Satisfaction

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I. Los primeros padres » Dick Taylor. The Rolling Stones / The Pretty Things

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© Archivo personal Dick Taylor

 

 

Dick Taylor

The Rolling Stones / The Pretty Things

(Dartford, Kent, Inglaterra, 1943)

 

Hey Rosalyn, you’re the girl for me

Hey Rosalyn, you’re the girl for me

When I’m holding you so tight

It’s so hard to say goodnight

It’s you that I love now can’t you see?

“Rosalyn” (The Pretty Things, 1964)

Para hablar de Dick Taylor hay que hacerlo sobre su banda, The Pretty Things. Pero años antes que los Pretty sacudieran al mundo del rock en Londres, Dick fue un Rollin’ Stone. Por esas extrañas casualidades del destino, él fue uno de los motores para que los chicos rudos del rock se dieran a conocer en el ambiente del blues de Londres. Primero fue su relación con Mick Jagger, que le permitió entrar en el cerrado circuito de músicos del blues en la capital inglesa. Acá aparece de nuevo el nombre de Alexis Korner, donde Taylor, guitarrista, y Jagger, cantante, tocaban esporádicamente junto a otros jóvenes artistas, entre ellos Brian Jones. Keith Richards, amigo de Jagger en la secundaria, se enteró de que este andaba formando una banda de blues y se sumó a Brian Jones, el teclista Ian Stewart y el baterista Mick Avory, quien luego integró Los Kinks. En abril de 1962 nacen Los Rollin’ Stones, pero había un problema: tres guitarristas. Jones le sugiere a Taylor que se pase al bajo, pero este se niega. En diciembre del 62 abandonó la banda y tal vez su suerte en el mundo del rock. Él quería ser guitarrista y no estaba dispuesto a renunciar a ese sueño. A los pocos años, Taylor ya estaba haciendo mucho ruido. Y de qué forma.

Algunos estudiosos de las bandas inglesas de los sesenta coinciden en afirmar que The Pretty Things llevaron el blues-rock al extremo del punk. Formados por Dick Taylor, esta banda londinense pasó a la historia como uno de los secretos mejor guardados de la “invasión británica”. “Rosalyn”, su sencillo debut de 1964, debería ocupar el mismo lugar e importancia que se les dio a “You Really Got Me”, de The Kinks; “Satisfaction” de los Stones, o “My Generation”, de The Who. Tal vez les faltó suerte o un mejor mánager que apostara al ciento por ciento por sus artistas. Para una banda que se gestó a la par de los Stones, con influencias similares, un mayor apego a Bo Diddley, un contrato discográfico con Fontana y músicos de primer nivel, su mayor pecado en aquella época fue no haber conquistado el mercado y los medios norteamericanos. Y en este punto la responsabilidad no es de sus integrantes sino de los agentes externos, que no hicieron su trabajo. Los fanáticos del rock que conocieron su música lo hicieron gracias al voz a voz. Los pocos álbumes que entraron a Estados Unidos eran piezas de museo atesoradas por coleccionistas. Pero esta no es la historia que nos concierne en este punto.

The Pretty Things fueron precursores, pioneros y visionarios al introducir dos nuevos estilos al cambiante rock and roll del momento gracias a la forma de interpretar y experimentar con la guitarra, la batería y el bajo. Hablamos de blues-R&B-rock y psicodelia experimental, dos tendencias que en 1964 todavía se encontraban en fase embrionaria y que al cabo de dos años encontraron su punto más alto. Si bien el nombre de sus músicos no dice mucho para el

mainstream –acostumbrados a citar a figuras reconocidas–, no cabe la menor duda de que marcaron a toda una generación de artistas que tomaron varias de sus propuestas e ideas para readaptarlas.

Mucho antes de que Keith Moon, de The Who, sorprendiera al mundo del rock con su forma desenfrenada de tocar la batería, Viv Prince, percusionista de los Pretties, había impresionado a su legión de fanáticos por su manera desprolija, alocada y casi torpe de tocar la batería. Ese poder era parte de personalidades excéntricas y volátiles que llevaron la música al límite, factor que se volvió determinante para no lograr la fama que esperaban. “Recuerdo que Keith Moon solía venir a nuestros conciertos y lo único que hacía era pararse en frente de la batería. Él era gran admirador de Viv, sin duda, y lo marcó en su forma de tocar. Antes de Viv, los bateristas eran aburridos, sedentarios; después, todos querían ser como él; los músicos entendieron que ese rol permitía excentricidades y justamente eso fue lo que hizo Keith Moon, sin tener que cambiar de instrumento, simplemente fue él”, comenta Dick Taylor en el libro

Urban Spacemen and Wayfaring Strangers.

