Satisfaction

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I. Los primeros padres » Ian McLagan. Small Faces / Faces / The Rolling Stones

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© Jim Chapin

 

 

Ian McLagan

Small Faces / Faces / The Rolling Stones

(Londres, Inglaterra, 1945 - Texas, Estados Unidos, 2014)

A wouldn’t it be nice

To get on with me neighbors

But they make it very clear

They’ve got no room for ravers

They stop me from groovin’

They bang on me wall

They doing me crust in

It’s no good at all, ah.

“Lazy Sunday” (Small Faces, 1966)

 

En el rock también existe la suerte. Y de eso pudo dar fe el teclista Ian McLagan, a quien a partir de ahora llamaremos Mac. Su historia pudo ser diferente de no haber recibido la llamada que le cambió su destino en 1965. Ese año fue, tal vez, uno de los más importantes para el desarrollo del rock inglés. Gracias a bandas como The Who y The Kinks, el rock no fue el mismo. Atrás quedaron las canciones que repetían la fórmula predecible: estrofa, puente y estribillo. Atrás quedaron la formalidad y los engalanados trajes con los que los grupos aparecían en sus presentaciones en vivo o en la televisión inglesa. Basta con observar en YouTube a los Dave Clark Five, Gerry and The Pacemakers, Herman’s Hermits y Freddie and The Dreamers para entender lo que digo. El cambio en la música inglesa de mediados de los sesenta tuvo en el R&B y el soul que llegaba de Estados Unidos un aliado clave en ese proceso. Eran sonidos más oscuros, sensuales, con más ritmo y cadencia que el rock and roll. La música se expandió por todos los clubes de Gran Bretaña, y con ella una legión de fanáticos con ganas de vibrar al ritmo de esos sonidos. El impacto de la música negra norteamericana en Inglaterra fue más allá y configuró una tribu social que encontró en la moda, las anfetaminas y la música su motor de vida: los

mods.

Los

mods fueron artífices de una cultura juvenil cuya filosofía y principios estaban ligados a la moda, a la poesía, al arte, al transporte y a un tipo especial de música. Había un deseo de ser diferente y marcar distancia frente al frenetismo de la masa hipnotizada por el rock and roll, mejor conocidos como

rockers, cuyos atuendos desprolijos y desaliñados distaban de la sofisticación que esta nueva clase quería reflejar. Si se revisan imágenes de los orígenes de The Beatles a finales de los años cincuenta, cuando se hacían llamar The Quarrymen, podemos observar que usaban chaquetas de cuero brillantes y particulares peinados que denotan una clara cercanía por los

rockers. Los

mods se configuraron con un fuerte componente narcisista social, marcados por los sonidos del R&B, el blues, el jazz, el ska jamaiquino, el soul, la moda italiana, el esteticismo francés, el cine de la

nouvelle vague, los poetas

beat, la literatura existencialista, el uso de las motos

scooter marca Vespa o Lambretta y drogas como las anfetaminas. Se sentían más europeos que ingleses, razón por la cual frecuentaban los mismos sitios que los turistas y estudiantes franceses o italianos. Buena parte de este estilo de vida sofisticado quedó plasmada en la película

Quadrophenia (Franc Roddam, 1979), ideada y producida por Pete Townshend a partir del álbum conceptual homónimo lanzado por The Who en noviembre de 1973. Todo ese ambiente lo absorbió Ian McLagan, un joven con grandes sueños en una megametrópoli como Londres, cuando era parte de la banda The Muleskinners, en la que tocaba jazz y R&B.

Mucho de lo que se vivió en el ámbito musical en Inglaterra a finales de 1964 tiene como principal referente y antecedente los sonidos de bandas y artistas locales, como la Graham Bond Organisation –en la que participaron Jack Bruce y Ginger Baker, futuros miembros de Cream–, además de Georgie Fame, Chris Farlowe, Tom Jones, The Blue Flames y los Zoot Money’s Big Roll Band. Lograron fusionar el soul, el R&B y el jazz de una forma equilibrada con sonidos similares al funk, donde el órgano Hammond cumplió un papel fundamental para dejar un sello característico, con sonidos que invitaban al baile y el movimiento. La sensualidad, la sexualidad, al igual que meneos atrevidos y desinhibidos, empezaron a amenizar a partir de ese momento los deseos de una juventud frenética y compulsiva, con ganas de expresarse y liberarse.

