Red

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Capítulo 5

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Capítulo 5

Red

Cuando me despierto me siento muy descansada, por un momento hasta pienso que debe ser ya cerca del mediodía. Cosa que me da igual porque estoy de vacaciones después de… ni siquiera recuerdo cuando fue el último día que tuve libre. Me desperezo aún sin abrir los ojos, intentando alargar esa sensación de paz y felicidad lo máximo posible.

Oigo a mi lado una especie de gemido de protesta y abro los ojos para encontrarme con mi compañero de cama. Ayer cuando me acosté no tenía muy claro si podría dormir con un tío al que casi ni conozco, nada de eso, me quede frita casi al instante. Al estirarme seguro que le he molestado, de ahí el sonido que ha hecho. Parece que está bien dormido.

Aprovecho el momento para mirarle, se acostó encima de las sábanas y ahora ambos estamos enredados en ellas, y no es lo único. Su fuerte pierna está por encima de las mías como si fuera algo que hiciéramos a diario. No me molesta, es más, afirmaría que hasta me gusta la sensación de tenerlo de esa manera. Es posible que sea porque hace como un milenio que no duermo con un hombre.

Su cuerpo es fuerte, no de esos que están ciclados. Tiene músculos en las partes adecuadas y un vientre donde gustosamente volvería a lavar la ropa a mano. Sin embargo, no es lo que más me llama la atención de él. Es su boca, esos labios carnosos que piden a gritos ser besados. O al menos eso me parece a mí. Las hormonas a las que llevo tanto tiempo castigando sin salir a jugar solo me mandan ideas pervertidas para que las ponga en práctica con esa boca pecaminosa.

Abre sus ojos despacio y ¡bingo!, me pilla de lleno mirándolo. Tiene unos ojos preciosos, llenos de pestañas que los hace resaltar más. Anoche pensé que eran marrones, pero ahora viéndolos de cerca con esa mirada medio adormilada me parecen más verdes. Mi cerebro debe haber cortocircuitado por qué ser del todo consciente me estoy acercando de manera peligrosa a sus labios. Solo puedo pensar en cómo sabrá.

No sé si es porque aún está medio dormido, pero no se aparta así que como no me dé alguien ahora mismo con un mazo le voy a besar. Un estridente golpeteo en la puerta me hace volver a la realidad desde la fantasía erótica que estaba sucediendo en mi cabeza entre el motero y yo.

—¡Mierda! Lo siento —acierto a decir antes de levantarme como una bala de la cama.

—Tyler, abre o tirare la puerta abajo.

Es la voz de mi hermana y por mucho que esté amenazando al hombre que se está estirando perezosamente en la cama, no se la nota enfadada. Creo que ya le voy pillando el punto. No espero que me dé permiso el dueño de la habitación y abro a mi gemela antes de que tire la puerta abajo como en el cuento de los tres cerditos.

Me la encuentro con una bandeja con tazas humeantes y una sonrisa radiante. Lleva un bóxer y una camiseta. Parece ser que ese es el uniforme oficial de la banda para dormir. Una sonrisa se me escapa con ese pensamiento. Ahora que la veo tan cargada caigo en que debía estar golpeando la puerta a patadas. Sí, definitivamente está en forma.

—Buenos días, hermanita. ¿Te ayudo?

—Buenos días. No te preocupes, os he traído el desayuno porque Tyler duerme como los osos. Estoy convencida de que si no le despiertas puede hibernar todo el invierno.

Una gruñido llegó desde la cama. Y sí que me recuerda a un oso, pero a uno muy achuchable. Tengo las hormonas desatadas voy a tener que comprarme un consolador, aunque si pensaba que en casa no tenía tiempo de esas cosas, aquí rodeada de moteros me parece imposible.

White ya está dejando las tazas en la mesa que tiene Tyler en la habitación. Sin mediar palabra le da una y él le pega un buen trago. Se sienta en la cama y palmea el colchón para que me una a ellos. Y así hago recibiendo mi propio café que tiene un olor que me hace salivar.

—¿Ya has terminado con Rian? Pensé que no te vería en al menos una semana —bromeo y ella sonríe de forma pilla.

—Está durmiendo, no es por tirarme flores, pero le he dejado agotado.

Las dos reímos mientras el osito sigue bebiendo café.

—¿Qué tal tú? ¿Se portó bien este o tengo que patearle?

—Bien, me dejó ropa y todo para poder ducharme. Así no tenía que ir al coche a por la mía.

—Tranquila, el pobre siempre termina dejándome a mí también. Está acostumbrado, ahora en vez de una hermana tiene dos.

El problema es que, aunque me gustaría verle como a un hermano, estaría muy feo desearlo y eso es lo que me pasa.

—Seguro que, si no puede con una, con dos se pega un tiro —bromeo para quitarme las ideas sucias de la mente.

—Amén a eso, ahora tengo dos granos en el culo. —Por fin habla el señor dormilón.

—Mira, bonito, seguro que no te has llevado a una chica mejor en tu vida a la cama.

Le pincha White y él sonríe provocativo seguro que suelta alguna perla.

—Princess, sabes que eres a la única que me traigo a esta cama sin intención de tirármela.

No sé muy bien cómo tomarme eso o cómo contestar, gracias a Dios que mi gemela tiene respuesta para todo.

—Eso no será un problema, Red es coto de caza privado para ti. Así que manos fuera.

—Eso díselo a ella, a ver si es capaz de mantener lejos las manos de este bombón. —Espero que no se esté refiriendo al momento en que casi le beso, me moriría de vergüenza. No era yo, es la mujer deseosa que vive dentro de mí.

