Red

Red


Capítulo 4

Página 6 de 26

Capítulo 4

Tyler

La dejo con delicadeza en el suelo y espero ver el odio reflejado en sus ojos, pero cuando me fijo en ellos, solo encuentro curiosidad.

¿Pensará escapar? ¿Es un truco? ¿Está usando su cara de póker conmigo para pillarme con la guardia baja? Sin embargo, me deja otra vez alucinado.

La joven se da la vuelta y empieza a mirar mi habitación.

—Eres muy ordenado. —Parece sorprendida.

—Sí, me gusta el orden, no esperes lo mismo de White, es mi antítesis, en su cuarto parece que se ha librado una guerra y no te exagero. —Mis palabras le roban una sonrisa y eso me hace sentir bien.

—¿No tendrás una cerveza?

—Claro, eso nunca falta en el cuarto de Tyler.

Se acerca a la cama y me hace un gesto para pedirme permiso para sentarse, asiento. Mira al suelo, aunque sé que realmente lo está observando todo, por lo visto en algo nos parecemos.

Saco dos cervezas frías y me acerco a ella. No sé si me siento en la cama si se podría incomodar, por lo que opto por hacerlo enfrente en el suelo, de esa forma puedo mirarla.

Ella coge algo que hay caído que yo no había visto y se vuelve a sonrojar y sonríe. Me lo muestra y veo que es un tanga de alguna de las chicas con las que suelo pasar un buen rato. Normalmente soy muy pulcro con la limpieza, pero seguramente ese se ha quedado en la cama enganchado en el somier.

—Puede ser de White. —No sé porque, pero siento la necesidad de mentir, normalmente estaría haciendo alardes de mis conquistas.

—¿Me estás diciendo que sueles quitarle la ropa interior a mi hermana? —Pone una cara de asco.

Entonces veo que he metido la pata y lo que debe parecer, corro para intentar arreglarlo.

—No, no, me refiero a que muchas noches White y yo nos tiramos hasta las tantas hablando y tomando cervezas, en mi cuarto o en el suyo. Al final dormimos juntos, y se quita la ropa y se pone cómoda, somos como hermanos, la he visto desnuda millones de veces. —Le suelto de carrerilla como si fuera un niño que se excusa porque ha hecho algo malo.

Ella sonríe y no tengo ni idea de si se lo ha tragado. Decide cambiar de tema, y yo se lo agradezco, nunca he sido muy bueno mintiendo.

—Bueno, ¿y cómo vamos a dormir? —pregunta antes de dar un buen trago a la cerveza.

—Si no te parece mal, podemos compartir la cama —ella levanta una ceja—, no pienses nada raro, con White siempre duermo así y no pasa nada. Sois como mis hermanas, no os tocaría ni con un palo.

Algo pasa por su rostro, parece que le han dolido mis palabras, pero es tan fugaz que no sé si son imaginaciones mías.

—O si no te fías de mí, puedo dormir en el suelo, aunque mi pierna en recuperación sin duda no te lo agradecerá. —Pongo mi mejor sonrisa y ella me la devuelve negando con la cabeza.

—Sin problema, como no me vas a tocar ni con un palo y en caso de hacerlo te quitaré tu carné de padre con mi pistola, creo que está todo aclarado. Tengo que ir a por mí maleta para coger un pijama, y si me dices dónde darme una ducha te lo agradecería.

Pienso en sus pijamas y si son igual que su ropa, prefiero verla desnuda mil veces, bueno, qué tontería, aunque tuviera picardías de encaje también escogería esa opción.

—Qué te parece si te dejo algo para esta noche y mañana recuperamos tu ropa, ahora mismo la fiesta debe estar en su máximo apogeo y no me apetece nada volver a pasar por allí. Te prometo que mi ropa está tan limpia como mi cuarto.

Ella duda durante unos segundos antes de asentir con la cabeza.

Me levanto y saco de mis cajones una camiseta negra grande y un bóxer ajustado, que espero que le queden ya que no adivino debajo de esa ropa exactamente el cuerpo que tendrá.

Le enseño donde está el baño, tiene de todo ya que White a veces se ducha aquí por lo que tiene hasta potingues de pelo. Le doy una toalla limpia y tengo que hacer acopio de todas mis fuerzas para no quedarme con ella. Para frotarle la espalda, o lo que quiera, pero con mi lengua.

Salgo a la habitación y me pongo a dar vueltas, no sé qué coño me pasa y por qué me comporto como un puto adolescente con las hormonas revolucionadas, es poli, y yo odio a la Policía por encima de todas las cosas. Así que tengo dentro de mí una lucha muy jodida, y más sabiendo que ahora la voy a tener toda la noche en mi cama, a tan solo unos milímetros de mi cuerpo y medio desnuda.

Me desvisto, y me quedo solo con el calzoncillo, me tumbo por encima de las mantas, soy muy caluroso y quiero evitar tocamientos innecesarios que me pongan más nervioso de lo que ya estoy.

No tarda en salir, es rápida como su hermana, eso me gusta en una mujer, odio a las que tardan horas en arreglarse. Me quedo muy quieto observando lo guapa que está aún vestida de mí.

Lleva el cabello mojado que cae largo sobre mi camiseta y moja la zona de su pecho que se revela poniéndose en punta por el frío, le queda amplia, pero al marcarse en esa zona me está volviendo loco. Los calzoncillos quedan casi cubiertos por ella, pero eso sí, puedo ver sus piernas, que son perfectas, bien contorneadas y se ven fuertes.

Me encantaría pasar mis dedos por ellas. Debo tener cara de imbécil porque me sonríe, así que toco la almohada de su lado de la cama y se une, metiéndose debajo de las sábanas, mejor así, si no, no sé de lo que soy capaz.

Apago la luz para que no vea eso que ha crecido a causa de verla de aquella manera.

—Buenas noches, Red.

—¿Tyler?

—¿Sí?

—¿Por qué odias tanto a la Policía? —La pregunta no me la esperaba así que me deja KO.

—Es largo, quizás algún día te lo cuente, ahora duérmete, eres igual de pesada que tu hermana.

Oigo una carcajada.

—Tyler. —Vuelve a llamarme, y tengo que admitir que oír mi nombre de sus labios me llena de placer, podría decir que es casi adictivo.

—¿Sí? —finjo enfado.

—Gracias por lo de antes, sé que no debería importarme lo que opinen los tíos de mi físico, llevo años trabajando con muchos y he tenido que luchar por llegar a donde estoy y que me respeten. Pero también soy humana, y como tal hay cosas que me duelen. Hasta mañana.

—No ha sido nada, hasta mañana.

Pero sí que ha sido, me ha abierto su corazón, y ha tocado algo dentro del mío, parece que la parte que la odia por ser lo que es, esta noche se ha quedado calmada. Me quedo mirándola con el reflejo de la luna sobre su rostro de marfil, mientras oigo su respiración profunda, parece que se siente segura conmigo, y no hay nada que quiera más en el mundo.

Ir a la siguiente página

Report Page