Salmo

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Una historia de diamantes » V. ¡Oh, cartas!

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V. ¡Oh, cartas!

UN HOMBRE CON UN traje color chocolate y camisa blanca deslumbrante, una sortija en el dedo y un ancla tatuada en una mano tremendamente hábil para los trucos, semejante a una larga paleta blanca, desparramó encima de la mesa dinero y unas fichas metálicas y redondas.

Banco suivi! Pardon, monsieur, el juego suivi!

Sentados a las mesas redondas, tres tipos dormían con la cabeza apoyada en las manos, como niños vagabundos. En el aire flotaba el humo gris del tabaco. Sonaban los timbres y los miembros del artel[*] corrían con los bolsos, cambiando dinero por fichas. Después de tomarse una cerveza Gorshánov, a Mojrikov se le aclaró un poco la cabeza, igual que aclaraba el día al otro lado de las ventanas.

Monsieur, ¿por qué está de pie? —le preguntó el hombre del ancla y la sortija—. Hay sitio. Siéntese, por favor. Banco suivi!

Merci! —respondió Mojrikov, turbio, y se desplomó maquinalmente en una butaca.

—Queda un chervónets a disposición —dijo el tipo del ancla—. ¿Le apetece, monsieur? —preguntó a Mojrikov.

Merci! —exclamó salvaje Mojrikov…

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