Red

Red


Capítulo 3

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Capítulo 3

Tyler

No había hablado con White desde que se marchó, me hubiera gustado acompañarla, pero la maldita pierna no me lo permitió. La verdad es que no me había enterado de lo de su hermana, si Dustin lo dijo, no estaba presente o estaba disperso, cosa que es muy común en mí, además últimamente no paro de entrenar, tanto para rehabilitar la pierna, como para coger más músculo.

Llamé a mi hermana postiza un par de veces, pero como es costumbre en nosotros dos, no tenía batería. No sé cómo Rian no la mata, yo soy igual, pero le entendería si lo hiciera.

Hoy estaba entrenando cuando he oído el alboroto de los chicos gritando que había vuelto la jefa, me he puesto el chaleco y me he dirigido a recibirla. Como siempre con la maldita pierna he llegado después que los demás, pero justo a tiempo para escuchar a la presidenta contar lo de su hermana, y casi me da un jamacuco, ¿otra como White? A ver, que la quiero con locura, y daría mi vida por ella, pero es como la dinamita, dos como ella tiene que ser para pegarse un tiro; es muy intensa.

Entonces la vi, en ese momento entendí que no se parecían en nada, bueno, físicamente quizás sí, pero en lo demás… Red estaba delante de toda la banda roja, avergonzada, no he visto a White sonrojada ni cuando ha tenido fiebre. Y sí, White siempre me ha parecido guapa, desde el punto de vista que puede tener un hermano, pero Red es preciosa y no me he sentido con ella como lo haría un hermano precisamente. Por ese motivo me ha disgustado tanto lo que ha dicho el imbécil de Trevor, y más porque sé que le ha hecho daño.

Solo ha sido un segundo, pero lo he notado en su rostro de porcelana. Son casi idénticas, pero Red tiene el pelo un poco más claro, castaño oscuro más que negro, y sus labios no son rojos, son rosados, aterciopelados, y carnosos, dignos de besar.

Su forma de vestir tengo que admitir que no es muy de mi estilo, pero debajo de toda esa tela que no se ciñe a su cuerpo, estoy seguro de que posee unas curvas que estaría gustoso de transitar noche y día, tanto como me gusta recorrer carreteras con mi Harley.

—¿Me estás oyendo? —gruñe White a mi lado.

La verdad es que si me ha estado hablando no he escuchado ni una sola palabra de lo que me ha dicho.

—No, estaba distraído —admito.

—Ya se ve, y espero que no sea a causa de mi hermana, no la has perdido de vista desde que se ha ido a por las cervezas —me acusa.

—No, solo estaba mirando que ninguno de estos imbéciles se meta con ella —miento como un bellaco, pero es que, conociendo a mi hermana postiza, si le digo por donde van mis pensamientos seguramente me arranque la piel a tiras y se haga unos pantalones nuevos.

Pone los ojos en blanco.

—Sé que parece indefensa, yo también siento la necesidad de protegerla, pero tienes que creerme si te digo que sabe cuidarse ella solita. Es policía, mejor dicho, es teniente, y tiene una panda de tíos igual de gilipollas que estos o peor bajo su mando, y te aseguro que le tienen casi más respeto que estos a mí. Lo que me hace pensar que debe tener los huevos más gordos que la gallina de oro.

La miro perplejo, ¿ha dicho policía?, no puede ser; y de forma algo irracional me enfado mucho con ella. Entiendo que encuentre a su hermana gemela y quiera recuperar el tiempo perdido y todas esas mierdas, ¿pero con una poli? Definitivamente White ha perdido del todo la cabeza.

—¿Me estás diciendo que has traído a una poli a nuestra casa? ¿En qué coño estás pensando, White? Nos van a enchironar a todos —le recrimino y veo la ira crecer en sus ojos.

—Mi hermana no va a hacer nada de eso, aquí no está de servicio, solo ha venido para que descubramos por qué nunca supimos la una de la otra, y para pasar tiempo juntas. Por Dios, Tyler, es de mi familia, de nuestra familia, nadie mejor que tú debería entender cómo me siento.

