Sarah

Sarah


Capítulo 2

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Capítulo 2

Otro día más empezaba, Sarah se sentía muy feliz por haber pasado una noche excelente al lado de un hombre totalmente distinto a los que había conocido y con los que se había relacionado.

Llegó a su trabajo la alegría se le notaba, atendía a sus clientes con una sonrisa, a sus compañeros les hablaba amablemente, Sarah era otra. Saúl rápidamente notó esa alegría, así que de inmediato fue a saludarle —Y ahora ¿porqué tan feliz? ya lo pensaste bien y me vas a dar esa oportunidad que te pedí.

—Claro que no y por favor retírate que estoy trabajando.

Dieron las cuatro en punto, su turno laboral había acabado, así que se dispuso a salir. Ahí, afuera, la esperaba Raúl con un ramo de tulipanes.

—¡¡Qué tulipanes tan hermosos!!, son mis favoritos, ¿cómo lo supiste?

Raúl sonrió y le dijo: —Fue fácil saberlo. Te invitó a conocer mi negocio, ahí hay más flores.

—Claro, vamos —le dijo Sarah.

—Ven, ahí está mi coche —le abrió la puerta del vehículo como todo caballero que era, empezó el recorrido en carretera, llegaron a un lugar enorme con muchas flores, árboles, vegetación, un lugar hermoso.

Sarah quedó maravillada con tanta naturaleza, hacía tiempo que no veía algo así.

—Ven Sarah, mira aquí es donde plantan todas las flores, en eso estaban cuando apareció una chica muy guapa.

—Raúl, qué bueno que te encuentro necesito hablar contigo —dijo aquella chica, Sarah de inmediato se sintió incómoda y dio un paso hacia atrás, pero Raúl la sujeto del brazo.

—Dime Scarlett, ¿qué se te ofrece? —le preguntó Raúl.

Hasta nombre de actriz de Hollywood, tiene la tipa esta, pensó Sarah.

—Te dije que necesito hablar contigo, pero a solas. Raúl le respondió —ella es Sarah y puede escuchar todo lo que tengas que decir.

Sonrió Scarlett sarcásticamente —siempre tan amable con las extrañas —luego no te quejes de que te paguen mal, hermano.

¡¡Hermano!! Qué gran alivio sintió Sarah.

—Te escucho Scarlett, tenemos algo de prisa, Sarah vino a conocer los viveros y la empresa.

—Pues Raúl sólo quería comentarte que hoy por la noche salimos de viaje mis padres y yo, regresamos en un par de días, pero como no te has aparecido por la casa desde que esa Rebecca te engaño, ni contestas llamadas, me dispuse a venir a buscarte y por suerte te encontré.

Sarah pensaba, Rebecca lo engañó. '¡Oh! creo que compartimos algo en común después de todo'. —¡¡Sarah, Sarah!!

—Sí, perdón me quede pensando en algo.

—Raúl le dijo —ven vamos a caminar entre las flores te va a gustar su fragancia, textura y color.

Paseaban entre las flores, rosas, margaritas, girasoles, orquídeas, tulipanes, etc. Sarah quedaba maravillada con lo que observaba.

—Es momento de regresar a la Ciudad Sarah, dijo Raúl.

—Claro vámonos —respondió Sarah.

Camino a la ciudad ambos iban callados, después de aquella abrupta interrupción de Scarlett, la hermana de Raúl, Él se había sumergido en sus pensamientos.

Sarah lanzó las primeras palabras. —¿Qué harás ahorita?

Raúl le respondió: —Iré a mi oficina, voy checar como están los pedidos para no atrasarnos y como siempre los clientes se queden satisfechos.

—Ok —dijo Sarah, el silencio se hizo presente otra vez. Sarah se preguntaba quién es esa Rebecca y cómo pudo ser tan bestia como para engañar a ese hombre tan amable, caballeroso y guapo —vamos sí yo lo tuviera jamás le haría algo así, pensaba Sarah.

—Hemos llegado a tu departamento Sarah.

—Claro, gracias.

—Cuídate —le dijo Raúl y se despidió de ella aún cabizbajo.

Sarah se la paso pensando, qué motivos podían orillar a una mujer a serle infiel a un hombre como Raúl, pero por más que pensaba nada justificaba esa falta con un hombre así.

Alguien llamo a la puerta, Sarah pensó es Raúl, quizá esta de mejor humor, rápidamente abrió la puerta emocionada. Era Gustavo su mejor amigo.

—¡¡Hola mujer perdida!! ¿dónde te has metido? vine a buscarte por la tarde y no te encontré.

—Hola Gustavo, salí con un amigo,

—¿Amigo? pero sí tu no tienes más amigos que yo, además con esa fiera que tienes como pareja ni quien se te quiera acercar.

Sarah le dijo —ese bestia ya no esta conmigo y ni me lo menciones que me pongo como ¡Hulk¡.

