Sasha

Sasha


Capítulo 13

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—Papi viniste. ¡Entra con nosotras, vamos, vamos a nadar! —insistía Milagros. Él como siempre, dio un salto en alto y gritó bomba. Madre e hija se largaron a reír, mientras él nadaba acercándose a ellas.

 

Después de muchos pesares, recuerdos de un pasado que los hizo vivir momentos de terror, ellos consiguieron ser felices en ese campo alejados del smoke y el ruido de la gran ciudad, vivian tranquilos criando a su pequeña hija, que se perfilaba más desobediente que la madre.

Luego de cenar y hacerla dormir, les gustaba a los dos platicar sentados al aire libre, planificar un futuro para esa niñita. Más tarde nadaban o miraban una película, llenaban sus vidas de situaciones simples y cotidianas, pero lo que más les gustaba era amarse la noche entera y descubrirse día a día. Milagros al otro día iría a la casa de sus abuelos, donde se quedaría dormir y Sasha aprovechó para preparar un juego que a los dos les encantaba.

—Llegue amor ¿dónde estás? —vocifero Leandro despojándose de la ropa en el dormitorio, poniéndose solo el pantalón del piyama, luego de una larga ducha.

Al no responder su mujer, recuerdos del pasado se agolparon en su mente y tuvo temor, tomó su rifle y comprobando que no estaba cargado se sonrió. Despacio salió encontrando a su desobediente vestida con un short, una gorrita y una remera que dejaba ver su vientre chato y su ombligo, el cual él amaba. Bajó el arma y al instante su instinto de macho afloró, observándola de arriba abajo, todo su ser la deseó.

—¿Quieres jugar? —preguntó hambriento de sexo.

—¿Vos que crees? —respondió ella clavándole la mirada, luego se dio vuelta provocándolo con su corto short, que dejaba casi sus cachas al aire.

—¡Ven acá nena! —ordenó él.

Pero ella tomó su rifle que estaba descargado de arriba de la silla y poniéndoselo al hombre, se dio vuelta desafiante. Los ojos de él se dirigieron al trasero de ella y sonrió, subiéndole la presión.

—¡Te voy a disparar! ¡Quieta ahí! —gritó Leandro con voz grave. Ella se sonrió, caminó unos pasos y él se desconcertó. Saco algo del bolsillo de su short, dándose vuelta sin dejar de apuntarlo, extendió la otra mano mostrando lo que tenía. Leandro agudizó la vista y entrecerró los ojos, que se le llenaron de lágrimas. Su mujercita le mostraba un test de embarazo positivo.

Ambos dejaron sus armas a un costado y se abrazaron como la primera vez, dos locos enamorados que se amaban de día y de noche, dos almas que desde el primer momento que se conocieron, debieron estar juntas, pero antes, tuvieron que sortear momentos de tristezas y sinsabores, para llegar a la plenitud de un amor tan grande y verdadero, como el que vivirían de ahora en adelante junto a sus hijos.   

—¡Te amo! ¡Te amo tanto! —pronunció Leandro sobre los labios de Sasha.

—¡Otra vez vas a ser papá! —susurró ella emocionada. Su teniente con sus dos grandes manos tomó su rostro y apoyando su frente en la de ella respondió.

—Aunque tengamos cinco hijos más, vos mi vida siempre, siempre… ¡Serás la misión de mi vida!

 

 

 

 

 

FIN

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Gracias por leerme.

Delfina Farias

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

[1] Que la Paz sea contigo.

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