La entiendo, una parte de mí la entiende, ha perdido a toda la familia de sangre que tenía, y aunque me tiene a mí y al club, el descubrir a su hermana es algo demasiado grande, pero también muy peligroso. Por lo que mi otra parte, la que odia a la Policía con todas sus fuerzas, no es tan razonable.

—Claro, y aparece así de la nada, una hermana poli, y por supuesto no nos va a detener. Para ser tan lista a veces parece que no te riega el cerebro. ¡Porque eres una mujer si no te daría una buena azotaina! —le grito, pero como hay tanto ruido nadie nos oye, aunque la verdad, me da igual quien lo haga.

No se lo piensa dos veces y se tira a por mí sobre el sofá como una loca, sé que me quiere porque no saca la pistola. Si fuera cualquier otro ya me estaría encañonado, sin embargo, sus puñetazos caen sobre mí en cascada. Yo, que nunca le pegaría, lo único que puedo hacer es cubrirme la cara, es la segunda vez en media hora que me sacuden, a este paso me van a dejar la cara como un mapa.

—¡Eres un capullo! Pues para pensar eso bien que la estabas mirando como si fuera una chuchería, ¡que nos conocemos! —me grita mientras me golpea, y tienen un gancho bastante potente.

Sin ver nada noto como deja de golpearme y se quita de encima de mí.

—¿Qué pasa aquí? White, no puedo dejarte sola, sé que a veces Tyler es bastante insufrible, pero ¿pegarle? —Abro los ojos cuando escucho la voz de Rian riéndose.

—Es un cabrón —protesta ella revolviéndose entre sus brazos.

—Ya será menos, ¿no piensas dar un beso a tu príncipe? —Finge enfado y a mi hermana postiza le cambia la cara.

Se gira en sus brazos y de un salto se cuelga como un koala. Se besan apasionadamente, les da igual quien esté alrededor. Si nos despistamos seguro que se lo montan encima de la mesa de billar.

—Idos a un hotel, ¡joder! —los pico y Rian me enseña el dedo anular mientras sigue besando a White.

Cuando por fin se separan, cosa que pensé que no pasaría nunca, White me mira con la ceja levantada.

—Me voy a poner al día a mi hombre, cuida de mi hermana como si fuera la tuya propia. —Pongo mala cara, no quiero ser la niñera de la poli—. Tienes que confiar en mí, sé que no la conoces, pero nos podemos fiar, y si no lo haces al menos tienes que creer en mí. Tyler, te quiero, pero no dudaré en pegarte un tiro en tu culo si le pasa algo. No me hagas elegir.

—¡Qué te jodan bien! —Esa es mi respuesta.

—Eso espero y de todas las posturas posibles. —Parece que lo oyen los chicos porque se empiezan a oír vítores.

—¡Jefa, demuéstrale a Rian quién es la que manda! —gritan algunos de los chicos.

En ese momento vuelve la poli con tres cervezas, ha tardado tanto que parece que las ha tenido que fabricar ella.

—Red, este es tu cuñado Rian, Rian, mi hermana. —Él baja a la jefa para darle un abrazo de bienvenida a la nueva.

—Me alegra mucho conocerte y que estés aquí, si necesitas cualquier cosa solo tienes que pedirlo, todos esos que llevan el chaleco como el mío —se lo muestra— te ayudarán en todo lo que necesites. Son mucho más amables que los hombres de White —bromea y White le pega un puñetazo en el hombro.

—Gracias, Rian, mi hermana me ha hablado mucho de ti. —Le dedica una gran sonrisa, y no sé por qué, pero me jode que lo haga.

—Hermanita, voy a tratar unos temas con Rian a mi cuarto. Te dejo con Tyler, si tienes cualquier problema, puedes dispararle.

Ella me mira tras las palabras de White algo confusa antes de contestar.

—Pasadlo bien —contesta Red.