En esa atmósfera tan interesante se formó en 1965 Small Faces, agrupación que entró a competir por un lugar de privilegio en la dura competencia del rock. Cuatro músicos a los que los caracterizaba su menuda estatura –algo inusual en las islas británicas– y el poder de la voz del cantante Steve Marriott. El sencillo “What’cha Gonna do About it” tuvo una mediana rotación en las emisoras inglesas, la suficiente para hacer algo de ruido y darse a conocer.

El 1.° de noviembre de 1965, Mac recibió la llamada que le cambió la vida. Don Arden, reconocido mánager inglés, dueño y fundador de Contemporary Music y quien lo conocía por la escena local del jazz, le propuso entrar a Small Faces en remplazo de Jimmy Winston. Ese día su suerte cambió, pues se encontró en el camino a Steve Marriott, Ronnie Lane y Kenney Jones, tres músicos con los cuales tuvo total afinidad, ya que compartían gustos e ideas musicales. “Sha La La La Lee” fue la carta de presentación de Mac, tema que llegó al número 3 en Inglaterra. A los pocos meses, en agosto de 1966, los chicos menudos se convirtieron en el grupo más famoso del país por cuenta de desbancar a The Beatles del número 1 con el tema “All or Nothing”. La suerte estaba echada para Mac: a partir de ese momento sería miembro de dos proyectos de culto en la historia del rock inglés. A principios del año 67, Andrew Oldham, quien acababa de dejar a los Stones, se cruzó en el camino de Small Faces por cuenta de un malentendido con Don Arden. Ese año la banda pasaría a ser parte del sello Immediate Records, propiedad de Oldham. La buena reputación de Andrew llamó la atención de Small Faces, quienes cambiaron su sonido y se aproximaron a una onda más psicodélica y menos pop. Temas como “Here Comes the Nice”, “Itchycoo Park” y “Lazy Sunday” le dieron a la banda un importante reconocimiento en el competitivo espacio del rock británico. Mac fue pieza clave en este proceso, puesto que era el estandarte de un equipo creativo liderado por Marriott y Lane.

A finales de 1968, Steve Marriott dejó a Small Faces para formar Humble Pie junto a Peter Frampton. Mac y Lane no se darían por vencidos, por lo que optaron por buscar un guitarrista y un cantante con quienes seguir andando. La suerte jugó a su favor, ya que la dupla Ronnie Wood y Rod Stewart dio forma a una de las grandes bandas de la historia del rock: Faces. Ambos venían de tocar en el Jeff Beck Group y habían construido un importante nombre en la escena del rock under de Londres. Los Faces, ahora como quinteto, grabaron entre 1970 y 1973 obras memorables para la historia del rock como

First Step (1970) y

Ooh La La, el último trabajo junto a Rod Stewart y producido por Glyn Johns, quien recuerda en su libro

Sound Man (Penguin, 2014) el poder del grupo que sucumbió ante los sueños en solitario de Rod. “A todos los Faces los conocía desde los sesenta, pero fue en este proyecto donde descubrí todo el poder que tenían. Eran muy superiores a Humble Pie, banda que me parecía demasiado ruidosa”. Los Faces se convirtieron además en una valiosa plataforma para que Rod Stewart se lanzara definitivamente como solista, en el 75, y para que Mick Jagger tomara en cuenta a Ronnie Wood para ser parte de The Rolling Stones, hecho que sucedió en diciembre de 1974, tras la salida del guitarrista Mick Taylor.

En los Faces se vio a Mac más cómodo, y ese fue tal vez uno de los momentos claves de su carrera, pues llenó de color e ideas innovadoras a una banda que encontró en la crudeza del rock y la melancolía del blues la fuente de inspiración. Así mismo, los Faces fueron durante varios años el grupo soporte de Rod Stewart en solitario, lo que consolidó a sus miembros como grandes músicos de sesión. Con la disolución de la banda en 1975, McLagan estuvo un tiempo ausente de la escena musical, hasta que en 1976 Steve Marriott decidió regresar a Los Small Faces para grabar unos videos promocionales de dos temas de los años sesenta. La buena vibra reinante se intentó capitalizar con esfuerzos creativos cuyo resultado fueron dos álbumes con muy poco impacto mediático, pero que dejaron grandes temas, como “Looking for a Love”:

Playmates (1977) y

78 In the Shade (1978).

Mac aprovechó también el buen momento creativo para trabajar en algunas ideas que dieron forma a su álbum debut como solista, en 1979. Pero antes de que eso sucediera, la vida volvió a sorprenderlo en la primavera de 1978, cuando Los Rolling Stones lo invitaron a participar en las sesiones de grabación del álbum

Some Girls. Tras el lanzamiento del trabajo en junio, y hasta finales de 1981, Mac fue pieza fundamental del sonido de los Stones, formando una dupla de antología en los teclados junto a Ian Stewart. Varias de estas presentaciones quedaron registradas en los videos

Let’s Spend the Night Together y

Live at the Hampton Coliseum 1981, editados en DVD.

Tras su exitoso paso por Los Rolling Stones, Mac colaboró a lo largo de la década de los ochenta con Jackson Browne, Joe Cocker, Bob Dylan, Melissa Etheridge, Bonnie Raitt y Bruce Springsteen, artistas con los que trabajó como músico de sesión y en vivo. En 1994 se mudó a Texas junto con su esposa. Allí fundó la Bump Band como su proyecto estable, además de mantenerse activo en colaboraciones con diversos artistas. En 1998 publicó el libro biográfico

Ian “Mac” McLagan. All The Rage (Pan Books), reeditado en 2011 con prólogo del célebre productor de radio John Peel. El 2 de diciembre de 2014, Mac dejó este mundo en forma repentina. Un infarto truncó varios proyectos, entre ellos la reunión de los Faces con motivo de los 40 años de la banda.

Las

face

tas de Ian McLagan

Entrevista hecha en abril de 2014

Supongo, como sucedió con varios artistas de su generación, que la influencia del hogar fue determinante para que terminara metido en el mundo de la música.

Sí, recuerdo que mi padre nos llevaba todos los viernes al cine. Varias de las películas que vi tenían muy buena música. Percibí un estilo nuevo al ser expuesto a las películas que veíamos. Inglaterra trató de imitar a Estados Unidos y fue así como tuvimos nuestros propios intérpretes del rock and roll. Luego aparecieron el R&B y el soul, y en ese momento dije: “Esa es mi música”.

¿Qué artistas fueron importantes en su formación?

Hubo varios grupos y artistas que me sirvieron como fuente de inspiración. Buddy Holly fue uno de ellos. Tengo un hermano un par de años mayor, que era el que me llevaba a las fiestas, pero como no me dejaban entrar, me quedaba escuchando la música desde la puerta. En ese momento en Inglaterra solo se oía la música que venía de Estados Unidos. El rock and roll, el soul y el R&B me impresionaron; era música muy diferente de la que estábamos acostumbrados y era la música que ambientaba los eventos sociales.

Hablemos de la influencia de Booker T. Jones en su música.

Cuando escuché el tema “Green Onions” no sabía de dónde venían esos sonidos, cómo se lograba. Yo apenas tocaba el piano, estaba dando los primeros pasos con el instrumento, pero tenía muy claro que quería reproducir ese sonido que lograba Booker T. Esto fue muy importante en mi vida porque me dio mi propia voz. Si no hubiese sido por esa música habría terminado trabajando como diseñador gráfico. Todos estos grupos del R&B norteamericano era maravillosos. Nos dimos cuenta de que en Inglaterra no había este tipo de música, y menos en Europa.

Usted cuenta en su libro que siempre se sintió más identificado con Los Rolling Stones que con Los Beatles. ¿Por qué?

Eso es cierto y, además, muy interesante. Cuando los Stones empezaron a tocar en los bares, los iba a ver todo el tiempo. Recuerdo que siempre que salía de un concierto me sentía celoso de no lograr un sonido similar con la banda con la que trabajaba en ese momento, justo antes de Los Small Faces. Los Stones hacían música norteamericana con un poco de dulzaina, mucha energía, actitud, fuerza, justamente el tipo de arreglos que no se escuchaban en la música pop inglesa. Eso me cautivó. Mick Jagger y Brian Jones eran fantásticos en escena.

¿Qué recuerda de la primera vez que escuchó al cantante Steve Marriott?