También pesó el hecho de que la crítica los viera como una versión cruda de Los Rolling Stones. Dick Taylor tiene las mismas influencias musicales de Mick Jagger. No solo eran amigos de la secundaria en Dartford, sino que crecieron oyendo la misma música y compartieron la banda anterior a la formación de los Stones: Little Boy Blue & The Blue Boys. Pero el futuro para Taylor no sería como parte de la banda de rock más grande del planeta, ya que con la llegada de Keith Richards y Brian Jones a los futuros Stones, un guitarrista sobraba. A Taylor le ofrecieron el puesto de bajista, pero él quería ser el guitarrista líder; acá comienza la historia para The Pretty Things.

En un momento en el cual Alexis Korner y John Mayall dominaban la escena del blues en el Reino Unido, la idea que tenían en mente los Stones, los Pretties y The Yardbirds era otra. Estas bandas compartían el ideal de ofrecer un blues-rock y R&B mucho más moderno, enérgico, alejado de rendir tributo a viejas canciones que habían sido interpretadas una y otra vez de la misma forma. Si se quería triunfar en un momento de ebullición de grupos tan competitivo había que marcar la diferencia, y una forma era aproximar los lamentos del blues a la modernidad de los tempranos años sesenta. Los Pretty Things eran seguidores de Muddy Waters, Jimmy Reed, Howlin’ Wolf, Willie Dixon, entre otros, artistas que influenciaron a decenas y decenas de bandas del Reino Unido. El cantante Phil May confesó en algunas entrevistas que en aquella época ser estudiantes de arte y músicos no los privaba de ser parte del grupo marginal al que el blues le cantaba. “Estábamos jodidos por nuestra propia sociedad, éramos los marginados a los cuales el blues les cantaba. Decidimos no ser respetuosos con los viejos estándares de su sonido porque lo tocábamos más rápido, no intentamos copiar lo que hacía Alexis Korner por la simple razón de que teníamos 18 años”, le confesó May al periodista norteamericano Richie Unterberger.

Esa libertad transgresora fue determinante para alterar, en el buen sentido, un

statu quo que parecía destinado a no cambiar. Los viejos clichés del blues eran como un elefante que se había posado en la mitad de una carretera sin salida, y lo que The Pretty Things y The Rolling Stones hicieron fue darle un nuevo aire, con mucha sexualidad de fondo. En aquel momento, ambas bandas centraban sus presentaciones en interpretar

covers de sus ídolos. Taylor y May fueron muy cuidadosos de no pisar la manguera de los Stones, en la medida en que la banda sonora de su vida era similar. Y para los Pretties, la arrogancia y la ironía fueron la clave para marcar su territorio; incluso la moda los hizo muy diferentes, pues vestían ropa informal. May fue de los primeros músicos en llevar el pelo a la altura de los hombros, lo cual no era común. Pero con todos los componentes para conquistar el mundo, la banda no pudo salir de su habitual circuito de bares. Consiguieron un

top 10 en listas inglesas con el tema “Don’t Bring Me Down” y abrieron las puertas del mercado continental europeo en países como Dinamarca, Francia y Alemania. El éxito comercial nunca estuvo en la agenda del grupo. Dick Taylor lo afirmó para Unterberger a finales del 99, cuando le concedió una entrevista. “Ahora somos una banda de culto, en ese momento no podíamos estar en un universo paralelo frente a la imposibilidad de ir a Estados Unidos”.

Desde el lanzamiento de

The Pretty Things, su disco debut en marzo de 1965, la banda tuvo que sortear obstáculos provenientes de la disquera y los productores. Durante las sesiones de grabación del álbum, uno de los ingenieros de Fontana dejó el estudio y argumentó que no quería lidiar más con “esos animales”, como lo recuerda el vocalista May en el libro de Richie Unterberger. “Nunca habíamos grabado un disco, decían que sonábamos demasiado fuerte y cada tanto nos dejaban solos en el estudio porque éramos poco colaboradores. Nunca entendí qué querían decir con ello”.