—Tú deberías hacer lo mismo, pero para eso sí que te recomiendo los hombres de Rian, si alguno de los míos se pasa contigo lo tendré que matar. —Red sonríe porque piensa que bromea, pero yo conozco la cara de psicópata que suele poner White cuando habla de algo así.

Se vuelve a sonrojar, ¿en serio? Creo que nunca he conocido ninguna mujer que le pase eso, y lo que en un primer momento me pareció encantador, ahora me jode sobremanera, ya que esa reacción es al pensar en los hombres de Rian.

Así que me levanto y la agarro del brazo por lo que los tres me miran sorprendidos.

—Ya que te tengo que hacer de niñera, nos vamos a la habitación, así me aseguro de que no te metes en problemas.

Ella abre mucho sus preciosos ojos y me mira de manera interrogativa, seguramente cuando White le dijo de venir a su casa no esperaba este tipo de recibimiento de mierda. Sin embargo, estoy enfadado, no sé si con White, con Red, o conmigo mismo por tener todos estos pensamientos contradictorios sobre esta mujer que se parece tanto a mi mejor amiga, mi hermana.

—Yo no necesito niñera, sé cuidarme perfectamente. —Me desafía con la mirada.

—¡Esa es mi hermana! —grita divertida White.

—Ahora si me decís por favor dónde puedo dormir, me iré a la cama; ha sido un día muy largo. —Se dirige a White y a Rian y a mí me ignora como si fuera un insecto.

—Pues normalmente la gente suele dormir en la habitación que pilla, menos Tyler y yo que tenemos habitación fija, bueno, y la de papá, pero cuando falleció se la ofrecí a Dustin que ya va teniendo una edad. Mañana te prepararé una para que sea tuya, te lo prometo. Hoy puedes coger la que más te guste o la que más limpia veas, eso sí, ciérrate con pestillo que estos cuando beben pierden un poco el norte.

Red la mira con cara de cordero degollado, seguro que no le apetece nada el plan que le está proponiendo su hermana.

—También puede dormir Rian con Tyler y tú te quedas conmigo, ¿qué te parece? —le ofrece White al ver a su hermana preocupada.

—No, no, para nada, yo buscaré una habitación, ve con Rian, seguro que tenéis mucho de lo que hablar —le pide y le guiña un ojo, intenta no mostrar preocupación, pero yo se la noto, soy muy bueno con el lenguaje corporal.

Se abrazan y se desean buenas noches. Luego ella espera de pie estoicamente a que su hermana desaparezca por el pasillo que conduce a las habitaciones antes de dejar las demás cervezas sobre la mesa y beberse la suya de un trago.

Sin ni tan siquiera mirarme sale andando dirección al pasillo, seguro que a buscar una habitación.

Me voy tras ella y sin pensar muy bien lo que hago en cuando se mete en la oscuridad del pasillo, la agarro y me la cuelgo como un saco de patatas, aunque llevo la pierna aún algo resentida no pesa más que su hermana, es decir, nada para mí.

—¿Quién demonios eres? Bájame ahora mismo o te voy a dar una paliza que vas a tener que comer en pajita durante un mes. —Me golpea la espalda, y estoy seguro de que no me muele a patadas porque se las tengo bien sujetas.

Deja de forcejear, creo que, porque ha notado mi leve cojera, pero eso no evita que siga hablando.

—Tyler, ¿se puede saber qué haces?

—Ponerte a salvo —contesto secamente.

—¿Qué parte no has entendido de que sé cuidarme sola? —refunfuña.

—No dudo que sepas hacerlo, y más siendo una maldita poli. —Esas últimas palabras salen con auténtico veneno de mis labios—. Pero White me mataría si dejo que te pase algo, y como sabrás, aunque somos todos una familia, siempre hay ovejas negras, y más cuando se mezcla demasiado alcohol y mujeres bonitas.

Ella se queda callada el resto del camino hasta mi habitación, cuando entro y cierro la puerta me aseguro de echar el pestillo antes de bajarla. No la conozco, y no sé de lo que puede ser capaz.

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