Red

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Capítulo 12

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Capítulo 12

Red

No pensé que unas simples palabras escritas en un cuaderno pudieran sacarme tantos sentimientos sobre unos padres que nunca llegué a conocer. El saber que nos querían tanto aun sin conocernos, o el que cogieran una casa para vivir con nosotras fuera de la sede del club, me ha emocionado.

White está igual que yo, se le nota en los ojos y sé que llegaremos hasta el fondo del asunto para saber qué es lo que pasó. Me encantaría haberlos conocido, puede que sean moteros, que tengan negocios poco legales, pero no por eso significa que sean peores personas o no sepan amar. Menos mal que nunca he tenido ese tipo de prejuicios, porque son mis raíces.

—¿Creéis que después de que naciéramos siguió escribiendo? —pregunta mi hermana pensativa.

—Espero que sí, pero quizás la pérdida de una de sus hijas le desmotivó —contestó Dustin.

—De haberlo hecho, ¿no estarían juntos los diarios? —agregó Tyler.

—O quizás no, puede que esté lo dejará allí y no se diera cuenta o puede que en algún lugar haya más. No sé vosotros, pero yo no me pienso rendir. Si hay más no dudaré en encontrarlos —les advierto.

—Tienes razón, es que se me hace tan raro esta nueva faceta de nuestro padre. No solo el que escribiera esto, que conste que no me quejo, sino que ni siquiera los guardara aquí con sus cosas. Si os digo la verdad, no entiendo nada.

Nos dice mi hermana y tengo que creerla por que como no le he conocido tampoco es que pueda opinar al respecto. Aunque gracias a mi profesión sé que es verdad que lo habitual es que cuando se lleva un diario es que se suelen guardar en un lugar cercano. Lo que tampoco podemos descartar es que lo dejara allí en alguna de sus visitas, que con los años se hayan extraviado, o cualquier otra cosa. Lo que importa es que estoy convencida de que llegaremos al fondo del asunto.

—Vamos a darle un voto de confianza, por lo que habéis dicho cambió bastante al saber que iban a ser padres. Así que quizás descubramos muchas más cosas. ¿Por dónde podríamos empezar a buscar?

Todos se quedan pensativos imaginando por dónde empezar.

—Si supiéramos dónde habían comprado la casa, quizás se podría mirar allí. El problema es que ya no queda nadie de esa época por aquí. Los que no han muerto se han retirado. Pero si os parece puedo ir a preguntar a alguno de los viejos. Es posible que si escribió más los tenga en esa casa.

Comenta Dustin y estoy de acuerdo con él.

—Genial, Dustin, tú te ocuparas de eso —acepta mi hermana—. Por otro lado, podemos preguntar en otras sedes. No creo que los fuera dejando desperdigados, pero nunca se sabe. Me encargaré con Rian de eso.

—¿Y nosotros? —Por nada del mundo quiero que me dejen fuera de esto.

White se queda pensativa.

—Tengo una idea, cuando papá murió me dieron la llave de un trastero donde guardaba algunas cosas, hasta el momento no he tenido fuerzas de enfrentarme a eso, pero quizás podamos encontrar algo. A lo mejor era demasiado doloroso recordar el pasado después de haber perdido también a mamá y lo guardó allí.

—Nosotros iremos —se ofrece Tyler.

—Sí, es buena idea. Seguro que buscando un poco encontramos más información.

Intento ser positiva, aunque no sé si esas hojas que acabamos de leer será lo único que quede de esa época.

—Seguro que sí, de todas formas, estamos en contacto. El que encuentre algo primero que llame a los demás.

—Así haremos —asegura Dustin.

—Por cierto, ¿dónde está el trastero?

—Casi a las afueras, ahora te mando la dirección.