Otro aspecto que nunca se destacó de la banda fueron las diversas fuentes de donde provenían sus canciones. A diferencia de lo que los Stones hicieron en su primera fase, los Pretties vitaron masacrar el catálogo de Chuck Berry o Bo Diddley para rellenar su disco debut. Tomaron ideas de músicos totalmente desconocidos en Inglaterra pero con un potencial enorme en sus composiciones. Jimmy Duncan y Bryan Morrison, dos de sus mánagers, junto con compositores como Johnny Dee y J.J. Jackson, además de los aportes de músicos de sesión como Jimmy Page y Bobby Graham, fueron determinantes para configurar ese inolvidable disco debut, cargado de buenas tonadas y mucha energía, pero sobre todo de experimentación y creatividad.

En este proceso de consolidación hay un capítulo interesante y triste para la banda, y fue el hecho de no hacer una gira por Estados Unidos para presentar el álbum debut, aspecto que le pesará por el resto de su carrera. Y el culpable, como lo señalan tanto Dick Taylor como Phil May, fue uno de sus mánagers, el señor Morrison, quien nunca tomó esta opción aduciendo que era necesario para las finanzas del grupo implementar políticas de austeridad que les impidiera correr riesgos innecesarios o enfrentar pérdidas por falta de éxito en Norteamérica. De igual manera, Morrison insistía una y otra vez en que el éxito que tenía la banda en los mercados local y europeo era suficiente para crear un nombre que trascendería la barrera del tiempo. “Fue lo más torpe que hizo Bryan”, recuerda May en el libro

Urban spacement. Dick Taylor no fue menos condescendiente y también criticó fuertemente a su equipo de mánagers. “No pudo existir una decisión más desacertada que esa”.

Esto que aconteció con The Pretty Things lo explica mejor Andrew Oldham, exproductor y representante de Los Rolling Stones, en su libro

Stone Free, dedicado a grandes mánagers y empresarios que él admira. Para Oldham, el éxito de las bandas no solo depende del talento de sus músicos, sino también de sus representantes. Y en ese sentido es indudable señalar que a Morrison le faltó actuar como un

hustler, término que utiliza Oldham para describir a aquellas personas del mundo del entretenimiento que tuvieron visión, fe y trabajaron en forma enérgica y perseverante por sus artistas. “El

hustler imagina lo que se puede exteriorizar para beneficiar a todos los que están involucrados en una banda. Entiende claramente entre producción y actuación. Pelea y se esfuerza por hacer la diferencia con algo único. El

hustler tiene más respeto por el artista. Su gran retribución será la experiencia de haber creado algo de la nada y eso incluye la sabiduría de hacerse a un lado cuando la suerte cambia”.

Tras un segundo álbum con menor impacto que su disco debut y algunos cambios en su alineación, como el necesario despido del baterista Viv Prince por su indisciplina, en 1967 la banda se alejó del R&B para entrar mucho más en la psicodelia. El álbum

Emotions refleja no solo la necesidad de cambio, sino también de componer sus propias canciones con más ímpetu que en los dos trabajos anteriores. Atrás quedaban las colaboraciones o los

covers para dar paso a una etapa mucho más creativa. “Comenzamos a experimentar y explorar otras opciones, pero también debíamos movernos hacia otro lado”, le recalca Taylor al periodista Unterberger. Y esa movida significó dejar Fontana para pasar a EMI. Entre 1980 y 2007 grabaron tres álbumes en estudio y hoy siguen vigentes, tocando en pequeños clubes de Inglaterra, Europa y Estados Unidos donde les rinden culto cada año. En Julio de 2015 lanzaron con el sello Repertoire de Inglaterra el álbum

The Sweet Pretty Things (Are In Bed Now, Of Course), nuevo trabajo en estudio tras ocho años de silencio. Esta es la historia del hombre que creó al grupo más famoso de los menos famosos del rock.

Dick Taylor: El Rolling que no fue Stone

Entrevista hecha en 2014

¿Todavía reside en Inglaterra?

Sí, señor; vivo en la isla de Wight, al sureste de Inglaterra, donde se hace anualmente el famoso festival; allí hizo su última aparición Jimi Hendrix.

