Satisfaction

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III. Más allá del 69 » Brian May. Queen

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© Thomas Samson / AFP

 

 

Brian May

Queen

(Londres, Inglaterra, 1947)

 

I work hard (he works hard) every day of my life

I work till I ache in my bones

At the end (at the end of the day)

I take home my hard earned pay all on my own

I get down (down) on my knees (knees)

And I start to pray (praise the lord)

Till the tears run down from my eyes

Lord somebody (somebody), ooh somebody

(Please) Can anybody find me somebody to love?

“Somebody to Love” (Queen, 1976)

Entre 1971 y 1991, Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon construyeron una de las carreras más interesantes en la historia del rock con Queen, una banda que se gestó en Londres a principios de los años setenta, en medio de un ambiente sumamente competitivo. Artistas como The Rolling Stones, Led Zeppelin, Pink Floyd y The Who mandaban la parada a finales de la década de los sesenta con propuestas que cambiaron el rumbo del rock. El hard rock, la psicodelia, el art rock, el jazz rock, la ópera rock y el rock sinfónico sirvieron como fuente de inspiración a los cuatro miembros de Queen, quienes tenían una meta muy clara: ser estrellas de rock.

Brian May fue el gran responsable de la existencia de Queen. No solo por haber fundado la banda Smile, embrión de Queen, sino porque fue quien se echó al hombro la idea de vivir de la música, pese a las circunstancias. El proceso para llegar a conquistar ese sueño se remonta a su adolescencia. Brian admiraba el poder de la guitarra y tenía varios héroes, como Gerry McGee, guitarrista de The Ventures, y Hank Marvin, de The Shadows. Pero también era un gran fanático del rock y no se perdía los conciertos de Cream, The Who y Jimi Hendrix. Brian quería ser como uno de sus héroes. Soñaba con tener una guitarra Fender Stratocaster con la cual formar un grupo. Era normal, a mediados de los sesenta, que todo adolescente lo pretendiera, pero la situación económica en su casa no era la mejor y sus padres no podían afrontar este gasto. Así que May se las ingenió y con algunos conocimientos de física, así como el apoyo de su padre, construyó en 1964 la guitarra Red Special, instrumento que lo ha acompañado hasta nuestros días. En una entrevista que le dio a la prensa inglesa en los años noventa, May confesó que la guitarra no le costó más de 18 libras esterlinas. En aquel entonces, una buena guitarra podía costar casi 200.

Ya con la extensión perfecta de su voz en las manos, el siguiente paso para May era formar un grupo. El ambiente del Imperial College de Londres, donde tomaba unos cursos de Física, fue el espacio perfecto para hacerlo. “Busco gente para formar una banda”, decía la nota ubicada en la cartelera de la Facultad de Física. El primer interesado fue Tim Staffell, quien cantaba y tocaba el bajo. Luego apareció el baterista Roger Taylor, quien estudiaba Biología en la misma escuela. Los tres decidieron llamarse Smile y tocar en los circuitos de bares y universidades. Su música era un revuelto de rock and roll con The Who y Cream, sus ídolos. El voz a voz los ayudó a crear un buen grupo de seguidores, así como también para que un productor norteamericano se fijara en ellos y decidiera grabar un demo con dos temas. “Earth”/“Step on Me” fue el sencillo que la disquera Mercury produjo y que con el tiempo se convirtió en pieza de museo para los coleccionistas de Queen. Lo triste de esta historia es que las canciones nunca se comercializaron en Inglaterra, por lo cual el destino del grupo estaba sellado en ese sentido.

En 1969, los astros jugaron a favor de la historia del rock. Smile había fracasado en obtener un contrato en Inglaterra. Staffell se apartó del grupo para intentar construir su carrera en solitario, May no tuvo fuerzas para seguir adelante con la banda y decidió ser profesor de Matemáticas en un colegio, y Roger Taylor decidió montar un almacén de ropa con su amigo Freddie Mercury, un joven inmigrante de la isla de Zanzíbar que estudiaba Diseño de Modas y era seguidor de los Smile. Mercury, quien para aquella época todavía se conocía como Bulzara, fue determinante para que Roger Taylor decidiera buscar nuevamente a Brian May con el fin de revivir a Smile. La llegada de Freddie Mercury al grupo supuso una serie de cambios, entre ellos el del nombre. Freddie propuso el de Queen, buscando mayor impacto y recordación. La propuesta llevaba un logotipo que él había desarrollado y que si bien al principio no gustó, al final se aprobó por su implacable insistencia. El primer

show de Queen fue a mediados de 1970, si bien la alineación oficial del grupo se completó en marzo de 1971 con la llegada del bajista John Deacon, pieza clave en la conducción rítmica del grupo, además de ser el genio y creador de

riffs memorables de bajo como “Under Pressure” y “Another one Bites the Dust”.

