Renacimiento

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Capítulo 75

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Capítulo 75

 

 

 

Sarah acariciaba el cabello de su hijo al tiempo que miraba hacia un punto distante. Los ojos de la mujer estaban hinchados y doloridos de tanto llorar. Sin embargo, no podía dejar de hacerlo. Las lágrimas seguían brotando sin poder contenerlas. Sentía cómo su hijo luchaba por cada respiración. Cada latido de su corazón era un regalo para ella que no cambiaría por nada. Pero presentía que todo eso terminaría en cualquier momento.

Entonces, sintió algo. Una mirada profunda. Miró abajo y sus lágrimas ahora fueron de alegría. Mateo la miraba con ternura. Su hijo había elegido regresar a su cuerpo.

—Hola, mamá.

La mujer envolvió a Mateo en un fuerte abrazo.

—Me ahogas, mamá.

Sarah soltó una leve carcajada unida con lágrimas que resbalaron por sus mejillas.

Pero el asombro de la madre fue mayor al soltar a su hijo y ver que este se levantaba por sí mismo.

—Me siento entumido —dijo Mateo al estirar su cuerpo.

Sarah lo miró atónita. Ni siquiera podía parpadear.

—¿Qué? —preguntó Mateo.

—Estás de pie —contestó su madre al llevarse la palma de su mano a la boca.

Mateo miró abajo. Estaba completamente sano. Entonces recordó: su padre había dado las cenizas de su alma para curarlo. El último sacrificio de Dante fue para él.

 

∞∞∞

 

Con lágrimas en los ojos, Becca sonrió al ver cómo los durmientes despertaban de su letargo y salían de sus casas.

Velas e inciensos comenzaron a iluminar los hogares que quedaron en pie. La vegetación iba creciendo a lo largo de la calle al momento que el sol se asomaba por el oriente.

Becca volteó a un costado y vio a Eugenio salir de entre las ruinas. La chica sintió un alivio al saber que había salido con vida del edificio.

«Solo espero que haya más chicas además de mí —deseó».

Al seguir andando, se encontró con Mateo y Sarah que se le unieron en su andar. Juntos observaron el sol de la mañana al tiempo que este iluminaba sus rostros.

Becca pensó que tenía mucho trabajo por hacer. Ella y Sarah poseían los conocimientos para restablecer y crear un mundo mejor: más igualitario. Había llegado el momento de hacer lo correcto para el planeta y de no usar a la humanidad como una herramienta para un fin egoísta.

Sarah tomó la mano de Mateo y dijo:

—Gracias por haber regresado.

Mateo le sonrió:

—No me quedaré por mucho tiempo, ¿lo sabes?

Sarah le regresó la sonrisa:

—Lo sé.

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