Sí, lo recuerdo; además, allá también tocó The Who…

Allí fue donde The Pretty Things hicieron su primera presentación, en el año 68, y después en el año 69. Personas muy importantes comenzaron su carrera allí. Era un festival pequeño para el campo pero después se convirtió en algo mucho más grande e importante. Era supremamente interesante y agradable.

Me gustaría volver atrás en el tiempo. ¿Cómo empezó su amistad con Mick Jagger?

Bueno, todo empezó incluso antes de que lo conociera, gracias al sistema de educación que tenemos en Inglaterra. Uno se gradúa más o menos entre los diez y once años, le hacen un examen y después de esto entra a un segundo nivel, que es lo que se conoce como la Escuela Secundaria Elemental. Allí tenía un amigo que se llamaba Roger Peck, con quien compartíamos el gusto por el rock and roll. Con Robert comenzamos una pequeña banda, a la que se sumó Mick Jagger, otro entusiasta del rock and roll. Al principio solamente venían a mi casa, Mick cantaba y Robert y yo tocábamos la guitarra. Esto duró hasta 1957, más o menos, cuando teníamos catorce años. Así nació nuestra amistad.

¿Entonces la música los unió?

Sí. Recuerdo que en el año 58 estuvimos con Jagger y otro amigo en el concierto de Buddy Holly. Algo que realmente nos gustaba eran los efectos de sonido que él usaba como parte de su presentación, en realidad estábamos muy interesados porque utilizaba una especie de platillo retumbante que era impresionante. Esto se grabó y se hizo conocido entonces por medio de un programa de radio que se llamaba

Skiffle Club. Nos juntábamos a comentar todo eso. La música era el motor de la amistad.

¿La radio cumplió un papel fundamental en los sueños de conformar el primer embrión de los Stones, la Little Boy Blue & The Blue Boys junto a Mick Jagger?

Sí, la radio fue importante porque cualquier banda quería sonar en esos programas. Nosotros también soñábamos con eso. Por eso la radio se convirtió en una parte relevante de todo lo que estaba sucediendo en Inglaterra, porque allí usted podía participar con una agrupación, aunque no tuviera mucha experiencia o no fuera muy hábil. Pero si uno se hacía notar, la cosa podía cambiar. La radio impulsó nuestros sueños y a los Blue Boys.

¿Qué les gustaba tocar?

Rock and roll y R&B, porque no teníamos más habilidades. No podíamos tocar jazz o blues, era muy complicado si no tenías bases. Un día le dije a Mick que por qué no intentábamos tocar “La bamba”, de Ritchie Valens. Jagger balbuceaba algunas frases en español. Era muy gracioso, pero eso le ayudó a tener confianza, a soltar la voz. Esos movimientos que usted suele ver hoy en día en sus presentaciones en vivo vienen de esa época.

Luego aparece en su vida otro Stone, Keith Richards, en la escuela de arte Sidcup.

Sí, creo que tenía 16 o 17 años cuando lo conocí. Estudiaba arte, éramos compañeros de escuela. Recuerdo que a Keith lo vi por primera vez tocando rock and roll o R&B. Le gustaba Elvis, solía imitarlo muy bien. Luego se enteró de que yo tenía una especie de banda con Mick Jagger, a quien conocía de Dartford. Pero recuerdo que Keith era algo tímido, mientras que nosotros teníamos mucha personalidad. Bueno, pero todas esas casualidades se juntaron y lo que sucedió posteriormente es historia conocida. Llegamos a los clubes de blues, conocimos a Alexis Korner y en 1962 formamos Los Rolling Stones gracias a Brian Jones.

Ese año 62 fue tal vez uno de los más importantes para la historia del rock gracias a The Beatles. ¿Cree que gracias a ellos, especialmente al tema “Love Me Do”, la historia de la música popular cambió?

Sí, claro que sí, pero relativamente porque la primera vez que salió esa canción no tuvo tanto éxito; vale la pena recordar que por ese motivo se tuvo que lanzar nuevamente en 1964. En realidad, a nosotros (Los Rolling Stones) nos sorprendió bastante esa canción porque tuvimos la impresión de que los Beatles estaban causando un gran impacto en todo el país. Nos sentábamos a oírla una y otra vez y nos preguntábamos si realmente esos forasteros de Liverpool estaban tan lejos de nosotros. Y la respuesta en ese momento era no, claro que no. Nosotros podemos hacer algo similar o mejor. Pero éramos muy jóvenes, arrogantes y no llegamos con una respuesta, pues no componíamos. Ahora, tampoco creo que fuera mucha la diferencia en términos musicales entre ellos y nosotros en ese momento. El ego adolescente vuelve y juega (risas).