—¡Oye! Que estoy aquí. Tú tranquilo que no tendrás que pedir una orden de alejamiento. Además, para que te sientas más seguro esta noche buscaré otra habitación. No queremos que te quedes sin traer a una conquista.

Estoy bromeando, pero no puedo evitar sentir cierto resquemor. Que me tiene que dar igual, pero casi le he besado, él lo sabe y me dice eso. Está claro que no le intereso. Mejor, lo último que quiero es liarme con un motero que está metido a saber en qué negocios y que frecuenta distintos tangas cada día.

—Esa es mi chica —me felicita White.

La mirada de Tyler es intensa, igual que la sonrisa de medio lado que me dedica. Le ignoro, me dan igual sus miraditas. Tiene los humos subidos, debería dar con la horma de su zapato para que se los bajara.

Seguimos tomando café mientras ellos se ponen al día de cuestiones de la banda. Mi hermana se disculpa, pero le recuerdo que no estoy de servicio así que nada de lo que cuenten estos días saldrá de mí. Quizás no es algo bueno siendo policía, pero ahora mismo tengo cosas más importantes que hacer como averiguar cómo es que tengo una gemela y no lo sabía.

—Voy a ir a por la ropa, chicos, así me cambio y ya pensamos como empezamos a indagar.

Me disculpo para poder salir de allí un rato sobre todo del escrutinio del osito.

—Nada, olvídate. Ahora sí que de verdad he quemado tu maleta, dentro de un bidón con gasolina, de los que tengo en el aparcamiento. Vamos a tener un día de chicas, y no te obligaré a comprarte ropa como la mía, pero sí que vamos a tener que hacer un pequeño cambio de estilo.

Varias emociones me están recorriendo en este momento, desde enfado porque no le guste mi estilo, aunque soy consciente de que no es lo que mejor me queda. Hasta ilusión por compartir una velada como esa con mi recién descubierta gemela.

—No me mires así. Tú vas a elegir todo, yo solo te aconsejare si me lo pides. Además, necesito ropa interior, con Rian no me dura nada. Tiene mucha afición a arrancármela, y no te voy a mentir, no seré yo quien me queje.

Eso me hace reír, es toda una bomba de relojería.

—¿Queréis que vaya con vosotras? Seguro que valoráis la opinión de un tío apuesto como yo.

Va a contestar mi hermana, pero me adelanto sin poder evitarlo es superior a mí.

—Si necesitáramos eso tendríamos que buscar a uno.

—¡Guau! Eres mi nuevo ídolo, abandono a Wonder Woman por ti —vitorea mi hermana.

Tyler no dice nada solo me mira desafiante y no puedo evitar sentir un calor dentro de mí, después de todo me encantan los retos.

—Bueno, hermanito, luego nos vemos. Prepara una buena juerga para esta noche.

—Sí claro, para que luego te vayas a follar como una loca y me dejes de niñera.

—Besa mi culo, guapito. Esta noche es para mi hermana, Rian ya está avisado.

Le hace reír a carcajadas, se nota que, aunque estén constantemente picándose se quieren con locura.

—Voy a cambiarme, tú haz lo mismo. No tardo en pasar a recogerte.

—Bien.

—Tyler —le llama mientras va hacia la puerta.

—¿Qué? —pregunta divertido.

—Hasta luego. —Esa despedida va a acompañada de un dedo corazón bien levantado.

—Que te den bien, bonita.

—Eso espero, eso espero —dijo mientras salía cerrando la puerta.

Me dirijo a por la ropa que deje doblada en la silla mientras siento unos ojos clavados en mí.

—Puedes ir tranquila, estos ahora echaran el matutino así que no te des prisa.

—Lo vuestro es todo amor, ¿eh?

Le digo intentando no pensar en lo ocurrido hace tan solo un rato.

—La quiero con locura, no hay nada que no haría por ella. Son la única familia que he tenido, o al menos que recuerdo.

—Te endiento, yo la acabo de conocer y ya la quiero.

Cojo mi ropa sin mirarle y me dirijo al baño.

—Red.

—Dime.

—No me hagas mucho caso, a veces soy un poco capullo. Pero te prometo que soy buena gente y cuido de los míos. Si dejaras la Policía seguro que también te cuidaba a ti.

No sé qué le pasa con la Policía a parte de lo obvio que dedicándose a lo que se dedica no le debemos caer muy bien.

—No te preocupes, sé cuidarme sola. Pero agradezco mucho que lo hagas con mi hermana.

Sin darle opción a responder me meto en el baño para intentar arreglarme algo. Cosa difícil ya que en la maleta que han quemado de forma literal también tenía mi neceser. Bueno, tengo dinero ahorrado así que no me vendrá mal comprar unas cuantas cosas.

Cuando salgo del baño veo que Tyler ya ha recogido la habitación y que sigue sin vestirse por lo que está enseñándome más carne de la que me gustaría. Vale, eso es mentira, pero así no pensaría cosas como las que se me están pasando ahora mismo por la cabeza. Al escucharme se gira y me hace un buen escrutinio de arriba abajo.

—No te ofendas, pero estás más guapa con ropa de hombre.

—¡Que te den, Tyler! —le contestó enfadada y se ríe.

Aún no ha venido mi hermana a buscarme, pero me da igual, quiero salir de allí donde otro tío me juzga por la ropa que llevo. Antes de cerrar del todo la puerta sin despedirme me parece escucharle.

—¡Que pases buen día, preciosa!

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