Salmo

Salmo


Una historia de diamantes » II. ¡Ella!

Página 16 de 21

II. ¡Ella!

… EN PRIMER LUGAR…

Ella emergió de la Petrovka. Una falda de cuadros por las rodillas. Los pies eran de una finura inaudita, enfundados en unas medias color crema y en unos zapatitos de charol. Llevaba un gorrito en la cabeza con forma de flor de campanilla. Qué decir de los ojos… Y la boca era de frambuesa y ardía como el fuego.

«Acabado el trabajo, un buen descanso». Sin saber por qué, Mojrikov se acordó de su sueño y pensó: «Es una dama como Dios manda. ¡Ah, Moscú, qué ciudad! Si se quemara nuestro director rojo, en primer lugar… ¡Uf! Qué cintura…».

Pardon! —dijo Mojrikov.

—No soy de las que hacen amigos por la calle —dijo ella, y un brillo orgulloso relampagueó por debajo de la campanilla.

—¿Pardon? —dijo Mojrikov, perplejo—. Yo no…

—Qué manera tan rara de fijarse en una dama y molestarla —dijo, balanceando las caderas a cuadros—. Es de provincias, ¿verdad?

—De ninguna manera. Soy de Rostov del Don, señorita. ¿No habrá pensado que soy un pelagatos cualquiera? Soy cobrador.

—Qué apellido tan bonito —dijo ella.

Pardon —repuso Mojrikov dulcemente—, es mi cargo: cobrador de Rostov del Don. Mi apellido es Mojrikov, permita que me presente. Provengo de la nobleza lituana. Mi apellido es uno de los principales; quién sabe cuándo lo adoptaron mis antepasados: Mojr. Y he ido al instituto.

—Se parece a Mopr[*] —dijo ella.

—¡Por favor! ¡Ji, ji!

—¿Y qué significa «cobrador»?

—Es un cargo de responsabilidad, madame. Recojo dinero de los bancos, nueve mil rublos, doce mil o incluso más. Es un trabajo pesado y difícil, pero no importa. Confían en mí…

«Me decía a mí mismo que tendría que comprarme unos pantalones de rayas. ¿Es que se puede charlar con una dama en el Kuznetski con semejantes pantalones? ¡Qué vergüenza!».

—Disculpe. ¿Dinero? ¡Qué interesante!

—Sí, señora, ¡ji, ji! ¡Qué es el dinero! ¡El dinero no vale nada!

—¿Está casado?

—No, pero usted es tan joven, madame, y está tan sola como…

—¿Cómo qué?

—Ji, ji, como un tallo de hierba.

—¡Ja, ja!

—Ji, ji.

—Sujarévskaya-Sadóvaya, piso 201… ¡Es usted un cobrador de lo más atrevido!

—¡Ah, qué dice! Merci. Voy un momento a mi habitación a cambiarme. Tengo unos trajes estupendos. Éste es el de viaje, por decirlo así; no lo tenga en cuenta, son harapos. Pero ¡qué gorrito tan encantador el suyo! ¿Qué es esto que lleva bordado?

—Cartas. Un tres, un siete, un as.

—Ah, qué monada. ¡Ji, ji!

—¡Ja, ja!

Ir a la siguiente página

Report Page