Eso fue a mediados de 1965. Recuerdo que estaba alistándome para ir a una cita un viernes en la noche, cuando mi padre me llamó para que viera en un programa de televisión a Small Faces y Steve Marriott. “Lucen igual que tú”, me dijo mi padre.

Eran magníficos. La voz de Steve era incomparable, tenía mucha sonoridad. Él debía ser originario de Mississippi, no de Londres: lograba notas muy altas sin mucho esfuerzo, y además tenía una energía increíble y ritmo. Small Faces estaban muy adelantados en ese momento.

Pero Marriott no era el único cantante que se destacaba en aquella época.

De acuerdo. Teníamos a Mick Jagger, un gran cantante; también estaba Rod Stewart, pero algo sí debe quedar claro: nadie lograba hacer lo que conseguía Steve con su voz, y él apenas tenía 18 años.

¿Cómo termina usted en Small Faces?

Unas semanas después de que vi aquella presentación en la televisión, recibí una llamada de Don Arden para unas audiciones con ellos. Hubo muy buena química. Sin pensarlo, renuncié a la banda con la que trabajaba en ese momento. A la mañana siguiente era un Small Faces.

Supongo que no fue fácil lidiar con Don Arden.

Era un buen agente, sagaz, arriesgado, aunque un poco deshonesto. Pero independientemente de cómo era este personaje, creo que lo más importante fue que gracias a él conocí a Ronnie Lane, a Steve Marriott y a Kenney Jones.

En ese momento, la prensa se sorprendió de que el nuevo Small Faces midiera lo mismo que los otros miembros.

Fue gracioso porque ellos no sabían que yo tenía su misma estatura. Un presentador de la televisión inglesa hizo el comentario y luego los demás medios lo reprodujeron. Pero lo más importante de esa reseña fue el comentario favorable sobre mi actuación con la banda.

¿En qué se diferenciaban ustedes de bandas como The Who o The Kinks?

En muchos aspectos. Por ejemplo, la voz de Steve Marriott era única, me atrevo a decir que mucho más potente que la de Ray Davies, y además tres de los cuatro Small Faces podían cantar, entre ellos yo. Nosotros combinábamos ritmos del rock, el blues y el soul, un cambio importante en la música que se componía en Inglaterra en ese momento. Otro aspecto muy notorio, respecto de las bandas que usted menciona, era que nosotros nos llevábamos muy bien. Estábamos siempre en sintonía, nos volvimos muy buenos amigos, nos gustaba la misma música, nos entendíamos perfectamente y estábamos dispuestos a tocar todo el día si era necesario. No protagonizamos escándalos mediáticos o peleas durante las sesiones de grabación. Para mí fue un sueño hecho realidad estar en una banda que disfrutaba tocar 24 horas al día.

Hablemos de la importancia de la moda en el grupo. Creo que esto también marcó distancia frente a otras bandas...

Sí, fue un aspecto determinante. No solo nos dio un aire de cambio que nos hizo tomar distancia de otros grupos, sino identidad. Debo decir que los demás miembros de la banda me llevaban una ventaja en cuanto a ropa se refiere. Cuando era estudiante de arte el dinero que recibía lo gastaba en pinceles, acuarelas, pinturas, óleos; no había presupuesto para la ropa y debía conformarme con

jeans y camisetas muy sencillas. Sin embargo, tras las primeras presentaciones en vivo con Los Small Faces tuve acceso a otros estilos y vestuarios más costosos. Me volví cliente de muchas tiendas en Carnaby Street.

Tras editar dos álbumes con Decca (Small FacesyFrom the Beginning), dejaron a Don Arden y se fueron a trabajar con Andrew Oldham en el sello Immediate Records. ¿Qué tan importante fue Andrew en el nuevo rumbo que tomó la banda a partir de junio de 1967?

En realidad, Andrew no tuvo nada que ver con el sonido y las canciones o su parecer en cuanto al estilo y demás. Su colaboración no era otra que brindarnos su entusiasmo para llevarnos a trabajar y producir. Éramos una banda muy trabajadora y, como ya lo dije, éramos muy buenos en eso porque era lo que nos hacía felices. La energía de estar juntos era muy explosiva, no tomábamos días de descanso, no había tal cosa en nuestra mente.

Pero tenían al mánager que creó la leyenda de los Stones...

