Red

Red


Capítulo 8

Página 10 de 26

Capítulo 8

Red

Si llego a saber que el cambio de estilo iba a conseguir que todos estos hombres, que están para comérselos, me iban a mirar de esta manera, con un deseo salvaje reflejado en sus ojos, habría ayudado a mi hermana a quemar mi antigua ropa.

Pensaba que algunos de los hombres de White estaban tremendos, cuando he conocido a los de la banda de Rian he empezado a creer en un poder superior. ¡Por Dios! Quiero preguntarle a su jefe que es lo que les da para comer para tenerlos tan bien criados. Hasta Gruñón, que no para de protestar, tiene un puntazo.

No solo eso, además están todo el rato pendientes de mí, es un lujo tener a seis hombres atentos a cada deseo o necesidad que tengo. Quizás es porque soy el juguete nuevo, sin embargo, algo me dice que son más caballeros de lo que alguien pensaría viendo su exterior de hombres duros, de moteros. Da igual, no creo que me eche novio, pero nadie dijo que no podía pasarlo bien mientras que esté de vacaciones.

Nada de enamorarse, eso sí. No creo que mi profesión fuera compatible con su estilo de vida, y no me gustaría tener que elegir. No me falta comida, y por supuesto bebida. Todos me llaman la atención, pero hay uno que me atrae mucho. Sabio, con el que puedo hablar de todo mientras me pierdo en esos ojos grises que tiene, por no hablar de su anatomía y lo divertido que es, no para de hacerme reír.

Mi hermana me ha dejado con ellos para ir a buscar a Tyler, y tengo que reconocer que en mejores manos no se puede estar. Estamos hablando de participar en un juego de beber y me parece un gran plan. Nunca se es bastante mayor, además unos chupitos me van a ayudar a desinhibirme del todo y quizás está noche pueda tener un buen revolcón. White aparece a mi lado mientras me están explicando las reglas del juego. Me giro para abrazarla cuando pide un brindis en mi nombre y entonces lo veo.

Tyler está mirándome justo a unos cuantos metros, el escrutinio que me hace de arriba abajo no me pasa desapercibido y ha adoptado una expresión que describiría quizás como ¿incrédulo? No puedo evitarlo y su reacción me sienta algo mal. ¿Qué se pensaba que había debajo de toda esa ropa demasiado ancha para mí? ¿El monstruo del lago Ness? Que le den, voy a pasármelo bien, y con un poco de suerte no dormiré sola, mejor dicho, no pegaré ojo.

Paso de él y me volteo para seguir hablando de a lo que vamos a jugar, mi hermana, otras chicas que son las parejas o «amigas» del club y yo decidimos ir juntas, contra Rian y sus seis enanitos. Las reglas no son difíciles, encima de una mesa un equipo se coloca en un extremo y el otro en el opuesto. Enfrente de cada uno se tienen que poner vasos de plástico llenos de bebida. Cada participante tiene una pelota de ping pong que debe de meter en el vaso del contrario. Si lo consigues el rival tiene que apurar el contenido en el que ha entrado la pelota, si fallas te toca hacerlo a ti con uno de los de tu lado de la mesa.

Suelo tener buena puntería por lo que espero no agarrármela del tirón, aunque si sucede no me voy a mortificar, es momento de dejar de pensar y disfrutar. Mientras van preparando todo hablo con White.

—¿Sabes algo de Dustin?

Me lo estoy pasando en grande pero no por eso dejo de pensar en las cosas que me han traído aquí.

—Que va, le he llamado, pero no me ha contestado. Imagino que anda liado, en cuanto lo vea nos llama ya lo verás. No es tan desastre como Tyler y yo con los móviles. Hablando del rey de Apple City.

Miro hacia donde me señala para ver cómo un Tyler con cara de enfado se acerca a Rian.

—Yo voy con vosotros, tengo a un par de chicas a las que voy a hacer morder el polvo —dice dirigiéndose a nosotras.

—¿Tú y cuántos como tú, guapito? —contesto desafiándole con la mirada.

—¿Para ganarte a ti? Me basto y me sobro.

Es tan chulo que me hace reír y mi hermana no puede evitar intervenir.

—Si tan seguro estás de que puedes con nosotras, no te importara hacer una apuesta.

El aludido tuerce la sonrisa, algo me dice que no es la primera vez que estos dos se juegan algo.

—Sácales las tripas —le anima Rian.

—¿Tú también estás guerrero? —replica mi hermana a su novio—. Ves, si es que yo no quiero, si es que se lo están buscando. Eres testigo de que cuando pierdan les hemos advertido y no queremos lloros.

La gente del club ríe ante las bromas de un equipo y de otro.