Con su disco debut del año 73, Queen fue una banda difícil de catalogar por el sincretismo de sus composiciones. La crítica de la época desplegaba páginas enteras tratando de entender un fenómeno que rompía con modelos imperantes en ese momento. Mercury no era Robert Plant ni mucho menos Elvis Presley, pero algo de ellos encarnaba. May no era un virtuoso como Hendrix ni un místico como Jimmy Page, de Led Zeppelin, pero su guitarra llevaba la fuerza y poder de las notas inmortales de estos genios. Roger Taylor hacía sonar los tambores como Keith Moon, de The Who, pero carecía de las habilidades técnicas de este. Deacon quería que su bajo sonara como instrumento líder, al igual que pasó con Jack Bruce en Cream y John Paul Jones en Led Zeppelin. Había una mezcla de talentos heterogéneos que, juntos, dieron forma a un estilo único y novedoso. No sonaban como ningún otro grupo del momento, pero la prensa, en ese afán de encasillar, los describió como una mezcla de glam rock con rock duro. El disco

Queen I (1973) fue un fracaso comercial que no amilanó los sueños de éxito.

Tras la publicación del álbum

Queen II (1974), los siguientes años fueron de consolidación y experimentación. El grupo conquistó paulatinamente el mercado de Estados Unidos y Mercury ganó el protagonismo soñado durante su adolescencia. Con el tiempo sería catalogado como una de las voces más importantes del rock. Entre 1975 y 1984 Queen grabó grandes trabajos, como

A Night at the Opera (1975)

, A Day at the Races (1976),

News of the World (1977),

Jazz (1978),

The Game (1980),

Hot Space (1982) y

The Works (1984). En ese proceso creativo, el guitarrista Brian May desempeñó un papel fundamental, pues hizo una dupla mágica con Mercury que les permitió crear canciones que llegaron muy alto en listas, como “Bohemian Rhapsody”, “Somebody to Love”, “Killer Queen”, “Don’t Stop Me Now”, “We Will Rock You”, “We Are the Champions” y “Radio Ga-Ga”. Estos temas ayudaron a consolidar la creciente fama del grupo en Inglaterra.

Si bien las ventas de discos eran muy alentadoras, sobre todo en Japón, Queen distaba de tener el impacto en vivo de bandas como Los Rolling Stones, Genesis o Dire Straits. Para suplir eso, entre 1981 y 1984 conquistó el mercado de Suramérica con presentaciones memorables en Brasil, Chile, Venezuela y Argentina. Pero Queen necesitaba dar ese paso determinante en el frenético ascenso a la gloria y esto se hizo realidad gracias a una causa filantrópica liderada por Bob Geldoff en 1985: la presentación de Queen en Live Aid. Ese día, miles de millones de personas en Estados Unidos y Europa fueron testigos de una actuación memorable de Queen. El público en Wembley se rindió a los pies de Mercury, y esa noche todo cambió.

Con el lanzamiento de

A Kind of Magic (1986), Queen se embarcó en una gira promocional del álbum que incluyó dos presentaciones en el mítico estadio de Wembley, los días 11 y 12 de julio de 1986. Más de 200.000 personas fueron testigos de la magia y poder del grupo en vivo. Queen tocó las puertas del cielo a tiempo. Cinco años después, en noviembre del 91, Freddie Mercury dejó el mundo tras perder su lucha contra el sida. Antes de su muerte grabó

The Miracle (1989

) e

Innuendo (1991). Ahora el balón estaba en manos de Brian May, quien debía decidir pronto qué quería hacer con uno de los tesoros más importantes de la historia de la música.

Lo primero que hizo fue organizar un gran homenaje a Freddie Mercury en abril de 1992, en el que participaron superestrellas como Elton John, Roger Daltrey, Robert Plant, Metallica, Def Leppard y David Bowie. Ese mismo año se dedicó a su carrera en solitario y lanzó en julio el álbum

Back to the Light, del cual quedó un registro en vivo en la Brixton Academy de 1994. Se juntó con muy buenos músicos, como el baterista Cozzy Powell, el bajista Neil Murray y el teclista Don Airey, pero a May le pasó lo mismo que a Mercury en 1984: su nombre en solitario no causó el mismo impacto que la marca Queen. Por fortuna, entendió el mensaje, dejó a un lado la idea de crear la marca Brian May y se concentró en sacar adelante un doctorado en Astrofísica. En 1995 la frase “The Show Must Go On” llegó repentinamente a la memoria de May y decidió llamar a Taylor para sacar un álbum póstumo de Queen, que incluyó algunos cortes que no se usaron en otros discos. El resultado fue

Made in Heaven, una obra que, como todo trabajo póstumo, intentó conservar la esencia y legado de un irremplazable como Freddie Mercury.