Pero con ustedes estaba Brian Jones. No me diga que no tenía algún as bajo la manga...

Brian era un excelente músico, el más músico de nosotros en ese momento, porque ni Keith, ni Mick, ni yo teníamos el conocimiento de Brian. Y esa era la diferencia con The Beatles, que ellos estaban escribiendo sus propias canciones y nosotros solo hacíamos

covers. Creo que esa era la marca, el sello para ser diferentes que The Beatles descubrieron y supieron explotar acertadamente. Sacaron provecho de las melodías, de sonidos pegadizos, de fácil recordación a través de letras sencillas, nada profundas. ¿O le parece muy profunda “Love Me Do”?

Sin todavía ser la banda famosa que sacudió Londres en 1964, usted se retira porque quería tocar la guitarra.

Así es, pues no tenía sentido tener tres guitarristas: Keith, Brian Jones y yo. Así que me fui a formar mi propio grupo. Luego Bill Wyman entró a la banda, junto con Charlie Watts, y ahí sí podemos decir que nació la leyenda.

Pero también nació otra leyenda: The Pretty Things. ¿Cómo fue el inicio?

Complicado. Los Stones tocaban en los clubes más famosos de Londres y nosotros éramos cuatro chicos ruidosos que aparecíamos esporádicamente en las escuelas de arte. Además, a mí nadie me reconocía, mientras que a Jagger lo tenían más presente porque era la cara bonita de los Stones, era el más visible en los clubes. Otro aspecto que hizo complicado esos primeros días era nuestra actitud salvaje, ruda, cruda en el escenario. Nuestros

shows incluían algo de

performance, destrozos, mucho ruido, experimentación con luces. Y en esa época era complicado conquistar masas con tanto caos. La diferencia es que nosotros no éramos tan conscientes de querer proyectar ese caos, pero así fue el inicio de Los Pretty Things.

En 1964 ustedes también hicieron su gran aporte a los cambios que necesitaba el rock, pues a mi modo de ver “Rosalyn”, su sencillo debut, fue tan importante como “My Generation” de The Who o “Satisfaction” de los Stones.

Pienso que a “Rosalyn” le ayudó el voz a voz. Era el reflejo de lo rebelde que éramos en ese momento. A la gente le gustaba eso, se salía de la onda melosa de Los Beatles. “Rosalyn” ayudó a crear cierto grado de exclusividad en el rock. Cuando todo el mundo andaba por la calle tarareando “Love Me Do”, “I Want to Hold your Hand” o “Carol”, algo diferente debía emocionar a la masa que no estaba del lado del

mainstream. Eso es “Rosalyn”.

Y el tema se volvió de culto, incluso David Bowie la grabó en 1973 paraPin Ups.

Así es. Fue importante porque nos revivió en ese momento. También ayudó a que la canción cruzara fronteras. Hoy en día la gente la pide todo el tiempo, es un éxito del rock de culto.

¿Por qué la banda no logró trascender más allá del Reino Unido y Europa?

Nuestro mánager no nos quiso llevar de gira por Estados Unidos cuando debimos ir porque creía que estar en Inglaterra era lo mejor para nosotros. Bueno, también había un tema de dinero que limitaba las ganas de viajar a Estados Unidos a promocionarnos. El mánager estaba seguro de que perderíamos dinero, pero a mi juicio nuestro destino pudo ser otro si hubiésemos viajado.

Andrew Oldham sostiene que las grandes bandas se hicieron al pulso de grandes mánagers visionarios, con fe y mucha perseverancia. ¿Fue Bryan Morrison ese gran mánager que ustedes esperaban?

Bryan nunca fue un problema. Hay gente muy complicada en los negocios de la música, pero él no fue uno de ellos. Nunca abusó de nosotros, nunca nos robó una libra. Al contrario, nos protegía, buscaba tratos justos con disqueras y estudios. Ahora, tiene que recordar que en ese momento no había nada constituido como tal respecto de la figura del mánager o el negocio de la música, estaba todo por inventarse. Por eso Oldham se hizo a pulso y fe, de la misma manera que pasó con Epstein. Ninguno de ellos tuvo manual de operaciones.

