Red

Red


Capítulo 7

Página 9 de 26

Capítulo 7

Tyler

Dormir con la hermana de White ha sido un tanto extraño, cayó roque enseguida. En cambio, yo no podía conciliar el sueño. Aproveché para mirarla, pensando en cómo dos personas podían ser tan parecidas y a la vez tan distintas. White ha demostrado desde siempre ser una mujer dura, fuerte. Red también lo es, pero de una manera más delicada. Si mi jefa quiere arrancarte las pelotas lo haría sin dudar.

Por otro lado, parece más inocente, me quedé alucinado cuando la vi sonrojarse. O es algo que ya con su edad no sucede o con las mujeres que frecuento no les pasa. Y no sé por qué, pero me agradó esa reacción.

La jefa de la banda es guapa, siempre lo ha sido, pero no me atrae, es mi hermana, aunque no sea de sangre. No la podría ver de esa manera ni borracho. En cambio, con Red, siendo prácticamente iguales, me hace sentir deseo. Creo que a ella le ha pasado algo similar porque esta mañana si no llega a venir la jefa a aporrear la puerta me habría besado. Y yo como un imbécil lo estaba deseando.

Por un momento, no he recordado que pertenecemos a mundos distintos y que nos podría joder la vida si llamara a sus amigos los policías. Me comportaré, seré amable con ella hasta que se vaya, porque no hay nada que no haría por White. Sin embargo, hasta ahí va a llegar nuestra relación. Además, por muy guapa que sea, tal y como viste podría jurar que estaba más sexy con mi ropa. Eso es demasiado hasta para mí que muchas noches de borrachera me he ido con cada una que luego mi hermana se ha estado riendo durante días.

Da igual, de todas formas, me tengo que mantener lejos, no me conviene y yo a ella tampoco. Así que esta noche en la fiesta aprovecharé a decirle que no me interesa. Por mucho que me la ponga dura no nos vamos a enrollar. Si por lo que fuera se llegara a encaprichar de mí, White me mata, además de que me puede buscar las cosquillas. Da igual, de todas formas, espero que con Dustin podamos averiguar qué es lo que ocurrió con su pasado. Una vez que esté todo arreglado se irá y solo vendrá alguna vez de visita.

Podremos seguir con nuestros negocios como si nada. He estado todo el día solucionando temas importantes de la banda. De nuestros negocios extraoficiales. Ya que la jefa se ha ido de compras. He pasado el día fuera, pero tal y como me ha pedido White he dejado a gente preparando la fiestecita de esta noche. La verdad es que nosotros somos de los que no necesitamos motivos para montar una juerga, pero la llegada de su gemela nos ha dado uno perfecto.

Después de todo el lío he estado entrenando, el día que no lo hago siento como si me faltase algo, así que después de conseguir sudar bien la camiseta me di una ducha y me tumbé en la cama, sin poder dejar de pensar en esa mujer que se parece tanto a mi mejor amiga. Me quedo dormido pensando en esos labios tan sexys.

Cuando abro los ojos ya ha anochecido, qué raro que nadie me haya despertado, sobre todo una que yo me sé. Fuera de mi habitación ya se escucha la música, así que es hora de unirme a la juerga. No tengo muchas ganas, pero sí que es verdad que me interesa saber si ya ha venido Dustin y lo que tenga que contarnos.

Me pongo un vaquero negro roto por varios sitios y una camiseta del mismo color. Por encima, como siempre, el chaleco del club. Sin él me sentiría desnudo. Cuando me estoy lavando los dientes, mi puerta suena. Ya me parecía a mi raro que no viniera nadie. Quien sea no espera a que le invite y entra así que ya imagino quien es.

—Si estás follando y con el culo al aire, tápate. La última vez que te pillé así, tuve pesadillas durante semanas.

—Te recuerdo que yo te he visto de esa manera varias veces para la desgracia de mis ojos, bonita.

Le contesto saliendo del baño mientras ambos nos reímos.

—¿Qué hacías? Ya pensaba que te habías ido con alguna a retozar.

White está en mi cama sentada con un nuevo conjunto de top de cuero y vaqueros a juego, que sin duda Rian le arrancará en cuanto lo vea.

—Pues te equivocas, Princess, si mi jefa no se hubiera ido a jugar a las tiendas todo el día no me tendría que haber ocupado de todos los negocios y no estaría tan cansado. Entrené y me eché una siesta.

—¿Nunca te he dicho que lloras como un bebé?

—Pues el bebé está entrenando mucho y al final te va a dar una paliza.

Me siento con ella en la cama y me sorprende cuando me da un abrazo. No por nada, me gustan los abrazos, pero mi medio hermana no es de muchos gestos de ese tipo. Al menos hasta que se ha enamorado, ahora se está convirtiendo en Mimosin. Sé que no es fácil así que vuelvo a lo de siempre, bromear.

—¿Voy a ser tío y no sabes cómo contármelo?

Se separa de mí y me da un puñetazo en el brazo por el que hago que me encojo de dolor.

—¡No jodas! Aún tengo que practicar mucho como se hacen antes de lanzarme a la vida de la maternidad. Aunque te diré algo, tengo una base llena de niños con las que lidiar cada día, seguro que mi hijo me daría menos guerra que vosotros.

—Qué graciosa, pues entonces me pienso mear encima para que me tengas que limpiar.

Su dedo corazón es la respuesta que recibo.

