Satisfaction

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II. Los buenos muchachos » Ray Manzarek. The Doors

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© Alexey Philippov / RIA Novosti / AFP

 

 

Ray Manzarek

The Doors

(Chicago, 1939 - Rosenheim, Alemania, 2013)

This is the end

Beautiful friend

This is the end

My only friend, the end

Of our elaborate plans, the end

Of everything that stands, the end

No safety or surprise, the end

I’ll never look into your eyes... again.

“The End” (The Doors, 1967)

 

La historia del rock ha tenido años importantes, como 1967, 1968, 1970, 1976 y 1991, por citar algunos. Pero tal vez ninguno como 1965, un año único, determinante y esencial para que el rock and roll evolucionara en rock, gracias a sonidos más contundentes, actitudes rebeldes y la oportunidad de darle voz a una generación con ganas de ser escuchada. En Inglaterra, bandas como The Who y The Kinks alteraron el curso de todo lo que pasaba hasta entonces por cuenta de una nueva propuesta sonora, más cruda, más ruda, menos complaciente con el pasado. En Estados Unidos, artistas como Bob Dylan y The Beach Boys edificaron una nueva forma de componer, que rompió con todo lo que venía sucediendo desde mediados de los años cincuenta. También en ese inolvidable 1965, Jim Morrison y Ray Manzarek se conocieron. Ese encuentro en una playa de California fue la piedra angular del nacimiento de The Doors.

Si bien Jim Morrison fue la pinta, la actitud, la poesía cargada de letras profundas y ambiguas, Ray Manzarek, el hombre del órgano, fue el artífice de un sonido único en la historia del rock, ya que por primera vez su instrumento (no el piano, ni tampoco el moog, como pasó con las bandas progresivas) era líder en un grupo de rock. El secreto de ese sonido indescriptible y a la vez fascinante: una mezcla de música clásica, blues, jazz y boogie-woogie, con rock.

Raymond Daniel Manzarek creció en Chicago. Hijo de una familia con raíces polacas, sus padres desempeñaron un papel clave en brindarle las influencias de grandes pianistas y compositores, como Leonard Bernstein, Aaron Copland y Alberto Ginastera. Todos esos maestros y una formación académica impecable le permitieron encontrar una voz única, que fue el sello y voz de una de las bandas más enigmáticas y fascinantes del rock.

Morrison y Manzarek querían formar un grupo en el que pudieran plasmar todos sus gustos e influencias. Era el momento de hacerlo. California hervía y necesitaba sonidos frescos, que conquistaran a nuevos públicos. A mediados del 65, el guitarrista Robby Krieger y el baterista John Densmore completaron la formación de The Doors. Ambos venían de una banda local de California llamada The Psychodelic Rangers y conocían a Manzarek, pues tomaban cursos de meditación juntos. Morrison insistió en que la banda debía completarse con un bajista. Tras un buen número de audiciones sin éxito, Manzarek decidió que él llevaría el bajo con el órgano, una apuesta que le salió bien pese a las dudas que siempre tuvo Morrison. Los Doors se foguearon todo el 66 en bares como el famoso London Fog, ubicado en Sunset. La imagen y el carisma de Morrison daban que hablar constantemente, así como el sonido de la banda, motivo de muy buenos comentarios porque nadie hasta ese momento había logrado una propuesta tan novedosa. A finales del 66, por insistencia del vocalista de la banda Love, Arthur Lee, el dueño de Elektra Records, Jack Holzman, decidió contratar a The Doors.

En enero de 1967, The Doors lanzó su disco debut, un trabajo que catapultó la figura de Morrison como un

frontman agresivo, sensual y provocador, dispuesto a llevarse por delante todo lo que se le atravesara en el camino, incluso a la policía. También estableció a Manzarek como uno de los grandes compositores del momento, gracias al sonido de su órgano. Once cortes fueron la carta de presentación del álbum

The Doors, un disco que elevó a la categoría de clásico el tema “Light My Fire”, la canción que además los hizo inmortales en Estados Unidos cuando la sociedad norteamericana peleaba en varios frentes, entre ellos los derechos civiles y la guerra de Vietnam.