Y respecto a las regalías, ¿siente que el dinero que recibió en esa época fue el justo?

No sabría decir si fue justo o no. En esos días también había que tener en cuenta que la mayoría de los grupos estaban montándose en un nuevo esquema de trabajo y que todo estaba por inventarse. Los miembros de las bandas eran conscientes de eso, por lo que casi siempre hacían caso omiso de esas advertencias, o de ir con más cuidado con sus representantes. No firmar cualquier papel que les asegurara unas cuantas libras a la semana, por ejemplo. Pero todos lo hicimos.

Pero hubo buenos y malos, como en todo negocio…

Claro, había muchos agentes que abusaban de su condición y hacían cobros indebidos a aquellos a quienes representaban. Por eso creo que, en ese sentido, Los Beatles fueron un éxito, ya que todo estaba por descubrirse en el negocio de la música, aunque existía una gran industria en la cual numerosas empresas, compañías y asociados creaban una especie de conglomerado.

Volvamos a su banda. Para 1966 tenían un álbum publicado en ambos lados del Atlántico con un sonido característico, más crudo y rudo de lo que otros grupos hacían en ese momento. Y de repente aparece Cream, con Clapton, Bruce y Baker a bordo. ¿Qué pensó cuando los vio juntos?

A Ginger Baker lo conocía desde el 61, de la escena del jazz, de la banda de Alexis Korner; un baterista magnífico con un temperamento de mierda. A Jack también lo conocía, tremendo bajista. Lo mismo que Eric, con quien había una relación cercana. Lo que hicieron en Cream fue alucinante e inspirador.

Luego, en 1968, ustedes se meten en el terreno de la psicodelia con un disco que, me atrevo a decir, le dio muchas ideas a Pete Townshend para crearTommy,justo al año siguiente.

La disquera Fontana nos dio vía libre para trabajar sin productores, así que nosotros componíamos con total libertad la música que queríamos hacer. Incluso antes de que saliéramos de Fontana estábamos escribiendo canciones en forma improvisada. Así empezamos a crear material psicodélico, muy experimental. Y ese es el origen de

S.F. Sorrow.

¿Y cree que influyó en The Who?

Recuerdo que se dijo que Townshend había robado algunas ideas o conceptos. La verdad, no lo sé. Ahora, si te suena o encuentras referencias, pues me tocará llamar a mi abogado para que hable con Townshend (risas). Recuerdo que Townshend alegaba que él nunca había oído

S.F. Sorrow. No lo sé. Supongo que la buena música influencia.

Cómo le parece el presente de la música: mucho plagio, pocas cosas que realmente asombren, casi nadie arriesga...

Siento que hay bandas muy buenas. Lo que pasa es que es más complicado sobresalir hoy en día, pues hay demasiada oferta y demasiados medios por dónde nutrir esa oferta. Hoy, el público está más fragmentado que hace 50 años. Cuando salía un nuevo sencillo en Inglaterra, la gente hacía lo que fuera por conseguirlo. Había que caminar por todo Londres para llegar a la tienda indicada. En la actualidad eso no sucede, la audiencia está muy fragmentada y dispersa. Hay demasiados canales, demasiada información circulando.

¿Spotify y YouTube han beneficiado a losPretties?

Totalmente. Nos pagan regalías y la gente nos conoce mucho más que hace 50 años. De hecho, hoy van más personas a nuestros conciertos que hace 40 años. Me gusta que la gente comparta sus videos de nuestras presentaciones en línea. El voz a voz ayuda mucho.

¿Se aventuraría a predecir que determinada banda de hoy será tan grande como los Stones?

No, es muy difícil; pienso que nadie va a llegar a ser lo que ellos fueron en su momento.

¿Se ha preguntando algún día qué habría sido de usted si no hubiera renunciado a los Stones?

Todos los días me hago esa pregunta.

Discografía selecta

Get the Picture? (1965)

The Pretty Things (1965)

Emotions (1967)

S.F. Sorrow (1968)

Parachute (1970)

Freeway Madness (1972)

Savage Eye (1976)

Cross Talk (1980)

Rage Before Beauty (1998)

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