Requiem

Requiem


Hana

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Hana

En el exterior de los laboratorios, los guardias, unos veinte, con uniformes inmaculados, disparan una salva de bienvenida, lo que señala que la ceremonia puede comenzar. Los amplios ventanales de la sala de conferencias están abiertos y por ellos podemos oír a la banda que comienza a tocar la marcha nupcial. La mayoría de los espectadores no han podido entrar en los laboratorios y estarán apiñados fuera, escuchando, esforzándose en ver por las ventanas lo que sucede en el interior. El sacerdote lleva un micrófono para que su voz sea amplificada, de forma que llegue a cada miembro de la multitud que se ha reunido, para que los toque con sus palabras de perfección y honor, de deber y seguridad.

Se ha erigido una plataforma en el centro de la sala, justo delante del podio desde donde el sacerdote va a oficiar la ceremonia. Dos participantes, ambos vestidos simbólicamente con batas de los laboratorios, me ayudan a subir a él.

Cuando Fred toma mis manos entre las suyas y las coloca sobre el Manual de FSS, un pequeño suspiro recorre la sala, una exhalación de alivio.

Para esto es para lo que nos han preparado: promesas, compromisos, juramentos solemnes de obediencia.

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