Red

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Capítulo 10

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Capítulo 10

Red

No sé qué me ha llevado a abofetearlo, a cualquiera que le preguntes te dirá que no soy una mujer violenta. Ni si quiera en el trabajo, solo he atacado cuando ha sido en defensa propia y siempre suele ser contra delincuentes peligrosos. Lo de Tyler, sin embargo, es distinto.

Me hace sentir cosas que me desconciertan, me atrae y a la vez me cabrea hasta límites insospechados. Mi hermana dice que no, pero yo sé que odia lo que soy, a lo que me dedico y me desprecia por ello. Aun así, no para de joderme si intento hacer lo que me apetece. Seguro que se ha propuesto hacerme la vida imposible hasta que me vaya de aquí.

Me lo estaba pasando bien, que digo, muy bien con Divertido. Pensé que por fin me iban a abrir todos los chacras cuando este capullo ha venido como mi amo y señor para mandarme limpiar su maldito cuarto por la apuesta de las narices. Nunca debí haber accedido, aunque con eso quedara como la mojigata, me esperan siete días de penurias.

Así que cuando he visto que se podía formar una buena pelea entre estos dos machitos de cuero he decidido venir con él, incluso me he puesto a limpiar, pero lo que no he podido aguantar es que me insultara. Si una no se hace respetar nadie lo hará. Así que siendo muy pacífica como soy me he dirigido hacia él hecha una leona para abofetearlo con todas mis ganas.

Ahora, parada frente a Tyler, se me ha desinflado toda la ira y aguardo su reacción, espero que no me haga limpiar el suelo de la sala de fiesta con la lengua o tendré que usar mi pistola en sus joyas de la corona. Eso es lo que pienso que hará, lo que no pensaría ni en mil años es la intensidad con la que me mira, no puedo evitarlo y me estremezco. Y antes de darme cuenta se lanza a por mi boca como un animal salvaje sediento.

Al principio me quedo algo descolocada, quizás le mola que le peguen y por eso hace esto, pero en cuanto me coge del culo mi cerebro deja de pensar. Me agarro a su cuello y le devuelvo el beso con necesidad. No es nada tierno, es algo salvaje y primitivo, pero me vuelve loca.

Su lengua se adentra en mi boca y lo recibo gustosa, sabe muy bien, aunque he visto que fuma. La mueve de una forma experimentada que me hace perder la cabeza. Me está poniendo a cien. No recuerdo cuándo fue la última vez que me besaron así, no lo recuerdo porque nunca lo han hecho. Sus manos estrujando mi culo me produce una tensión entre las piernas que deseo que me la quite.

Se separa de la mesa para cogerme y lejos de negarme enrollo mis piernas en su fuerte cintura. Vamos directos contra la puerta de la habitación donde no me suelta mientras sigue castigando mi boca. Mordisqueo su labio inferior tan carnoso que podría pasarme horas simplemente haciendo eso. Como estoy agarrada bien a su cuerpo aprovecha para cogerme un pecho fuerte, lo que me hace gemir desesperada. Quiero su boca sobre él, quiero que lo chupe, que lo mordisqueé.

Pensé que la próxima vez que me acostara con alguien necesitaría mi tiempo, siempre he sido de las que no tienen sexo con desconocidos. Me gusta pasar algunas veladas antes de que ocurra, y sin duda nunca he tenido nada tan salvaje. Ahora mismo eso me da igual. Quiero lo que me dé, aunque sea solo un polvo.

Me besa el cuello, mejor dicho, lo devora regándome de pequeños mordiscos que me están haciendo no pensar con claridad. Quiero tocarle, lamerle y tener todo. Me suelto de su cuello e intento quitarle el chaleco, lleva demasiada ropa para mi gusto. Necesito sentir su piel, su calor. Levanta la cara para mirarme fijamente, si me preguntaran no sabría decir si lo que veo es deseo, enfado o una mezcla de ambos.

Como si no pesara más que una pieza de su moto, me aparta de la pared y me lleva hasta la cama donde me tira sin contemplaciones. Se quita el chaleco, las botas y la camiseta dándome un buen espectáculo de su pecho bien formado, sin ser algo exagerado. Me muerdo el labio, ¡cuánto deseo tocarlo! Voy a quitarme las botas para poder sacarme de encima toda esta ropa cuando niega con la cabeza y me quedo quieta. Y eso que nunca he sido de las sumisas.

Con una sonrisa lobuna me deja pensar que algo se le está pasando por la cabeza. Con la maestría del que es un follador nato me quita las botas y los pantalones ceñidos en un abrir y cerrar de ojos. Debería sentir frío por la falta de ropa, pero lo tengo por no estar cerca de él. Con la camiseta y el tanga me contempla y se relame.

¡Oh, por Dios! Eso ha sido de lo más sexy, si antes pensaba que estaba húmeda ahora podría abrir una piscina entre mis piernas. Quizás debería negarme, joder, es el mejor amigo de mi hermana. Si soy sincera no creo que follando se vayan a arreglar nuestras diferencias, pero es que no puedo pararlo, creo que nunca he deseado a nadie tanto.

—Ven, por favor. —Y me doy cuenta de que estoy suplicando.

Eso provoca que su sonrisa se ensanche. Se desabrocha los pantalones, que son de botones, y antes de que se los baje ya estoy viendo su polla dura como un mástil. No lleva calzoncillos y eso me pone aún más cachonda. Se tira de manera literal encima de mí y me parece correcto sentir el peso de ese cuerpo perfecto. Sentir la dureza sobre mi entrepierna me hace gemir.