Es cierto y no desconozco su papel. Andrew nos dio la oportunidad de un mejor lugar de trabajo, pues Olympic Studios era un mejor estudio. Habíamos trabajado con consolas de cuatro canales de audio y ahora lo hacíamos en ocho canales. Eso nos permitió abrir más nuestras posibilidades como compositores y así competir con Los Beatles y Los Rolling Stones, o por lo menos intentarlo. Andrew posibilitó que lo que se hacía en el estudio se utilizara al día siguiente como material para las presentaciones. Adicionalmente,, nos dio su tiempo, su conocimiento, sus recursos, y eso fue muy valioso para nosotros.

En 1968 lograron tener muchísimo éxito en el Reino Unido gracias al tema “Lazy Sunday”. Usted siempre ha dicho que fue un gran error lanzar este tema como sencillo promocional del álbumOgdens’ Nut Gone Flake.

Fui muy crítico al respecto porque Andrew tomó un tema inconcluso y lo lanzó sin nuestra aprobación. Eso nos molestó mucho.

Pero les dio reconocimiento en un momento en que había mucha competencia y muy buenas bandas, como The Who, The Kinks, Deep Purple, Cream, Pink Floyd, Yes...

Sí, pero él no nos consultó y la puso en el mercado sin nuestra aprobación. Entiendo que fue un éxito, pero el malestar radicó en que no la teníamos terminada como esperábamos que sonara; eso nos obligó a tocarla en vivo como Andrew quería, no como nosotros queríamos. Buscábamos ser una banda soul y ese tema nos hizo ver como una especie de cómicos.

¿Les tocó improvisar?

Todo el tiempo, buscando un sonido que no nos gustaba y que no podíamos cambiar porque ya había un tema circulando en el mercado. Eso no nos gustó. ¿Qué mensaje daríamos si la cambiábamos?

Pero ganaron dinero con ese tema…

Sí, y no me opongo a eso. Andrew lo hizo así, pues era evidente que quería un éxito en la radio y, por consiguiente, dinero, pero el costo fue alto para nuestros intereses artísticos. No voy a negar que Andrew es un tipo muy inteligente y sabía lo que hacía. Quizás si en ese momento hubiéramos dicho que no queríamos que “Lazy Sunday” saliera al mercado, él de todas formas la habría lanzado; era muy obstinado y persistente.

El álbumOgdens’ Nut Gone Flake(1968) también fue una pieza clave para la psicodelia inglesa de finales de los sesenta. ¿Álbumes comoSgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, de The Beatles, oPiper at the Gates of Dawn, de Pink Floyd, los marcaron en ese proceso?

Pink Floyd nunca nos influenció. De hecho, nunca los había escuchado, nunca fui un seguidor de ellos y nunca compré sus discos. En cambio, The Beatles sí fue una banda que nos influenció. “Happiness Stan” es uno de los temas más Beatles que grabamos en ese álbum.

¿Por qué no trascendieron en Estados Unidos?

Cuando nos representaba Don Arden, él nos propuso hacer una gira infame por Norteamérica. Primero nos dijo que no íbamos a recibir pago por las presentaciones y que nos moveríamos entre ciudades en autobús. El hospedaje sería en moteles de paso y sin dinero para gastos. La verdad, no nos llamó la atención viajar en esas condiciones. Luego entendimos que fue una estrategia de Arden, ya que en Estados Unidos él no iba a tener el control de las finanzas del grupo ni tampoco del dinero que ganaríamos. Así que apeló a una estrategia mezquina para hacernos desistir de la gira. Con Andrew pasó algo similar, pero influyó el que pudieran encontrar drogas en mi poder, lo que nos podía generar problemas con la justicia de Estados Unidos.

Pero era un tema que podía resolver un buen abogado. Mire a The Who: no eran unos santos y entraban todo el tiempo a Estados Unidos.

Sí, pero no sucedió y creo que esto marcó el destino del grupo.

En 1969, Steve Marriott dejó la banda porque ustedes se oponían a que Peter Frampton fuera un Small Faces. ¿Es cierto?

Totalmente cierto. Peter es un gran amigo, pero en ese momento no era una buena opción para la banda. No queríamos tener a alguien que rompiera nuestra fórmula, queríamos seguir siendo los mismos cuatro. Pero Steve insistía en que quería tener un guitarrista en la banda, de modo que él pudiera dedicarse solo a cantar. Nos opusimos tajantemente y él decidió irse.