—Estoy contenta, me ha gustado mucho la experiencia de pasar el día con Red. Tú y Alice sois los hermanos que he elegido, pero enterarme de que tengo una hermana no sé, me ha tocado el corazón. La quiero, así de simple, aunque me he pasado la vida sin ella.

No he tenido a otro hermano que no haya sido ella, pero la entiendo. Y me hace muy feliz que ella lo sea.

—Me alegra mucho que la hayas encontrado. —Me encanta la sonrisa que me dedica.

—Cuando coja a los culpables de que haya perdido tantos años con mi hermana creo que los mataré de forma lenta.

Así es ella, la mujer más dulce del mundo o la asesina con más sangre fría que conozco.

—¿Crees que Red te dejará hacer eso? Sé que es tu hermana, pero joder, no olvides que es policía. No quiero ir a llevarte tabaco los domingos a la trena. Piensa que eres un caramelito para las mujeres de la cárcel.

Hace una mueca que consigue que me ría.

—Eso no va a pasar. Sé que hemos perdido a mucha gente a manos de los maderos, pero debes confiar en mí, Tyler, no es así. Somos familia, no te digo que se vaya a poner a vender droga o armas con nosotros, pero no nos va a joder.

No me hace gracia que tenga tanta confianza ciega en alguien que apenas conoce. Yo solo la tengo en ella y en la desequilibrada de Alice que, aunque siempre la llamo así con cariño, ahora que sé por lo que tuvo que pasar quizás deba buscar otro mote. O si cambio lo mismo me clava sus cuchillos. Es una mujer de mecha corta.

—Confío en ti, ¿vale? Cuidaré de ella mientras esté aquí pero no me presiones más, por favor.

—Me parece bien, nunca he sido de las que obligan a los demás a que piensen igual que yo. Con que la cuides si yo no estoy me vale.

—Por cierto, ¿dónde has dejado a tu reflejo, pero peor vestida?

Me mira riendo como quien sabe algo que tú desconoces, ¿qué estarán tramando estas dos? Miedo me da imaginar.

—La he dejado con los Seven Dwarfs, están como gallitos alrededor de la nueva gallina intentando ganarse su atención.

Eso me jode, sin motivo, lo sé, no me interesa de esa manera, pero si la tengo que cuidar no me parece correcto que esté con seis moteros que no son de mi banda intentando conseguir ¿qué? Tirársela. Y digo seis por que el séptimo se ha enamorado de Alice y viven su triángulo amoroso con el hombre de acero.

—¿Y la has dejado con esos moteros?

Me mira sorprendida con esos ojos enormes como los de un dibujo animado.

—¿Moteros como nosotros?

—No es lo mismo, son de otra banda. Le pueden hacer cualquier cosa.

Sueno enfadado, ya lo sé, y es que lo estoy, pero solo por un tema de seguridad.

—¿Quieres salir a mearla para demostrar que es nuestra? —Como siempre me vacila, pero no estoy de humor.

—No es eso, solo me preocupo por su seguridad.

—A ver, señor dramas, está con la banda de mi pareja. Por la que pondría una mano en el fuego, por cualquiera de ellos. Los mismos que sé que se cortarían un brazo antes de hacerle daño a mi hermana. No solo por mí, no has visto a Rian enfadado.

—Lo sé, pero además es tontería que lo intenten. No son su tipo, no pegan ni con pegamento.

—Bueno, puede ser, pero uno nunca sabe dónde se encontrará el amor, además déjala que le vendrá bien echar un polvo. Tú deberías entenderlo mejor que nadie.

—Yo creo que es más de las de hacer el amor después de varias citas.

No entiendo qué es lo que mi amiga encuentra tan gracioso, pero no para de reírse.

—Eso no es lo que me decía esta tarde…

—Da igual, vamos que debe de haber llegado ya Dustin.

Miento, estoy haciéndolo como un bellaco, pero lo único que mi mente puede procesar en este momento es ir a ver que cojones está pasando en el salón de la asociación y parar cualquier cosa rara que vea.

—Sí, sí, vamos que o te ha sentado mal la siesta o estás en esos días del mes.

Le pego una palmada con todas mis fuerzas en el culo cuando se levanta por haberse reído de mí. Me guiña un ojo divertida antes de coger un par de cervezas casi heladas de mi nevera. Me entrega una y nos dirigimos donde se oye que la fiesta está en pleno apogeo. Va por delante de mí, así que cuando entra en la sala donde tenemos todo lo necesario para corrernos la juerga grita.

—¡Un brindis por Red!

—¡Eso! —chilla alguna voz que no reconozco con tanto barullo.

White se acerca al grupo de los Seven Dwarfs que son como armarios empotrados y la abrazan mientras van abriendo paso para dejarla llegar con su hermana. Cuando Red se gira para encontrarse con ella se me seca la boca. Si antes pensaba que era guapa, ahora se me ha puesto dura solo con ver lo buena que está. Me mata con ese pantalón ceñido a sus larguísimas piernas, esa camiseta blanca de tirantes corta que me deja entrever un vientre plano y duro. Que tiene un escote que haría falta arneses para bajar por esas montañas. Y unos labios rojos a los que quiero besar hasta que les quite todo el maquillaje.

No lo pienso, mi cerebro ha pasado a modo desconexión, o, mejor dicho, a modo «como la toquéis os tendré que partir todos los huesos del cuerpo».

Ir a la siguiente página

Report Page