No tarda nada en quitarme la camiseta y el sujetador dejándome expuesta y muy excitada. Vuelve a besarme con la misma intensidad que antes y me restriego contra él pidiéndole más. Atrapa mis pezones entre sus dientes y joder, es que nunca he sentido una explosión parecida de placer. Algo me dice que podría correrme solo con eso. Su mano se hunde entre mi ropa interior y le oigo gruñir.

—Estás empapada, así me gusta.

—No es para menos. —Mi voz suena entrecortada y parece que eso le complace.

—Red, no voy a ser delicado, te voy a follar toda la noche hasta que me pidas que pare.

No sé si quiere que suene a amenaza, pero a mí me parece lo más sensual que me han dicho en la vida.

—Si no lo haces, te mato.

Eso parece que es lo que necesitaba escuchar. Alarga su duro cuerpo por encima de mí para coger un condón en la mesilla. Chico listo, lo tiene todo preparado. No quiero ni imaginar cuantas mujeres han pasado por esta cama en la que estoy ahora tumbada.

Es todo un experto y en nada ya tiene el preservativo puesto. No voy a mentir, soy de las que necesitan muchos preliminares para estar a tope, sin embargo, al cuerno los preliminares, estoy tan a tono que creo que en cuanto me la meta me corro. Pienso que me quitara el tanga para hacerlo, no me esperaba lo que hace a continuación.

Como si nada me gira sobre mí misma y cuando estoy casi mordiendo almohada me coge de las caderas y me levanta dejándome a cuatro patas con la cara a la pared. Nunca he sido mucho de esta postura ya que soy más de orgasmo clitoriano, en este momento me da igual, aunque no me corra estoy disfrutando como una niña pequeña con zapatos nuevos.

Siento cómo me aparta la ropa interior, un dedo pasa entre mis pliegues húmedos antes de que coloque la punta en mi entrada. Se está haciendo de rogar y me pone de los nervios. Debe ser que nuestras mentes se han conectado porque a la que echo el culo para atrás el me la mete con una embestida fuerte que me hace quedarme sin respiración. O la tiene muy grande o siempre he estado con tíos que tenían la media.

Me siento llena por completo, algo dentro de mi está tenso, como cuando te vas a correr. Quizás por sentirlo tan prieto, o porque me tiene tan cachonda que ya me lo imagino. Cuando empieza a salir y luego a clavarse en mi con esa ferocidad siento hasta que me mareo. No me toca el clítoris, tan solo aprieta sus dedos en mis caderas con demencia.

Creo que me voy a morir con esas sacudidas cuando noto que está llegando el orgasmo, es una locura. Yo nunca me corro así, pero cuando me agarra un pezón desde atrás grito sin preocuparme de quien me oiga y exploto de placer. Nunca, en mi vida, he sentido un orgasmo tan fuerte. Él sigue bombeando dentro de mí, pienso que voy a caer desfallecida, y un huevo de pato, antes de que Tyler eyacule con el gruñido más sexy que he escuchado me vuelvo a correr.

¡Dios mío, no sabía que podía ser multiorgásmica y mucho menos con penetración!

Cuando la luz de la mañana me despierta estoy sobre el pecho de Tyler acostada. Desconozco a qué hora nos dormimos ya que nos hemos pasado la noche teniendo sexo como animales. Noto la falta de sueño y me da igual, sarna con gusto no pica.

Tengo agujetas en lugares que ni con el entrenamiento duro al que me someto me salen y con una sonrisa de felicidad en los labios. No soy tonta, sé que solo ha sido sexo y es posible que esta misma noche esté con otra. Ese pensamiento me hace sentir una punzada en el pecho. Pero no por que esté enamorada, sino porque ahora que he encontrado un tío que me lo hace tan bien me jode dejarlo pasar.

Le observo dormir y de esta manera me parece un gran oso, pero muy achuchable. No quiero que cuando despierte me pille de esta manera que parezco una quinceañera mirando a su amor platónico. Abandonar su calor me hace sentirme mal, cuando ya consigo quitarme su pierna de encima pienso que me he liberado. Qué ingenua, en un momento su fuerte brazo tira de mí hasta dejarme tumbada en la cama y se pone encima de mí.

Está adormilado, pero sonríe, cuando lo hace parece otro hombre, uno que despierta muchas cosas en mí.

—¿Dónde vas, princesa? —Su voz ronca me excita, aunque debo tener el tema en carne viva ya.

—No quería despertarte, pensaba en ir a tomar un café y dejarte un rato más.

—Chica mala, ahora eres mía, señorita. Hasta dentro de siete días te voy a tener en mi cama, o en mi mesa, o en mi suelo o en mi pared.

Me hace sonreír, pensé que cuando despertara me repudiaría, al menos que se alejaría como suele hacer, pero está demasiado cariñoso y no seré yo la que se queje por una semana entera de este tipo de atenciones y de sexo del bueno. A saber si vuelvo a tenerlo en mi vida.

—¿Es una amenaza, guapito? —bromeo juguetona y ensancha su sonrisa pícara.

—Es una promesa, esclava, ahora venga a la ducha que tenemos que ver si ha llegado Dustin, o te voy a follar hasta que no te puedas levantar de la cama.

Se retira y salgo corriendo al baño, eso sí, me da una palmada en el cachete antes de que salga de su radio de alcance. Yo también sé jugar a ese juego. Así que al llegar a la puerta me giro para que me vea completamente desnuda antes de decirle.

—¿Te vienes a la ducha? Necesito que me frotes y que luego me seques sin la toalla.

La sonrisa que me dedica se me contagia sobre todo cuando salta de la cama como si fuera un leopardo que va a por su presa. Me encanta este tío, pero es solo eso, sexo. Me lo voy a repetir todas las veces que haga falta hasta que me lo crea.

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