Entre 1967 y 1971, The Doors produjo seis trabajos en estudio, unos más sólidos que otros, como

Strange Days y

Morrison Hotel (1970). Tras la publicación del álbum

L.A. Woman (1971), Morrison se mudó a París. Su situación emocional era caótica; tenía problemas con drogas y alcohol. En circunstancias que aún son motivo de debate, murió en la capital francesa a los 27 años. Para Manzarek fue un golpe duro, pero quiso mantener el barco a flote, a pesar del peso de la figura de Jim Morrison.

El trío Krieger, Densmore, Manzarek publicó

Other Voices (1971) y

Full Circle (1972), con resultados más bien discretos en materia de ventas, aunque musicalmente hablando fueron trabajos que le dieron mayor libertad a Manzarek para plasmar todas sus influencias del jazz y la música clásica. Pero en el mundo de la música las ventas se vuelven el elemento que legitima un proyecto. Los tres Doors entendieron que la imagen de Morrison era lo que arrastraba hordas de fanáticos a sus conciertos y decidieron emprender otros proyectos en solitario. Manzarek lanzó los álbumes

The Golden Scarab (1973) y

The Whole Thing Started with Rock and Roll & Now It’s Out of Control (1974).

Manzarek, quien trabajó para la banda Nite City en 1977, decidió darle vida a The Doors en 1978 con unas pistas inéditas con la voz de Morrison. El resultado fue el álbum

An American Prayer, reeditado en los noventa en

compact disc, donde vienen canciones entrañables como “Ghost Song” y “Awake”. En 2002, Krieger y Manzarek se juntaron nuevamente con el nombre de The Doors of The 21st Century. Durante diez años se presentaron por todo el mundo junto a cantantes reconocidos como Ian Atsbury, de The Cult. En 2008 y 2009, Manzarek y Krieger se presentaron en Bogotá y deleitaron a los seguidores de The Doors con varios de los clásicos que la voz de Morrison inmortalizó.

El hombre del órgano

Entrevista hecha en abril de 2008

¿Qué le dejaron The Doors a su vida?

Cuando empecé a tocar, sentía que debía construir un sonido único en torno a un grupo de músicos geniales como Jim y Robby. Quería dejar un legado importante, excelentes canciones y discos, plasmar mis influencias y referentes, hacer buena música y divertirme. The Doors fue un periodo importante para todos. Nos permitió construir una carrera. También pasamos por momentos muy duros, que nos ayudaron a fortalecer nuestro temperamento. Fueron los cuatro años más intensos de mi vida.

¿Con The Doors buscaban la fama o simplemente era una lucha del arte por el arte?

No pretendíamos ser famosos. En ese momento solo queríamos tocar la música en la que teníamos fe, construir una carrera y ver qué pasaba. Pero debo confesar que realmente todo el tiempo pensaba: “Quiero ser reconocido como el hombre del órgano”. Y así fue: logré construir un sonido único con la extensión de mi voz, el órgano.

¿Le gustó el biofilm de Oliver Stone sobre Jim Morrison?

Me enojé mucho cuando lo vi porque parecía una película sobre un alcohólico. Oliver Stone debería estar apenado porque hizo algo demasiado sensacionalista, un trabajo desastroso, una película salvaje que no logró captar la verdadera esencia de lo que fue el grupo. El personaje de esa película no fue el que yo conocí, no era mi amigo, y realmente no sé en quién se inspiró Stone para hacerla.

Sobre la vida y obra de The Doors, ¿cuál película recomienda?

Si quieren ver una verdadera película sobre la banda, les recomiendo que busquen

The Soft Parade. Ese es el tipo de obras que le dan sentido a gastar horas y horas grabando material. Es un documental serio, con suficiente material de archivo para emocionar al seguidor de The Doors. La historia es objetiva y narrada desde diversos puntos de vista.

Más allá del mito y grandeza de Jim Morrison, ¿cómo lograr que la gente se siga emocionando con la música de The Doors?

