo… Por ejemplo, cuando salió el SACD (Super Audio CD) me preguntaron si lo aceptaría. Yo sabía que sería muy complicado para ellos. Ellos querían que todo el mundo escuchara todo. Me enviaron una prueba, con los coros de “Get Off of my Cloud”. Podría haber sido Billy J. Kramer o The Mysteries. Y no estoy criticando, porque sé que hay mucha gente fascinada con poder escucharlo todo. Pero no estoy de acuerdo porque yo, de manera egoísta, quiero que la gente lo escuche de la forma en que yo en esa época, y los Stones, pretendí que se escuchara.

Hablemos de la banda Small Faces. Sabemos que cuando Universal compró Sanctuary Records editó el álbumThe Small Facesdel año 1967 en una edición de lujo, además delOgdens’ Nut Gone Flake. ¿Los escuchó?

Yo no tuve nada que ver con eso. Tampoco he querido oírlo. Y la razón es porque no creo que ellos sean tan buenos como todo el mundo dice que son. Para mí son un fraude. Hicieron

singles muy buenos en Decca y en Amoeba, pero no eran disciplinados en vivo. En otras palabras: eran una banda de estudio. No era mi idea de banda. Una vez le preguntaron a Keith Richards sobre Jimi Hendrix, y él dijo: “Sí, Jimi es buenísimo. El problema son los otros dos, Mitch Mitchell y Noel Redding. El problema de Jimi es que está tocando con niños”. Esto no es más que

Ir a la siguiente página

Report Page