¿Marriott lo invitó a Humble Pie?

Sí. Es más, yo trabajé con Peter Frampton en algunas ideas. Había escrito el tema “Growing Closer”, se lo enseñé a Peter y él sugirió que lo trabajáramos con Marriott. Luego de ensayar una tarde le dije a Steve que no me iría con ellos a Humble Pie. Además, había un mal ambiente en ese momento, pues él había salido con mi esposa previamente. Eso a mí no me afectaba, pero a él sí.

Luego se incorporaron Ronnie Wood y Rod Stewart a la banda, pasaron a llamarse Faces y, sin duda, lograron mayor trascendencia que Humble Pie. ¿Cómo se produjo la llegada de ambos a la banda?

Ronnie Lane insistía en que debíamos continuar con la banda, pese a la salida de Marriott. Luego nos enteramos de que Ron Wood quería dejar de tocar el bajo en la banda de Jeff Beck para formar un grupo donde fuera el guitarrista líder. No nos disgustaba la idea de tenerlo. En ese proceso apareció el buen corazón de Ian Stewart, teclista de Los Rolling Stones, quien nos dio la posibilidad de ensayar en unos estudios en Bermondsey, el mismo espacio donde los Stones lo hacían. Al cabo de unos días de tocar con Wood, y Lane haciendo las veces de cantante, apareció Rod Stewart, quien era algo tímido y reservado. Recuerdo que se quedó afuera del estudio oyendo lo que tocábamos. Y en un abrir y cerrar de ojos éramos los Faces de Rod Stewart.

¿Cree que la figura de Rod Stewart en los Faces fue más relevante que la de un buen cantante?

Sí, en la medida en que él se adaptó rápido a las ideas del grupo e hizo aportes en composición. Los primeros dos trabajos de los Faces denotaron una clara ausencia de dirección. Eran buenas canciones, con fuerza, mucho blues rock, pero con carencias en producción. No niego que Rod era bueno controlando y dando ideas, y eso de alguna manera hizo que los procesos fluyeran y no fueran tan caóticos.

¿Esto significa que la llegada de Glyn Johns potenció además la carrera en solitario de Stewart?

Sí. En los Faces necesitábamos a alguien con más experiencia y conocimiento en el campo de la producción. Cuando contratamos a Glyn Johns para nuestro tercer trabajo, a Rod no le gustó la idea porque perdería cierto poder y control que le gustaba tener. Aunque recuerde que Rod ya estaba produciendo muy buenos álbumes en solitario, como

Every Picture Tells a Story. Era el caso de una persona con una misma visión que lo orientaba todo hasta el final, pero esta vez su energía era en su propio beneficio.

En su opinión, ¿por qué Mick Jagger nunca pudo tener una carrera en solitario como sí la tuvo Rod Stewart?

Creo que los trabajos en solitario de Mick Jagger son todos los discos de los Stones. ¿Qué más quieres? Él y Keith hicieron magníficos discos.

Bigger Bang, por ejemplo, es alucinante.

Cuéntenos del papel que usted cumplió enLos Rolling Stones...

El teclista es quien le da color a la interpretación y busca espacios para incluir las notas que los otros músicos no están tocando. Ese fue mi trabajo en los Stones. Unas veces brillas, otras no tanto.

¿Hay planes para una reunión de los Faces?

Quizás en 2015. Estamos excitados con esa posibilidad, pero siempre que lo pensamos terminamos desechándolo porque todo depende de Rod, quien siempre está ocupado. Estamos en sus manos: sí él se decide, saldremos de gira en el 2015.

¿Le parece que Rod está en forma para salir de gira?

Creo que está listo, pues cuando vi su presentación en Viña del Mar, hace un par de semanas, noté que está de nuevo en forma y con ganas de retomar sus raíces. Ha dejado atrás los estándares norteamericanos con los que ha venido trabajando desde 2002 y ahora está cantando nuevamente “Stay with Me” y todos los clásicos. Emociona verlo de nuevo en el rock.

Sus memorias,All The Rage, recibieron muy buenos comentarios de la prensa. ¿Se sintió bien en el papel de escritor-editor?

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