—Tranquila amiga, cuéntame ¿qué pasó? ¿cómo que ya no estas con Saúl?.

—Te he dicho que de esa bestia no quiero hablar.

—Ah, ok amiga esta bien, entonces háblame de tu nuevo amigo.

—Pues no hay mucho que contar, es un gran hombre apenas nos estamos conociendo —dijo Sarah.

—Pues se te iluminan los ojos, así que para mi que ya lo conoces y muy bien —sonrió sarcásticamente Gustavo.

—Claro que no tonto eh y no ha pasado nada de lo que estas pensando.

—Pues no te creo eh —pero bueno he venido a invitarte a tomar una cerveza para que te distraigas.

—No gracias —dijo Sarah —hoy no tengo ganas.

—Bueno pues tú te lo pierdes, adiós tonta—diciendo eso, se marchó del apartamento, dejando a Sarah sola con sus pensamientos.

Sarah se acomodó en un sillón de la sala y se puso a ver una película, cuando tocan a su puerta.

—¿Quién es? —se levantó del sillón y abrió la puerta, era ese Saúl.

—¿Qué quieres? te dije claramente que no me interesa volver contigo.

—Ya lo sé Sarah, no he venido por eso.

—Ah no, entonces ¿qué quieres?

—Pues mira, vengo a pedirte que me dejes quedarme unos días aquí, en tu departamento, tuve unos problemas y me he salido de donde estaba, por favor, sólo un par de días, ya sé que no volverás conmigo, pero déjame quedarme, no tengo a donde ir.

Sarah se puso a pensar y le dijo —mira mejor te presto para que estés unos días en un hotel, comprenderás que aquí no te puedes quedar.

—De acuerdo Sarah, como sea, sólo apóyame —dijo Saúl —espera voy por mi billetera —, en eso otra vez alguien llamó a la puerta, esta vez vio a través de la cortina y ahora quien ¡oh no, ahora sí era Raúl¡ que iba a pensar, sí veía a Saúl ahí.

De inmediato le pidió a Saúl que por favor se metiera en la recámara. Abrió la puerta y saludo a Raúl lo más tranquila posible.

—¡Hola!, dime ¿en qué puedo ayudarte?

Raúl le dijo: —He venido a darte una explicación sobre lo ocurrido en la tarde.

—Claro pasa.

—Pues bien, Rebecca era la mujer con la que me iba a casar hace un par de meses, pero descubrí que me engañaba y por eso terminamos, me dolió mucho su engaño, pues ya teníamos muchos años con la relación, siempre di lo mejor de mi, o al menos eso creía, porque sino ella jamás me hubiera engañado, pero tal vez algo falto, no lo sé.

Sarah dijo: —Te comprendo, a veces las personas no valoran lo que uno hace por ellas y terminan pagando mal, pero eso no quiere decir que todas sean iguales, sólo hay que tratar de superar el dolor y seguir adelante.

—Algo similar me paso a mi, después de dos años de relación con una persona descubrí que tenía un hijo con otra, ¿Cómo podía ser eso posible? me pregunté una y mil veces, sí convivíamos con sus amigos, hasta con su familia y nadie me abrió los ojos hasta que lo descubrí. Fue muy decepcionante saber todo eso, pero estoy tratando de superar y de creer que no todos los hombres son iguales.

—Cuanto lo siento —dijo Raúl—, a veces minimizamos el dolor de los demás porque estamos enfocados en el propio, me imagino lo doloroso que debió ser eso para ti.

—Fue decepcionante —dijo Sarah—, pues entregué mi confianza, mi amor, mi tiempo a una persona que no lo valoró, no fui lo suficiente para él, duele saber que mientras uno es fiel por la espalda te traicionan, pero no quedo en mi sino en él.

Raúl la tomó de las manos y le dijo: —Sé que esto es precipitado, pero desde que te conocí me llamaste mucho la atención y sé que yo a ti también, por eso quiero que iniciemos una relación, que nos demos la oportunidad de ser felices y cambiar nuestra historia, ambos hemos sufrido y sé que ninguno de los dos fallará en esta relación.

Sarah se mostró incrédula ante lo que escuchaba, pero dijo que lo iban a intentar que no creía sufrir más de lo que ya había sufrido y así empezó esa otra historia tan precipitada, donde ambos necesitaban olvidar y superar sus fracasos anteriores. Saúl se salió por la puerta trasera pues había comprendido que la había perdido, así que cuando Raúl se descuido salió de la recámara y en silencio se marchó.

Sarah y Raúl conversaron a gusto, cenaron juntos y la pasaron muy bien esa noche, al momento de despedirse no supieron como darse un beso, fue como sí nunca hubieran besado a nadie en su vida, peor que el primer beso en la secundaria pero aún así quedaron contentos.

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