—¿Nosotros llorar? Ja, venga, apostad, os dejamos elegir lo que queréis perder. —Vacila Tyler y su amigo le secunda.

Espero que White apueste dinero, porque como sea beber más, alguno terminamos con coma etílico. Cuanto me equivoco pensando eso, lo que se juega me deja muerta.

—El que pierda le hará de esclavo al otro durante una semana.

La cara con la que la miro es una mezcla entre sorpresa y te voy a matar.

—¿Esclavo sexual? —pregunta Rian con una sonrisa de sinvergüenza.

—De lo que el otro quiera.

Tyler parece pensar en las opciones y habla por lo bajo con su compañero de apuesta. Algunos del resto de participantes protestan por no poder entrar en el juego.

—Nos parece bien, vais a perder hasta las bragas —contesta Tyler con una cara de creído que pienso quitársela a base de bien.

—Eso será si las llevamos, ¿no crees? —le vacila White consiguiendo que más de uno grite animándola por las salidas que tiene.

Mi hermana está pletórica con la apuesta, yo bastante acojonada. Tyler está bueno, pero algo me dice que no le caigo muy bien y que lo que me hará si pierdo me va a cabrear bastante. Pienso en negarme, pero no quiero quedar como la mojigata del grupo así que asiento antes de dirigirme a mi gemela.

—Espero que tengas buena puntería o te mato.

—Tranquila, a esto me enseñó papá a jugar, soy la mejor y Tyler lo sabe, no sé por qué apuesta el tonto contra mí.

Eso me deja algo más tranquila y apuro mi cerveza mientras terminan de llenar los vasos de una botella sin etiqueta, prefiero no preguntar. Ojos que no ven, estómago que se jode.

Las rondas fueron pasando sin pena ni gloria para nuestro equipo, White y yo sí que solemos meter la bola, el problema es que ellos también. Lo que no me había parado a pensar cuando me quede más tranquila es que esto es un juego de equipo. No somos solo mi hermana y yo, somos ocho mujeres contra ocho moteros que lanzan y beben como cosacos. Y está feo decirlo, pero las demás que tiran con nosotras son bastante malas y se les ha subido muy rápido el alcohol.

—Creo que nos hemos puesto muy gallitos y estos mamones nos están dando la paliza de nuestra vida —le digo a mi hermana que también parece preocupada.

—Ya, la verdad es que a veces el fuego me puede y no me he parado a meditar que no éramos nosotras contra ellos dos.

La miro asintiendo para que sepa que estoy del todo de acuerdo, en ese momento tampoco había caído en eso.

—No te quejes que tu novio por lo menos te va a hacer cosas buenas, o malas, pero que os van a gustar. A Tyler no le caigo bien, seguro que me hace limpiar con la lengua el suelo después de la fiesta.

De solo pensarlo me da una arcada.

—¿Cómo no le vas a caer bien?

—Te podría hacer una lista, pero sobre todo por mi profesión. —Pone los ojos en blanco para quitarle importancia—. No te hagas la loca, sabes que tengo razón.

—No creo que sea eso, solo que necesita tiempo. De normal nuestra relación con la Policía no es buena, no es nada personal. En cuanto pasen unos días y vea cómo eres te va a querer tanto como yo.

—Sí tú lo dices —contesto sin creérmelo.

—Además, mira el lado bueno, si se le ocurre hacerte eso pienso putearle luego, soy su jefa.

No me da tiempo a contestar, me guiña un ojo y va a tirar, es su turno. Está frente a Rian que tiene una sonrisa lobuna en el rostro esperando a que ella lance. Lo hace y acierta, turno de él, si acierta los dos beben. En el último momento mi hermana se agacha y le da una buena panorámica de sus tetas a través del mini chaleco de cuero que lleva y falla. ¡Bien por ella! Eso se llama usar armas de mujer.

—¡Oh! No seas golfa —grita Tyler enfadado—. Eso es trampa, que anulen ese tiro.

—De eso nada, guapito, en el amor y en la guerra todo vale —contesta y le tira un beso a su novio que anda algo enfadado por dejarse embaucar así.

Mi turno, me toca contra Divertido, me encantaría tener el desparpajo de mi gemela para desarmar al motero tío bueno al que me voy a enfrentar, sin embargo, no tengo ni idea de cómo hacerlo. No me veo sacándome un pecho ahí delante de todos. Aunque quizás sí que pueda usar algo que se me da bien, la labia.

—¿Qué tal si nos apostamos una cita? —le propongo.

—¿Gane quien gane? —pregunta interesado, y oye eso me sube el ego.

—No, no. Si gano, te invito a una cita. Si pierdo te quedas sin ella.

—Vale ya de trampas, como se nota que sois hermanas, joder.