Esta banda no se llama Jim Morrison, se llama The Doors. La gente quiere oír el sonido de The Doors, razón por la cual contamos con un buen cantante, que si bien tiene referentes de Jim, es salvaje en el escenario. Demuestra actitud, tiene talento, sabe de música y posee una fuerza en la voz determinante para emocionarnos lo suficiente y entender en qué momento estamos. La música nos mantiene vivos, no el recuerdo de un gran nombre.

En ocasiones, cuando Jim no estaba al ciento por ciento de sus facultades, usted o el propio Robby Krieger cantaban. ¿Para esta gira no pensó en tomar el rol de cantante líder?

Todos en la banda nos sabíamos las canciones. Cuando Jim cantaba, oíamos su voz y las letras. Todos nos escuchábamos, así funciona una banda. No sales al escenario y de repente decides tomar tu parte y ya. Creo que hay una gran diferencia entre la forma en que se vivía la música en los sesenta y la forma como se vive hoy en día. Antes se trabajaba más en equipo. Tomar el rol de líder de este proyecto habría significado dejar de lado otros aspectos esenciales. Por ello contamos con Brett Scallions, un magnífico cantante.

A David Bowie le decían “toma única” en los años de Ziggy Stardust. ¿Pasaba lo mismo con Jim, o los procesos eran más lentos?

Las ideas pueden llegar rápido, pero la forma de cantarlas no. “Moonlight Drive” o “Break on Through” fueron temas que tomaron su tiempo para llegar al punto en el que las conocemos. Es poco usual que una canción con esos niveles de complejidad resulte en una sola toma.

¿Por qué decidieron regresar a Colombia?

Antes de nuestro primer concierto no sabíamos con qué tipo de público nos íbamos a encontrar. Una vez que terminó el

show, pensé: Qué gran audiencia, llena de energía y emoción; debimos venir antes. La pasión y el conocimiento de nuestra música nos hacen volver. Me emocionó y me llamó mucho la atención que la gente conociera varias de nuestras canciones menos populares. Realmente estamos muy contentos de volver porque, además, será nuestra despedida.

¿Se retiran de la música?

No. La música siempre estará presente en nuestra vida. Lo que pasa es que queremos grabar un nuevo álbum y eso demandará mayor esfuerzo y concentración. Este será un gran reto y debemos afrontarlo como tal. Estamos muy emocionados.

¿Están preparados para adaptarse a la nueva realidad del negocio musical?

Lo estamos. Nuestras canciones se pueden conseguir en formato digital y esperamos seguir creciendo en ese campo. En la medida en que el músico sea reconocido por su arte, no me opongo a las nuevas tecnologías; de hecho, creo que han ayudado a masificar la música y eso está bien.

¿Qué tipo de espectáculo preparan para esta gira?

A diferencia del primer

show que dimos en Bogotá, para esta gira preparamos un set diferente. Vamos a interpretar muchas canciones, incluso algunas que hace años no tocamos, como “Queen of the Highway”, “Peace Frog”, “The Soft Parade” y “Soul Kitchen”. Como ves, son buenas canciones que no necesariamente fueron éxitos. La gente va a disfrutar de lo mejor de The Doors: buena música, luces, sonido alucinante y grandes sorpresas. Estamos en forma, nuestro cantante cada vez canta mejor y la banda suena como en los viejos tiempos.

Discografía selecta

The Doors

The Doors (1967)

The Doors

S

trange Days (1967)

The Doors

Waiting for the Sun (1968)

The Doors

The Soft Parade (1969)

The Doors

Absolutely Live (1970)

The Doors

L.A. Woman (1971)

The Doors

An American Prayer (1978)

Ray Manzarek

Carmina Burana (1983)

The Doors

The Best of The Doors (1985)

The Doors

In Concert (1991)

Banda sonora

“When the Music’s Over”

“The End”

“Light My Fire”

“The Soft Parade”

“People Are Strange”

“Love me Two Times”

“Roadhouse Blues”

“Riders on the Storm”

“L.A. Woman”

“Queen of the Highway”

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