Red

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Capítulo 11

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Capítulo 11

Tyler

Red se acaba de ir a ver a su hermana que sigue perreando en la cama, aun cuando se ha ido Rian hace un rato. Seguro que a contarle detalles de lo que ha sucedido esta noche, me parece bien. Lo que ha pasado y que se lo cuente a mi amiga. No entraba en mis planes que ocurriera nada entre nosotros. Pero es que lo que no se planea es lo que mejor sale.

Estoy con una sonrisa de tonto en la cama tomando un café bien negro, rememorando lo sucedido. No es por nada de sentimientos, eso ni de coña, pero sí que tengo que admitir que es el mejor sexo que he tenido en mucho tiempo. Su fuego me calienta la sangre, estoy acostumbrado a que las mujeres a las que me tiro son la mar de complacientes. Todo lo contrario de la poli. Que me plante cara me pone bruto.

Luego está el tema de cómo se ha mojado para mí, sin ni siquiera preliminares, notar que tienes ese efecto en alguien es lo más erótico del mundo. Nos hemos pasado toda la noche dándole duro, es una persona que te da lo mismo que pide. Estoy convencido de que sería una compañera de primera en la cama. Además, solo es sexo, nadie dijo que no podamos estar un mes pasándolo bien.

Algo dentro de mí me dice que no va a ser tan fácil como estoy pensando, pero rápidamente acallo a esa voz. No quiero pensar en sentimientos, en relaciones ni en nada parecido. Aun así, estoy convencido de que no podría verla con otro. Así que tengo que aprovechar esta semana para quitarle la estúpida idea de que se enrolle con Divertido. Nunca he sido celoso y mucho menos posesivo con mis rollos, si White pudiera ver lo que pienso se quedaría muerta. Igual que lo que siento yo cuando me vienen esas ideas.

Quizás debería alejarme de ella, pero no puedo, a lo mejor soy masoca, ahora da igual. Pasarlo bien es mi único objetivo. Todo esto es una guarrada porque a la única persona que le contaría todo lo que me pasa por la cabeza es White, y ni de coña se lo puedo decir, valoro demasiado mis pelotas. Ya me dijo que nada de sentimientos.

Un golpe en mi puerta me hace dejar de darle vueltas al tema.

—Tyler, ha llegado Dustin, mueve el culo te esperamos en la sala de reuniones. —Me dice mi mejor amiga.

—Ya voy.

Me pongo la camiseta y el chaleco para reunirme con ellos, estoy bastante intrigado con el tema del diario. Al final va a ser verdad que nunca llegamos a conocer realmente a las personas. Ni en mil años me habría imaginado al presi escribiendo su vida en un cuaderno.

No me hago de rogar y me dirijo a la sala de juntas, de camino veo el destrozo de la noche anterior. La jefa ha debido darles ya un buen rapapolvo porque se están levantando todos para empezar a recoger. Nuestro lema siempre ha sido «si eres capaz de correrte una buena fiesta, también lo tienes que ser para recoger el estropicio». White es la primera que lo hace, no por ser la presidenta se escaquea de las tareas duras. Es una mujer excepcional, sobre todo por lidiar con nosotros, un atajo de capullos pero que adoran la banda por encima de todo. Toco la puerta con los nudillos, más por una señal de respeto que porque me lo exijan.

—¡Pasa! —grita Princess.

Así hago, los tres se encuentran de pie mientras abrazan a Dustin que está complacido por ver a las hermanas juntas. Me acerco para saludarle.

—¡Qué pasa, tío! —le digo y él me abraza dándome unas palmaditas en la espalda.

—Aquí, a ver si por fin me dejan descansar unos días que no paro, cabrones.

Sé que bromea, es feliz con poder ayudar a la banda. Ahora que no está su mejor amigo, es lo más cercano a un padre que tenemos.

—Oye, luego hacemos un poco de ejercicio, eh, que te estás poniendo fondón.

Bromeo y las chicas se ríen.

—Lo que te voy a dar es una paliza por gracioso.

Nos sentamos alrededor de la mesa, White en el sitio de la presidencia, Dustin a su lado, su hermana en el otro y yo justo después.

Dustin saca el diario, es un libro con tapas de cuero y bastante desgastado. Tiene un cordel con el que se cierra. Se lo entrega directamente a la jefa que lo sostiene en sus manos pensativa. Como si acariciarlo la pudiera acercar a su padre muerto. Nadie quiere interrumpir ese momento tan personal así que esperamos pacientes.

—¿Lo has leído? —le pregunta y me parece ver que tiene los ojos nublados, pero la conozco, no llorará.

—No, Princess, creo que es algo que os corresponde a vosotras. Solo vi la primera página, lo empezó a escribir cuando se enteró de que tu madre estaba embarazada.