Nos despedimos para irnos cada uno a nuestro destino con la esperanza de encontrar algo. Voy a coger el móvil y una chaqueta cuando Tyler me atrapa en el pasillo. Me gira para tenerme cara a cara y lo que hace me pilla desprevenida. Pasa su mano por mi mejilla con ternura. Después de pensar que todo ha sido sexo sin sentimientos la verdad es que no me lo esperaba.

—¿Estás bien?

—Sí, solo algo rara.

—¿En qué sentido? —Me pasa un brazo por los hombros y me lleva a su habitación como si supiera que necesito más intimidad.

—Te parecerá una tontería, pero, aunque nunca los haya visto en persona, escuchar todo lo que había escrito ahí, me ha hecho sentir que yo también los quiero.

Me dedica una sonrisa tierna, seguro que piensa que se me va la cabeza.

—Olvídalo, ya te dije que es una tontería.

—No lo es, a mí no me separaron de mis padres, pero era muy pequeño cuando los perdí. No los recuerdo y sin embargo los quiero.

No pienso y solo actúo abrazándome a su cintura. Él me devuelve el gesto, acariciando mi pelo, ese simple contacto me consuela y me relajo.

—Ojalá los hubiera conocido, siempre pensé que me faltaba algo y eso que tenía de todo. Quizás mi vida habría sido distinta.

—Eso seguro, no te imagino llena de aceite arreglando una moto. ¿Y las dos de presidentas del club? Definitivamente nos mataríais.

Me hace reír y es que, aunque le conozca desde hace poco, se nota que es una manera de defensa cuando usa el humor para relajar los ánimos.

Guardamos silencio simplemente disfrutando de ese contacto tan íntimo y lejano a lo que hemos compartido hasta ese momento.

—Estoy seguro de que ellos habrían dado cualquier cosa por tenerte. Te habrían querido por encima de todo. Robert era un gran hombre, luchó por que tu hermana se convirtiera en alguien fuerte a la que nadie pudiera pisar. Tú eres una mujer valiente, habría estado muy orgulloso de ti, aunque tengas el peor oficio del mundo.

Me hace reír, hasta bromea con mi trabajo. Sus palabras me llenan de emoción y tengo que secarme disimuladamente los ojos que no me hacen caso y se han empeñado en que llore con todo esto. Si Tyler se da cuenta hace como si nada pasara y lo agradezco de corazón, me besa en la frente antes de apartarse y dirigirse a su armario.

Saca una chaqueta de cuero y un casco para dármelo.

—Toma, se me ha quedado pequeña, y te abrigará para ir en la moto.

—¿Vamos en moto? —Cojo lo que me da y me pongo la chaqueta que, aunque me queda algo grande me encanta su peso, pero sobre todo su olor. Huele a él.

—Claro, princesa, no tengo un carruaje para llevarte. ¿No me digas que te dan miedo?

Su cara es todo un poema mientras que espera mi respuesta.

—No es eso, es que nunca he montado en una.

—Eso no puede ser, eres hija de moteros, hermana de la más motera de aquí. —Si le hubiera dicho que soy un tío y que me llamo Rogelio le habría impresionado menos, estoy segura.

—Mi padre, el adoptivo quiero decir, era demasiado estricto. Nada de motos, y por supuesto nada de chicos malos, ni tatuados.

Miro su cuerpo lleno de tatuajes y no puedo evitar reírme.

—¿De qué te ríes? —Me mira como si hubiera perdido la cabeza.

—Nada, solo pensaba que si me viera ahora le daría un ataque al corazón.

—Y te aseguro que a Robert le daría otro si supiera que no has montado nunca en moto.

Sonriendo ambos nos vamos camino al trastero después de que mi hermana nos dé la dirección y la llave. Nos abrazamos y nos deseamos suerte. Creo que compartimos el pensamiento de que estamos cerca de encontrar algo importante.

El viaje en moto es mejor de lo que esperaba, siento una sensación de libertad mientras Tyler la conduce a una velocidad bastante alta por el asfalto que me dan ganas de gritar, me siento poderosa, viva. Tengo que decirle a White que me tiene que enseñar, quizás cuando vuelva a casa me compre una.