Tyler cada vez está más enfadado, todos han notado que le he pedido que me deje ganar. Estamos a solo un vaso de salir triunfadoras, además si gano una cita con ese hombre sería como que me tocara la lotería.

—Acepto —dice el motero casi relamiéndose.

—Muy buena, hermana, estoy muy orgullosa de ti —me susurra White al oído.

El resto del equipo masculino grita y protesta, pero me da igual. Sé que la suerte está echada. Divertido lanza con los ojos cerrados en una dirección lejana a donde tengo el vaso. Bien por él. Es mi turno, tengo que meterla o ese punto no valdrá y habrán ganado ellos.

Me concentro como si me jugara mucho en esto, ¡qué demonios, es que es así! Necesito ganar para no ser la esclava de Tyler. Aparte me llevo una cena con el guapo y quizás algún revolcón, con un poco de suerte. Tengo preparada la bola cuando noto un cuerpo muy fuerte y duro contra mi espalda. Sus manos me agarran las caderas fijando firmemente mi culo a su entrepierna que no me pasa desapercibido que está dura.

—Vamos, princesa, tira.

Es la voz de Tyler, intenta ponerme nerviosa. No se lo puedo permitir, al menos eso es lo que quiero. Mi corazón va por libre y está latiendo ahora a mil por hora. Esos susurros junto a mi oreja hacen que mi vello se erice, y un calor baje por mi cuerpo.

—Sabes que esto es trampa, ¿verdad? —protesto con la voz más firme que puedo.

—Como bien dice White, todo vale en el amor y en la guerra. Tira, preciosa.

Tengo que lanzar, todos me miran, no quiero que noten lo afectada que estoy así que tiro la pelota mientras el cabronazo que tengo pegado como si fuera una segunda piel gime en mi oído. Mi bola, que ya de por sí iba inestable en el último segundo, se me va la mano y desaparece por el lateral de la mesa.

Todos estallan en gritos alardeando de que han ganado, cuando me doy cuenta Tyler se ha marchado con ellos dejándome fría sin su contacto. Cuando nuestras miradas se cruzan tiene la desfachatez de guiñarme un ojo y eso me cabrea mucho. Ahora a saber qué me va a tocar.

—Vamos, Red, necesito un trago. Son unos tramposos.

—Nosotras también hemos jugado sucio. —Me río por no llorar.

—En eso tienes razón.

Nos íbamos a buscar unas cervezas bien frías cuando se nos acerca Divertido con cara de pena.

—Pensé que ibas a ganar esa cita por mí.

—Esa era la intención.

Le contesto cuando veo que Tyler me vigila, es una tontería, pero me da la sensación de que es como si le molestara que estuviera hablando con el motero.

—Aunque si te apetece la podemos tener de todas formas, cuando mi amo y señor no me tenga recogiendo mierda.

—Eso me gustaría mucho. White, ¿le das mi teléfono?

—Claro que sí, le pegas mucho a mi hermana. —Casi puedo ver cómo le hacen corazones los ojos al imaginarme con uno de la banda de su novio.

Con una sonrisa Divertido se aleja para reunirse con sus amigos.

—Hermana, por fin te van a regar el jardín —me dice riéndose.

—Me parece correcto, eso, o que me empotre sobre la encimera. No voy a ser pejiguera.

Las dos reímos mientras empezamos a tomarnos la cerveza. Creo que ya se ha demostrado que tenemos mucho aguante bebiendo.

—Mierda, con todo lo del juego no he caído en que no ha aparecido Dustin.

Saca su teléfono del bolsillo de atrás del pantalón.

—¿Hay algo? —pregunto preocupada.

—Joder, no he oído que me ha llamado.

Le da a remarcar y espera.

—Apagado, pero me ha dejado un mensaje de voz.

White perdona que no haya llegado aún, he hablado con Willy y me ha dicho que haciendo limpieza ha encontrado una especie de diario de tu padre. Me voy a acercar a la sede, quizás podamos encontrar algo sobre lo que estamos buscando. Ya me quedo allí a dormir. Por la mañana os veo y os pongo al día.

—¿Qué dice?

—Por lo visto le ha dicho Willy, que es el presidente de la sede de Hair, que han encontrado un diario de papá, ha pensado que quizás ponga algo importante que nos pueda ayudar. Y que mañana estará aquí para contarnos.

—Son buenas noticias, ¿no? ¿Por qué tienes esa cara? —indago preocupada.

—Porque viendo lo que ves aquí, ¿piensas en alguno de ellos llevando un diario?

Miro alrededor y caigo en lo que me está diciendo.

—La verdad es que no.

—Pues yo tampoco.

Ir a la siguiente página

Report Page