Han pasado casi 20 años desde

Made in Heaven y Brian May no ha podido soltar a Queen. En 2006 se alió con el cantante Paul Rodgers (Bad Company), con el que salió de gira y grabó el álbum

The Cosmos Rocks (2008). Desde mediados de 2014, May decidió volver al ruedo con Queen, esta vez de la mano del cantante Adam Lambert, quien se dio a conocer en el programa

American Idol. Con Lambert tocaron en la gala de

American Idol en 2009 y desde ese día May quedó gratamente impresionado con su voz. Luego se presentaron juntos en eventos entre 2011 y 2013.

Queen: 40 años de magia

Entrevista hecha en 2011

Decidieron celebrar los 40 años de Queen con una majestuosa exposición en Londres. ¿Cómo surgieron la idea y el nombreStormtroopers in Stilettos?

Bueno, la idea de hacer una exposición fue algo que siempre tuve en la cabeza. El tema era encontrar el momento adecuado y el aniversario lo es. Respecto al nombre, debo decirte que se le ocurrió a Roger Taylor, ya que inicialmente la exposición se iba a llamar Queen: The Early Years. Un día vino a mi casa y me dijo que debíamos ponerle como un subtítulo que hiciera referencia a nuestros primeros años.

¿Cuál fue la esencia de la exposición?

Mostramos la realidad de cómo era nuestra vida en esos primeros años de carrera. La gente suele comparar si el poder que mostramos como banda estaba del todo relacionado con nuestra música, pero no fue así. También hay cierta delicadeza en la música de Queen. “Killer Queen” o “Good Company” no son canciones de rock como tal, y justamente esa paradoja que refleja nuestra música es lo mismo que quisimos mostrar en la exposición. Queen también fue delicadeza.

¿Qué le impactó de la curaduría de la exposición?

Las fotos de Freddie Mercury, por ejemplo, y sentirlo aún tan presente entre nosotros. Me gustó que la muestra me permitió ver una imagen más clara de cómo fueron las cosas desde el principio para la banda. Hay un realismo implícito muy fuerte. Otro aspecto fue sentir por momentos como si estuviera muerto. Lo digo por una urna de vidrio donde se incluyeron cintas que no usamos, filmes, entre otras curiosidades. Esa sensación de verte inmerso en algo inanimado me impactó mucho.

Es curioso que diga esto, pues mucho del material seleccionado usted lo conocía ampliamente...

Sí, así es, mucho del material de la muestra viene de mi archivo personal; lo que pasa es que cuando ves las fotos en gran tamaño, con una distancia importante en el tiempo, tu mirada cambia, cambia la perspectiva. Te tomas un tiempo para analizar cada foto, la gente que está a tu alrededor, amigos, mi esposa, etc. Incluso te sorprendes de que muchos de ellos ya no estén con nosotros. Y no lo digo solo por Freddie. Otro aspecto que me marcó fue verme como un joven lleno de sueños que se cumplieron. Impacta pensarlo, ya que no fue fácil, pero te hace ver los hechos de otra manera.

Más allá de esos recuerdos, ¿no se le pasó por la cabeza pensar que una muestra sobre Queen, en un museo, los pondría en el mismo nivel de William Blake, Constable o Turner?

No sé si a ese nivel, pero no deja de ser extraño. Es esa sensación que te da ir al Museo Victoria and Albert y ver los trabajos de Thomas Alva Edison, Turner o Blake. Así es. Sentirte cubierto por el polvo.

¿En los primeros años del grupo se imaginaba el éxito que conseguirían?

No, nunca lo imaginamos, aunque creíamos firmemente en que lo lograríamos. Aún hoy pienso en eso y trato de poner en perspectiva la forma como lo logramos, pero no encuentro una explicación lógica. Fuimos muy afortunados porque era un momento muy productivo para el rock, había grandes bandas con muchísimo talento. Es increíble lo que logramos, y aunque me siento muy agradecido, sigo creyendo en la suerte.

Era difícil catalogar al grupo en un género o estilo, ¿a qué atribuye eso?