Tyler de vez en cuando pega acelerones para obligarme a que me agarre más a su cuerpo, y yo que soy muy obediente lo hago. Me encanta sentirle de esa forma. Tan duro, cálido y entre mis brazos. No tengo ni idea de lo que durará esto, pero pienso aprovechar cada segundo. Y más con lo receptivo que está.

El camino no se me hace muy largo, y más porque estoy disfrutando como nunca. Así que antes de darme cuenta ya hemos llegado. Me bajo de la moto cuando la inclina para facilitarme el trabajo y me quito el casco. Cuando hace lo mismo me sonríe.

—Hay que ver cómo aprovechas para pegarte a mí, ¿eh?

—Sí, claro, o quizás es porque conduces como un loco. —Miento porque estoy encantada en cómo lo hace.

—Muñeca, todo lo hago como un loco. —Me mira de forma pícara y casi se me caen las bragas.

—¿Mal? —me burlo y funciona.

—Yo no hago nada mal, el problema es que tienes mala memoria. Tranquila, estaré encantado de repetirte esta noche todo para que te des cuenta. Nadie excepto yo te va a hacer sentir así.

—Vale, pero solo por demostrar si es verdad.

Deja los cascos en la moto antes de pasarme un brazo por los hombros para ir a localizar el trastero. Es un gesto simple pero que me encanta. No tardamos en encontrar lo que estamos buscando ya que la persona que se ocupa del sitio nos da instrucciones, aparte de que la llave tiene la numeración.

Al abrir la puerta del trastero me quedo paralizada, está lleno de cosas, pero de cosas de bebé. De mis cosas podría asegurar. Quizás al perderme se les hizo demasiado duro tener todo esto en su casa. Sería un recuerdo constante de lo que ya no tendrían nunca. Tyler, que se ha quedado bastante impresionado, recupera el habla antes.

—Si quieres puedo encargarme yo, y me esperas en la sala que hay en la recepción. Aunque hay muchas cosas está todo bastante ordenado, no creo que tarde mucho en encontrar si hay algo.

—No, no te preocupes, estoy bien. Es solo que impresiona ver todo lo que habían preparado para tenerme y que algún desgraciado me arrebatara así de mis padres, me jode bastante.

—Vamos a encontrarlos, y te aseguro que pagarán por ello. Nosotros no dejamos que las cosas se queden sin el castigo adecuado.

Le miro y aunque lo que me dice va contra lo que he luchado durante toda mi vida, en este momento no me parece tan mala opción. Asiento, ahora mismo no puedo pensar en lo que haré cuando encuentra a quien me arrebató mi vida.

—Manos a la obra.

Nos tiramos mucho rato moviendo cosas con cuidado, está todo en tan buen estado que nos da pena que algo se pueda dañar. Quizás mi hermana algún día decida tener una niña y todo esto le puede servir. Ni siquiera tiene polvo, está todo cubierto por plásticos.

Miramos en cada recoveco sin encontrar nada de lo que estamos buscando. Cuando ya casi hemos perdido la esperanza y nos disponemos a llamar a White para decirle que no hay ni rastro, una cosa me llama la atención en el suelo.

Una de las tablillas parece moverse al colocar una caja llena de ropa de bebé, no me había dado cuenta hasta este momento.

—Tyler, mira. —Le señalo la zona y se acerca.

Muevo la caja de nuevo para que levante la tabla suelta, siento que el corazón se me va a salir del pecho a la espera de ver si es algo o no. Del fondo del suelo saca una bolsa de plástico con un diario muy parecido al que encontró Dustin.

—Lo tenemos —anuncia contento Tyler y no puedo evitar sonreír.

Con solo pensar que las respuestas puedan estar ahí me quedo impresionada. Llamamos a White y quedamos en vernos dentro de unas horas en casa. Ellos ya están camino de Castlebeast.

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