White asiente y mira a su hermana para dedicarle una sonrisa triste.

—¿Y Willy?

—Por lo que me ha dicho no, en cuanto vio que era del presidente me avisó. Te habría llamado a ti, pero creo que todas las sedes son conscientes de tu pequeño problema con los móviles.

La broma ha relajado un poco el momento tan cargado de sentimientos.

—Pues si os parece lo leeremos juntos, al fin y al cabo, los cuatro éramos su familia. ¿Qué te parece, Red?

Le pide consentimiento a su hermana ya que sabe que ambas tienen que tomar esa decisión.

—Claro que sí, todos tenéis derecho a saberlo, estabais mucho antes que yo con él. En mi caso ni siquiera he podido conocerlo.

Su hermana alarga la mano y le estrecha la suya para animarla.

—Vamos a ello, si queréis iremos leyendo un rato cada uno.

Todos asentimos y pasamos las siguientes horas viviendo los momentos más felices que vivieron los padres de las gemelas.

En él escribió que siempre habían querido ser padres, que llegó algo más pronto de lo que esperaban pero que desde el momento en el que se enteraron supieron que seguirían adelante con el embarazo.

También es cuando el presidente decidió llevar en un diario todo lo relacionado con su nueva etapa de paternidad. Si algún día ellos faltaban, cosa que no sería rara teniendo en cuenta a los negocios que tenían, tendrían algo para recordarlos. El momento en el que descubrieron que no tendrían una hija sino dos, describía que pensó que no se podría ser más feliz.

Todo el club estaba como loco con el próximo nacimiento de las hijas del presidente. Fuimos leyendo uno a uno. Las chicas han ido pasando por todo tipo de emociones desde la ilusión de cómo su padre hablaba de ellas, las quería, aunque no las conocía, todo ello se notaba en esas letras. Todo lo que sus padres habían preparado para ellas, las emociona, y también las hizo reír. Después de todo ver cómo escribía un diario para sus hijas las ha tocado muy dentro.

El presi hizo grandes cosas junto a su mujer, incluso buscaron una casa baja con jardín cerca de la sede. Amaban su club, pero querían que sus pequeñas se criaran en un hogar de verdad, con sus habitaciones para cuando fueran al colegio a estudiar, y con un columpio en el jardín.

Eso me deja bastante noqueado, para un presidente su club es lo más grande, no le juzgaba, solo que me llama la atención que quisiera dejar todo eso para formar una familia. En ningún momento dejaría a su gente, trabajaría igual allí todos los días. Pero ese descubrimiento es impresionante.

Otra parte que me toca a mí es que habla de mis padres, de cómo son los mejores amigos, los cuatro son inseparables. No comenta nada del tema de que mi madre consuma drogas, o que mi progenitor tuviera algún problema en especial con alguna banda contraria. Me pongo ansioso por que veo que apenas queda diario y aún no hemos descubierto nada aparte del amor que sentían por sus hijas y lo buenos amigos que eran los cuatro.

Me toca leer el último tramo, en el que ya se acerca el nacimiento de las gemelas.

Desafortunadamente el pasaje termina cuando se dirigen al hospital cuando su mujer se pone de parto. Hago hincapié en un párrafo que nos llama a todos la atención.

«Ha llegado el momento, por fin vamos a conocer a nuestras preciosas niñas. Justo cuando se me acaba el diario, sin duda, mañana empezaré otro para contar la maravillosa vida que comenzamos con ellas. Mis pequeñas, si algún día leéis esto es porque mamá y yo ya no estamos con vosotras. Aun así, quiero que tengáis algo muy claro, siempre os amaremos, lo hacemos y aún no os hemos visto ni la cara. Seguro que os convertís en grandes mujeres y estaremos muy orgullosos de vosotras en el lugar donde vayamos a descansar los moteros».

Las dos están disimulando que lloran con esto último, hasta yo siento cierto picazón en los ojos. Dustin pone la mano en la espalda de la jefa, intentando transmitirle ánimos.

—Nunca pensé que nadie como papá escribiría un diario, pero me alegro de que lo haya hecho, de alguna forma los tenemos más cerca —comenta White en cuanto puede hablar.

—Yo, aunque no los he conocido, me alegra de haberlo leído, estaban tan llenos de amor y esperanza por tenernos —agrega Red.

—A mí también me ha impactado, la verdad, y el escuchar hablar de mis padres. Es una versión de ellos que desconocía, pensé que mi padre siempre fue un chungo capaz de enfrentarse a otra banda. Y al menos en este diario mi madre no es una yonki.

En ese momento nos miramos todos y más de uno repetimos en alto.

—Eso es, en este diario. Por lo que dice pensó en seguir escribiendo más después del nacimiento.

—Tenemos que encontrarlos —determina Red.

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