Nos catalogaban como una banda heavy, melódica y armónica, pero no encajábamos en ningún género del momento. No éramos una banda progresiva, pero tampoco de hard rock o glam rock. Teníamos héroes como Led Zeppelin, Jimi Hendrix y Yes, pero ellos llegaron a niveles casi inalcanzables. Éramos una esponja que supo absorber lo mejor de una época clave para la historia de la música. La suerte es que Freddie, John, Roger y yo teníamos una clara visión de lo que queríamos plasmar con la banda, y adaptar ese eclecticismo a nuestros sueños nos permitió conseguir muchos logros.

Sé que en esos primeros años no les tocó fácil en cuanto a productores y estudios de grabación...

Así es. De hecho, nos tocaba esperar a que David Bowie terminara de grabar. A las tres de la mañana, mientras dormíamos, recibíamos una llamada en la que nos avisaban que podíamos ir a los Trident Studios. ¿Qué podías hacer? Adoptar la mejor actitud, llamar a Freddie, Roger y John, y ponerte a trabajar. Había muy buena tecnología en ese lugar, pero no teníamos la libertad para usarla. Finalmente era una experiencia agridulce, pues podías grabar en el mejor estudio de Londres, sin aprovechar al máximo la tecnología.

¿Fue fácil lidiar con Freddie Mercury en esos primeros días de prueba y error?

Freddie era muy indisciplinado cuando lo conocimos. Le costaba quedarse quieto. Pero en los estudios todo cambió, porque apenas empezó a escuchar cómo sonaba su voz entendió el poder que tenía. De repente se volvió perfeccionista, disciplinado, sumamente crítico con su

performance. Trabajaba día y noche para perfeccionar la proyección de su voz, su forma de cantar. Quería que su voz sonara glamurosa, y lo logró.

En el álbumA Night at the Opera(1975) le sumaron un histrionismo a la banda que fue determinante para lo que vendría en los años siguientes. ¿Cómo lo lograron?

Queríamos ser diferentes, histriónicos e incluir elementos del teatro a nuestras actuaciones. Es difícil pensar que en esos días las bandas simplemente se limitaban a salir al escenario y tocar. Tal vez David Bowie era de los pocos, junto a Peter Gabriel, que le habían incluido al rock ese toque teatral. Nosotros queríamos ir más allá, no solo desde el

show, la música o los arreglos; queríamos dejarle un recuerdo visual al público.

Hasta mediados de los ochenta, Queen era una banda reconocida mundialmente, pero le faltaba un paso para llegar al nivel mediático de Genesis, The Rolling Stones o Dire Straits. ¿Qué tan determinante fue el concierto Live Aid de 1985 en ese proceso?

Live Aid fue importante porque miles de millones de personas vieron esos 21 minutos de gloria, donde Freddie se desenvolvió en el escenario como si fuera el último

show de su vida. Tocamos de manera fantástica y el público de Wembley fue muy cálido con nosotros. Esa presentación nos abrió puertas en diferentes escenarios de Europa durante la gira de

A Kind of Magic. La banda se encontraba en un punto creativo muy alto y sin duda fue el momento cumbre en nuestra carrera.

¿Cómo sobrellevaron la pérdida de Freddie Mercury?

Realmente fue muy duro. Yo no quería hablar de Queen ni del tema por un tiempo. Después del tributo a Freddie, me dediqué a hacer giras con el grupo, pero luego entendí que Queen es algo que nosotros creamos y que nunca se acabará. Decidimos completar el disco

Made in Heaven (1995) y quedamos contentos con el resultado. La radio mantiene las canciones al aire y he visto que la banda está viva en la gente; eso es genial.

Hubo varios intentos por revivir a Queen. Se habló en un momento de que George Michael saldría de gira con ustedes y luego sorprendieron al mundo con la inclusión de Paul Rodgers, tal vez uno de los mejores cantantes ingleses de todos los tiempos.

Roger y yo pensamos en seguir trabajando gradualmente como Queen y el proyecto con Paul Rodgers funcionó bien porque fueron nuevas canciones que, además, estuvieron acompañadas en las giras por los clásicos. No queríamos un remplazo para Freddie y creo que con Paul nos enfrentamos bien al reto de hacer música, de mantenernos activos como cualquier otra agrupación musical. Por eso, al finalizar la gira, decidimos relanzar el catálogo. Era la forma correcta de homenajear al grupo y darles un mensaje correcto a nuestros seguidores.

Discografía selecta de Brian May

Back to the Light (1992)

Live At The Brixton Academy (1993)

Another World (1996)

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